Europa ha estado plagada de conflictos y guerras durante siglos, pero después de la Segunda Guerra Mundial los líderes europeos acordaron resolver sus diferencias controlando conjuntamente recursos estratégicos como el carbón y el acero para evitar que se usaran con fines bélicos, y creando interdependencia económica para reducir las motivaciones de guerra. Cincuenta años después, la idea de una unión europea ha logrado que en Europa sólo se hable de guerra en los libros de historia.