Este documento discute el tema de la comunicación en las relaciones internacionales. Explica que la comunicación es un pilar fundamental para construir y mantener las sociedades, y que la comunicación internacional permite el intercambio de información entre actores internacionales que comparten experiencias e influyen mutuamente. También analiza cómo la tecnología y los medios de comunicación han revolucionado la comunicación internacional en el siglo XXI, agregando nuevos actores y canales para la transmisión de información a nivel global.
Estas son una serie de laminas dando a explicar sobre que son las funciones, tanto lineales como cuadráticas. Complementando también, el uso que tiene en las funciones en las Ciencias Administrativas. Hecho por: Rincón, Ricardo C.I: 28.081.002 y Castillo, Javier C.I: 27.783.081
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Posibilitar una mirada reflexiva en relación al papel preponderante de las nuevas interacciones sociales y su vinculación con los procesos de gestión del conocimiento.
Profesora aqui le envio la evaluacion 2 que ahora fue que pude poder abrir la cuenta por esta red social espero que me evalue sin ningun problema de todas maneras estos trabajos se los envie por la pagina de SAIA a tiempo dentro de las fecha de entrega
La Unidad Eudista de Espiritualidad se complace en poner a su disposición el siguiente Triduo Eudista, que tiene como propósito ofrecer tres breves meditaciones sobre Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. En cada día encuentran una oración inicial, una meditación y una oración final.
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2. LA COMUNICACIÓN EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
La relación social de comunicación constituye junto con las relaciones del poder social, los dos
pilares sobre los que se construye todo el entramado relacional que genera y mantiene a una
sociedad.
La comunicación social exige, una comunidad cultural entre los participantes en el proceso
comunicativo. También requiere un mínimo de colaboración operativa para que el mensaje
(información) sea efectivamente transmitido del emisor al receptor, y sea decodificado o
interpretado adecuadamente.
La relación comunicativa internacional o, simplemente, comunicación internacional, se define
como:
«Aquel proceso relacional en virtud del cual dos o más actores internacionales, partiendo de
experiencias históricas compartidas y bases culturales comunes, son capaces de intercambiarse
información, influyéndose recíprocamente y contribuyendo, gracias a dicho intercambio, a
modificar la estructura y dinámica de la Sociedad Internacional en la que se encuentran inmersos».
La principal característica de la comunicación internacional es la de que constituye una relación
de carácter instrumental, en el sentido de que gracias a ella es posible desarrollar otras formas de
relación cooperativa, conflictiva o asociativa.
En cierta medida, la existencia de las sociedades está invadida y condicionada por los medios de
comunicación; unos medios que no son siempre los convencionales –aunque sean digitales– sino
otros de muy diverso orden, como los que constituyen las redes sociales, de tal forma que la
información, y la desinformación, fluye por canales globales.
La comunicación, en el terreno de las relaciones internacionales, es uno de los vehículos
imprescindibles para que las acciones estratégicas alcancen a los públicos objetivo en el exterior,
es decir, a los destinatarios pertinentes en cada materia específica. Es, por tanto, un instrumento
que necesita un estudio detenido para acoplarlo a las estrategias de la política exterior.
En lo relacionado con la información, las fronteras desaparecieron mucho antes que en lo
relacionado con cuestiones políticas o económicas, de tal forma que se han hecho completamente
permeables y, por tanto, incapaces de contener los flujos informativos.
3. Así las cosas, las estrategias de comunicación se han convertido en el instrumento indispensable
de la planificación y de las acciones informativas de los gobiernos, puesto que constituyen el modo
de transmitir esas acciones a través del clásico sistema: emisor-canal-receptor en el que el Estado
emisor codifica a través de diferentes canales los mensajes que desea trasladar a los destinatarios,
bien en forma de texto, de imágenes o audiovisual, con el uso de las tecnologías más diversas y
cada día más evolucionadas, a unos receptores que son muy distintos: desde elites a creadores de
opinión o a ese gran público que conforma la opinión pública de terceros países.
Por supuesto, y en pura teoría de la comunicación, el mensaje en el formato pertinente y su
codificación deben diferir, ajustarse, en función de las condiciones sociales, geográficas, políticas
y económicas de los destinatarios.
A ello debe añadirse, como condición muy remarcable que, en el siglo XXI, la tecnología ha
supuesto una verdadera revolución en el ámbito de la comunicación y, como consecuencia ha
añadido todo un cúmulo de actores a las relaciones internacionales.
En comunicación, la aparición de nuevos protagonistas en el ámbito internacional, que se unen a
los tradicionales en épocas pasadas –los Estados y sus gobiernos o las organizaciones
internacionales–, se debe a la ya mencionada revolución tecnológica que depara nuevos
paradigmas; son nuevos actores a quienes antaño ni se les esperaba: corporaciones, ONG,
profesionales de prestigio y un largo etcétera que llega hasta los ciudadanos que conforman la
opinión pública, en este caso internacional.
Las metas que, a la larga, se marcan las estrategias de comunicación de los estados pertenecen, en
líneas generales, a tres índoles diferenciadas: económica, de identidad y de reputación o
influencia; y todas ellas se entienden mejor desde el prisma doctrinal y práctico de la
comunicación.
El factor económico persigue aumentar la capacidad de un país para hacer negocio hacia, desde o
en el exterior. Se trata de fomentar la actividad económica mediante el impulso decidido de la
marca, lo que nos circunscribe a la maca país e implica acciones de comunicación y, en concreto,
de marketing para crear o fortalecer esa marca.
Ello traslada al segundo factor mencionado: la identidad. Hacer crecer la identidad de un territorio
ante terceros implica comunicar imágenes, provocar sensaciones, crear percepciones que se
4. sustancien en estrategias de comunicación.
El tercer factor, el de la reputación o la influencia, se alcanza mediante acciones de comunicación
que hagan llegar a terceros la percepción de conocimiento, experiencia y calidad.
Esta disciplina, la comunicación internacional, se ha convertido por tanto en una herramienta
estratégica para los estados y las organizaciones internacionales gubernamentales y, cabe decir, el
proceso de la comunicación es un instrumento indispensable en las relaciones internacionales.
Sin comunicación no es posible tener presencia en el exterior ya que no se puede hacer llegar los
mensajes a los distintos públicos objetivo fuera de las fronteras del Estado.
Hemos vivido en este tiempo reciente una revolución que cumple los criterios de Castells (2005);
según él, para que lo sea, debe introducirse en todas las dimensiones de la actividad humana y
transformarse en la esencia de esa actividad. Esta consideración señala el sentido de lo acontecido
con la tecnología y la comunicación en los dos últimos decenios, en los que estamos asistiendo a
una impresionante transformación de la comunicación en todos los sentidos.
La promoción de intereses hoy, de forma mediática, se ve favorecida por el uso de la técnica,
porque hablar de comunicación es hacerlo de tecnología, y eso aún es más pertinente en este siglo
XXI. Una tecnología que ha evolucionado exponencialmente en los últimos años, apoyada en
Internet, en el aumento de la velocidad de conexión y en la universalización de esas conexiones,
lo que ha supuesto un cambio radical en muchos paradigmas, tanto sociales como económicos o
de comunicación. En especial, este último aspecto tiene connotaciones relevantes ya que, como
consecuencia de la evolución de Internet y de los soportes físicos capaces de admitir esa tecnología:
computación y telefonía entre otros, se han producido nuevos paradigmas.
Evolución de la tecnología y la comunicación
Internet en sus inicios ya supuso una modificación apreciable en esos modelos. La sola posibilidad
de intercambiar información en tiempo real y a un coste paulatinamente más económico, permitía
la universalización del acceso a esa información y la hacía asequible a cada día más estratos
sociales.
Se trató de un avance continuo y rápido. Las empresas, las instituciones, los estados, se lanzaron a
montar sus escaparates en esa world wide web, en un intento ―en aquel momento logrado en
5. parte― de llegar al ciudadanoconsumidor. De este modo, la comunicación unidireccional entre la
marca y el público objetivo abría una nueva vía.
La política exterior de un país en nuestros días no solo está influenciada por las clases políticas
dirigentes. En un mundo globalizado en el que la información, como hemos apuntado, circula
libremente por los diversos canales y llega al ciudadano de manera casi instantánea, los sujetos
antes pacientes de esa política exterior, los propios ciudadanos, se han convertido en fuentes de
opinión activas.
Por su parte, los medios de comunicación juegan cada día un papel más relevante en la creación
de opinión; pero hoy esos medios no son solo los tradicionales. Internet los ha multiplicado
exponencialmente y ha convertido determinadas redes sociales, por no hablar de los blogs, en
fuente y canal de información y de desinformación. Se trata del conocido como “periodismo
ciudadano”[ CITATION Esp10 l 3082 ]. En este universo intervienen con asiduidad tanto
ciudadanos normales, que expresan su opinión sobre los más diversos temas, como expertos en las
diferentes materias que dejan de someterse permanentemente a la revisión de sus artículos por
terceros y que universalizan su opinión por otras vías en forma de páginas web y de blogs, e incluso
a través de las redes sociales.
Este periodismo ciudadano se fomenta gracias al avance de la técnica; hoy, la mayoría de los
ciudadanos llevamos el mundo en el bolsillo y, dentro de ese mundo, la posibilidad de informar de
forma directa e instantánea de cualquier suceso que se produzca a nuestro alrededor. Es suficiente
con un “teléfono inteligente” para informar a nuestros seguidores y al mundo en general de
cualquier hecho. También tenemos la capacidad de desinformar de una forma rápida y eficaz. Ese
es uno de los riesgos que se corren con las modernas tecnologías.
Así, antaño la posibilidad de crear opinión pública estaba en manos de elites con capacidad de
decisión: gobiernos, grandes empresarios o intelectuales de reconocido prestigio, y un grupo de
segundo orden: directores de medios, profesores, escritores y profesionales similares; sin embargo,
hoy hay un modelo de creación de opinión más universal e incontrolable que también tiene una
enorme influencia en la identidad de un país y, por tanto, en la imagen de ese país en el exterior.
La acción exterior del Estado, relegada antaño a la relación entre elites, ha evolucionado en un
mundo globalizado tras sufrir las consecuencias del nuevo paradigma comunicacional. El cambio
en la forma de ocupar los canales de comunicación entre emisor y públicos objetivos se ha
6. producido de modo que se requieren nuevas estrategias que incluyan las herramientas que hoy
están a disposición de cualquiera de forma casi gratuita
La comunicación como prueba de la realidad
“Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho.
Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad”.
(Marcus Aurelio 1811)
Teniendo en cuenta que la realidad se construye socialmente y es constructo de aparatos
discursivos, se puede decir que la realidad es producto del hombre (Berger y Luckmann 1967).
Según Watzlawick (1994), el constructivismo parte de la premisa de que toda realidad es la
construcción de aquello que se intenta descubrir e investigar, mientras que, en palabras de Berger
y Luckmann (1967, 61): “La sociedad es un producto humano. La sociedad es una realidad objetiva
y el hombre es un producto social”.
El lenguaje permite construir la realidad social. Así pues, las realidades son constructos discursivos
(Watzlawick 1979; Gilovich 1993; Searle 1998; Berger y Luckmann 1967; March y Prieto 2006),
mientras que los medios de comunicación y las industrias culturales fungen como canales de
difusión masiva y engranaje sociocognitivo para que estas realidades construidas por medio del
discurso sean apropiadas, socializadas e institucionalizadas en la opinión pública.
Los medios de comunicación utilizan mecanismos como la repetición de expresiones que llegan a
convertirse en un discurso enardecido que distorsiona la visión de quienes reciben esos mensajes,
con el objetivo de construir sus propias vivencias -fundamental para la comprensión de la opinión
pública- (Romero-Rodríguez et al. 2015; Lotero-Echeverri et al. 2018).
Desde que el filósofo John Austin -dirigente en Oxford de la llamada filosofía del lenguaje
ordinario- mostró que el lenguaje no solo sirve para describir el mundo, sino también para hacer
cosas en el mundo, la filosofía del lenguaje se convirtió en un tema de estudio no solo para
filósofos, sino también para sociólogos, lingüistas, psicólogos, antropólogos y toda clase de
académicos interesados en los efectos del lenguaje en la sociedad. En su obra Palabras y acciones
(1971), Austin contrastó las expresiones veritativas, esto es, los enunciados que en tanto describen
hechos son evaluados como verdaderos o falsos; enunciados constatativos, con aquel tipo de
7. expresiones que más que describir la realidad, crean nuevos hechos del mundo, lo que los
convierten en enunciados realizativos.
Los humanos, gracias al lenguaje, pueden llegar a tener los mismos pensamientos, pueden
compartir los mismos estados mentales que portan la misma intencionalidad comunicativa. Searle
(2004, 17) define intencionalidad como “la propiedad de muchos estados y eventos mentales en
virtud de la cual estos se dirigen a, o son sobre o de, objetos y estados de cosas del mundo”.
Vale añadir además que el lenguaje, como canal y como protagonista de las interacciones
comunicativas, polariza los argumentos sobre un acontecimiento dado, maneja la opinión de quien
lo lee o escucha acerca de las declaraciones de los actores legales e ilegales que intervienen en un
conflicto (Correa-Jaramillo 2008; Romero-Rodríguez et al. 2015). Además, se exageran las
informaciones al hacer comentarios sin fundamentar lo que se expresa, manipulando la opinión
que está formando el lector acerca de un hecho noticioso. De esta forma, los mensajes pierden
veracidad y contribuyen a detonar el arma de la desinformación (Correa-Jaramillo 2008; Romero
Rodríguez 2014). Evidentemente -y como lo explican Pareja y Echavarría (2014)- los medios de
comunicación son actores políticos los cuales estructuran la realidad a partir de su jerarquización
(agenda setting) y enfoque (framing) (Civila de Dios y Romero-Rodríguez 2018).
Los medios de comunicación abren ventanas hacia ese extenso mundo que queda más allá de
nuestra experiencia directa y que determina los mapas cognitivos que nos hacemos de ese mundo.
Asimismo, construyen los entornos de las cosas que no vivimos directamente, lo que Lippmann
(1965) refiere como “pseudoentorno”, el cual no es más que nuestras percepciones privadas del
mundo que nos rodea y son generadas por los medios informativos (McCombs 1996). Lippmann
(1965) demostró que los medios “graban” los estereotipos mediante innumerables repeticiones y
que estos sirven de ladrillos del mundo intermedio, de la “pseudorealidad” que surge entre la gente
y el mundo objetivo exterior.
Los mensajes son elaborados por un grupo de individuos y transmitidos a otros que se encuentran,
por lo general, ubicados bastante lejos del contexto original. Por ello, los receptores de los mensajes
mediáticos no actúan como participantes en un proceso recíproco de intercambio comunicativo,
sino más bien como participantes en un proceso simbólico de transmisión estructurada (Pareja y
Echevarría 2014). Esto sucede incluso con el auge y popularidad que toman en estos tiempos los
medios digitales y las redes sociales.
8. Si hasta finales del siglo pasado la opinión pública se formaba a partir de la opinión publicada, es
decir, de aquella que se encontraba en los medios de comunicación convencionales (prensa, radio
y televisión), en la actualidad eso está cambiando, pues la opinión pública no se construye solo a
partir de “lo que dicen los medios”, sino a través de la “interacción con los medios” y, lo que es
más importante, se construye “al margen de los propios medios” (García 2010). Debido a esto,
profesionales de la información y ciudadanos han ocupado posiciones más horizontales en el
debate público, se ha quebrado la preponderancia del profesional como gatekeeper (controlador de
acceso) de la información, pues ésta puede también difundirse por otros canales (Dahlgren 2018).
Freire consideró a los medios de comunicación de masas como los propagadores de los mitos,
normas y valores de las minorías oligárquicas y, como tales, instrumentos de la comunicación
vertical y alienante encargados de ayudar al logro de la subyugación de los oprimidos. Y al referirse
al formato de la educación interpersonal del adulto, conocida como “extensión agrícola”,
establecida en Latinoamérica con la ayuda de los Estados Unidos, el académico la atacó como
opuesta a la verdadera comunicación, puesto que educar no es extender algo desde la sede de la
sabiduría hasta la sede de la ignorancia.
El letrado brasileño afirmó:
“Para nosotros la educación como práctica de la libertad es, por encima de todo y ante todo, una
situación verdaderamente gnóstica, aquella en la cual el acto de conocer no termina en el objeto
a ser conocido puesto que entra en comunicación con otros sujetos que también son conocibles”.
(Freire).
En diversos lugares del mundo, pero especialmente en los países menos desarrollados y
notoriamente en aquellos de América Latina, se está experimentando con tecnologías de
comunicación horizontal. Ellas son procedimientos de comunicación cara a cara, tales como la
“concientización” de Freire, combinaciones especiales de medios de comunicación de masas con
técnicas de grupo o formatos de comunicación de grupo construidos con base en modernos
instrumentos audiovisuales.
Varios autores han contribuido al replanteamiento del concepto de comunicación. Pocos, sin
embargo, se concentraron en esta tarea lo suficientemente como para llegar al diseño sistemático
de modelos de comunicación democrática. Ya en 1967 Moles había ofrecido la noción del “ciclo
cultural” que involucraba a “creador”, “micromedios”, “medios masivos” y “macromedios”. En
9. 1970 Schaeffer propuso “el triángulo de la comunicación” con el “mediador” como centro. Al
mismo tiempo Williams urgió a los investigadores para que estudiaran la comunicación como un
fenómeno de relaciones por “transacción”.
Al comienzo de la presente década, Johannensen produjo un valioso resumen analítico de las
conceptualizaciones de “la comunicación como diálogo”. Al analizar críticamente la comunicación
en su relación con la “cultura de masas”, Pascuali aportó algunas bases para el pensamiento de la
comunicación horizontal. Díaz Bordenave evaluó perceptivamente la evolución inicial del
concepto de comunicación hacia un modelo democrático, que había recibido gran estímulo del
pensamiento de Freire.
Luego Cloutier planteó el esquema “EMIREC” que trató de conjugar al emisor y al receptor. Y,
trabajando sobre el planteamiento de Freire de “educación para la liberación” así como
capitalizando experiencias pioneras de Bolivia y Perú, Gerace exploró todavía más la naturaleza
de la “comunicación horizontal” y Gutiérrez escribió sobre la noción del “lenguaje total”. Casi
invariablemente con estos y otros trabajos similares, se destacó al diálogo como agente crucial de
la comunicación democrática, aunque tal vez no se trató en detalle su naturaleza.
Una proposición más reciente y metódica es la de Fernando Reyes Matta, quien desarrolló en
considerable detalle un macro-operativo “modelo de comunicación con participación social
activa”. Más que explícitamente intentar redefinir la comunicación, este analista latinoamericano
propuso un amplio y pragmático diseño de organización institucional para hacer factible la
comunicación horizontal. Aunque los conceptos como “derecho de comunicación”, “acceso” y
“participación“ no parecían haber sido suficientemente definidos, Reyes Matta buscó utilizarlos de
maneras interrelacionadas. Otras recientes contribuciones a la conceptualización de la
comunicación horizontal son las de Azcueta, Díaz Bordenave/101, Jouet, and Pinto. El CIESPAL
publicó un informe preliminar de su reunión de 1978 en Quito sobre comunicación participatoria.
La naturaleza de la comunicación horizontal
La comunicación es el proceso de interacción social democrática que se basa sobre el intercambio
de símbolos por los cuales los seres humanos comparten voluntariamente sus experiencias bajo
condiciones de acceso libre e igualitario, diálogo y participación.
Todos tienen el derecho a comunicarse con el fin de satisfacer sus necesidades de comunicación
10. por medio del goce de los recursos de la comunicación.
Los seres humanos se comunican con múltiples propósitos. El principal no es el ejercicio de
influencia sobre el comportamiento de los demás.
Hacia un Modelo de Comunicación Horizontal
Acceso es el ejercicio efectivo del derecho a recibir mensajes.
Diálogo es el ejercicio efectivo del derecho a recibir y al mismo tiempo emitir mensajes.
Participación es el ejercicio efectivo del derecho a emitir mensajes.
Comunicadores son todos los seres humanos aptos tanto para recibir mensajes como para
emitirlos.
Derecho a la comunicación es el derecho natural de todo ser humano a emitir y recibir
mensajes intermitentemente o al mismo tiempo.
Necesidad de comunicación es tanto una demanda natural individual como un requerimiento
de la existencia social para usar los recursos de comunicación a fin de entrar a compartir las
experiencias por interacción mediada por símbolos.
Recurso de comunicación es cualquier elemento energía/materia –cognoscitivo, afectivo o
físico– utilizable para hacer posible el intercambio de símbolos entre los seres humanos
Libertad es un concepto relativo. La libertad absoluta no es deseable ni viable. La libertad de
cada individuo está limitada por la de otros y esa restricción es el producto del acuerdo de
11. responsabilidad social al servicio del bien común. La libertad de cada sociedad está
condicionada a la libertad de las demás sociedades.
El igualitarismo es un concepto relativo. La absoluta igualdad no es posible. No puede lograrse
la simetría total en la distribución de las oportunidades para emitir y recibir mensajes. Las
oportunidades similares son posibles en la medida en que resulte factible expandir las
oportunidades de recepción y en la medida en que el reducir significativamente la concentración
de las oportunidades de emisión pueda no resultar imposible. Por tanto, se busca un equilibrio
justo de las proporciones; no la equivalencia matemática.
La influencia sobre el comportamiento es una finalidad lícita sujeta a la condición de que no
sea unilateral, autoritaria o manipuladora. Es decir, la persuasión que al menos potencialmente
es mutua y que en efecto respete la dignidad humana no tiene por qué descartarse como un
propósito de la comunicación. Aún en ese caso, sin embargo, la persuasión no es sino una entre
las diversas metas de la comunicación y no debe considerarse como la más importante
Consideraciones Operativas:
1. El libre e igualitario proceso de comunicación por acceso-diálogo-participación está basado
sobre la estructura de derechos-necesidades-recursos y se dirige al cumplimiento de múltiples
propósitos.
2. El acceso es la precondición para la comunicación horizontal por cuanto sin oportunidades
similares para todas las personas de recibir mensajes no puede, para comenzar, haber
interacción social democrática.
3. El diálogo es el eje de la comunicación horizontal porque, si ha de tener lugar la genuina
interacción democrática, toda persona debe contar con oportunidades similares para emitir y
recibir mensajes de manera que se evite la monopolización de la palabra mediante el monólogo.
La convicción de que el diálogo –la conversación– está en el corazón de la verdadera
comunicación humana la sostienen no sólo los educadores como Freire. Un filósofo como Buber
aboga con firmeza por ella. Y también lo hacen psiquiatras y psicólogos como Carl Rogers y
Eric Fromm. El diálogo hace posible un ambiente cultural favorable a la libertad y a la
creatividad del tipo que el biólogo Jean Piaget considera más conducente al desarrollo total de
la inteligencia. Dado que, bajo tal perspectiva, estos papeles opuestos se incluyen en un
12. constante y equilibrado desempeño dual, todos los participantes en el proceso de la
comunicación deben identificarse como “comunicadores”, como correctamente lo propusieron
Harms y Richstad. Así la diferenciación entre las dos opciones separadas –“fuente” y
“receptor”– ya no resulta apropiada.
4. La participación es la culminación de la comunicación horizontal porque sin oportunidades
similares para todas las personas de emitir los mensajes el proceso permanecería gobernado por
la minoría.
5. Desde la perspectiva de la viabilidad práctica, acceso-diálogo-participación constituyen una
secuencia probabilística. Esto quiere decir que, en términos de grado de dificultad de logro, el
acceso está en bajo nivel, el diálogo en uno intermedio y la participación en alto nivel. Se
considera más fácil lograr que más gente reciba los mensajes que el construir circunstancias
que tornen posible el diálogo y el hacer esto último se considera más factible que el convertir
efectivamente a cada persona en un emisor importante.
6. El acceso es esencialmente un asunto cuantitativo. El diálogo es eminentemente un asunto
cualitativo y la participación es un asunto cualitativo/cuantitativo.
7. El acceso, el diálogo y la participación son los componentes clave del proceso sistemático de
comunicación horizontal. Tienen relación de interdependencia. Es decir: (a) a mayor acceso,
mayor probabilidad de diálogo y participación; (b) a mejor diálogo, mayor y mejor la utilidad
del acceso y mayor el impacto de la participación; y (c) a mayor y mejor participación, mayor
probabilidad de ocurrencia del diálogo y del acceso. En conjunto, a mayor acceso, diálogo y
participación mayor satisfacción de las necesidades de comunicación y efectividad de los
derechos a la comunicación y más y mejor serán utilizados los recursos de comunicación.
8. La autogestión –ilustrada por la sobresaliente experiencia yugoeslava con empresas de
comunicación que no son ni privadas ni gubernamentales sino comunitarias– es considerada la
más avanzada e integral forma de participación puesto que permite a la ciudadanía decidir sobre
políticas, planes y acciones. (UNESCO/113).
9. La retroalimentación es un elemento clave del diálogo cuando opera en forma
multidireccional equilibrada por la cual todas y cada una de las personas envueltas en una
situación de comunicación la dan y la reciben en condiciones similares. La retroalimentación es
13. contraria al diálogo cuando es unidireccional ya que así está al servicio de la dependencia, no
de la interdependencia equilibrada.
14. BIBLIOGRAFÍA
A. Castells, M. (2009). Comunicación y poder. Madrid: Alianza Editorial. Espiritusanto, O.
(2010). Periodismo ciudadano: el fenómeno MoJo. Telos: cuadernos de comunicación
e innovación, 83, 100-103.
B. García-Segura, C. (1992). La evolución del concepto de actor en la Teoría de las
Relaciones Internacionales. Papers. Revista de Sociología(41), 13-31.
C. Rubio, R. (2011). Diplomacia digital. Una introducción (Vol. Cuadernos. Las relaciones
internacionales en el tránsito al siglo XXI). Madrid: Escuela Diplomática.