Este documento es una carta conmemorativa de una madre a su hija fallecida, Catalina Montoya Ruiz, expresando el profundo amor y añoranza que siente a un año de su partida. La madre pide perdón por no aceptar su muerte y promete que aunque esté lejos, su oración, amistad y bendición la acompañarán siempre. Concluye reiterando que a pesar del tiempo y la distancia, el amor y la alegría que dejó Catalina permanecerán por siempre en sus corazones.