Trabaja de Magíster sobre la Dignidad y el Trabajo

1. REFLEXIONES EN DEFENSA DE LA DIGNIDAD HUMANA EN EL MUNDO DEL
TRABAJO.
Asignatura: Persona Humana y Dignidad.
Profesor: Sr. Emilio Morales B.
Estudiante: Daniel Manchileo Z.
I.- Introducción
En el año1891, se publica la encíclica social Rerum Novarum de parte del Papa León XIII. Entregando
una respuesta, a la difícil situación de la “Cuestión Social” iniciada por los problemas de la explosiva
industrialización del siglo XIX. De esta manera el magisterio entrega un mensaje de cooperación y
reencuentro entre los obreros y los empresarios, evitando el odio y la disputa tan anhelada en la lucha
de clases promovida por Marx y Engels en el “Manifiesto Comunista” escrito en 1848. La
polarización política de estos años se debió al abuso de hombres codiciosos que, a fin de aumentar
sus propias ganancias, se aprovecharon sin moderación alguna de los obreros, como si no fueran
personas sino cosas. 1
¿Cuánto sufrimiento se pudo evitado de haber internalizado de buena manera el
mensaje de la doctrina social de la iglesia? En el mundo del trabajo se cristalizan los aspectos
económicos, políticos y sociales; esencialmente se abordan los temas propios de la cultura humana, 2
enfrentándonos a un desafío latente respecto a la concepción antropológica del hombre. Alejandro
llano nos advertía; “El que sabe lo que es el hombre, sabe por qué se le debe tratar como un intocable.
En cambio, el que lo considera como un fragmento del cosmos o un simple factor sociológico, siempre
acabará por comportarse de modo humanamente retrógrado y terminará por volver a la más
primitiva barbarie”. 3
Los cristianos, debemos tener presente que el carácter sagrado de la persona
viene dado por aquel soplo de vida que proviene de Cristo en la creación misma. 4
De esta manera la
esencia es anterior a la existencia, en donde el ser es una realidad en sí mismo, a partir de su
concepción unicelular posee de vida y por ende es persona, no en potencia sino un ser con un valor
intrínseco en sí mismo. Merecedor de respeto y con las facultades necesarias que requiere de un
tiempo para ejercerlas con voluntad. El Papa Francisco, nos habla que los ideólogos necesitan a las
personas vacías, desarraigadas y desconfiadas de todo, para que sólo confíen en sus promesas y se
sometan a sus planes. De esta manera se destruye todo lo que sea diferente y reinan sin oposiciones.
5
Por lo mismo, no podemos permitir que las ideologías imperantes, nos arrebaten el concepto de
dignidad de la persona humana. Si esto ocurriese quedaríamos en una condición de destrucción de
todos contra todos, en un Estado de naturaleza salvaje propio de Thomas Hobbes en su libro Leviathan
al señalar que “El hombre es un lobo para el hombre” o lo que señala Albert Camus, al indicar que;
“Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada en el mundo”. Bajo estas circunstancias la DSI
debe denunciar todo lo que atente contra la persona humana, respetando sus principios inalterables
de validez permanente, aplicándolos a nuevos tiempos y circunstancias que plantea la humanidad.
1
Rerum Novarum, León XIII, 1891, p. 30.
2
El Trabajo y el Futuro del hombre, Margit Eckholt, Buenos Aires, 2006, p. 5.
3
El Futuro de la libertad, Alejandro Llano, Pamplona, 1985, p. 111.
4
Redemptor Hominis, Juan Pablo II, 1979, p. 26.
5
Fratelli Tutti, Francisco, 2020, p.4.

2. Juzgando la realidad, siempre en virtud de la dignidad humana, respetando su fundamento de
protección y promoción, actuando con información clara, viendo el bien que le permite el desarrollo
de la persona y el mal lo que la perjudica. ¿Es tan difícil entender que todo ser humano posee una
dignidad inalienable, que responde a la naturaleza humana más allá de cualquier cambio cultural? 6
Las personas debemos vivir de manera inteligente, asimilando el principio de la ley natural que se
apoya de nuestra propia inteligencia hecha para la verdad, invitándonos a hacer el bien y evitar el
mal mediante un camino de liberación y no de sometimiento. Todo hombre abierto sinceramente a la
verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo
secreto de la gracia, puede llegar a descubrir la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm2, 14-17). El
ser humano es una persona insustituible, libre, naturalmente social, inclinado al bien, abierto a la
trascendencia, llamado a vivir en la verdad y el amor, poseedor de una experiencia de sí mismo. Juan
Pablo II nos decía que “La iglesia considera deber suyo recordar siempre la dignidad y los derechos
de los hombres del trabajo, denunciar las situaciones en las que se violan dichos derechos y
contribuir a orientar estos cambios para que se realice un auténtico progreso del hombre y la
sociedad”. 7
La sociedad civil, nos permite avanzar en la autoperfección de la persona humana,
teniendo como fin inalterable el bien común, entendido como “El conjunto de la vida social que hacen
posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y fácil de la propia
perfección”. 8
La familia y el trabajo son dos espacios esenciales en la realización de hombre, pero
es lamentablemente, que a lo largo de la historia de la humanidad han sido contantemente desafiados,
provocando sus propias luces y sombras. Debido a lo anterior el presente ensayo busca responder;
¿Cómo se ha enriquecido el concepto de persona humana a través de las encíclicas sociales con
relación al mundo del trabajo?
II.- Desarrollo
El concepto de dignidad se ha enriquecido mediante la DSI, por medio del mensaje de sus
distintas encíclicas sociales, considerando a la dignidad el centro y corazón de la vida en la
sociedad. La concepción cristiana nos habla de un ser merecedor de dignidad por el solo hecho de
existir, único e irrepetible dotado de voluntad y libertad. El Papa Juan XXIII nos relata; “En toda
convivencia humana bien ordenada y provechosa hay que establecer como fundamento el principio
de que todo hombre es persona […] Dotado de inteligencia y libre albedrío, y que, por tanto, el
hombre tiene por sí mismo derechos y deberes […] Universales e inviolables y no pueden renunciarse
por ningún concepto”.9
La mayor inquietud es darse cuenta ¿Cuándo nuestras acciones o decisiones
afectan directamente a la dignidad del ser humano? ¿Qué hacemos para resguardar la dignidad entre
las personas? Todos los seres humanos nacemos en esta tierra con la misma dignidad, sin importar
las diferencias de color, religión, residencia, entre otros. Nada puede anteponerse para justificar los
privilegios de unos pocos sobre los derechos de otros, cada persona debe vivir con dignidad y con las
oportunidades necesarias para su desarrollo integral.10
El ser humano mientras se empeñe en dominar,
controlar y transformar el mundo exterior, corre el peligro de incurrir por negligencia en el olvido de
sí mismo y de debilitar las energías de su espíritu y de su cuerpo.11
Es verídico el inmenso progreso
de la ciencia y la técnica, pero al mismo tiempo preocupante el retroceso experimentado en la
concepción del hombre y el sentido de su propia dignidad. En la Encíclica “Evangelium Vitae” escrita
por Juan Pablo II, nos habla del valor incomparable de la persona humana y sus nuevas amenazas. Se
hace una reflexión en torno a la historia del Genesis cuando “Caín se lanzó contra su hermano Abel
6
Fratelli Tutti, Francisco, 2020, p.56.
7
Laborem Exercens, Juan Pablo II, 1981. P.3.
8
Laudato Sí, Francisco, 2015, p. 118.
9
Pacem in Terris, Juan XXIII, 1963, p. 2.
10
Fratelli Tutti, Francisco, 2020, p.31.
11
Mater Et Magistra, Juan XXIII, 1961, p.50.

3. y lo mató” (Gn 4,8) siendo este episodio la raíz de la violencia contra la vida y resonando las palabras
del señor; “Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo” (Gn 4,11) “Con la muerte
del hermano inicia la historia del triste testimonio de cómo el mal avanza con rapidez impresionante:
a la rebelión del hombre contra Dios en el paraíso terrenal se añade la lucha mortal del hombre
contra el hombre”. 12
Es una pena darnos cuenta de que una de las mayores amenazas para el ser
humano es el propio ser humano. “El hombre tiene una continua inclinación al pecado y a la vez una
continua aspiración a la verdad, al bien, a la belleza, a la justicia y al amor […] El hombre no
raramente hace lo que no quiere hacer y deja de hacer lo que quería llevar a cabo. Por ello siente
en sí mismo la división que tantas y tan graves discordias provocan en la sociedad”. 13
Nos hemos
encontrado frente a la cultura de la muerte que nos advertía Juan Pablo II, siendo testigos de guerras,
esclavitud, maltrato, humillaciones, muertes, entre otras terribles situaciones que denotan la
existencia y nos pueden hacer pensar que hemos fracasado como humanidad y comunidad política,
viviendo como si Dios no existiese. Juan Pablo II describía los siguientes factores que se oponen a
la cultura de la vida: “Homicidios de cualquier género, los genocidios, el aborto, la eutanasia y el
mismo suicidio voluntario; todo lo que viola la integridad de la persona humana, como las
mutilaciones, las torturas corporales y mentales, incluso los intentos de coacción psicológica; todo
lo que ofende a la dignidad humana, como las condiciones infrahumanas de la vida, los
encarcelamientos arbitrarios, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y
de jóvenes; también las condiciones ignominiosas de trabajo en que los obreros son tratados como
mero instrumentos de lucro no como personas libres y responsables. 14
Para que una sociedad tenga
futuro es necesario que haya asumido un sentido respeto hacia la verdad de la dignidad humana a la
que nos sometemos, entonces no se evitará matar a alguien sólo para evitar el peso de la ley, sino por
convicción. Es una verdad irrenunciable que reconocemos con la razón y aceptamos con la
conciencia. La vida humana pertenece sólo a Dios: por eso quien atenta contra la vida del hombre, de
alguna manera atenta contra Dios. 15
La persona se manifiesta en la acción, al momento de tomar
decisiones apareciendo el carácter irreductible e insustituible del hombre, se convierte en el principio
y fin de todas las instituciones laborales. Todo sujeto tiene derecho al trabajo, a la posibilidad de
desarrollar sus cualidades y su personalidad en el ejercicio de su profesión, a una remuneración
equitativa que le permita a esta persona y a su familia “llevar una vida digna en el plano material,
cultural y espiritual. 16
Reflexiones en torno a los problemas laborales del siglo XXI.
Al romper la alianza con Dios, se nos dijo: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan” (Gn 3-19)
Para nadie es un misterio, que el trabajo a lo largo de la humanidad ha estado lleno de tropiezos y
errores garrafales en contra de la propia persona, llevándolas a vivir en ciertas circunstancias en
condiciones inhumanas. 17
Una sociedad que defienda valores como la dignidad de la persona, la
justicia y la paz, se contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de
menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada. 18
Los principales
problemas laborales son el desempleo, la injusta remuneración salarial, discriminación racial o física,
entre otros. Detonantes de una injusticia social, por personas que viven en condiciones vergonzosas
de miseria y pobreza, exponiendo en muchos casos a su propia familia vivir estas penurias. Para una
12
Evangelium Vitae, Juan Pablo II, 1995, p. 7.
13
Redemptor Hominis, Juan Pablo II, 1979, p. 17.
14
Evangelium Vitae, Juan Pablo II, 1995, p. 3.
15
Evangelium Vitae, Juan Pablo II, 1995, p. 8.
16
Octogesima Adveniens, Pablo VI, 1971, p. 7.
17
Rerum Novarum, León XIII, 1891, p. 3.
18
Caritas In Veritate, Benedicto XVI, 2009, p. 9.

4. sana organización política, el Estado debe brindar apoyo y cuidado desde la esfera de la intervención
pública a los individuos más indefensos de la sociedad. 19
Formamos parte de una comunidad que
necesita mayor sentido de caridad y solidaridad. El hombre no ha sido creado para vivir solo, nace y
crece en una familia para insertarse más tarde con su trabajo en la sociedad. 20
Santo Tomás de Aquino
afirmaba desde sus estudios aristotélicos que el hombre es por naturaleza un animal social, en donde
deben convivir unos con otros y procurar cada uno el bien de los demás, alcanzando su propio
desarrollo y perfección. La propia familia, lugar de cultivo de virtudes, es el núcleo material y
espiritual de la sociedad misma, donde se debe aprender a vivir en la virtud y cultivar los valores que
acompañarán a la persona por siempre. El hombre es un ser que crea vínculos, somos seres capaces
de establecer relaciones unos con otros, el Padre Hurtado lo anunciaba al señalar que el hombre está
en el mundo para amar y ser amado. Un claro ejemplo son las personas con discapacidad no deben
sentirse al margen de la sociedad o en el mundo del trabajo, sino más bien como un sujeto de trabajo
de pleno derecho, útil, respetado por su dignidad humana, llamado a contribuir al progreso y al bien
de su familia y de la comunidad según las propias capacidades. 21
La dignidad del hombre se encuentra directamente relacionada con el mundo del trabajo. El propio
Juan Pablo II en su encíclica “Laborem Exercens” indica que con el trabajo el hombre ha de
procurarse el pan cotidiano, contribuir al progreso de la ciencia y la técnica como de igual forma a la
elevación moral y cultura de la vida en comunidad. El trabajo simboliza una acción realizada por el
hombre, predispuesto por su naturaleza misma en virtud de su humanidad y que se diferencia de toda
criatura, siendo solamente el hombre capaz de trabajar, transformándose en un ser activo en medio
de una comunidad de personas. 22
Vinculado completa y directamente al hecho de que quien lo lleva
a cabo es una persona, un sujeto consciente y libre, es decir, un sujeto que decide por sí mismo. 23
El
desafío es responder ¿Cómo avanzamos a un trabajo decente y digno para las personas? Juan Pablo
II respecto a este punto señalaba lo siguiente: “Un trabajo libremente elegido, que asocie
efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres al desarrollo de su comunidad; un trabajo que,
de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo
que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean
obligados a trabajar: un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír
su voz: un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el
ámbito personal, familiar y espiritual: un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores
que llegan a la jubilación.24
Lamentablemente el trabajo en algunos sectores ha tomado un rumbo meramente económico,
teniendo como fin las riquezas materiales y supeditando al hombre a un simple medio para
alcanzarlos, esto finalmente se transforma en un nuevo tipo de esclavitud frente al dinero. El
capitalismo salvaje ha provocado un problema de consumismo, materialismo y avaricia en el ser
humano gigantesco. Algunas personas se sienten superiores a otras por el sólo hecho de tener más y
no necesariamente por esforzarse en ser más. Una civilización consumista, que concentra excesos de
bienes innecesarios para el hombre, en desmedro de otros territorios que sufren la miseria, no es algo
propio de la caridad cristiana. El afán del progreso material puede ser beneficioso, noble y deseable
19
Cetesimus Annus, Juan Pablo II, 1991, p.9.
20
Fides Et Ratio, Juan Pablo II, 1998, p. 19.
21
Laborem Exercens, Juan Pablo II, 1981, p.36.
22
Laborem Exercens, Juan Pablo II, 1981, p.2.
23
Laborem Excercens, Juan Pablo II, 1981, p. 9.
24
Caritas In Veritate, Benedicto XVI, 2009, p. 43.

5. pero también peligroso, considerando el acto de transformar la materia constantemente con fines
pocos éticos. Debemos ser conscientes que la explotación de la tierra, del planeta cual vivimos, exige
una planificación racional y honesta […] Era voluntad del Creador que el hombre se pusiera en
contacto con la naturaleza como dueño y custodio inteligente y noble, y no como explotador y
destructor sin ningún reparo. 25
El crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados
por un auténtico progreso social y moral, se vuelve en definitiva contra el hombre. 26
Por otro lado,
el comunismo que recurre a todos los medios, incluso los violentos para abolir la propiedad privada
y fomentar la lucha de clases y con el poder en sus manos es monstruoso lo atroz e inhumano que se
puede llegar a ser. 27
Y el socialismo simplemente suaviza los conceptos, pero no renuncia a ellos,
ambas ideologías son incompatibles con los dogmas de la iglesia católica, puesto que concibe la
sociedad de una manera sumamente opuesta a la verdad cristiana. 28
Muchas ideologías han propuesto su propia visión del hombre, dejando en claro sus errores
antropológicos al considerar a la persona como un simple elemento o molécula del tejido social, de
manera que el bien del individuo se subordina al funcionamiento del mecanismo económico-social.
El hombre queda reducido así a una serie de relaciones sociales, despareciendo el concepto de persona
como sujeto autónomo de decisión moral.29
Restringiendo que la personas se desarrollen y florezcan
en su vida cotidiana. El pensador francés Jacques Maritain; “Advertía que el mayor peligro que
amenaza a las sociedades modernas es un debilitamiento del sentido de la verdad”30
. Al derrocar
todos los absolutos nos vemos envuelto en un clima de inestabilidad constante, las ideologías se
apropian del concepto de persona desde el individualismo o colectivismo, entendido bajo parámetros
de conveniencia para alcanzar sus objetivos, desde una mirada puramente material postergando en un
segundo plano la dimensión espiritual, renegando toda apertura a la eternidad del hombre.
III.- Conclusión
En conclusión, el hombre está destinado y llamado al trabajo como un medio verídico de
humanización; resaltando que el trabajo está en función del hombre y no el hombre es función del
trabajo. Juan Pablo II señalaba; “El trabajo es un bien del hombre -es un bien de su humanidad-,
porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias
necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido se hace más
hombre”. 31
Trabajo y dignidad forman un conjunto inseparable regulado por la justicia, donde no se
menoscabe el cuerpo y el espíritu de nadie. 32
La DSI nos pide evitar toda discriminación hacia la
persona, evitando negarles oportunidades de desarrollo y perfeccionamiento en el mundo del trabajo,
por motivos de razas, géneros o elementos excluyentes de manera arbitraria cometiendo faltas graves
al concepto de dignidad de la persona. ¿El progreso hace la vida más humana? ¿La hace más digna
del hombre? Juan Pablo II nos dejó una respuesta frente a estas interrogantes en relación con el
progreso en base a lo verdaderamente esencial para el hombre, convirtiéndose en un ser más maduro,
más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los demás,
particularmente a los más necesitados y a los más débiles, más disponible a dar y prestar ayuda a
25
Redemptor Hominis, Juan Pablo II, 1979, p. 18.
26
Laudato Sí, Francisco, 2015, p. 7.
27
Quadragesimo Anno, Pío XI, 1931, p. 31.
28
Quadragesimo Anno, Pío XI, 1931, p. 33.
29
Centesimus Annus, Juan Pablo II, 1991, p.11.
30
Maritain, j., Le Philosophe dans la Cité, Alsacia, Paris, 1960, p. 35.
31
Laborem Excercens, Juan Pablo II, 1981, p. 14.
32
Valparaíso 1972, Salvador Lanas, Santiago, 2020, p. 54.

6. todos. No basta confiar en la tecnocracia o promover la producción y redistribución de recursos,
debido a que no es algo que la economía pueda solucionar con más economía. Es difícil avanzar
cuando se sigue hablando de dinero y transacción y no de las personas que están detrás y sufren día a
día la carencia de bienes y servicios. Recordemos que la economía es para el hombre y no el hombre
para la economía, el dinero es un mero medio y nunca un fin en sí mismo. Si el Estado y el Mercado
tuvieran a la persona en su centro nos daríamos cuenta de que ambos son totalmente complementarios
y no excluyente uno del otro, el mercado necesita regulación y el Estado, competencia e incentivos.
Pablo VI en Populorum Progressio señalaba que la actividad económica, que ciertamente es necesaria,
debe estar al servicio de la persona humana y ser “Fuente de fraternidad y signo de la providencia
divina”. También señalaba que el problema real no era la falta de pan, sino la falta de una voluntad
política perseverante para hacer espacio a todos en la misma mesa. 33
El ser humano se desarrolla
cuando crece espiritualmente, cuando su alma se conoce a sí misma y nos acercamos a la verdad,
lejos de Dios, el hombre está inquieto y se hace frágil. 34
“Si el amor necesita la verdad, también la
verdad tiene necesidad del amor. Amor y verdad no se pueden separar. Sin amor, la verdad se vuelve
fría, impersonal, opresiva para la vida concreta de la persona. La verdad que buscamos, la que da
sentido a nuestros pasos, nos ilumina cuando el amor nos toca”. 35
El Papa León XIII nos enseñó
que cuando salgamos de esta vida entonces hemos de comenzar de veras a vivir. Porque no creó Dios
al hombre para estas cosas quebradizas y caducas, sino para las celestiales y eternas. 36
Conocer es
una tarea difícil y requiere apertura de espíritu, sencillez y humildad, solo con esas disposiciones “del
corazón” se puede llegar a ver bien, a pensar bien, a distinguir lo esencial de lo accesorio. 37
Tenemos
que volver a llevar la dignidad humana al centro y sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales
alternativas que necesitamos.38
Para alcanzar este fin “lo primero es el amor, lo que nunca debe estar
en riesgo es el amor, el mayor peligro es no amar” (1 Co 13, 1-13)
Muchos problemas no se tratan solamente de modernizar el Estado o de preocuparnos de la
producción económica o de la organización jurídica y social garantizada. Sino que se requiere un
cambio de mentalidad, de comportamiento y estructuras, de ser amables unos a los otros, desde un
plano personal y laboral. Seamos nosotros mejores y los tiempos serán mejores nos enseñó San
Agustín. Necesitamos de una comunidad política que nos ayude a mirar hacia adelante, ser capaz de
soñar juntos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos
de esta misma tierra que nos cobija a todos.39
Las personas debemos trabajar en la búsqueda del
anhelado bien común y de la verdad, cultivando una vida para el bien propio, del prójimo y el entorno.
Los grandes cambios, deben comenzar por micro cambios y no existe nada mejor que comenzar por
uno mismo. La belleza debe recuperar el papel dentro del universo, el bien debe reinar en la vida
familiar y laboral y la verdad debe hacerse presente en los corazones de nosotros los pecadores. El
hombre completa la obra de Dios con su propia esencia, existencia y acción, destinado a la gracia y a
la gloria para llegar a ser capaz de ver a Dios cara a cara, siendo peregrinos constantes de lo absoluto.
33
El Trabajo y el Futuro del hombre, Margit Eckholt, Buenos Aires, 2006, p. 25.
34
Caritas In Veritate, Benedicto XVI, 2009, p. 50.
35
Lumen Fidei, Francisco, 20013, p. 34.
36
Rerum Novarum, León XIII, 1891, p. 17.
37
Sabiduría, Naturaleza y Enfermedad, Mauricio Besio y Alejandro Serani, Santiago, 2014, p. 20.
38
Fratelli Tutti, Francisco, 2020, p.44.
39
Fratelli Tutti, Francisco, 2020, p.3.