4. Fernando Donoso Bucarey Intérprete superior en guitarra. Director de la Escuela de Arte de la Universidad Arturo Prat, Victoria, diciembre 2009 .
5. Vuelvo a estremecerme en tus sinuosas rocas y en tus caletas primorosas; mis olas con el azul de tu cielo, y remantes al Divino. ¡Oh, litoral chileno, paisaje de cálidos sellos! Mi espuma a sol de aliento, y luna enamorada; mis aguas nutriendo tus pueblos. Maullín, Tirúa, o en el umbral magallánico; día a día en mis albores con la médula de sus semblantes; y es que yo siempre a ti larguísima belleza, siempre al afán de tus puertos y playas, al portal de tus cocinas poblacionales, al rincón del fiordo lejano y al pescador de eternidades. Mar
6. Tierra Emerjo del surco Bendito en espigas, en suaves vergeles; y te abrazo llena de tu nombre con el arco iris de mis plantas. Tu andar a flor de mi aroma: sendero historial de mis entrañas; y alcanzar un ayer del canelo, un ayer con el toqui libertario, y clamores de independencia cabalgando por mis arterias. ¡Chile, fecundo Chile! ¡al horizonte flameando libre! En el horizonte un río solidario; y nacerán más flores y plácidos huertos, atendiendo mi verde alma para seguir entonces danzando al son de encumbrados copihues y a razón de igualitarias raíces.
7. Brisa Siente amado Chile las cristalinas notas de mis velos; refrescando atenta tus faenas y el libre caminar hacia el progreso. Los años, los siglos, ¡rojo indómito: ajuar de mis lunas, por tus valles, por los crisoles perennes de tu suelo! Cuando Mariluán, Carrera, Caupolicán; Cuando Rodríguez, O¨Higgins, Freire; o en el robusto mar: Prat, Condell; y hasta el último marinero; y al hoy jardín de tus ciudades hacia un diáfano cielo. Soy tu brisa encantada; mejillas de Petorca, Silkirk, pupilas de Palena, Visviri; fulgurantes en mis sedas; y soy con tu bandera a todo desierto, a todos los hielos; y en manantiales púrpura de madre escalando el futuro patrio de tu simiente; desde el común tejido amoroso, desde el arduo tejido de sus techos.
8. Río Vengo desde los altos anillos rugientes de cordilleras con sabor alegre de montañas y cordones de fuego. ¡No me dejes Chile querido a la suerte de basurales ni a manos extranjeras que pretendan adueñarse...! Mis coros vienen felices de todos sus manantiales y dan ecos de arrieros, pewenches y senderos. El Loa lleva el Tamarugal y vecinos salares con bailes coloridos que al cielo surcan sus aves. Animoso baja el Chaquilvín, corre el Backer amenazado, tiembla el Biobío herido; y el Cruces tras su plañir, quizás le vuelvan a reinar sus cisnes. Vengo desde los altos anillos vital a tus hogares, verdes siluetas a todo campo, el llano pastor con su ganado y auroras al Pacífico con el soñar de su manto.
9. Cordillera Ondular de ígneas rocas en alpacas y flamencos; y aleteando Isluga, Las Vicuñas, Lauca, en el memorial de mis alturas. Vuela el cóndor asiduo de araucarias, quebradas, luces pétreas; y laten hondo mis albos pétalos de sempiternos caminantes; añoranzas del huemul y el respirar de alerces. Bajan y bajan las aguas de mi pecho estrechando amaneceres y el estelar de mis laderas. ¡Chile lindo! a brote de escuela, y un sonreír entre mis ramas; vuelvo a renacer tus pasos y tonadas del querer, que dieron miel entre mis brazos y ya son eco en mis volcanes.
10. Respiro a Rapa Nui en el solaz de mis manos, el portal de sus Moais y un romance de Anakena; y respiro tejuelas, que dieron esbozo a las chilotas iglesias. ¡Maravilloso, caudal tricolor! ¡Beso mío! ¡Razón de mi lumbre! Acaricio tus pastizales con un ganado flameante, un arado, un trigal, una vendimia dorada; y respiro una salada minga, un florido rodeo, un tronado palín y un regocijado curanto; mientras navega el Caleuche, y se alza una chingana en cueca de china y su huaso estampándose en azul, en el telar de mis encantos. Estrella
11. Pétalos de gracias Desde los trepidantes chilcos con sus picaflores en la vertiente andina, desde el océano trenzar cochayuyero por Imperial, Temuco en la carreta; y en arroyos de melgas, tallados, mantas; donde la mano amiga ha palpado allí también sus sueños: ¡Gracias, Padre de vida por esta hermosa tierra, por este variado suelo! y en esplendor de rondas, semillas y volantines al viento: ¡Acompáñanos, Jesús eterno, es nuestro ruego! desde Arica a la crucial Antártica; en la savia obrera construyendo, como en la fragua social del pueblo; y en el hálito familiar caminante; rompiendo miserias y pobrezas, a “ dulce patria” justa, a “dulce patria” chilena.