La viejecita castañera recogió una cesta llena de lo que pensó que eran castañas en el bosque, pero cuando llegó a su casa se dio cuenta de que en realidad eran caracoles. Al ver uno caminar bajo la lluvia, se dio cuenta de su error. Volvió al bosque cantando una canción para distinguir las castañas de los caracoles y llenó nuevamente su cesta. Luego asó y vendió las castañas a los niños de la escuela.