2. Pedro era un niño con mucha suerte. Además de
sacar muy buenas notas en el cole , tenía tantos
juguetes que no le cabían en los armarios. Pedro
se lo pasaba muy bien con sus juguetes pero el
favorito era el soldadito de plomo que le habían
regalado sus padres cuando el tenía 10 años,
Pedro le tenía aprecio a ese soldado porque le
faltaba una pierna.
3. Los juguetes de Pedro guardaban un secreto
que cuando Pedro dormía los juguetes salían
del armario y cobraban vida. Armaban un
escándalo, que no se explicaba como Pedro
podía seguir durmiendo. Una noche de esas el
soldadito se encontró con la princesa y como
no, no se va a enamorar.
4. Pero el soldadito como era muy tímido le daba
mucha vergüenza dedicarle su amor a la
bailarina.
Y aunque no quería que encontraran sus
sentimientos la miraditas que le echaba a la
princesa no pasaban inadvertidas a los demás
juguetes. Hasta que el diablo rojo le dijo -¡ Eh
soldadito deja de mirar a la bailarina!.
5. El amor surgió entre los dos muñecos. Eran
muy felices, y por eso creían que jamás nada
ni nadie podría separarlos. Pero se equivocó.
Una tarde, Pedro se llevó al soldadito a otra
habitación, lo colocó en la habitación al lado
de la ventana, Pedro le dijo que vigilaba que
no entrara ningún enemigo el soldadito lo
hizo, pero de repente hubo una tormenta y el
soldadito estalló.
6. ¡Menudo chaparrón!. Llovía a cántaros, y el viento soplaba
con fuerza. En la calle se formaron charcos y pequeños
riachuelos, mientras la gente corría para refugiarse en su
casa. Nadie sabe cuanto duró aquella tormenta; pero,
cuándo por fin cesó, los colores del arco iris iluminaron un
cielo limpio y en calma. Entonces dos chicos salieron de
su casa y vieron al pobre soldadito de plomo en medio de
un gran charco de agua. El pobre soldadito estaba
tiritando. -¡Qué lástima que tenga una sola pierna! – dijo
uno de los chicos.
- ¡ Y qué más da! – contestó el otro-. ¡ Ya verás qué bien
nos lo pasamos con él!
7. Los dos chavales vieron cómo el agua corría
calle abajo con un riachuelo.
Y uno de ellos tuvo una idea y dijo:
- podemos construir un barquito de papel y
hacer que el soldadito navegue en él.
Y, sin más ni más, el soldadito de plomo se
convirtió en un intrépido marinero.
8. Pero esto de navegar no era tan fácil como creían
aquellos dos chavales. El soldadito apenas podía
mantenerse derecho sobre la cubierta del barco.
¿Adónde iré a parar?, se preguntaba asustado.
En esas estaba, cuando un remolino de agua se tragó el
barco de papel y el soldadito cayó a una alcantarilla
oscura y maloliente.
Donde había ratas.
Una rata le dijo -¡ Eh!
¿Adonde crees que vas?.
Para navegar por esta
Alcantarilla debes enseñarnos
El pasaporte.
9. Pero antes de que el soldadito pudiera responder a
la rata, la nave, empujada por la corriente,
desembocó en un rio y una ola gigante hundió el
barco.
¡Qué mala suerte tengo!. Primero aquellos dos
mocosos, luego las ratas ahora el barco que se
hunde… ¡ moriré y nunca más veré a mi amada
bailarina!, se decía el soldadito , mientras su cuerpo
de plomo se hundía en las profundidades del río.
Apunto esta de ahogarse, cuando un pez enorme se
acercó a él, abrió su bocaza y se tragó al soldadito
en un plis-plas.
10. El pez nadó hasta el mar con el soldadito de plomo dentro
de su barriga. Sin embargo, pese a lo húmedo y oscuro de
aquel vientre, el soldadito no sentía ningún miedo. Sólo
pensaba en reunirse con su novia, la bailarina de plomo.
- ¡Plof, plof!
Un chapoteo interrumpió sus pensamientos. El soldadito,
muy extrañado, notó que el pez comenzaba a elevarse.! ¿
Pero qué pasa? – gritó el soldadito desde la panza del
animal.
¡ Aquel pez enorme había caído en las redes de un barco
de pesca.
11. Ya atardecía cundo los pescadores regresaron a la
ciudad con las redes llenas.
Una vez en el puerto, los marineros cargaron los
peces en dos grandes canastas y las llevaron al
mercado de la ciudad.
Quiso la casualidad que, aquel día, la madre de
Pedro pensara en cocinar un delicioso pescado para
la cena. Y con esta intención fue al mercado.
Allí pasó un buen rato, contemplando los hermosos
ejemplares que vendían en las pescaderías. Hasta
que, después de mucho mirar y remirar, la madre de
Pedro decidió comprar el pescado más gordo.
12. La madre de Pedro regresó a casa muy contenta
con su compra y le entregó el pescado a la
cocinera.
¡Vaya, qué pescado más hermoso!. ¡ Haré un guiso
con él que se chuparán los dedos, pensó la
cocinera mientras lo sostenía con las manos.
Y enseguida cogió un cuchillo para cortar y
preparar el pescado, antes de meterlo en el horno.
Pero…. ¡ un momento!, ¿qué era aquello duro que
había en la panza?.
-¡ Pero si es el soldadito de plomo que se le cayó a
Pedro por la ventana- exclamó sorprendida la
cocinera.
13. La cocinera corrió a la habitación de Pedro.
- Mira Pedro he encontrado tu soldadito de
plomo estaba en la barriga de un pescado.
¡ Menuda sorpresa se llevó Pedro!. Desde
aquella tarde estuvo contento todo los días.
14. ¡Qué alegría sintieron los dos enamorados al verse
otra vez juntos!.
El soldadito pasó toda la noche contando todas sus
aventuras a la bailarina.
Al día siguiente, Pedro decidió ordenar todos sus
juguetes. Pero cuando ya se disponía a coger la
bailarina de la estantería para guardarla en un cajón,
una violenta ráfaga de aire entró por la ventana y
arrastró a la muñequita de plomo… ¡ hacia el fuego
de la chimenea!
15. -¡Noooooo!- gritó el soldadito, aterrado,
cuando vio a la bailarina caer en la chimenea
encendida.
Desesperado, balanceándose sobre su única
pierna, el soldadito intentó rescatar de las
llamas a la bailarina. Pero, cuando ya la punta
de sus dedos tocaba los de ella, el soldadito
perdió el equilibrio y también cayó al fuego
16. ¡Oh, qué terrible desgracia!. Las llamas envolvieron
a los dos enamorados, y sus pequeños cuerpos de
plomo comenzaron a derretirse.
Entonces, pasó algo mágico.
Al caer a la chimenea, los dos muñecos habían
quedado unidos por un tierno abrazo.
Poco a poco, el plomo fundido de sus cuerpos fue
tomando la forma de algo parecido aún corazón .
Cuando, por fin, se extinguieron las llamas, un gran
corazón de plomo quedó sobre las cenizas. Era rojo
y desprendía un extraño destello.
17. Al despertarse a la mañana siguiente, lo
primero que vio Pedro fue aquel corazón que
yacía entre las cenizas de la chimenea. Y
mientras se secaba las lágrimas que corrían
por sus mejillas, el niño pensó:
«El soldadito y la bailarina por fin están juntos
y felices. A partir de ahora, siempre estarán
unidos en un solo corazón».