Este documento discute los desafíos éticos del periodismo policiaco, incluyendo depender demasiado de comunicados oficiales, dar por sentado informes de la policía o testigos sin verificarlos, y caer en sensacionalismo o excitar emociones públicas. También propone reglas mínimas como verificar fuentes e información, contener testimonios de terceros, evitar adjetivaciones inapropiadas, y hacerse responsables públicamente de errores.