1. Javier Gallego
“Tengo el honor y el gustazo de dirigirme a usted en nombre de los bancos a los
que represento para formalizar las bases del negocio que previamente hemos
pactado: ustedes nos entregan el dinero y nosotros les entregamos a nuestros
clientes como aval. Si algo sale mal, serán ellos los que responderán por nosotros
con sus sueldos, prestaciones sociales e impuestos, como quedará fijado en las
condiciones del secuestro, al que llamaremos “préstamo” para revestir a toda la
operación del aire de democracia necesario para llevar esta operación a buen
puerto.
Me permito recordarle el objetivo de nuestro negocio para evitarnos mutuamente
equívocos futuros. Gracias a su inyección de dinero público, o sea, de nuestros
propios contribuyentes y de los suyos, garantizan ustedes nuestra continuidad
como bancos y nos permiten mantener nuestro patrimonio inmobiliario
convenientemente hinchado para venderlo al precio que marquemos cuando el
mercado sea más favorable. Asimismo, nos evitan la ingrata tarea como supuesto
gobierno de tener que acometer una reforma de nuestro sistema financiero, de
imponerle límites y condiciones a nuestros bancos y de obligarles a la dación en
pago y otras desagradables medidas que afectarían negativamente a nuestros
lucrativos negocios. Con su línea de crédito, nos permiten seguir como estábamos
en lugar de responder a las demandas ciudadanas que nos piden la persecución
del fraude fiscal de nuestros amigos millonarios y una fiscalidad más justa que le
permitiría al Estado recaudar suficiente para asegurar las prestaciones sociales.
Pero esto perjudicaría a nuestros socios por lo que hemos optado por regalarles
una amnistía fiscal que lave su dinero y nuestras caras. Podríamos incluso
nacionalizar la banca, ya que finalmente la deuda de los bancos será asumida por
nuestro Estado, pero bajo ninguna circunstancia podemos permitir que los bancos
queden en manos de la población porque eso significaría el fin de nuestro
privilegiado sistema de vida.
Por su parte, a ustedes y sus bancos esta operación les coloca en una posición muy
ventajosa respecto a nuestro mercado. Les estamos entregando una mano de obra
depreciada y deprimida para que ustedes puedan utilizarla para producir más
pagando mucho menos, como ya venimos haciendo con los países de tercera a los
que mantenemos en el subdesarrollo. A nosotros no nos importa seguir siendo
una economía de tercera, mientras nosotros podamos seguir jugando en primera.
Como ven, todos ganamos. Todos nosotros, se entiende. Es un placer entenderse
tan bien con ustedes.
Atentamente, el ministro de economía en representación de los bancos.