Las palomas urbanas pueden transmitir enfermedades como la histoplasmosis a los humanos. Suelen anidar en cornisas y aleros de edificios, lo que puede dañar la estructura. Además, sus excrementos contaminan el medio ambiente y los alimentos. Para controlar su población se recomiendan medidas como no alimentarlas, usar repelentes químicos y generar ruido para ahuyentarlas.