1. Planificación ecorregional y agroecologíaen la geopolítica agraria de América
Latina y el Caribe
La finalidad original de la Conferencia Regional de América Latina y el Caribe
preparatoria de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, que tuvo lugar en
Rio de Janeiro, Brasil, fue preparado por la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL) y la Oficina Regional para América Latina
y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En la elaboración se tuvo en cuenta las actividades preparatorias nacionales y los
aportes de las reuniones subregionales. Estas últimas, sin precedentes en procesos de
este tipo, fomentaron la dinámica participación de los países y permitieron identificar
los principales problemas, así como las perspectivas de una plataforma de acción futura
para el desarrollo sostenible de la región. Se ha contado, asimismo, con una importante
contribución de la sociedad civil, entre otras cosas.
Por lo cual en la primera parte, del documento que se elaboróse presenta un balance del
desempeño económico regional, en particular un enfoque sobre el crecimiento
económico y la situación de las finanzas públicas. Además, se analizan las relaciones y
los efectos de los flujos de capitales, la apertura económica, el intercambio comercial y
los procesos de integración. También se describen las principales tendencias del
desarrollo social en los años noventa, en las cuales se han considerado tópicos como la
evolución del empleo regional, la distribución del ingreso y de la tierra, el gasto público
social y los desafíos que enfrenta la sostenibilidad del desarrollo desde la perspectiva
social. Asimismo, se consideran la dinámica demográfica y el desafío que representa
para gobiernos y sociedades; la relación entre población, recursos y capacidad de carga,
la migración regional y la evolución de los patrones espaciales de asentamiento de la
población. La situación ambiental de la región se analiza desde la perspectiva de los
ecosistemas naturales, los recursos hídricos y en particular la disponibilidad de éstos en
la región; los fenómenos de contaminación son examinados a partir de sus efectos en el
aire, el agua y la tierra, y se presta particular atención a la trayectoria energética de la
región y su relación con el cambio climático global.
Por otra, en cuanto al ámbito institucional, se estudian la evolución de las políticas
públicas ambientales y de desarrollo sostenible, la actitud de los países de la región
frente a los problemas ambientales globales y el régimen multilateral de acuerdos
ambientales.
En la segunda parte del documento se presenta un análisis más propositivo y se sugiere
qué papel podría jugar la región en una alianza global, teniendo en cuenta los avances
logrados y los desafíos pendientes, en el marco de la agenda regional propia y la agenda
global.
Por último, se ofrece un conjunto de propuestas de acción futura en el que se consideran
las oportunidades y los desafíos de la región en términos de desarrollo sostenible,
identificando las particulares características de los países que la integran y analizando
temas como la protección y el uso sostenible de los ecosistemas naturales, su
biodiversidad y el acceso a los recursos genéticos, la vulnerabilidad, la gestión del agua
y de la energía, la problemática urbana y el necesario fortalecimiento de una
institucionalidad que sirva de marco al desarrollo sostenible.
2. En el presente documento se pretende dar una visión de lo avanzado en el camino hacia
la sostenibilidad del desarrollo, en particular de sus aspectos más significativos, y
presentar una evaluación de los desafíos y oportunidades que deben considerarse con
miras a la adopción de medidas en el futuro.
En resumidas cuentas, América Latina y el Caribe apenas han iniciado la senda del
desarrollo sostenible. La región asumió con entusiasmo los compromisos de la Cumbre,
pero los logros son aún insuficientes. El proceso fue seguido no sólo por los gobiernos
nacionales sino también por muchas organizaciones civiles y empresariales,
universidades y centros de investigación, así como innumerables gobiernos locales, que
se fueron involucrando cada vez más en su puesta en marcha. Sin embargo, restan
muchos pasos por cumplir y nuevos desafíos por enfrentar, algunos de los cuales no
existían al momento en que se celebró la Conferencia de Río. Esta realidad está creando
imperativos adicionales y distintos de gestión ambiental global y por ende de
cooperación internacional. Por un lado, están llevando a los gobiernos a una actuación
internacional más proactiva con el objetivo de proteger los bienes públicos globales a
partir de esquemas multilaterales innovadores. Por otro lado, esta nueva era de
cooperación está propiciando un rol cada vez más protagónico del sector privado,
particularmente en el diseño e instrumentación de algunos acuerdos ambientales
multilaterales y sus protocolos, tales como la Convención de Cambio Climático, el
Protocolo de Kioto y la Convención de Diversidad Biológica y su Protocolo de
Cartagena
Ocupación del espacio y territorialidad de los movimientos campesinos en América
Latina y Venezuela
Los campesinos sufrían bajo una fuerte dominación de los señores de tierra que los
sometía a condiciones extremamente negativas de cultivo y organización. Solamente las
comunidades indígenas poseían los medios para auto dirigirse, a pesar de las represiones
que sufrieron históricamente. Ellos fueron la cabeza de una insurrección popular que fue
una referencia fundamental en toda la región: la Revolución Mexicana de 1910, que va
a tener una base campesina extremamente significativa. La lucha contra el porfirismo es
una lucha democrática conducida básicamente por partidos democráticos
de clase media, pero que por necesidad de base política se aproximan a los campesinos,
produciéndose de esta forma una articulación muy fuerte entre el
movimiento campesino y las luchas democráticas mexicanas. Ahí también se empieza a
configurar un vínculo más claro entre movimiento campesino y movimiento indígena,
que en el caso mexicano es muy significativo, a pesar de que los movimientos
campesinos no se presentan como movimientos indígenas. Sin embargo, los líderes
estaban articulados a sus orígenes indígenas, sobre todo Zapata, que tiene una fuerte
representatividad como líder indígena, a pesar de no basar su liderazgo específicamente
en ello. En aquel momento, el movimiento está volcado fundamentalmente hacia la
cuestión de la tierra. Junto a esto, es necesario destacar también el papel específico de
los movimientos campesinos, que llegaron a tener un auge relativamente importante en
América Central durante los años 20-30, cuando ya existía una explotación de
campesinos asalariados directamente subordinados a empresas norteamericanas que los
organizan en las actividades exportadoras. En esta región se formaron bases importantes
de lucha por la reforma agraria que debido a la fuerte presencia estadounidense se
mezclaron con las luchas nacionales contra la dominación norteamericana. Este es el
caso del sandinismo, de las revoluciones de El Salvador, que lideró Farabundo Martí, de
3. las huelgas de masas cubanas y, en parte, de la Columna Prestes en Brasil, que a pesar
de no tener una base campesina, sino fundamentalmente pequeño burguesa, va a entrar
en contacto con la población campesina, desarrollando una cierta interacción de este
movimiento de clase media de origen militar con el campesinado. Sin embargo, no se
puede hablar de un movimiento campesino realmente significativo en este período en
Brasil.
Las organizaciones campesinas, también llamadas organizaciones locales, comunitarias,
rurales o populares son agrupaciones de base, formales o informales, voluntarias,
democráticas, cuyo fin primario es promover los objetivos económicos o sociales de sus
miembros. Independientemente de su situación jurídica o grado de formalización se
caracterizan por ser grupos de personas que tienen por lo menos un objetivo común.
Actúan conjuntamente ante las autoridades locales asociadas a la idea del desarrollo “de
abajo hacia arriba” y constituyen mecanismos para la obtención de créditos, insumos,
capacitación y otros servicios promoviendo el bienestar de sus miembros.
Los pequeños agricultores, trabajadores rurales, campesinos sin tierra, y otros grupos
desventajados de la población rural no tienen poder de negociación suficiente para
lograr que sus pedidos sean atendidos. De ahí la importancia de agruparse y aunar
esfuerzos para formular ante las autoridades demandas que representen los intereses de
la totalidad de sus miembros.
No obstante el bajo nivel organizativo de los agricultores de la Región se observa que
existe una gran variedad de grupos de autoayuda, que van desde los autóctonos a los
consejos comunales y sociedades cooperativas registradas. Puede intentarse así
presentar una tipología abierta de organizaciones campesinas, dejando la posibilidad
que puedan entrar otros grupos participatorios.
a) Comunidades campesinas: Existe en la Región una rica experiencia en
organizaciones sociales y de desarrollo comunitario, con caracteres que les han
permitido persistir a través del tiempo y a pesar de la marginación que han soportado.
Esos caracteres son, entre otros, la homogeneidad étnica y cultural, el trabajo en común,
la ayuda mutua y el empleo de tecnologías vernáculas. Las comunidades campesinas,
difieren según sus características culturales, ecológicas, evolución histórica, etc., pero
todas se caracterizan por tener relaciones de producción basadas en el trabajo familiar o
bajo formas colectivas entre los comuneros. Producen sus alimentos básicos con
sistemas ancestrales y escasa dotación de recursos, siendo los focos donde se concentra
la extrema pobreza.
Las organizaciones comunitarias de base actúan como intermediarias entre los
agricultores de escasos recursos y las instituciones de investigación y extensión
externas. Muchas de ellas se agrupan en federaciones u organizaciones de segundo
grado. Como continuidad a las actividades de intermediación, las federaciones adaptan
y difunden tecnología en programas que ellas mismas controlan y administran y
constituyen un grupo de presión hacia el sector público y las ONG's agrícolas para
orientar su actuación a las necesidades de las familias rurales pobres.
Las comunidades campesinas en Bolivia son el modelo de organización que mejor se
identifica con la realidad cultural (aymará, quechua, guaraní) del país.
En Ecuador la comuna es la forma organizativa histórica principal, legitimada por el
Estado, que la ubica en el último nivel de la división político-administrativa. Está
formada por un grupo social relacionado por lazos familiares y culturales comunes que
habitan un espacio físico determinado y tienen una división de trabajo comunitario. De
4. las 1859 comunas registradas con cerca de 700.000 habitantes el 80% se hallan en la
Sierra. Hay Federaciones de pueblos indígenas de la Sierra y de las Nacionalidades
Amazónicas. En Chimborazo, por ejemplo, las organizaciones de comunidades de habla
quechua se agrupan constituyendo federaciones provinciales de comunidades indígenas
(UOCACI y AOCACH cuentan respectivamente con 29 y 9 organizaciones de base).
Otra organización en el mismo departamento, UNIDAD, construyó una red de
organizaciones comunitarias de habla quechua y ayudó a crear una federación de
comunidades indígenas. En respuesta a la debilidad de los servicios oficiales las
federaciones, con el apoyo de ONG's nacionales e internacionales, iniciaron sus propios
programas de investigación y extensión. Como estrategia importante capacitan
indígenas para que actúen luego en sus comunidades como agentes de extensión.
Las estructuras de las organizaciones indígenas de Guatemala se basan en general en
relaciones interfamiliares de producción, trabajo y distribución integrándose formas de
propiedad colectiva e individual.
En Perú la mayor parte del campesinado está organizado en comunidades campesinas,
que tienen su origen en las culturas preincaicas. Existen aproximadamente 5000
comunas que controlan el 15% del territorio (la mayor parte en la Sierra) y cuentan con
el 20% de la población nacional. No obstante fueron las que resultaron menos
beneficiosas del proceso de reforma agraria. Son organismos de interés público, con
personería jurídica, integradas por familias que habitan y controlan cierto territorio
ligadas por vínculos ancestrales, sociales, económicos y culturales que se expresan en la
propiedad comunitaria de la tierra, el trabajo comunal, la ayuda mutua, el gobierno
democrático y el desarrollo de actividades multisectoriales.
En la República Dominicana hay asociaciones autónomas y flexibles que nuclean a
campesinos sin tierra y pequeños agricultores. Se integran en forma horizontal,
mediante órganos intercomunales y en forma vertical, mediante federaciones y
confederaciones.
No obstante los graves problemas que aquejan a las comunidades constituyen en la
actualidad las organizaciones productivas más importantes en ciertas regiones (tribus y
comunidades indígenas andinas, de la cuenca amazónica y de Centroamérica). Los
aymarás en Bolivia, los distintos grupos de mayas de Guatemala, el ejido mexicano, la
organización Ameridian de los quechuas en Perú, confirman el hecho de que el pobre
puede ser partícipe en el desarrollo.
b) Cooperativas agrarias: Las cooperativas agrarias, especialmente las que proveen
servicios a los agricultores son la forma más común de organización rural de los
productores. En muchos países son las organizaciones de la población rural con mayor
nivel de penetración local que demuestran alta efectividad en la promoción del progreso
socioeconómico de las comunidades rurales y en la protección de los intereses de los
pequeños productores de la Región. Permiten a sus miembros economías de escala en el
acceso a los recursos financieros, proporcionan un medio institucional para integrar a
los pequeños agricultores en la economía nacional. Además, permiten el intercambio
creciente de bienes y servicios entre los sectores tradicionales y otros subsectores de la
economía y contribuyen a que sus miembros se beneficien con la transferencia de
tecnología. En su forma ideal las cooperativas se adaptan a numerosas actividades
económicas y resultan especialmente idóneas para proporcionar servicios financieros a
las comunidades rurales al operar a nivel de base, entre personas que se conocen bien,
requisito fundamental para tener confianza. Con frecuencia suelen ser las únicas
5. instituciones financieras (u organismos formales) en el área rural suplementando las
fuentes tradicionales, informales de crédito.
Factores importantes para el éxito de las cooperativas son, entre otros, el desarrollo
institucional “de abajo hacia arriba”, la capacitación a todos los niveles, la confianza en
la movilización de ahorros, el seguimiento y la auditoría.
Existe en la región gran número de cooperativas agrarias, de crédito y pesca (más de
23.000 al servicio de 10.3 millones de miembros según cifras de COPAC en 1987).
Cabe señalar que las mujeres constituyen una proporción muy pequeña del número total
de miembros de las cooperativas agrarias.
En Brasil las cooperativas comercializan el 83% del trigo y el 68% de la leche
producida en el país; en Colombia las cooperativas de pequeños agricultores
comercializaron el 35% de la leche fresca y el 6% de las exportaciones totales de café.
En Chile la Confederación de Cooperativas Campesinas (CAMPOCOOP) unificó al
movimiento cooperativo.
En Ecuador de las 1750 cooperativas registradas más del 50% están en la Costa.
En cuanto a la estructura administrativa de las cooperativas agrícolas, se ha avanzado
mucho en la descentralización disminuyendo la participación de los gobiernos. Con
respecto a las organizaciones de segundo y tercer grado, existen en Costa Rica la
Federación de Cooperativas de Producción Agraria y Servicios Múltiples R.L.
(FECOPA) y la Federación Nacional de Cooperativas de Mercadeo Agropecuario R.L.
(FEDEAGRO); en El Salvador la Confederación de Asociaciones Cooperativas de El
Salvador (COACES) y en Guatemala la Federación de Cooperativas Agrarias
(FEDECOAG) y la Confederación Guatemalteca de Federaciones Cooperativas
(CONFECOOP) que agrupa a diez federaciones.
c) Formas organizativas creadas en el marco de la reforma agraria:
c.1) Ejidos: La reforma agraria de México de 1910 dejó un legado organizativo
complejo, cuyas estructuras participatorias, ejidos, permanecen. Los ejidos son
instituciones políticas y económicas a las que el gobierno cede derechos a las tierras
mientras mantiene un papel tutelar. Tienen carácter corporativo, sus decisiones se toman
en asamblea de miembros, que son democráticas pero tienen la supervisión del
Gobierno que con frecuencia interviene.
En la práctica la mayoría de los ejidos depende del equilibrio de poderes entre las
fuerzas internas y externas a ellos, de las élites políticas y económicas. Los ejidos
pueden formar uniones regionales para colaborar en programas de desarrollo agrario. En
la práctica la mayoría de las uniones de ejidos fueron creadas por órdenes del Gobierno
o reglamentos del partido, convirtiéndose en instrumentos de la burocracia estatal.
Sin embargo, la Unión de Ejidos “Lázaro Cárdenas” (UELC) representa una nuevo tipo
de organización de productores regionales mexicanos. Reúne 15 comunidades de
reforma agraria en el Sur de Nazarit, representando a casi la mitad de los campesinos de
esa zona. Tiene más de 4500 familias, cerca de la mitad indígenas. La mayoría son
productores de subsistencia que cultivan maíz y algunos otros cultivos comerciales. La
UELC jugó un papel importante en la formación de la Unión Nacional de
Organizaciones Regionales de Campesinos Autónomos (UNORCA), que reunió en una
red nacional a productores de maíz (mestizos), comunidades (pobres) e indígenas, bajo
liderazgo de estos últimos y con poder para apoyar a las agencias de desarrollo rural del
Gobierno.
La inclusión de líderes comunitarios y promotores del Programa de Inversión de
6. Desarrollo Rural (PIDER) en el movimiento de oposición al Gobierno en 1976 llevó a
la UELC a convertirse en una fuerza política regional. Pero al faltarle líderes a nivel de
asamblea de ejidos (es decir en las bases) resultó vulnerable, sin independencia y sin
autoridad frente a la habilidad del Gobierno para dividir. Se reforzó así el control oficial
sobre la UELC no participando con las bases en el diseño y ejecución de los proyectos
de desarrollo (por ejemplo en la distribución de alimentos).
La Coalición de Ejidos Colectivos de los Valles de Sonora de Joaquín y Mayo
(CECVJM) formó una oposición organizada con las comunidades reagrupadas
constituyendo un ejemplo de manejo campesino en la distribución de alimentos. Los
líderes ganaron el grado perdido, y se revitalizaron los esfuerzos de desarrollo
económico de la UELC. El liderazgo paralelo que surgió fue capaz de usar el Consejo
Alimentario (contraparte política paralela clave) como oficina desde donde se
confrontaba a la autoridad federal para revitalizar los proyectos de desarrollo económico
autónomo de la UELC. Se creó así un colectivo campesino de identidad en la región con
un nuevo nivel comunitario de participación desde abajo. Fue un grupo paralelo
regional, formado por representantes de la aldea y se convirtió en oficial para reabrir el
espacio político de la UELC.
La UELC creó otros grupos y organizaciones nacionales tradicionales con una
estructura piramidal y liderazgo centralizado. En 1985 lanzó un programa de viviendas
comunitarias rurales con préstamos del Gobierno decidiendo las asambleas de ejidos
sobre los beneficiarios.
Fue importante el sistema descentralizado en la toma de decisiones.
En 1991 se dispuso un plan de privatización de los ejidos con el fin de reducir las
fragmentaciones de tierras declarando como prioritario la productividad y no la
distribución. En virtud de la enmienda constitucional de 1992 se permite rentar, vender
o hipotecar libremente las tierras de los ejidos. La reforma implantada estimula la
asociación de ejidos con industrias nacionales o extranjeras dispuestas a aportar
capitales que permitan el aumento de la producción.
c.2) Organizaciones campesinas productivas creadas por la reforma agraria: Estas
organizaciones reciben diferentes nombres según los países pero tienen en común una
estructura administrativa de tipo cooperativo sustentándose en los principios de
participación democrática y trabajo comunitario. Pero en la práctica, su poder de
negociación es escaso, carecen de infraestructura y de servicios de apoyo. En general,
salvo los casos de Cuba y Nicaragua, estas organizaciones, cuando se vieron privadas
del apoyo estatal no pudieron consolidarse como entes autónomos y estables.
En Colombia la reforma agraria formó empresas comunitarias y grupos comunitarios
con la propiedad asociativa de la tierra y la explotación en común. En Chile, de 1973 a
1987 coexistieron diferentes tipos de organizaciones productivas con participación del
campesinado, entre ellas las cooperativas de la reforma agraria y las sociedades de
cooperación agrícola (SOCAS). Las primeras, a pesar de contar con títulos definitivos
de propiedad, decayeron por el interés de los socios en tener parcelas individuales. Las
SOCAS fueron promovidas por el Gobierno y constituyen asociaciones de productores
7. que administran bienes comunes de los predios del sector reformado luego de la
asignación individual de tierras.
Las reformas agrarias de Ecuador. El Salvador y Honduras crearon cooperativas.
En Honduras la reforma agraria estableció, además, asentamientos (con la propiedad
estatal de la tierra) y empresas asociativas (siendo la tierra propiedad de las
asociaciones). La reforma agraria de Nicaragua en 1981 creó cooperativas de
producción en tierras abandonadas o subutilizadas, existiendo asimismo la Federación
de Cooperativas de la Reforma Agraria (FECORAH). En Panamá la reforma
agraria estableció asentamientos campesinos (propiedad estatal de la tierra) y Juntas
Agrarias (propiedad asociativa de la tierra).
En Perú, a partir de la reforma agraria de 1969 se formaron “empresas asociativas”
(cooperativas agrarias de producción (CAPs), sociedades agrícolas de interés social
(SAIS) y empresas rurales de propiedad social (ERPS)) como formas participativas
impulsadas por el Gobierno. La baja productividad y el bajo rendimiento del trabajo
demostraron no garantizar la racionalidad capitalista en la explotación agrícola. Pero se
promovió la participación de los trabajadores socios en la gestión de las empresas y
fuera de ellas (a través de sindicatos, ligas agrarias, por ejemplo la creación de la
Confederación Nacional Agraria (CNA)). En la década de los 80, en un proceso de
liberalización del agro, se produce la parcelación agraria de las empresas asociativas.
El “cambio de modelo empresarial” condujo al sistema de Cooperativas Agrarias de
Usuarios (CAUs), régimen en el cual los productores socios parceleros conducían
directamente sus parcelas pero sin beneficiarse con créditos ante la banca privada
debido a que las tierras no eran hipotecables. Las leyes de 1991 autorizan la compra,
hipoteca y alquiler de los bienes fijando ciertos límites de superficie, que varían si la
tierra es de riego o de temporal y si está en el litoral costeño, en las montañas o en las
zonas bajas de la selva.
La reforma agraria en la República Dominicana estableció asentamientos colectivos
(con la propiedad estatal de la tierra) y asentamientos asociativos (con la propiedad
asociativa de la tierra).
d) Sindicatos y Federaciones de trabajadores rurales y campesinos: Los campesinos y
asalariados agrícolas (estos últimos comprenden cerca del 30% de la población rural de
América Latina, es decir casi 40 millones de personas), en general no han recibido
estímulos para sindicalizarse. No obstante, pueden mencionarse ejemplos de
sindicalización en algunos países.