Un niño autista pediría que se le comprenda a través de un mundo estructurado y ordenado, que se respeten sus necesidades y forma de ser, y que se le acepte tal como es. También solicitaría que no se le hable demasiado o muy rápido, que se le pidan cosas que pueda entender y que se le ayude a comprender lo que no entiende, y que se le ayude a ser autónomo sin obsesionarse.