Más de Lilly Soto Vásquez. Universidad Pontificia de Salamanca, Universidad Galileo; Universidad Rafael Landívar y Universidad de San Carlos de Guatemala , Universidad Mariano Gálvez
Más de Lilly Soto Vásquez. Universidad Pontificia de Salamanca, Universidad Galileo; Universidad Rafael Landívar y Universidad de San Carlos de Guatemala , Universidad Mariano Gálvez (20)
1. Comentario sobre la novela “Danzaré sobre su tumba”, de Fátima
Villalta.
Sergio Simpson
La novela “Danzaré sobre su tumba” de Fátima Villalta, escrita en primera persona,
es las reflexiones de la protagonista convertida en una voz interior desde el inicio
hasta el fin, adjudicando a la inconsciencia su carencia de pudor, de una mujer
sintiéndose despreciada desde niña, creciendo en una familia disfuncional a la cual
termina odiando, en un poblado rural miserable.
Requirió esfuerzo de mi parte huir de la comparación mientras leía, es notoria la
influencia de la literatura en Fátima, ha debido leer para escribir, pues su
estructura mental plasmada en la trama no evidencia desconocimiento, por eso no
la circunscribo en una corriente, ni por el lenguaje, su forma de ordenar las
palabras, ni por los acontecimientos narrados.
Encontré descripción emocional, imaginario, y vivencia real, entorno minucioso con
detalles máximos de la expresión física y la conducta humana.
Rechacé imaginar que el personaje es la autora, esa tendencia imperceptible
cuando leemos en primera persona, aunque inevitablemente, quienes no conocen
a la autora, pensarán que es autobiográfica. Es común cuando el lector no es
aficionado, no posee las herramientas para observar el todo.
Narrando con carácter firme y sarcástico, aduciendo inconsciencia y demostrando
frialdad, esculpiendo permanente su venganza, María Eugenia Castillo describe a
su madre aborrecida: “Había engordado, tenía los dientes curtidos por el tabaco,
despedía un olor fétido debido al consumo de alcohol…”.
La autora no limita la figura aunque es compacta en definiciones, certera logra
presentarnos al personaje, destacando las características detestables, aquellas más
visibles cuando nos provocan desagrado. Es la mirada de sentimientos y razones
de una hija escudriñando a la madre deteriorada, y a la mujer que siempre la
menospreció y la califica de fea.
A ese dolo por la apariencia corporal, de la niña de doce años, se agrega su
condición de bastarda, hija de un padre que nunca la consideró como tal, y de
quien en una ocasión recibió “un mísero beso solamente, agrio y forzado”,y
después ni siquiera la volteaba a ver cuando se aparecía nada más para copular
con la amante.
Esa niña vivió tormentos, insuperados producto del desamor, la disfuncionalidad:
ausencia de caricias y comprensión; su condición de mujer con menos oportunidad
que su hermano por hombre, de tal manera que planifica la muerte de un ser que
2. le repugna y así acaparar la atención de otro, al único a quien ha querido y se
siente correspondida, y “extrañamente dependiente”, aunque después también
llega el rencor hacia él.
Fátima profundiza en los sentimientos, debido a eso María Eugenia, a la edad de
sesenta y siete años, fecha en que inicia el testimonio, explica el recorrido en su
vida: “Intenté ser feliz, a mi manera, claro está. Con petulancia y sadismo, algo
propio de la naturaleza humana, poco interesante, me atrevería a decir.”
Más adelante, agrega: “No soy más que la típica historia de sueños frustrados en
añejas edades. Admito mi tonta ingenuidad, innata, tan inevitable y destructiva.
Pero la disfruté tanto”.
En la novela encontramos fuertes reacciones, y Fátima organiza escenarios
efectivamente visuales, con particularidades, y logra destacar la atmósfera, en su
versión aromática, física y cromada, en armonía con pasiones y conceptos de vidas
humanas.
En ese sentido quiero compartir una retrato, el del hermano: “Era tres años mayor,
de piel pálida, larguirucho, de ojos tristes y saltones, de pelo castaño, aspecto
pesaroso. Con una hermosa nariz romana, larga y delgada, de un buen tamaño; se
hacía notar en aquel pueblo de narices chatas”.
Otra muestra de la habilidad de Fátima, es la delineación del lugar donde se
desarrolla la historia: “Nuestro hogar, una pequeña casucha, situada a las afueras
del pueblo. Una sala que hacía las veces de cocina, dividida por cortinas floreadas,
que el tiempo curtió, un par de banquillas y una mesa rústica con un florero
encima (…) La cocina manchada por el hollín y el humo. Algunas canastas
colgando de las vigas (…) dos cuartos pequeños (…) un patio delantero y otro
trasero, sin plantas de ningún tipo, descolorido y seco, donde ni siquiera los gatos
excretaban”.
No les voy a brindar pormenores de los conflictos de María Eugenia, que la
involucran en relaciones de rencor, desamor y muerte, de su vida sexual
desafecta, promiscua, más por costumbre que deseo.
Tampoco les reseñaré la batalla con las personas con quienes comparte la
vivienda, y en las cuales encontramos escenas de violencia, asco, y muerte,
narradas excelentemente, reiterando, como en toda la novela, una combinación
genial del interior humano y su relación con el exterior.
Aunque pudiera parecer exagerado, o carente de raciocinio, me hubiese encantado
que esta obra fuese dirigida por Buñuel, o Fellini, o Polanski. Compren y lean la
novela, les provocará satisfacción.
Muchas gracias.
3. *Ponencia leída en Pizza Venezia, Matagalpa, viernes 25 de noviembre 2011
Sergio Simpson
Director
Centro de comunicación y estudios sociales (CESOS)
Managua y Matagalpa, Nicaragua
http://sergiosimpson.blogspot.com/