Isidor el búho quería salir durante el día para ver el sol y jugar con los otros animales, pero la luz lastimaba sus ojos. Pidió ayuda a su amiga Felisa la ardilla, quien lo llevó con el conejo oculista para que le recetara anteojos especiales. Con sus nuevos anteojos, Isidor pudo disfrutar del día, pero empezó a dormirse de noche y no cumplir con su trabajo de dar la hora. Felisa le aconsejó administrar mejor su tiempo para poder disfrutar del día y cumplir con