Jesús pronuncia las Bienaventuranzas, prometiendo la felicidad a los pobres de espíritu, los pacíficos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón y los perseguidos por la justicia. Jesús propone un camino distinto al del mundo, donde la felicidad se encuentra no en el éxito o el consumismo, sino en la humildad, la sencillez y el compartir con los demás.