El documento cuenta la historia de Clarín, un niño curioso que le hacía muchas preguntas a sus padres. Un día en el parque se asustó de una hormiga pero aprendió que eran inofensivas. Vio a otros niños que querían matar hormigas porque se habían apropiado de su espacio de juego, pero Clarín les enseñó a dejarles un camino de migas para que se fueran a otro hormiguero, resolviendo el problema de forma pacífica. Los niños aprendieron a respetar a las hormigas.
1. LA HORMIGA CLARIN
Había una vez, un niño pequeño llamado Clarín, el cual no paraba de hacer preguntas una
y otra vez a sus papás, ya que era un niño muy curioso.
Si veía a un pájaro volar, le preguntaba a sus padres que por qué volaban los pájaros. Si
veía a una rana cloar, les preguntaba que por qué hacían ese ruido sin parar, y así se pasaba
todo el día Clarín, haciendo miles de preguntas.
Clarín tenía solo 6 años y tenía curiosidad por todo aquello que había a su alrededor.
Un día Clarín estaba con su mamá en el parque que había al lado de su casa y donde solía
jugar con otros niños de su edad.
De repente, cuando se encontraba tumbado en el césped, miró hacia su derecha y se
encontró un insecto con dos antenas caminando hacia él…
- ¡Ahhh socorro!, gritó Clarín.
Su madre que estaba sentada en un banco del parque se asustó al oír a su hijo gritar, así que
rápidamente fue a ver qué es lo que había sucedido.
Cuando vio que su hijo se había asustado por una pequeña hormiga, no podía parar de
reír…
Ayudo a Clarín a levantarse del césped y le dijo que no pasaba nada que era solo una
inofensiva hormiguita.
2. Pero ahí no acabó la historia, Clarín vio a un grupo de niños que estaban agachados en el
césped mirando hacia algo que parecía ser muy interesante, así que se acercó para ver qué
estaba pasando…
Al llegar lo primero que oyó fue:
- Tenemos que acabar con todas las hormigas, están en nuestra zona de jugar al fútbol!!
Clarín que había aprendido que las hormigas eran unos insectos inofensivos, gritó:
- ¡No, quietos!
Los otros niños se quedaron quietos por unos instantes mirando a Clarín. Pero otro de los
niños gritó:
- Venga sigamos con nuestro plan.
- No, no podéis matar a las hormigas, ellas no os hacen nada!
- Se han apropiado de nuestro césped donde siempre hemos jugado, dijo otro de los niños.
- No, ellas solo están buscando comida para almacenarla en sus hormigueros para el
invierno, respondió Clarín.
- Pero no podemos jugar aquí…, dijo otro de los niños.
Clarín se quedó pensativo unos instantes y entonces tuvo una gran idea.
- Ya lo tengo, ya sé lo que podéis hacer para que las hormigas se vayan de ahí.
- ¿El qué?, pregunto un niño intrigado.
- Si querréis que se vayan a otro sitio sólo tenéis que dejarles un camino de comida hacia
otro hormiguero. Hoy cuando vuestras mamás os den el bocadillo para la merienda
guardar unos trocitos de miga de pan.
Y así fue, los niños guardaron unas migas de pan y fueron haciendo un caminito hacia otro
hormiguero que había en el parque, alejado de su espacio de juego.
Todos los niños ese día aprendieron a respetar a las hormigas y también aprendieron a
buscar solución a los problemas.
FIN
3. EL COCODRILO BUENO
Había una vez, en un pueblo muy feliz, vivían muchas personas y nada les ponía triste, sólo
que ahí vivía un Cocodrilo. Toda la gente, y los otros animales, pensaban que era malo.
Un día una señora, que no se llevaba muy bien con el Cocodrilo, ya que todos los días que
lo veía, le tiraba la basura y le decía: tonto, no sabes hacer nada. Pero a él no se le partía el
corazón, porque él sabía quién era realmente.
Todos los animales le culpaban y él nunca hacía nada, además de regañarle y tratarlo mal.
Aunque él ya estaba acostumbrado a lo mismo todos los días…
Al día siguiente, él estaba en su cascada donde la gente a veces se bañaba, y cuando le
vieron, empezaron a pegarle. Pero hubo un niño que al verle lo miro con tristeza y se fue a
su lado y le dijo: ’No te preocupes que yo seré tu amigo‘ y el Cocodrilo se puso feliz y le
dijo: ‘Gracias ahora por lo menos tengo a un amigo‘
El Cocodrilo creyó en él… y no se equivocaba.
Pasaron las semanas, y cada vez, se hacían más amigos, pero hubo un día que robaron en
todas las casas del pueblo
, y se llevaron toda la comida.
Y entonces, el niño fue a ver que pasaba y le dijo al Cocodrilo que se quedara ahí porque si
la gente lo llegara a ver, lo iban a maltratar y el niño llegó y le dijo: ‘Ay… ay no…… ¡Se
Robaron toda la Comida del Pueblo’ y el Cocodrilo le dijo: ’Pero…. Es que…. Pero ¡No
Puede Ser! Oh Dios y ahora que comeremos!
Llego el Príncipe y dijo ‘Todos los animales vengan aquí con el Cocodrilo‘ Todos fueron y
el Príncipe pregunto: ‘¿Alguien conoce al que robó toda la comida?‘ El Cocodrilo dijo:
‘Ayer en la noche vi al sapo, el Príncipe del Agua, entrando a todas las casas‘. Todos se
quedaron paralizados, entonces el Príncipe Pregunto: ‘¿Quien puede llegar hasta abajo del
agua?’ Y el Cocodrilo dijo: ‘Yo‘ .
Se Preparó y fue. Luego volvió otra vez con toda la comida y entonces el príncipe dijo:
‘Cocodrilo ahora como agradecimiento por salvar a mi pueblo, te respetaré de ahora en
adelante‘. Y todas la personas se pusieron de acuerdo se perdonaron con el vivieron felices
por siempre.
Moraleja: Debemos conocer primero a la persona por dentro, para saber cómo es, y si es
mala o buena.
FIN
4. LAS CONEJITAS DESOBEDIENTES
Había unavezun conejomuy viejoy sabiollamado Juan, que vivíaen unacasita enlo altode una
montañarodeadade floresde colorrosa. Allívivacon sus nietas,dos conejitasazulesllamadas
Tinita y Paquita.
Juan era un conejo gordo como un globo y viejo como una roca. Tenía mas de 100 años.
Todos los animales vecinos le querían mucho porque Juan
siempre fue muy bueno y respetuoso, además, Juan era un conejo muy sabio.Tinita y
Paquita, al contrario que su abuelo, eran dos conejitas muy faltonas y con muy mal
carácter. Siempre andaban de mal humor y criticando.
- No me gusta eso… – decía una.
- A mi tampoco me gusta – decía la otra.
- Esto no lo quiero, que está muy feo – decía de nuevo una.
- Pues si tu no lo quieres, yo también lo veo feo y no lo quiero tampoco – le contestaba de
nuevo la otra. .
- Mira que nariz mas larga tiene el elefante… – criticaba una.
- Sí, sí… que grande y áspera. No me gusta – criticaba la otra.
- ¿Y las orejas del burro? ¿Que me dices de ellas? - preguntaba una.
- Igual de grandes y feas que la trompa del elefante. - respondía burlándose la otra.
Y así eran siempre con todo.Las dos conejitas iban faltando el respeto a todos los animales
y detrás de ellas, el pobre abuelo, que tenía que ir muy avergonzado a
disculparse con todos.
Así que un día, el abuelo Juan dijo para sí:
- Tengo que pensar y encontrar una forma de hacerlas cambiar.- Ya estaba cansado de
tanto regañarlas y no lograr que ninguna de las dos conejitas le obedeciera. Así que fue
saltando hasta la orilla de un río lejos de todo para que no lo molestaran. Y allí, sentado en
un piedra, se puso a pensar qué podría ser lo suficientemente sencillo y divertido. Juan
sabía además, que Tinita y Paquita eran muy vagas y que se aburrían muy rápido de todo. Y
así pensó, penso y pensó por mucho tiempo. Pero al abuelo nada se le ocurrió.
Entonces, de pronto vió como apareció ante sus ojos una luz brillante del tamaño de una
ciruela que se acercó y se acercó… hasta que entró en su cabeza. Y entonces…
5. - ¡¡¡¡¡YA ESTÁ!!!!!!. – gritó el abuelo. Y salió saltando hacia su casa todo lo rápido que
sus 100 años le permitían. De camino compró 2 libretas color azul, como las conejitas, 2
lápices verdes y 2 gomas de borrar con olor a fresa. Y… nada mas llegar, les entregó los
lápices y las libretas a
Tinita y Paquita diciéndoles:
- Ahora vamos a jugar a algo muy divertido. Ustedes, en esta libreta, tendrán que escribir
con la mano contraria a la que siempre utilizan, LO SIENTO cada vez que ofendan o le
falten el respeto a alguien. Ganará la que menos lo escriba..
Así que las conejitas comenzaron este juego muy animadas. El primer día Paquita escribió
LO SIENTO 30 veces y Tinita 32.
Al pasar las semanas, las conejitas se fueron aburriendo del juego del abuelo y fueron
escribiendo lo siento cada vez menos. Descubrieron que era mas fácil no ofender y respetar
antes que pasar tanto trabajo escribiendo con la mano contraria. Asi que poco a poco fue
llegando el día en el que abuelo no tuvo que disculparse con nadie, porque nadie le dio
quejas de sus nietas.
Ese día el abuelo felicitó a las conejitas y les entregó a cada una, la goma rosa con olor a
fresa y les dijo:
- Las dos han ganado este juego, las felicito. Han logrado mejorar su conducta, pero ahora
les propongo borrar la frase LO SIENTO cada día que pase y logren mantener ese
comportamiento. Ganará la que logre entregarme la libreta como nueva.
Y así las conejitas muy animadas comenzaron este nuevo juego. Día a día borraban las
palabras con mucho cuidado para no dejar ni una sola marca, pero por mucho que
trabajaron no pudieron dejar la libreta como si estuviera nueva, y muy tristes, las dos fueron
a donde el abuelo a decirle que no lo habían logrado.
El abuelo que era muy sabio les dijo:
- Eso mismo pasa cuando uno daña a alguien con ofensas o insultos. Así que aunque te
arrepientas, digas lo siento o trates de retirar lo dicho, ya permanece para siempre una
cicatriz imposible de borrar.
Las conejitas comprendieron las palabras del abuelo y desde ese día respetaron y fueron
mejores conejitas.
FIN
6. EL JARDIN ENCANTADO
Había una vez un príncipe que se sentía muy solo y cada tarde salía al jardín de su castillo
a escribir poemas sin descubrir que un hada lo miraba todas las tardes escondida detrás de
las flores.
El príncipe no se detenía a contemplar la belleza de su jardín porque siempre estaba con la
cabeza agachada escribiendo sus lamentaciones.
Un día, aburrido de hacer siempre lo mismo se le ocurrió la idea de cortar todas las
plantas y las flores de su jardín para hacer una piscina más grande que la que tenía, así
que escogió a cinco de sus siervos para que lo destruyeran.
El hada del jardín cuando vio que los siervos venían a destruir el jardín se puso en
contacto con todos los árboles y con todas las flores para que no se dejaran cortar.
En ese instante el jardín cobró vida y mágicamente los árboles empezaron a sacar sus
brazos de ramas y dándoles azotes a los siervos los tiraban al suelo.
Las flores se unieron a la batalla y comenzaron a utilizar sus dulces fragancias y sus lindos
colores para atraer a los insectos los cuales llegaron por aire y tierra. Y picándoles por todo
el cuerpo le produjeron hinchazón en la piel.
Los siervos salieron del jardín corriendo y muy asustados le contaron lo sucedido al
príncipe Pablo.
7. El príncipe sorprendido les explicó que donde hay flores es natural que encuentren insectos,
y que las ramas de los árboles se mueven por el viento que sopla.
Pero para salir de dudas envió a otros siervos al jardín para que lo destruyeran.
Cuando los siervos llegaron al jardín todas las flores muy enojadas comenzaron a
dispararles polen en diminutas células masculinas en forma de huevos, desencadenando
picor de ojos, lagrimeos, picor nasal y estornudos.
Los siervos se marcharon corriendo y le contaron lo sucedido al príncipe, pero el príncipe
les explicó que es natural que el polen de las flores produzca alergia a algunas personas.
Después el príncipe llamó a sus consejeros biólogos para que fueran y miraran si veían
algo extraño en su jardín, pero éstos cuando llegaron al jardín sólo observaron la hermosura
de las flores y el verde de los árboles. Luego fueron donde el príncipe y le comunicaron que
todo estaba en perfecta armonía.
Al día siguiente el príncipe fue al jardín como cada tarde a escribir poemas y al levantar la
cabeza por un segundo vio una figura entre las flores parecida a la figura de una mujer y
comenzó a caminar hacia las flores para ver qué era lo que se escondía.
El hada asustada permanecía agachada detrás de las flores hasta que llegó el príncipe y la
descubrió.
El hada, con cuerpo escultural, larga y negra cabellera, ojos verdes, rostro fino, labios
llenos, olor agradable y con hermosa sonrisa se puso de pie y
le dijo:
_ ¡Hola Príncipe Pablo, quiero que sepas que no he dejado que destruyas el jardín porque
las flores son la sonrisa del planeta y hay que hacer que el planeta continúe sonriendo!
El príncipe Pablo sorprendido y feliz, la miró a los ojos y le dijo:
_ ¡Gracias hermosa hada, te prometo que cuidaré de mi jardín y de toda la naturaleza!
El hada y el príncipe se enamoraron, se casaron y fueron muy felices.
FIN