11. Prólogo / 15
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manera, facilitar el aprendizaje de algunos conceptos que de otra manera no serían posibles. A este respecto, los
estudios de El man (1993, 1999) han puesto de manifiesto cómo de la interacción sinérgica entre una entrada
sensorial, la estimulación lingüística recibida por una red recurrente, y un factor de maduración biológica de tipo
innato, como es el incremento en la memoria operativa en la primera infancia, puede surgir la adquisición de oraciones
gramaticalmente complejas, que incluyen diversas categorías gramaticales, dando cuenta incluso del fenómeno de la
incrustación, típico de las oraciones de relativo. De esta manera, los modelos conexionistas están realizando
aportaciones de gran calado e impacto, en un campo como la adquisición de la gramática, dominado hasta ahora por
las concepciones choms- üanas. defensoras del enfoque computacional clá- 'ico (véanse también García-Madruga y
Carriedo, 2'902: Gutiérrez, Luque y García-Madruga, 2002).
Como hemos visto hasta ahora, los últimos 18 años de trabajo conexionista han sido notablemente fructíferos, lo
que ha permitido que este enfoque enga un reconocimiento real y creciente dentro de a ciencia cognitiva. Pero no se
acaban aquí las ¿portaciones realizadas por este enfoque en su corlo espacio de vida. La irrupción del conexionismo ¿a
tenido, en mi opinión, un carácter más integra- ¿or que desintegrador, ya que ha proporcionado el sustrato material, el
cemento, que permite conectar ;• relacionar posiciones teóricas, si no enfrentadas, < separadas entre sí. Hace doce
años, en la introducción a la versión española del libro de Rumel- LÍ.1 y McClelland, apuntaba que úna de las claves
sobre el éxito del conexionismo provendría de la capacidad de este enfoque para «integrar las concepciones
computacionales con otras concepciones ¿rgnitivas provenientes de las obras de Piaget y Vy-
gotski». La realidad es que, como a través de la lectura de este libro el lector podrá comprobar en forma más detallada,
se han producido avances de importancia en esta línea, ya que el conexionismo es un «lenguaje» que nos permite dar
cuenta, en el nivel microestructural o subconceptual, de las contribuciones cognitivas realizadas por diversas con-
cepciones cognitivas, y ayudarnos a relacionarlas entre sí. Además, como también se pone de manifiesto en el libro, la
excesiva compartimentalización de los procesos y capacidades psicológicas y la división de la psicología en múltiples
miniteorías, que el enfoque computacional simbólico ha producido —tal y como solía criticar con razón Alien Ne-
well—, podría ser sustituida por un nuevo tipo de «visión unificada» de la cognición, como la proporcionada por el
conexionismo, a partir de un pequeño conjunto de principios y procedimientos de cómputo estrechamente
relacionados entre sí.
No querría terminar este prólogo sin referirme a los propios límites del conexionismo, así como a las críticas que
ha recibido, algo que en el libro se analiza con rigor. Entre las críticas que se formularon al enfoque conexionista, ya
desde un principio, hay dos que merece la pena destacar. La primera hace referencia a la ausencia de plausibilidad
neuronal de las redes conexionistas. Una virtud indudable del conexionismo ha sido acercar la cognición a la base
neuroiógica, es decir, al cerebro; el estudio de la mente humana es un asunto de tal dificultad y complejidad que no
puede permitirse ignorar las influencias y relaciones entre los diversos niveles de explicación, y en particular
despreciar las evidencias crecientes que proporcionan las neuro- ciencias en su estudio del nivel de instrumentación
cerebral. Evidentemente, las redes neuronales no son el cerebro, ni los procedimientos y arquitecturas que se proponen
son necesariamente plausibles desde el punto de vista neurológico, como es el caso de la propagación hacia atrás o
retropropagación. Pero esto no inhabilita su función explicativa y heurística, máxime cuando la modelización conexio-
nista está incluyendo, en forma creciente, restricciones y datos neuronales.
La segunda de las críticas hace referencia a los problemas de las redes neuronales en la explicación
de los rasgos característicos de las representaciones cognitivas y el lenguaje, especialmente los de com- posicionalidad
y sistematicidad (Fodor y Pylyshyn, 1988). Tras las primeras aportaciones de Smolensky (1988), en estos años ha
habido aportaciones relevantes que permiten dar respuesta, aunque sea parcial, a los problemas planteados por la
composicio- nalidad y la sistematicidad. El lector encontrará en el libro una presentación detallada de algunos de los
trabajos más interesantes en este campo, y cómo estas aportaciones están relacionadas con los nuevos avances en la
explicación de la adquisición del lenguaje a través de redes recurrentes simples, como los estudios ya mencionados de
Elman. De nuevo, nos encontramos que una crítica de calado al enfoque conexionista obtiene una respuesta no sólo en
términos de argumentación, sino que incluye el diseño de procedimientos computacionales específicos.