Act. clave. localiza los fragmentos en el conjunto de la obra
1. (….)
(…)
(…)
El buen maestro comenzó a decir:
“Mira a aquel que se acerca espada en mano
Y a otros que parece presidir:
es Homero, poeta soberano;
el satírico Horacio luego avanza;
destrás Ovidio; el último, Lucano.
Y aunque a cada uno de ellos les alcanza
el nombre que en la voz que oíste vuela,
hacen bien si me rinden alabanza”
“¡Mírame bien, que yo soy Beatriz!
¿cómo has subido tan osadamente?
¿No sabes tú que el hombre aquí es
feliz?” //
Mi vista se humilló a la clara fuente,
y al verme en ella la mudé a la hierba,
tanta vergüenza me pesó en la frente.
(…)
Ella calló; los ángeles cantaron
In te speravi, domine, al momento
Canto XXX Purgatorio
Ya el sol al horizonte había llegado del
meridiano círculo que alcanza
Jerusalén donde es más elevado;
y la noche, que opuestamente avanza,
del Ganges, paso a paso, iba saliendo,
y aún llevabaen la mano la Balanza.
El rostro blanco y rojo estaba viendo,
desde aquel punto, de la bella Aurora,
que la edad color de oro iba poniendo.
Cerca del mar nos sorprendió la hora.
infierno
(…)
(…)
Que haya en la tierra un hombre de alma cruda
que al ver lo que yo vi no se apiadara
cosa es que desde luego pongo en duda;
pues cuando a ellos un poco me llegara
y de sus acos pude estar seguro,
fuerte dolor mis ojos ordeña.
Iban cubiertos de cilicio duro
Y el hombro de uno al otro soportaba
Y a todos los sufría el mismo muro:
De los ciegos habrientos me acordaba (…)
Y como a su pupila el sol no hiere,
así las sombras de las que hablo ahora
la luz del cielo hacerse ver no quiere,
que un alambre sus párpados perfora
y cose, como le hacen al salvaje
gavilán que su furia no demora.
Canto XIII Purgatorio. Cornisa de los
envidiosos.
La mucha gente y llagas numerosas
tenía a mis luces empañadas
y de llorar estaban deseosas;
dijo Virgilio: “¿Dó van tus miradas?
¿Por qué tu vista se pasea lenta
Entre las tristes sombras destrozadas?
No fue en las otras bolsas tan atenta:
infierno
(…)
“Yo soy Manfredo”, hablóme con sosiego,
“Mi abuela fue constanza emperadora.
Cuando vuelvas al mundo, yo te ruego
que a mi hija bella, del honor autora
de Aragón y la sícula corona,
de estas verdades hagas sabedora:
cuando yo sentí rota mi persona
por dos puntas mortales, sollozando
me volví a quien de grado nos perdona.
Fui pecador, y pecador nefando,
Más la bondad divina siempre abraza
Al que a ella se dirige suspirando.
Canto III Purgatorio. Condenados por la
iglesia pero arrepentidos.
Canto II Purgatorio. Mar.