El artículo describe el vínculo tenso y contradictorio que mantuvo el proyecto ético y político de la modernidad con la dimensión identitaria del sujeto moderno, y que dejó fuera de la promesa moderna a la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas. Esta aproximación subjetiva permite señalar que los movimientos políticos y sociales surgidos en la década de los setenta del siglo pasado (entre los que destacan la reivindicación de las identidades de género) exhibieron una peculiar agencia contra las estructuras democráticas liberales, y pueden ser considerados predecesores del relato de las ciudadanías en clave identitaria. Para explicar este término, enumera las aportaciones que el discurso posmoderno , el concepto género imaginario y la noción comunidades imaginadas han ofrecido para teorizar la condición actual de las ciudadanías de las mujeres. Finalmente discute los desafíos que las instituciones de talante democrático enfrente al re-imaginar a los ciudadanos y ciudadanas conviviendo pacíficamente en un lugar posnacional: en la ciudad.