1. INFORME DE PRENSA
EL LENGUAJE JURÍDICO SEGÚN UN JURISTA
Fue uno de los tantos temas que abordó el Dr. Carlos M. Cárcova con el Centro
de Información Judicial, en el marco de su disertación en la Maestría en
Magistratura Judicial.
El pasado viernes, el Dr. Carlos M. Cárcova brindó a los alumnos de la Maestría
en Magistratura Judicial el módulo que versó sobre los Fundamentos de la
Antropología y la Sociología.
Por este medio, se adelantaron detalles de lo que fue una charla profunda y
explicativa sobre cuestiones que tienen que ver con la construcción del sentido
en el lenguaje jurídico, y con la actual actividad del Dr. Cárcova como Director
del Instituto de Investigaciones Jurídicas “Ambrosio l. Gioja” de la Facultad de
Derecho de la UBA:
¿Qué ofrece este módulo de “Fundamentos de Antropología y Sociología”
al alumno que está cursando la Maestría en Magistratura Judicial?
La tradición de las escuelas de derecho, tanto del país como del mundo entero,
es una tradición que pone demasiado énfasis en una formación dogmático
exegética, esto quiere decir en el lenguaje de los juristas, que básicamente lo
que a uno le enseñan en la Facultad de Derecho es a manejarse con los códigos,
a aprenderlos de memoria y llevarse eso como patrimonio de un cierto saber
técnico.
Pero el derecho es mucho más que un código, porque después viene la
interpretación del código. Las normas están ahí, no hablan, ni nos cuentan lo que
ellas dicen. Alguien las tiene que leer.
2. Los actos de lecturas son actos que en cierto sentido son constitutivos de
sentido. No cualquier lector lee lo mismo respecto de un mismo texto.
Luego también existe un marcado aislamiento de la tradición de los estudios
jurídicos respecto del derecho y del conjunto de las ciencias sociales. Yo creo que
ese es un error grande, porque hoy en día el discurso del derecho claramente
está en desarrollo a partir de sus conexiones, de sus articulaciones con otros
discursos sociales, como lo puede ser el discurso de la política, de la economía,
de la justificación, de la ideología, todos ellos muy importantes.
En relación al discurso jurídico, específicamente al lenguaje jurídico,
¿hay diferencias entre el jurista que redacta las sentencias actualmente,
con los juristas de tiempo atrás? ¿Ha habido algún cambio?
Esto suele ser complicado. Yo creo que se han producido cambios,
efectivamente, porque me da la impresión de que no por una cuestión de
virtualidad personal, ni de mérito personal, sino de demanda sistémica, el jurista
de hoy es un poco más culto que el jurista de antes. Estaba muy ceñido a ese
universo de los códigos. El jurista de hoy tiene que asomarse al mundo. Cuando
se habla de sexualidad, se habla de un problema muy complejo hoy en día.
Mucho más complejo que el que imaginaba el jurista de 20 años atrás; o cuando
habla de pareja, o cuando habla de biotecnología, de embrión, etc. hay un
universo de problemas que ésta época en la que vivimos, pone inexcusablemente
en el horizonte de un jurista y de un operador jurídico, -sea juez, abogado,
profesor, etc.- que lo invita y lo demanda a meterse en el horizonte de la
complejidad de la sociedad de esta época. Desde este punto de vista, yo creo
que hoy en día se encuentran sentencias que tienen un horizonte de sentido más
amplio de lo que ocurría hace unos años atrás. Eso no significa que el derecho
como discurso sea un discurso suficientemente puesto a disposición del
ciudadano. Yo he escrito un libro que se llama “La opacidad del derecho”,
precisamente entre otras cosas, para denunciar que el derecho que se presume
conocido por todos, en realidad, ni es conocido por todos, y ni siquiera es
conocido por los especialistas, porque es un universo demasiado amplio como
para que un jurista pueda conocer todo el derecho. Siempre uno conoce esa
parte del derecho en la que se especializa, o con la que se familiariza. De modo
que nos falta como sociedad un esfuerzo importante de naturaleza cultural para
poner información jurídica a disposición de la sociedad en su conjunto.
3. La opacidad de la que Ud. habla, ¿tiene que ver con esta oscuridad, este
lenguaje tan técnico que habla lo jurídico?
Sin duda. En realidad cualquier disciplina de conocimiento demanda un lenguaje
técnico porque la comunicación científica tiene que ser económica, precisa,
certera, etc. En todo discurso de conocimientos, hay palabras que quieren decir
algo ahí adentro, y que por ahí afuera quieren decir otras cosas. Por ejemplo,
decir “es inconciente”, para la psicología Freudiana quiere decir una cosa muy
precisa, que por ahí no es el mismo sentido con el que se habla de inconsciente
en el lenguaje vulgar. Decir “Uy mira ése, pasó a 180km por hora, que
inconciente que es”, pero el inconsciente Freudiano es otra cosa. El plano
inclinado de la física, o la hipoteca del jurista son lenguajes técnicos y esos son
inevitables, por lo tanto, todo lenguaje, todo discurso de conocimiento contiene
una parte de su lenguaje que es relativamente especioso, difícil, impenetrable
para el conocimiento común. Solo que en el caso del derecho no hay nadie que
presuma que Ud. tiene obligación de conocer. Por ejemplo, Ud. no tiene
obligación de conocer el lenguaje de los médicos, ni el de los físicos, ni el
lenguaje de los pedagogos, pero tiene que conocer el derecho. El derecho no le
permite ignorar el derecho. No se admite el error del derecho en el derecho. Ud.
no puede ir y decirle al juez: ahh yo no sabía que existía esta norma. Ud. tiene
que conocer la norma porque el hecho de que Ud. diga que no la conocía, no la
exime de responsabilidad. De modo que si esto es así, la sociedad en su conjunto
y la cultura de nuestra época, tendría que hacer un esfuerzo superlativo para
socializar más el conocimiento del derecho, y esto se puede lograr porque
tenemos recursos comunicativos que antes no teníamos, -como la televisión, la
informática, la cibernética, infinitas cantidad de mecanismos de comunicación-,
que están a disposición nuestra como para ofrecerle a la ciudadanía en su
conjunto una mayor percepción hacia el sentido de jurídico.
Dentro del lenguaje jurídico, ¿Ud. considera que hay palabras que
quieren imponerse?
Yo creo que sí, porque si hay un lugar en donde el conflicto social se sustancia
paradigmáticamente antes de llegar a la guerra, es en el campo del derecho. El
derecho está para eso: está para resolver la conflictualidad. Y la conflictualidad
importa, entre otras cosas, luchas de lenguajes. Para decirlo mejor todavía, se
lucha por la apropiación del sentido y por la monopolización del sentido. Y esas
son luchas vigentes en cualquier sociedad histórica. Así como en la Francia de los
4. Luises, la idea era convencer a la gente de que el rey era el hijo de Dios en la
tierra, en esta época decimos éste es justo, aquel es injusto, acierta cuando
privatiza, el otro acierta cuando estataliza, en fin. En la actualidad, por ejemplo,
la lucha de poder se da entre el periodismo español que habla con el periodismo
argentino. Eso es una lucha de discursos y es una lucha por la apropiación del
sentido. Cuando para España vale que el petróleo sea de los españoles, para la
Argentina, no, y viceversa.
En su carácter de Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas
“Ambrosio l. Gioja” de la Facultad de Derecho de la UBA. ¿Cuáles son los
temas de agenda sobre los cuales se está investigando?
El Instituto fue fundado en 1984. Con la recuperación democrática del país, y
desde entonces tiene una larguísima trayectoria, y tiene entre investigadores
principales y becarios, investigadores de CONICET que están ahí, etc., unos 90
investigadores, de modo que los temas son muchos y variados. No podría hacer
un inventario preciso. Pero hay grupos que trabajan con mucha insistencia en los
problemas del derecho de la salud, grupos que trabajan el derecho de las
políticas públicas, del Derecho de Familia, del Consumidor, Medioambiental, de
las aguas y otros campos. Por ejemplo yo trabajo en materias de semiología y
derecho. En esa área, hay una tradición filosófica jurídica más o menos reciente
que tiene un asentamiento principal que es en EEUU, y que ha proliferado en
Italia, España, Francia donde vincula el Derecho y la literatura, a través de 2
líneas de investigación. La idea de que grandes obras de la cultura de todas las
épocas, -antiguas o el mercader de Venecia o el proceso o crimen y castigo-,
muestren imágenes acerca del derecho más profundo, y en mayor cualificación
existencial que un manual de derecho, hace que un jurista se dedique a
investigar esas obras para encontrar esas resonancias. Y otra línea que es la del
derecho como literatura, que intenta utilizar los insumos categoriales que provee
los desarrollos modernos de la semiología, la teoría del discurso, las historias
narrativas, la semiótica del texto, la teoría de la recepción, etc. para utilizar esas
categorías en el plano de la investigación socio jurídica.
Para sintetizar, yo creo que materias como estas que permiten que un alumno de
derecho se asome al mundo de las ciencias sociales, con una moderada
profundidad, ensancha y profundiza la comprensión del fenómeno jurídico”,
concluyó el Dr. Cárcova.