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8 EL CAMBIO HUMANISTA, LA EXALTACIÓN DEL HOMBRE.pptx
1. La exaltación del hombre en la tradición cristiana
La tradición de la Iglesia ha afirmado siempre el
valor de la persona, el valor del hombre en su
singularidad. De Lubac recuerda que lo ha hecho
con una especie de asombro lleno de admiración.
Recordemos el grito de admiración
de san Bernardo ante el hombre:
Celsa criatura, in capacitate
majestatis! (gran criatura en
capacidad de majestad), que
resume una larga tradición tan vieja
como el mismo cristianismo.
2. Al igual que nuestros humanistas del siglo
XV, los cristianos de épocas anteriores no
temían disminuir a Dios cuando exaltaban
al hombre.
En efecto, es un temor menos
justificado cuanto más adecuado
el concepto que se tiene de Dios,
del cual sólo puede derivar un
concepto adecuado del hombre.
3. Aquí la tradición de la Iglesia propone su
valoración de la persona. Tal valoración se
resume en la idea católica de mérito, de que
basta una pizca de tiempo viviendo con
intensidad las relaciones últimas que lo
determinan y en proporción a eso vale el
hombre
En proporción a eso, dice la
tradición, el hombre va al
«Paraíso», lo que quiere decir que
vive apegado a su destino,
corriendo hacia su plenitud.
4. Semejante idea pone la utilidad del
hombre en la conciencia que genera
la acción y nada más, es decir, en el
reconocimiento humano de la verdad
y en el amor a ella.
Realmente es impresionante
reflexionar a fondo sobre esta
exaltación enteramente cristiana del
instante puro cuyo valor está libre
de condicionamientos y de la
fortuna o adversidad de las
circunstancias.
5. No hay nada que
corresponda al hombre
de modo tan completo y
tan puntual;
no hay nada que salve tanto la
libertad y la impronta divina del
yo como esta posibilidad
escondida en cada instante,
incluso en los aparentemente
furtivos y casuales.
6. La tradición cristiana deshecha la idea
del hombre inútil, del tiempo sin sentido,
del acto puramente banal. Cada acción
del hombre llevada a cabo en esta
perspectiva es para el mundo entero,
pues colabora consciente y
afectivamente al proyecto en el que se
revela el misterio y se cumple su
designio: desde lavar los platos a regir
la Iglesia, desde cuidar un niño a
gobernar un país
7. Bajo esta perspectiva el hombre es
libre de las circunstancias, no es
esclavo del azar, puede ser grande,
puede caminar hacia la perfección
aún en las peores o en las más
humildes condiciones.
Concluimos nuestra reflexión sobre el
humanismo, visto como encrucijada histórica y
cultural que fue fruto de la disolución de la
mentalidad unitaria medieval, subrayando que
ningún elemento del nuevo clima, puede
considerarse opuesto a la visión anterior. La
diferencia real está en que se separó de la vida al
verdadero destino.