La Directiva 98/2008 define valorización como cualquier operación cuyo resultado principal sea que el residuo sirva a una finalidad útil al sustituir a otros materiales que de otro modo se habrían utilizado para cumplir una función particular, o que el residuo sea preparado para cumplir esa función, en la instalación o en la economía en general. En el anexo II de dicha Directiva se recoge una lista no exhaustiva de operaciones de valorización. En este listado se observa que una de las formas de valorización de residuos es la energética. Es decir, la transformación de residuos en energía útil se considera una opción de aprovechamiento como una fuente de energía renovable. Las tecnologías utilizadas para la valorización energética de los residuos están basadas: • en tratamiento térmico, como la incineración, la gasificación, la pirólisis o la gasificación por plasma. • O en tratamiento biológico, como la biometanización o digestión anaerobia de la fracción orgánica con valorización del biogas obtenido. Las tecnologías más probadas son la incineración, la digestión anaeróbica y la coincineración, para aplicaciones industriales. No obstante existe una tendencia creciente para implantar tecnologías como la gasificación, la pirólisis y la gasificación por plasma, debido a que pueden alcanzar un mayor rendimiento energético, y a la baja aceptación a nivel social de la incineración. En Europa hay diferencias importantes entre unos países y otros en la aplicación de sistemas de valorización energética. Por ejemplo según EUROSTAT en el año 2014, en España, el principal sistema de gestión de residuos es la eliminación en vertederos, alcanzando el 47%, presentando tan sólo un 7% la recuperación de energía. En contraposición Suecia es líder mundial en generación de energía a partir de los residuos. En este país sólo un 9% de los residuos domésticos generados llega a los vertederos, mientras que el resto que no se recicla o reutiliza, es utilizado para generar energía mediante incineración. La energía producida se utiliza para producir agua caliente que cubre la demanda de aproximadamente la quinta parte del total de hogares suecos y también se genera electricidad. Este país empieza a importar residuos de otros países de Europa, ya que su capacidad de producción energética es superior, que su propia producción de residuos.