Las principales aplicaciones electroquímicas para el tratamiento de efluentes incluyen la electrodigestión y la electrocoagulación. La electrodigestión permite la mineralización de la materia orgánica a través de reacciones electroquímicas rápidas sin generar barros residuales, mientras que la electrocoagulación remueve metales pesados como el cromo. Estas técnicas se pueden utilizar para tratar efluentes industriales de manera económica y sostenible.