la marimonda sensacional

1. DE LA COLA DE LA MARIMONDA
Una mañana soleada, la marimonda, la danta y el hurón se fueron a pasear por las orillas del rio
que atravesaba la región, y decidieron jugar a las escondidas. El primer turno para contar le toco
a la marimonda, que se paró de cara a un árbol y conto un buen rato antes de salir a buscar a sus
amigos. Mirando con cuidado, vio a la danta escondida entre la corriente del rio y al hurón
enrollado debajo de unas hojas secas; poco tiempo le había tomado la marimonda encontrar a sus
amigos. Luego siguió el turno del hurón, que siempre hacia trampa y miraba disimuladamente
donde se escondían sus amigos. Fue así que, en un dos por tres, hallo a la danta y a la
marimonda: la primera detrás de una roca, y a la segunda encaramad en una rama.
Cuando le llegó el turno a la danta y esta empezó a contar, la marimonda salió corriendo y
descubrió un pequeño agujero en el tronco de un árbol: “Si logro meterme bien en este árbol,
nadie me va a encontrar en mucho rato”, pensó. Con dificultad, se introdujo por el agujero y se
sentó a esperar. Como el tiempo pasaba y no la encontraban, la marimonda decidió comer
mientras esperaba algunas de las hojas que estaban a sus pies. Luego, como se sintió llena y
cansada, se enrollo y se quedó dormida. Ya empezaba a caer la tarde cuando despertó, y decidió
salir a buscar a sus amigos. Primero saco una pata, luego la otra, pero cuando trato de pasar su
panza por el estrecho agujero se dio cuenta de que estaba atorada. ¡Comió tantas hojas que su
panza había crecido muchísimo! Desesperada y angustiada, empezó a gritar llamando a sus
amigos, que llegaron buen poco tiempo después. Cuando la vieron atascada, después de reírse y
burlarse un buen rato, empezaron a jalarla, intentando sacarla del tronco. Primero la danta le
agarro una pata y tiro de ella, pero la marimonda gritaba de dolor. Entonces, el hurón le agarro
la colita y jalo y jalo, hasta que por fin, después de un buen rato, la marimonda se vio libre.
Por esos tiempos, la marimonda no tenía la larga cola que le conocemos hoy en día: solo un
pequeño rabito que no le servía para nada. Sin embargo, desde aquel día su cola cambio para
siempre: sus amigos la jalaron tanto que se estiro y se estiro, hasta convertirse en una larga y
hermosa cola, que la marimonda usa para saltar con agilidad entre los árboles.
Los bosques donde vive la marimonda se encuentran seriamente afectados por el avance
continuo de algunas actividades desarrolladas por el hombre: su hábitat está siendo destruido
para extraer madera, abrir carreteras, introducir ganado y sembrar cultivos. Esto, sumado a la
cacería de la que es objeto por parte de los grupos indígenas para el consumo de la carne, hace
que esta especie se encuentre en peligro.

2. Este animal de color negro es uno de los micos más inteligentes del reino animal. La agilidad
de sus hombros le otorgan gran libertad de movimiento, lo que le permite desplazarse por los
arboles del bosque. Además utiliza su larga cola como si fuera una tercera mano.
Sus manos presentan solo cuatro dedos largos curvos, ya que no posee el pulgar. La hembra
da a luz una cría tras una gestación de aproximadamente 230 días.
El pequeño depende de su madre durante un periodo cercano a los 20 meses. No hay
diferencia de color y ni de tamaño entre el macho y la hembra.
Este singular mamífero se encuentra en bosques húmedos de hasta 2.400 metros de altitud.
Se balancea y salta con habilidad entre las ramas de los arboles más altos del bosque.
Es arborícola y activo principalmente durante el día. Forma grupos de hasta 30 individuos.
Los miembros de un grupo grande se organizan en subgrupos más pequeños, de 1 a 8
individuos, para alimentarse. Sus nexos afectivos son bastantes fuertes, y tienden a
reforzarlos jugando o acicalándose unos a otros. Tienen además un amplio repertorio de
sonidos para comunicarse entre ellos. Cuando la marimonda se siente amenazada “ladra” y
lanza ramas a sus agresores. Su alimentación está conformada por frutos maduros, flores, y
algunas hojas y tallos.