El documento habla sobre el Premio Nacional de Periodismo 2016 otorgado a periodistas egresados de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. También menciona que la escuela recibió el Premio Pasaporte Abierto, un reconocimiento internacional al periodismo turístico. Finalmente, narra brevemente sobre el terremoto del 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México y cómo 32 años después, el 19 de septiembre de 2017, ocurrió otro fuerte sismo.
Planificacion Anual 4to Grado Educacion Primaria 2024 Ccesa007.pdf
19S: Solidaridad ante la tragedia del terremoto de 2017
1. Premio Nacional
de Periodismo 2016
La Escuela de Periodismos Carlos
Septién García felicita a la perio-
dista Blanche Petrich, egresada y
catedrática de esta casa de estu-
dios, por recibir el Premio Nacio-
nal de Periodismo 2016, por “Tra-
yectoria Periodística”, así como a
Mael Vallejo, también exalumno
de la Septién, por formar parte del
equipo de investigación que ganó
en la categoría Reportaje con el
trabajo “Las empresas fantasmas
en Veracruz”, publicado en el me-
dio Animal Político.
Periódico-taller de los alumnos de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García
Año 15, No. 76, diciembre-enero de 2018
• OPINA • DIALOGA • PARTICIPA •
19 de
septiembre CIUDADES
@CarlosSeptienG epcsg@CarlosSeptienG www.septien.mx
CULTURA
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32 años después del
terremoto de 1985
Rodrigo Pacheco Jaimes
La EPCSG recibe
el Premio
Pasaporte Abierto,
reconocimiento
internacional al
periodismo turístico
Los hielos del té habían ador-
mecido mi lengua mientras tú y
tus manos curiosas investigaban
lentamente el carrete fotográfico
de mi celular. Era martes 19 de
septiembre y, como todas las se-
manas, te había esperado afuera
de mi escuela para ir a platicar y
perder el tiempo antes de seguir,
cada uno, con nuestras respectivas
obligaciones.
Teníamos una plática banal, un
par de fotos y comentarios sarcás-
ticos habían enlazado la frágil con-
versación que hasta ese momento
nos ataba en aquel café, ubicado
detrás de El Caballito de Reforma,
a sólo unas cuadras del Centro His-
tórico de la Ciudad de México.
Era una tarde calurosa y nues-
tras bebidas refrescantes apenas
saciaban la sed que el calor pro-
vocaba. El reloj marcaba las 13:14
horas, por lo que sólo nos queda-
rían unos cuantos minutos para
poder estar juntos.
De pronto el café se llenó de
ondas. Las mesas crujieron y un
sonido brusco se adueñó de to-
do el local. Ninguno de los dos se
inmutó y nuestra experiencia nos
hizo creer que un camión había
dejado ese recuerdo tras su paso
por la calle. Pero volvió a sentirse
un movimiento y, por inercia, nos
volteamos a ver para tratar de des-
cifrar, en milésimas de segundo,
aquello inesperado. De repente
sentimos un tercer jalón. Clave,
horrible y oportuno que, al parale-
lo de un temeroso grito, nos dijo:
“Está temblando”, y fue ahí cuan-
do empezó todo…
Te sujeté de la mano y nos levan-
tamos de la mesa (la cual no deja-
ba de tambalearse). Las lámparas
se movían al compás de nuestros
corazones y poco a poco, el miedo
se apoderó del lugar. Todo se mo-
vía; las sillas, las bebidas y los es-
tantes. Tú no lograbas reaccionar
ante lo que estaba sucediendo y te
congelaste al escuchar los crujidos
de las ventanas. Alcancé a tomar
el celular de la mesa y te jalé ha-
cia la puerta del lugar junto a una
veintena de personas que, al igual
que nosotros, ya eran esclavos de
un miedo como el que se vivió 32
años atrás.
Salimos del lugar y afuera todo
era caos. Gente corriendo por las
calles, personas bajando de los
edificios, autos detenidos, gritos,
llantos y esa maldita alarma que
hasta el día de hoy no deja de re-
tumbar en mis oídos.
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2. Directorio
Diálogos • Diciembre - enero 2018
• 2
Diálogos es un periódico-taller de distribución gratuita realizado por
los alumnos de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.
El contenido es responsabilidad de sus autores y no refleja,
necesariamente, el criterio de los editores.
Se autoriza su reproducción total o parcial,
siempre y cuando se identifiquen fuente y autor.
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CIUDADES: Begoña García
INTERNACIONAL: Frida Valencia y Carlos Salgado
MEDIOS: Sofía Muñoz
CULTURA: Itzel Luviano y Llyther Méndez
ESPECTÁCULOS: Fernando Guevara y Daniel Romero
CIENCIA Y TECNOLOGÍA: Yeseline Trejo y Alma Castro
DE HOMBRE Y LOBO: Alejandro Nájera y Eduardo Ramos
DEPORTES: Miguel Baca y Manuel Treviño
FOTOGRAFÍA: Alejandro Orellana
CORRECCIÓN: Alejandra Montiel y Fernanda Ramos
DISEÑO: Rosario Ugalde, editorialseptien@gmail.com
Edición diciembre - enero 2018
COORDINADORA
EDITORIAL: CORRECCIÓN:
Adriana Téllez Enrique Mandujano
19 de septiembre
El 19S del
nuevo milenio
Miguel Osorio
El 19 de septiembre de 2107,
nuestro país sufrió uno de los sis-
mos más letales en la historia re-
ciente. Un sismo de 7.1 grados en
escala de Richter, con epicentro en
Axochiapan, Morelos, sacudió el
centro y sur de la República Mexi-
cana, que dejó un saldo de 369
personas fallecidas y más de 7 mil
lesionadas, según señaló Protec-
ción Civil y la Secretaría de Salud
capitalina.
Eran exactamente las 13:14 ho-
ras del jueves 19 de septiembre.
La placa oceánica de Cocos sufrió
una ruptura a 57 kilómetros de
profundidad en la zona limítrofe
de Morelos y Puebla, generando el
movimiento telúrico que se locali-
zó a 120 kilómetros de la Ciudad
de México.
Otra vez
19 de septiembre
Como cada año, la Ciudad de
México se preparaba para encarar
un nuevo “mega simulacro”, cuya
esencia reside en la conmemora-
ción del terremoto que devastó
la capital mexicana en 1985, a la
vez que alista a la población para
enfrentar una catástrofe natural
similar.
Este año Protección Civil convo-
có a la ciudadanía a que participa-
ra en un ejercicio de evaluación de
resultados, en el cual planteaban
un sismo hipotético de 8 grados
con epicentro en Guerrero. Con
motivo del terremoto ocurrido el
7 de septiembre, el ejercicio fue
suspendido en el Estado de Méxi-
co, Guerrero, Michoacán, Oaxaca
y Puebla.
El simulacro se realizó “orde-
nadamente y con participación
de media a baja”, según señaló la
dependencia encargada en redes
sociales. Investigadores del Insti-
tuto de Geofísica de la UNAM se-
ñalaron que la posibilidad de que
ocurriera otro gran evento sísmico
en la misma fecha era de, como
mucho, una entre 730.
Los daños
Al concluir la jornada del 19 de
septiembre, informes preliminares
de los gobiernos locales reporta-
ban 61 víctimas fatales. El 4 de oc-
tubre, el coordinador nacional de
Protección Civil, Luis Felipe Puente,
actualizó por última vez las cifras,
detallando el total de 369 muer-
tos: 228 en la capital del país, 74
en Morelos, 45 en Puebla, 15 en el
Estado de México, seis en Guerre-
ro y uno en Oaxaca.
En la Ciudad de México se re-
portó la caída de al menos 39 edi-
ficios, localizados en las colonias
Condesa, Roma, Del Valle, Narvar-
te, Portales, Guerrero, Lindavista,
Centro, Coapa y Juárez; además
de diversos daños estructurales
en las delegaciones Coyoacán,
Cuajimalpa, Tlalpan, Xochimilco e
Iztapalapa.
La carretera que conecta la
capital con Acapulco resultó par-
cialmente destruida. El aeropuerto
Benito Juárez tuvo que detener
sus actividades por unas horas, al
igual que seis estaciones del Siste-
ma de Transporte Colectivo Metro.
Alrededor de 400 mil habi-
tantes en la Ciudad de México y
municipios conurbados se vieron
afectados por la falta de servicios
básicos.
Entre las afectaciones más me-
diatizadas resalta el derrumbe del
Colegio Enrique Rébsamen, loca-
lizado en la colonia Nueva Orien-
tal Coapa, delegación Tlalpan, en
donde 19 niños y siete adultos per-
dieron la vida.
A raíz de este colapso surgió in-
formación de voces de especialis-
tas de Protección Civil, de que una
niña de nombre Frida Sofía, junto
con otros menores, se encontra-
ba viva bajo los escombros. Dicha
historia, comprobada falsa poste-
riormente, fue reproducida por los
medios de comunicación y viraliza-
da en redes sociales, lo que gene-
ró un desencanto generalizado.
Solidaridad
histórica
Tanto la ciudadanía como orga-
nizaciones civiles no tardaron en
responder a la desgracia, convir-
tiendo instituciones educativas, par-
ques y zonas públicas en centros de
apoyo. Así como la comunidad
digital sirvió para fomentar la or-
ganización de brigadas, lugares en
desastre, posibles atrapados con
vida o localización de centros de
acopio.
Nuestro país recibió apoyo eco-
nómico y técnico de al menos 25
naciones. Brigadas canadienses,
israelíes y chilenas acudieron con
conocimientos profesionales a
cooperar con los cuerpos de res-
cate nacionales, además, millones
de dólares fueron enviados a la
Cruz Roja desde naciones como
Andorra, Canadá, China, Corea,
Francia, Estados Unidos y el Vati-
cano. Según Transparencia Presu-
puestaria, se aprobaron 6 mil 844
millones de pesos en apoyos para
la ejecución inmediata de acciones
emergentes.
Se calcula que los partidos polí-
ticos aportaron 992 millones 778
mil pesos, por unos 95 millones
360 mil recaudados por deportis-
tas, artistas, y empresarios.
La reconstrucción
No era sorpresa que la sociedad
mexicana se levantara. Día con
día las actividades económicas
comenzaron a regularizarse, y con
esto el estilo de vida. El 27 de sep-
tiembre, el presidente de México,
Enrique Peña Nieto, señaló que
se requerirían 10 mil millones de
pesos para la reparación y recons-
trucción de viviendas, 13 mil mi-
llones para afectaciones en escue-
las y 8 mil millones más para los
daños ocasionados al patrimonio
cultural.
Entre los recursos destinados a
la reconstrucción de 11 entidades,
se contempla la expedición de
6 mil 500 millones de pesos en mo-
nederos electrónicos para la com-
pra de materiales de construcción.
Especialistas en economía afir-
man que, a nivel presupuestal, el
Fondo Nacional de Desastres re-
presentará un impacto que derive
en reasignaciones a otros rubros,
mientras que, con cierto optimis-
mo, esperan que tras el proceso de
reconstrucción se retome la pers-
pectiva de crecimiento •
3. 19 de septiembre •
3 •
Millennials,
mensajeros, enlaces
y vigías en la tragedia
Daniela Cervantes / Rivelino Rueda @dancervantesmon
Afectados
por sismo del
19S marchan
por acuerdos
para
construcción
de viviendas.
Gustavo Ricaño
Ellos son los hijos e incluso los
nietos del terremoto del 19 de
septiembre de 1985, ése del que
sólo conocen imágenes, historias y
textos. Hoy las redes sociales, los
dispositivos móviles y las nuevas
tecnologías los organizan, con-
cientizan y sensibilizan.
En esta nueva tragedia en la
Ciudad de México, los millennials
son el sistema neurálgico de la
ayuda y la distribución de víveres
a las personas más afectadas por
el sismo de 7.1 grados, del 19 de
septiembre pasado.
Se trasladan en bicicleta o
motoneta, algunos en automó-
vil, y su labor es llegar a las zo-
nas de desastre, albergues, co-
medores comunitarios, llevando
insumos básicos en medio de la
nueva sacudida.
“Unos tíos y tres primos murie-
ron hace 32 años en su departa-
mento de la colonia Roma. Es lo
menos que puedo hacer ahora”,
comenta Ximena Ávalos, de 20
años, estudiante en la Facultad de
Ciencias Políticas de la UNAM.
Ados meses del sismo del pasa-
do 19 de septiembre, damnifica-
dos se manifestaron con una mar-
cha conjunta que se realizó desde
el Multifamiliar de Tlalpan hacia el
Zócalo capitalino. Una de las con-
signas es que se utilicen recursos
públicos para que se construyan
nuevos edificios y sean de buena
calidad, con la finalidad de tener
una casa segura y digna en donde
vivir.
Además exigieron que haya
otros métodos para pagar sus ca-
sas, pues argumentan que pres-
tamistas los quieren convertir en
deudores, por lo que buscan que
el gobierno pague la reparación
de los inmuebles dañados.
Otro contingente que salió
desde Ángel de la Independen-
cia, pidió que se resuelvan temas
como la distribución de agua y la
búsqueda de nuevas formas para
tener una casa.
Ellos marcharon desde la ave-
nida Paseo de la Reforma hasta
Todos portan
casco de seguridad,
mochila a la espalda,
lentes de protección
y el indispensable
cubre bocas… Y sí,
como una extensión
de su cuerpo, su dis-
positivo móvil. Des-
de ahí se organizan,
se concentran en al-
gún punto y emprenden la labor que sus padres y abuelos les contaron en
aquellas históricas horas de septiembre de 1985.
“Mira, me están mandando por unas inyecciones a una farmacia. Es para
una señora que tiene fiebre en el albergue que está en el Deportivo Benito
Juárez.
“Y de ahí voy a pasar a un centro de acopio que está en Concepción Beís-
tegui para traer algunos víveres”, explica Camilo Ochoterena, de 17 años,
quien estudia la preparatoria en el Colegio Madrid.
Diego Garay, egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García,
narra su experiencia en el centro de acopio ubicado en Jardín Pushkin, en
la colonia Roma Norte: “Se iban conformando los grupos de motociclistas
de 20 o 30 personas aproximadamente. Había un líder por cada grupo y yo
estaba designado a determinar el lugar al que nos teníamos que mover”.
Ellos son los millennials, quienes son categorizados por la mayoría de la
población como “jóvenes con iniciativa de escritorio”. Muchachos y mucha-
chas —dicen— “sin interés en la política y mucho menos en lo que pasa
en su país”. Hoy, como hace 32 años, los jóvenes toman la ciudad. Hoy, los
millennials dan una gran lección a quienes los categorizan de esa forma •
la glorieta de la Palma, donde se
desviaron, ya que a esa hora se
encontraban cientos de ciclistas
transitando.
El jefe de Gobierno, Miguel Án-
gel Mancera, dijo que la recons-
trucción de las casas dañadas tar-
dará al menos siete años y afirmó
que el gobierno ha trabajado de
forma constante para dar solución
a los puntos relacionados al sismo
del 19S.
“No hay inactividad, estamos en
todos los rubros, en el rubro de la
familia, en la parte de los edificios,
por eso tenemos tantas memorias
tanto de video como gráficas, no
es algo que estemos inventando,
ahí están las acciones concretas y
esto se va a seguir reflejando.”
Hasta la fecha, algunos inmue-
bles no han sido verificados, tal es
el caso del edificio conocido como
la Osa Mayor, ubicada en la colo-
nia Doctores, donde los vecinos
aún esperan saber si sus hogares
pueden ser habitables o no •
• Licenciatura en Periodismo
RVOE SEP Acuerdo 8166 del 2 de julio de 1976
• Turnos matutino y vespertino
• Beca parcial en el vespertino
• Prensa, Radio, televisión:
–Sala de cómputo (Mac)
–Fotografía digital –Estudios de radio y tv
–Radio Septién por internet –Periódicos impreso y en línea
68 años de
experiencia
Escuela de Periodismo Carlos Septién García
4. • 4
Diálogos • Diciembre - enero 2018
Maestrías:
•Periodismo Político
RVOE SEP Acuerdo 2007128 del 19 de febrero de 2007
•Periodismo Económico
RVOE SEP Acuerdo 2007127 del 19 de febrero de 2007
Con duración de seis trimestres (18 meses efectivos) en
clases presenciales los sábados en horario de 9 a 15 horas
Escuela de Periodismo Carlos Septién García
Iniciamos clases en marzo y octubre de cada año
32 años...
VIENE DE LA PORTADA
Pero el movimiento no cesaba.
Toda la calle retumbaba y con el
crujido del piso o de un auto sen-
tíamos que un edificio se nos cae-
ría encima. Tú llorabas en silencio
mientras mis repetidas palabras no
lograban calmar tus ansias. Logra-
mos quedarnos en uno de los ca-
mellones de Reforma, pegados a
un poste de luz que no dejaba de
observarnos maliciosamente.
La gente estaba confundida y
reinaba un ambiente de pánico.
Reforma se llenó de carros, gente
y polvo. Y justo cuando el mundo
parecía caerse, cuando estábamos
a segundos del final. Todo se detu-
vo. La calma regresó acompañada
de tu voz y por primera vez, desde
que empezó todo, pudiste reaccio-
nar ante lo que había sucedido.
Alrededor había gente llorando
y llamando por teléfono. La señal
se perdía por ratos y en el celular
era ausente. La gente trataba de
dimensionar lo que acababa de
pasar. Había confusión y poco a
poco empezaron a descender de
los autos para ver si algo grave
había sucedido en esa parte de
Reforma.
Nos miramos un segundo y un
abrazo oportuno nos dejó en claro
que aquella pesadilla había termi-
nado. Caminamos hacia la zona de
mayor tránsito para darnos cuenta
de lo sucedido. Dimos unos cuan-
tos pasos cuando entre la multitud
escuchamos los sollozos de una
joven al lado nuestro. Tenía apro-
ximadamente unos 16 años y abra-
zaba a su mamá temblando.
“Ha sido la peor experiencia de
mi vida. Fue horrible… nunca ha-
bía sentido algo así. Creí que no
—¡Qué tal señor!
—Buenas tardes jóvenes.
—¿Cómo está? ¿Qué tal el
susto?
—Bastante fuerte. Hacía tiempo
que no me espantaba así… desde
aquel temblor del ‘85 no sentía al-
go tan fuerte.
—¿Fue peor que el de hace dos
semanas?
—Sí, bastante.
—¿Usted pertenece a alguna
asociación de rescate?
—Así es, a nosotros (los de cha-
leco naranja) nos llaman cuando
sucede algún derrumbe o algo
así… somos trabajadores y por eso
estamos aquí sentados. Esperando
a que nos indiquen qué debemos
hacer.
—Y ¿cómo ve el edifico? ¿Tiene
muchos daños?
—No, no tantos… sólo un par
de ventanas rotas y algunas grie-
tas, pero gracias a Dios sin riesgo
de colapso… estoy seguro que és-
te en el 85 se hubiera caído.
—¿Usted cree?
—¡Claro! Aquel fue peor, más
devastador, pero en este también
hubo derrumbes. Hay colapsos en
la Roma y Narvarte. En el temblor
del 85 a mí me tocó caminar por
las calles aquel día y créeme que
fue mucho peor. No se podía ca-
minar por las banquetas y había
un olor muy fuerte a gas y polvo.
El señor agregó: “Imagino que
para ustedes (los jóvenes) fue una
experiencia muy fuerte, pero para
los que vivimos el del ‘85 fue co-
mo una repetición de aquel terre-
moto. Aunque ahora si estábamos
más preparados. Como dicen…
nos agarró más curtidos.”
Tras esas últimas palabras, nos
despedimos de don Antonio,
quien se observaba preparado pa-
ra lo que se necesitara.
Seguimos nuestro camino por
la banqueta de Reforma. La gen-
te seguía saliendo de los edificios
y refugiándose en las zonas de
seguridad. Un mensaje me indicó
que el sismo había tenido una in-
tensidad de 7.1 con epicentro en la
frontera de Puebla y Morelos.
Era momento de despedirse.
Tú tomarías tu rumbo y yo el mío.
Nos dijimos adiós y tras un largo
abrazo, cada uno se fue a su casa
respectivamente.
Pedí un Uber porque el metro
y todo el trasporte público de la
ciudad era un caos. Sentado en el
asiento trasero veía por la venta-
na a toda la gente y fue justo en
ese momento cuando comprendí
qué pasaba por la mente de los
jóvenes que no habíamos vivido el
temblor de 1985.
Para nosotros era algo nuevo y
excitante. Todas las historias que
nos habían contado nuestros pa-
dres, tíos y abuelos las estábamos
viviendo ahí, en ese momento, en
carne propia, a nuestro estilo y con
nuestras ventajas y desventajas.
Por eso queríamos estar y ayudar.
Ser parte de una situación tan
real y cercana como un temblor,
el cual nos había tomado por sor-
presa y nos había envuelto en ca-
da una de sus partes. Comprendí
que el señor Antonio y la señora
Carmen ya habían vivido algo así
de fuerte (o quizás más) pero no-
sotros no.
Nosotros habíamos cortado de
tajo 32 años de historia y ahora
éramos parte de ella. Éramos Ja-
cobo Zabludovsky y con nuestras
cámaras y, las tan criticadas, redes
sociales documentábamos cada
escena del trágico suceso. Senti-
mos la vulnerabilidad de la vida y
comprendimos la importancia de
no jugar en los simulacros.
Queríamos ser los héroes de
una ciudad destrozada (y creo que
lo logramos) •
Y pese a que no se veían destro-
zos en esa larga avenida, poco a
poco nos enteramos del caos que
había en varias partes de la ciudad
y en otros estados de la República.
Llegamos a la Glorieta del Án-
gel y caminamos en Río Tíber con
dirección a Río San Joaquín. Ahí la
calle estaba cerrada. Un camión de
bomberos impedía el paso mientras
un grupo de gente se aglutinaba
curiosamente para ver qué sucedía.
Pronto nos enteramos que una
señora con su perro no habían po-
dido salir a tiempo de su edificio y
por el riesgo de un posible colapso,
se habían refugiado en su aparta-
mento para esperar la ayuda.
Esto lo supimos por un par de
jóvenes que se asomaban curiosa-
mente desde una de las banque-
tas de la calle. Eran estudiantes y
el morbo de nunca haber vivido
algo así los consumía e incitaba a
ofrecer ayuda. Uno era foráneo (de
Torreón), por lo que los temblores
no era algo común en su ciudad.
Mientras que el otro, residente del
Estado de México, tampoco era un
experto en estos temas.
“Es algo nuevo para nosotros
o por lo menos para mí. Fue raro
pero emocionante. Sentir un tem-
blor así de fuerte es realmente ex-
traño… ya tendré algo que contar
a mi familia”, comentó el norteño
con una risa nerviosa.
“Me sentía como en una película
en la que todo se mueve alrededor.
Yo sólo rezaba para que cesara y
todo regresara a la normalidad…
duró mucho para mí”, fueron las
palabras con las que concluyó el
joven.
saldríamos”, comentó entre llantos
la joven de nombre Jéssica quien
buscaba el consuelo entre los bra-
zos de su madre Carmen, a quien
se le veía más calmada, con la voz
entera y con la experiencia de ha-
ber vivido en 1985 una tragedia si-
milar en la ciudad, pero con menos
daños estructurales.
“Sí estuvo feo, estábamos
adentro de ese edificio (SAT) y se
nos movía todo… yo tenía fe que
nada pasaría, pero aún así el susto
nadie nos lo quita”, dijo la señora
tras ser una de las primeras perso-
nas en salir del edificio.
Dejamos a las dos mujeres y nos
sumergimos en la masa de gente
que había en los camellones de
Reforma con dirección al Ángel de
la Independencia. Había personas
por todos lados; cruzando la calle,
bajando de los carros, sentados en
las banquetas.
Todos en shock. Gente llorando
y buscando consuelo en los brazos
de alguien. Abundaban las llama-
das telefónicas y los mensajes de
texto.
Antes de llegar a la Glorieta de
la Palma había un convoy de tra-
bajadores rodeando uno de los
edificios que tenía ventanas rotas
y algunas fisuras en las paredes.
Ahí encontramos a Antonio Gon-
zález, de unos 50 años de edad
que, con bigotes blanquecinos y
una playera, anteriormente negra
y gastada por el uso, se recargaba
en una banca de piedra y se decía
listo para seguir las órdenes de su
jefe. Traía un casco amarillo y un
chaleco naranja que apenas cu-
bría una parte de su prominente
barriga.
5. Medios •
5 •
¿Ayudamos o
creamos caos?
Sofía Muñoz
Durante el sismo del pasado 19 de septiembre y los días posteriores las redes sociales fueron una parte esencial
de la participación social activa. A través de distintas páginas de Facebook o Twitter nos informamos de dónde se
requería ayuda y de gente que la ofrecía.
Parecía que las redes serían el santo grial de la solidaridad que surgió en ese momento; sin embargo, gracias a
gente que sólo daba clic al botón de compartir sin confirmar que la información fuera real, lo que comenzó como
una dinámica ciudadana que servía para un propósito real, pasó a ser un caos, ya que había quienes llegaron incluso
a hacer publicaciones “de broma” respecto de los afectados.
La información falsa comenzó a apa-
recer, gente que decía estar en los luga-
res del desastre clamaba ayuda para que
las máquinas no demolieran los edificios
que supuestamente aún tenían sobrevi-
vientes.
En cuanto a las mascotas perdidas du-
rante el sismo, representantes de asocia-
ciones o empresas falsos que prometían
recogerlas y donar alimento si se com-
partía la publicación, más tarde fue desmentido.
El pánico colectivo ayudó a que éstas se difundieran sin confirmar, pensando que podrían aportar algo aunque
fuera desde su escritorio, y si bien la intención del público era honesta, no sólo en las redes se vivían momentos de
incertidumbre, desinformación, caos y pánico. Los medios no fueron de gran ayuda y un ejemplo claro fue el caso
del rescate de la niña Frida Sofía, que supuestamente estaba enterrada bajo los escombros del Colegio Rébsamen,
al sur de la Ciudad de México.
Los medios como Televisa transmitieron en vivo desde el lugar durante horas, donde se concentró la mayor parte
de la atención. Esto, llevó a que su rating subiera hasta 70%, según la empresa Nielsen IBOPE, dedicada precisamen-
te a medir la cantidad de espectadores de las televisoras. Por lo que se sabe, la pequeña nunca existió y tal vez si
hubiera un mejor manejo de las crisis en nuestros medios se pudo haber evitado la confusión.
No podemos acusar totalmente a la televisora de crear la maraña que mantuvo a familias enteras frente al televisor
para confirmar si la niña estaba viva o muerta, la falta de entendimiento y comunicación de las autoridades fueron
parte del embrollo. Si analizamos la situación, en una emergencia como ésa tampoco podían separase mucho del
lugar y había que regresar a seguir con los trabajos de rescate.
Las redes fueron medio de caos y confusión, sí. Pero no podemos dejar de lado la ayuda que proporcionaron para
la formación de brigadas. Por ejemplo, muchos grupos se vieron formados por medio de las redes, alguien publicaba
que iba a armar un grupo y que iban a ir a lugares de desastre para ayudar e inmediatamente obtenían compartidas,
y con ellas, apoyo para su causa.
Incluso para después de la tormenta, iniciativas de artistas para ir a los albergues a ofrecer un show y ayudar a que
la gente se sintiera menos mal acerca de la situación empezaron a tomar fuerza. Así, empezaron a sumarse grupos
pequeños para poder repartir un poco de esparcimiento y distracción a los más afectados.
Sumado a esto, gracias a Instagram, pudimos observar cómo artistas, Youtubers e Influencers hacían su parte des-
de sus historias, compartiendo información, albergues, zonas afectadas, dónde estaban llevando víveres, todo lo que
pudieran ofrecer, incluso surgieron iniciativas creadas por ellos mismos para llevar
ayuda a comunidades alejadas de la ciudad, viajar a los diferentes estados afectados
y poder asegurarse de que todo llegara a manos de quien lo necesitara.
Nuestras redes, ésas que dicen nuestros papás que sólo sirven para perder el
tiempo, se convirtieron en los vehículos de ayuda, una manera de informar a la gen-
te acerca de las personas que habían sido rescatadas y de las que habían fallecido.
Hospitales, albergues y establecimientos que estaban ofreciendo comida gratis a
los rescatistas, incluso, la perrita rescatista de nombre Frida se hizo también viral.
Entonces, si podemos hacer que una ciudad se levante gracias a un par de com-
partidas, deberíamos replantearnos la capacidad de estas como herramienta de co-
hesión social •
Medios
Algún día
no estaremos
solos
Antonio Rosales Morales
Cuando la mentira es ley, la ver-
dad es punto de conflicto, motivo
de sospecha. A quienes se intere-
san en ella se les considera locos,
parias de este mundo convencio-
nal. Quienes se atreven a inves-
tigarla, cuestionarla, analizarla y
desnudarla hasta el cansancio, son
perseguidos, amenazados, asesi-
nados o incluso, completamente
ignorados.
Ignorar equivale a un destierro
intangible, muy sutil, pero no por
ello menos venenoso.
Con la hipocresía instalada co-
mo base de un sistema de conven-
cionalismos, decir que el rey está
desnudo te convierte en la oveja
negra de cualquier grupo. Las
verdades duelen demasiado y na-
die quiere ser lastimado. Nos han
confundido tanto que nos lastima
más que nos expongan la realidad
que el hecho de que nos hayan
engañado.
Es más fácil silenciar con plomo
que admitir la propia vileza. Es más
cómodo ignorar el cadáver del
mensajero sobre el asfalto o sus
últimos gritos de auxilio, que asu-
mir el reto de empezar un cambio.
Es más conveniente ponerle precio
al silencio que exponer la vida por
no acomodarse.
El periodista ético, crítico e in-
cómodo, es un aventurero que se
sumerge en el fango para extraer
la caja de Pandora de los horrores
y convertir esas verdades en dia-
mantes para el lector indicado en
el momento menos esperado.
Salir de la farsa es un proceso
que puede tomar meses, años, to-
da la vida o incluso nunca darse,
pero a veces un artículo, un repor-
taje, un ensayo o un libro, pueden
ser la semilla de un despertar in-
finito, el explosivo que derribe la
montaña de dogmas introyecta-
dos desde la infancia que habitan
en cada persona.
Cierto es que si un periodista no
quiere arruinar su salud mental y
empañar la calidad de su trabajo,
no puede ni debe considerarse hé-
roe, mártir, juez o activista; sin em-
bargo, debe cuidarse del cinismo y
las meras relaciones públicas de las
que Kapuciski y Orwell nos advir-
tieron respectiva y oportunamente.
Quizás, como dice la periodis-
ta Anabel Hernández en un vídeo
que circula en Youtube,1
a los pe-
riodistas nos falta concientizar a
nuestros lectores sobre cómo la
corrupción, la impunidad, la vio-
lencia, la mentira y el robo nos
afectan en nuestra vida cotidiana,
“que por cada peso que se robaron
(…) es cada peso que no llegó a la
boca de un niño, o para vacunarlo
y evitar que se muriera de alguna
enfermedad”.
Algún día los periodistas mexi-
canos no estaremos solos con
nuestras verdades incómodas. Ese
día, nuestros trabajos servirán pa-
ra provocar cambios profundos,
como en Islandia y el primer minis-
tro que tuvo que renunciar por los
Panama Papers; nuestros trabajos
serán leídos por más personas que
nuestros jefes.
Esperemos ese día llegue pron-
to para no acumular tantos perio-
distas asesinados como este 2017,
que cierra con 11 muertos (como
Miroslava Breach, Javier Valdez, Ce-
cilio Pineda, entre otros)2
para que
no tengan que exiliarse para salvar
su integridad (como Ana Lilia Pérez
en Alemania, desde 2012, tras sus
investigaciones sobre la corrupción
en Pemex)3
para que no sufran de-
tenciones arbitrarias (como Sanjua-
na Martínez en 2014,4
como Lydia
Cacho cuando la publicación de Los
Demonios del Edén)… Simplemen-
te, para que puedan vivir sin miedo
a morir. Algún día, de verdad, no
estaremos solos. La pregunta es:
¿Cuándo? •
Referencias
1 https://www.youtube.com/watch?v=RsMyXQtaXpU
2 http://www.eluniversal.com.mx/nacion/sociedad/los-11-periodistas-asesinados-
en-mexico-en-2017
3 http://www.dw.com/es/aqu%C3%AD-estoy-ana-lilia-p%C3%A9rez-periodista-
mexicana/av-37857194
4 http://www.sinembargo.mx/24-12-2014/1200228
6. • 6
Diálogos • Diciembre - enero 2018
Escúchanos en: www.septien.mx/radio-septien
LUNES
•VILLAMELONES 13:00 A 14:00
•RESUMEN INFORMATIVO 14:00
•EL PALCO 14:00 A 15:00
•PAR DE ASES 17:30 A 18:00
MARTES
•LOS DE PINTA 13:00 A 13:30
•ZONA DE CONFORT 13:30 A 14:30
•RESUMEN INFORMATIVO 14:30
MIÉRCOLES
•MELOMANÍA 12:00 A 12:30
•TENDENCIA MUSICAL 12:30 A 13:00
•INTERFERENCIA RADIO 13:00 A 13:30
•REFRACCIÓN 3.0 13:30 A 14:30
•RESUMEN INFORMATIVO 14:30
JUEVES
•ENCUENTRO 12:00 A 12:30
•TRIKELION 12:30 A 13:30
•PLANO SECUENCIA 13:30 A 14:00
•NOVA MUSIC 14:30 A 15:30
•PAR DE ASES 17:30 A 18:00
VIERNES
•INTERLUDIO 12:00 A 13:00
•COLLAGE 013:00 A 13:30
•DESCANSO INFORMATIVO 13:30 A 14:00
LAS NUEVAS GENERACIONES DE PERIODISTAS
ESTÁN AL AIRE
Los nuevos
Miserables
Julio César Romano Gutiérrez
Presentan PAN, PRD y MC al INE
intención de aliarse rumbo al 2018
Gustavo Ricaño
Becarios, practicantes, ayudantes, no importa la etiqueta que se le colo-
que, todos son trabajadores generando riqueza sin ninguna remuneración.
Con la bandera de “te estamos enseñando” empresas han decidido contra-
tar a jóvenes que están iniciando su vida laboral; pero ¿qué tanto reciben
los becarios a cambio?
Es verdad que el conocimiento práctico se consigue únicamente afuera
de la institución que te protegió de la realidad durante tantos años; pero en
muchas ocasiones, sino es que la mayoría, los jefes directos sólo te mostra-
rán la parte que a ellos les conviene.
Con la promesa de un contrato, los practicantes cambian sus cuatro ho-
ras diarias por ocho o hasta 10 horas, sin paga, sólo con la dulce ilusión de
un papel que te acredite como trabajador formal.
Los universitarios se han convertido en trabajadores de tiempo completo,
con las responsabilidades y estrés de un asalariado, pero sin remuneración,
sin seguro y sin cotización en distintas dependencias como el IMSS o el In-
fonavit. Esto último pareciera ser una mina de oro aún sin explotar para los
directivos de los medios de comunicación •
Tras una serie de sesiones y acuerdos, los dirigentes del PAN, Ricardo Anaya;
de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, y del PRD, Alejandra Barrales,
acudieron al Instituto Nacional Electoral para manifestar su intención de
convertirse en una coalición para competir en las próximas elecciones de
2018.
Los dirigentes fueron recibidos por el secretario Ejecutivo del Instituto,
Edmundo Jacobo; el director de prerrogativas y partidos políticos, Patricia
Ballados, y, en privado, por el presidente del INE, Lorenzo Córdova. Después
se trasladaron al auditorio para presentarse con el consejero Benito Nacif.
Alejandra Barrales declaró que esta unión es “posible no porque pensa-
mos igual los partidos que hoy acudimos aquí, sino porque nos mueve el
mismo objetivo de cambiar el rumbo del país”.
Agregó que los tres ejes en los que se basará la plataforma electoral son:
—Transformar el régimen e impulsar y fortalecer la democracia.
—Combatir total y frontalmente la corrupción y la impunidad.
—Luchar sin descanso para pacificar el país, con seguridad y respeto a
los derechos humanos.
Ricardo Anaya afirmó que este Frente avanza a paso firme, apartando lo
que los separa y apretando lo que les une, al citar al fundador de su partido
Manuel Gómez Morín. “Con esa visión, con ese ánimo, con esa convicción,
vamos a lograr el cambio profundo que nuestro país demanda; no tengo
ninguna duda y tampoco ustedes deben tenerla, el primero de julio de 2018
vamos a ganar la presidencia de la República.”
Anaya destacó que en el aniversario de la Revolución mexicana sigue sin
hacer efectivo el derecho maderista de “sufragio efectivo” y tampoco se ha
hecho realidad la justicia.
Añadió que uno de los objetivos que tiene la coalición
de estos tres partidos es combatir la pobreza, la margina-
ción y la desigualdad. Afirmó que las nuevas tecnológicas
utilizadas como herramientas de trabajo harán que millo-
nes de mexicanos pierdan sus puestos laborales.
“México es el país más desigual de la OCDE y hay una
realidad que ya estamos experimentando, la robotización
de la inteligencia, lo que va a implicar la pérdida de millo-
nes de empleos, por ello hemos convenido establecer una
renta básica mensual para todos los mexicanos.”
Dante Delgado dijo que escuchará a todos los aspiran-
tes de esta nueva coalición con la finalidad de elegir a uno que desempeñe el perfil que requieren los partidos, y
para eso mencionó tres características para lograrlo. Tiene que ser en primer lugar por consenso, es decir, ponerse de
acuerdo todas las fuerzas políticas. Adicionalmente, tenemos que darle toda la oportunidad para que quienes legíti-
mamente aspiren lo reflejen dando sus puntos de vista sobre el proyecto de país y finalmente establecer mecanismos
en los cuales se puedan evaluar los perfiles y las acciones vinculado a la opinión de los ciudadanos.
Esta no es la primera vez que se registra un frente que compita con otros partidos con la estrategia de ganar en las
elecciones presidenciales, en 2006 y 2012 se crearon el Frente Amplio Progresista y el Diálogo para la Reconstrucción
de México, los cuales estaban liderados por el PRD, el PT y Convergencia, quienes postularon a Andrés Manuel López
Obrador a la presidencia •
Política
7. Opción social •
Opción social
Misoginia en 140 caracteres
Ana Belén Guízar
El Internet se ha convertido en
el ágora del siglo XXI. El espacio
“libre” en el que todos escriben lo
que quieren. Cada quien expresa
sus opiniones sin importar los es-
tragos que causen en los demás.
¿Hasta dónde es válido o legal,
atacar a una persona mediante
una red social? Lamentablemente
no existe un límite.
En la vida “análoga” conocimos
a diferentes grupos que tenían co-
mo objetivo ir en contra de cierta
fracción de la sociedad por el sim-
ple hecho de “ser”. De ser negro,
de ser pobre, de ser mujer, de ser
católico, de ser mexicano, judío,
español, etcétera.
El ser humano es violento por
naturaleza y busca imponer su
verdad. Por algo, tantos filósofos
se han dedicado a teorizar sobre
la guerra. Porque, a fin de cuen-
tas, de eso se tratan las batallas
—civiles, mundiales, de pareja, de
amigos— de fijar nuestra visión.
Sin embargo, como dijo José Sa-
ramago, tratar de convencer es
faltar al respeto porque es buscar
conquistar una mente.
“La libertad que tiene cada
hombre de usar su propio poder
según le plazca, para la preserva-
ción de su naturaleza, esto es, de
su vida; y, consecuentemente, de
hacer cualquier cosa que, confor-
me a su juicio y razón, se conciba
como la más apta para alcanzar
ese fin”.1
El inconsciente colectivo de los
mexicanos contiene estos precep-
tos a pesar de que no somos un país
que se haya visto envuelto en gue-
rras internacionales. Manejar en la
Ciudad de México es aprender un
libro entero de groserías. Salir a un
antro-bar casi siempre termina con
una pelea. En el peor de los casos,
como lo que ocurrió recientemente
en Cuernavaca; donde una cámara
de seguridad grabó el momento
en que un joven trató de defender
a una mujer de su pareja y éste le
disparó y lo mató.
Además, vivimos en un mundo
que gira en torno al sexo, al poder
y al dinero. Oscar Wilde alguna vez
mencionó que todo en el mundo
se trata de sexo excepto el sexo,
que se trata de poder. Pero para
no hacer una recapitulación tedio-
sa de lo que ya sabemos que es el
ser humano, vamos a lo que trata
de abordar este texto: el Internet,
las redes sociales, Twitter… La mu-
danza de estos grupos de odio al
terreno digital.
Era un domingo y yo hacía cual-
quier cosa común de una univer-
sitaria de 2017. Estaba viendo mi
celular y abrí la aplicación Twitter.
En mi timeline apareció un tuit de
la periodista Yuriria Sierra, en el
que preguntaba alguna cuestión
de futbol. Las respuestas me co-
menzaron a hervir la sangre: “Qué
bueno que nos confirmas que las
mujeres no saben de deportes.”
“Mejor regrésate a la cocina a
preparar la botana.”
“¡Pinche lesbiana!”
No estoy conforme con el mun-
do en el que vivo y, una vez más,
creí que lo podía cambiar. Me metí
a ver el perfil de la cuenta que ha-
bía comenzado la serie de insultos.
Su biografía era muy clara: “femi-
nicida”. No necesitaba más para
dejar en claro qué quería lograr
con sus comentarios. Le puse un
tuit en el que le dije que no iba a
descansar hasta que cerraran su
cuenta. Qué ingenua fui.
A los diez minutos ya tenía más
de 20 tuits atacándome.
“Tendrás un calzón usado que
me regales.”
“Pinche pendeja no sabes con
quién te metiste.”
“Si cierran una cuenta abrimos
100 más el mismo día.”
El dueño de la cuenta a la que
le escribí sólo se limitó a decir:
“Ya se le dejó ir toda la banda a
@BelenGzr.”
Sentí pánico. No puedo explicar
el terror que sentí en ese momen-
to. Tenía miedo de que me busca-
ran, de que en verdad fueran femi-
nicidas. Mi instinto de saber —que
siempre me ha llevado a lugares a
los que no quiero volver— me hi-
zo seguir viendo los perfiles de los
que me agredían. Entonces descu-
brí que tienen una especie de co-
munidad en Twitter que se llama
#akisukillers.
Cuando uso la palabra “comu-
nidad”, la utilizo con plena cons-
ciencia. Según la Real Academia
Española significa: “Conjunto de
personas vinculadas por caracte-
rísticas o intereses comunes.”
Los #akisukillers cumplen con
esta definición. Todos tienen un
odio profundo contra el género
femenino. Cada uno de ellos tenía
en su perfil desde fotos, gifs y vi-
deos de mujeres desnudas, tenien-
do sexo, hasta mujeres mutiladas,
muertas, degradadas. Estas fotos
eran acompañadas por frases co-
mo: “Lo que les pasa a las perritas
que no saben cocinar.”
Me quedé traumada. Siento un
asco que me recorre de pies a ca-
beza. No puedo entender la miso-
ginia. Me puse a denunciar cuenta
por cuenta. A mandar avisos al
soporte de Twitter de lo que es-
tos perfiles compartían. No podía
comprender el porqué la empresa
digital no había bloqueado ya esas
cuentas si tenían imágenes explíci-
tas de todo tipo.
No importan las reglas de Twit-
ter, no importan las reglas de la
policía cibernética, no importa na-
da que esté escrito y que debas de
firmar antes de entrar. La realidad
es ésta.
¿Cómo íbamos a esperar que
no existieran estas conductas en
Internet, si los que ahí participan
forman parte de esta sociedad?
De esta sociedad descompuesta
que se pregunta ¿qué hacía sin su
prometido la mujer que falleció en
el choque del BMW en Reforma? O
que cuestiona ¿cómo fue que Ma-
ra Fernanda Castilla no se despertó
antes de que el chofer de Cabify le
hiciera todas las bajezas que le hi-
zo? O una oleada de tuiteros que
no entienden por qué Marichuy
Patricio, la aspirante a candidata
independiente, no está haciendo
pozole en lugar de estar en el mun-
do de la política.
Me considero una mujer que
confronta, que no se queda calla-
da, que grita, que lucha, que no
acepta. Pero ellos, con su guerra,
con su violencia, con su imposición
sexual, me silenciaron.
A las dos horas de todos los tuits
ofensivos que recibí, me volví a
meter a Twitter para verificar que
hubieran clausurado sus cuentas.
Me encontré con lo peor. Habían
tomado mi foto de perfil y la ha-
bían compartido masivamente con
los siguientes comentarios que cito
textualmente:
“Ninfómana hambrienta de ver-
ga @BelenGzr contesta dm, coge
en baldíos y estacionamientos sin
dinero de por medio, le gusta que
le peguen.”
“@BelenGzr cara de pendeja
vagina y ano guangos, pero quiere
más verga.”
Esos fueron algunos de los enun-
ciados que me hicieron sentir muy
mal. ¿Qué pensarían en una em-
presa si, para contratarme, busca-
ban mi nombre en Twitter y encon-
traban eso? No iba a poder ir por
el mundo explicando lo que había
sucedido. La lección que me qui-
sieron dejar fue: “No te metas, no
hables, no vas a cambiar las cosas.”
Terminas con uno y salen cinco.
Cerraron la cuenta de todos los
que me agredieron porque los de-
nuncié muchas veces y también mi
novio me ayudó. Hoy me persigue
la culpa. Por callarme, por tener
miedo, por dejar de contar mi
historia por terror a las burlas.
Cuando Donald Trump ganó
la presidencia, en Twitter, había
cientos de cuentas que insulta-
ban a los latinos. Muchas cade-
nas de televisión mexicana hicie-
ron la nota y los conductores y
conductoras no podían dejar de
mencionar que eran pequeños
grupos llenos de odio, pero la
realidad es que “los pequeños
grupos” no colocan presidentes.
En México es impresionante
la cantidad de cuentas misógi-
nas que se dedican a promover
el odio y son de muy fácil ac-
ceso. Como en Estados Unidos
predominan esos perfiles que
repudian a los migrantes, aquí
llueven los que detestan a las
mujeres. Y es lógico, corresponde a
las cifras de feminicidios, de explota-
ción sexual, de explotación laboral,
de disparidad de género en la políti-
ca de nuestro país y al hecho de que
sólo tengamos una gobernadora en
toda la República Mexicana.
Como dije al inicio, el Internet es
considerado el espacio libre del siglo
XXI. La verdad es que no es libre.
Menos para las mujeres. Porque sólo
hay un espacio libre para nosotras,
nuestras mentes. Ahí nadie nos pue-
de violentar. Es a partir de nuestro
pensamiento y la lucha constante
que vamos a conseguir la libertad en
todos los espacios. Porque, como a
mí, han callado a muchas más y de
peores maneras. Pero las agresiones
no nos quitan la voz, sólo nos hacen
gritar más fuerte •
1
T. Hobbes, Leviathan: or the matter, form and power of a commonwealth eccle-
siastical and civil, J. M. Dunt & Sons LTD., London, 1957, p. 66
7 •
8. • 8
Diálogos • Diciembre - enero 2018
Ciudades
A primera vista no resulta un
lugar agradable para visitar. En la
colonia Guerrero, un sitio conoci-
do por la inseguridad que se vive a
sus alrededores, se encuentra uno
de los lugares más secretos y mis-
teriosos de la Ciudad de México,
uno exclusivamente para los co-
nocedores y amantes de la buena
gastronomía mexicana. El paisaje
no es muy atractivo. Mucho me-
nos si se acostumbra a transitar
por las grandes e imponentes ave-
nidas que tiene la capital, tales co-
mo Reforma o Insurgentes. El aire
parece más pesado de lo normal.
Basado en los prejuicios socia-
les, no es tan fácil preguntar una
dirección por temor a que te asal-
ten. Pero la gente se muestra ama-
ble y te responden con una tierna
sonrisa: Moctezuma 12, esa es la
calle que esconde el secreto mejor
guardado de la colonia.
Al llegar al lugar es normal no
contar con la certeza de estar bien
ubicado. Parece una vecindad
abandonada, pero un trabajador
se acerca y dice: “Es el último
botón”, al presionarlo, aparece lo
prometido, como si se tratara de
un club secreto. Al entrar todos te
voltean a ver, tomas tu lugar y sa-
bes que estás en tu hábitat.
El Pozole de Moctezuma es un
restaurante con 67 años de tradi-
ción. La primera generación provino
de Chichihualco, en el estado de
Guerrero, famoso por ser una ma-
nufacturera de balones de calidad.
Desde ese estado llega la cultura
del pozole de la región, popular y
prácticamente un rito para todo el
que viva allí. Reviven todos los ele-
mentos que han hecho una tradi-
ción gastronómica. El pozole verde,
chicharrón, orégano, chile piquín
en polvo y el infatigable mezcal,
para darle un plus al platillo.
El lugar no parece ser muy os-
tentoso, pero en cada mesa de
los dos pisos, se logra apreciar la
satisfacción de cada uno de los
comensales. Posee una colección
espectacular de encendedores de
todo el mundo y presumen con
mucho orgullo los múltiples pre-
mios que ganaron por sus platillos.
“Se va a dar cuenta paisano, es-
te pozole le va a gustar más que el
que preparan en su casa”, dice la
señora Álvarez, quien es la cuarta
generación de la familia y se man-
tiene al frente del negocio.
El Pozole de Moctezuma se hizo
famoso, más que por sus platos,
por su singularidad. El hombre
más adinerado del mundo, Car-
los Slim y sus poderosos amigos,
entre ellos, el secretario de Salud,
José Narro, y el periodista Carlos
Marín, son clientes frecuentes del
lugar.
El empresario y los funcionarios
aderezaran su pozole como pocas
veces se les ve: como personas co-
munes y corrientes disfrutando un
platillo típico mexicano.
Freddy, como le dicen sus amigos,
se dedica a vender periódico en un
puesto al pie de una de las esca-
leras del Metro Universidad. Con
mediana estatura, piel morena,
una gran panza, ojos pequeños,
cabello corto y una voz muy carac-
terística, Alfredo Buendía abre su
puesto a las cinco de la mañana
de lunes a sábado, sin contar días
feriados.
Cuando camino hacia las esca-
leras de esta estación, me llama la
atención su grave voz. “Buen día
seño”, le contestó a una señora
que pasaba por ahí. Me acerqué y
seguido de desearle un buen día,
le pregunté qué tal iniciaba su día.
“Pesado, qué te crees… Mis días
empiezan a las tres y media de la
mañana y terminan a las 12 de la
noche. Está pesado. Temprano voy
a comprar todo y llego aquí a abrir
como a las cinco. Pero ya me acos-
tumbré, llevamos aquí más de diez
años”, señaló al puesto de atrás.
—¿Su compadre?
—Sí —se rió.
Y eso lo sabe bien la mesera
más longeva del sitio, Alma Rosa,
quien siempre atiende a Slim y
compañía. A pesar de ser uno de
los hombres más poderosos, ella
muestra su carácter. “Ya le dije al
señor Slim, nos ha pedido varias
veces la receta, pero no se la va-
mos a dar porque se la va querer
llevar a Sanborns.”
Con sabor, camaradería y buen
ambiente se mantiene el Pozole
de Moctezuma, pero al cerrarse la
puerta, no deja de ser un edificio
más. Sin distintivo alguno. Un res-
taurante y su aroma que invita a
deleitar •
—Mi compadre, mi carnal, mi
hermano del alma… El menor de
los tres. Yo soy el de en medio. Se
llama Beto, Humberto Buendía. A
mí me dicen Freddy.
Una motocicleta negra se acer-
có velozmente. Se bajó un hom-
bre no muy viejo con uniforme de
paramédico, debajo de la gruesa
chamarra de piel que se quitó rápi-
damente para ponerla en la parte
de atrás en donde estaba el male-
tín de primeros auxilios.
—Ya pasó algo allá arriba —di-
jo Freddy. “Primero llega la moto
de auxilio del Metro y después
la ambulancia. Una vez, vi como
bajaban a un señor en la camilla
porque se tropezó por estar ebrio
y le atravesó un fierro, del brazo al
estómago, así, en diagonal”, contó
mientras sus manos apoyaban su
anécdota.
Llegó la ambulancia. Salieron
despavoridos los paramédicos.
***
—¡Qué tal don Alfredo! Lo de
siempre, por favor” —dijo un se-
El club secreto del pozole
Juan Luis Altamirano
Freddy Buendía,
10 años con aroma a tinta
en el Metro Universidad
Alejandra Ayluardo
ñor con prominente nariz y ante-
ojos antiguos.
—¡Don Bernardo! Claro
que sí, aquí tiene —dijo Freddy
mientras doblaba a la mitad un
Récord.
—Nos vemos mañana, don
Alfredo, que tenga un buen día
—dijo mientras se alejaba a paso
veloz.
—Él es una leyenda del futbol
—dijo mientras sonreía agitando
sus manos. “El famoso Manolete
Hernández… Ahora entrena a
los hijos de los que trabajan en la
PGR. Va todos los días y me con-
taba la otra vez que tiene cuatro
o cinco grupos de 15 niños de
entre 7 y 11 años. Agradable el
señor.”
Bajaron los paramédicos con
una señora que, acostada en la
camilla, gritaba de dolor. La vi-
mos pasar frente a nuestras nari-
ces con su tobillo dislocado.
—¡Se le zafó el pie! —dijo
Freddy mientras se agarraba
la cabeza. “Cada cosa que ve
uno aquí… La otra vez se empezó a
convulsionar un chavo aquí… ¡Aquí
enfrente de nosotros! Y mi hija que
es enfermera rápido que le pone un
trapo en la boca y lo atendió. Nadie
hizo nada y, como fue antes de las
escaleras del Metro, ellos no se ha-
cen cargo.”
***
Mientras veíamos cómo se alejaba
el Manolete Hernández, subiendo
ágilmente las escaleras, le pregunté
a Freddy qué otras personas pasa-
ban por ahí. “Pues, así famosos…
una reportera de Milenio y el que
salía con Brozo, este… Javier Aran-
da”, comentó.
Una señora se acercó y pidió un
agua. Pagó con un billete de 500
pesos y Freddy se molestó. “Es bien
temprano y no se dan cuenta, pero
luego sin cambio… ¿Qué hago?”, y
se rió.
“Es difícil, pero la verdad es que
me encanta mi trabajo… Ver a la
gente, platicar. El aroma del pe-
riódico, la fresca mañana… Es un
placer” •
9. Ciencia y tecnología •
9 •
Ciencia y tecnología
Sophia, el primer robot
ciudadana del mundo
Alma Castro
Youtuber de 13 años desarrolla
softwares para grandes empresas
Yeseline Trejo Miranda
Uber y la NASA se unen para crear
taxis voladores
Alma Castro
La tecnología sigue avanzando y
con ello las nuevas generaciones
que se interesan por el mundo de
Internet. Tal es el caso de Tanmay
Bakshi, un joven de 13 años con
nacionalidad indo-canadiense,
quien pertenece a la llamada ge-
neración Z, razón por la cual su
acercamiento y facilidad con la que
maneja la tecnología es impecable.
Actualmente Tanmay, cursa la
secundaria y al mismo tiempo de-
sarrolla softwares para grandes
empresas líderes en la inteligencia
artificial. El chico de 13 años pri-
mero se dio a conocer en Internet,
ya que es un Youtuber muy famo-
Debido al colapso automovilístico que hay en diferentes ciudades del mundo, la contamina-
ción y las necesidades humanas, Uber y la NASA decidieron aliarse para desarrollar un software
que gestione el tránsito aéreo de taxis nombrado UberAir. Para ello, la compañía quiere lanzar
sus primeros prototipos en 2020 en la ciudad de Los Ángeles, donde sólo tendrá acceso a cua-
tro pasajeros y podrá ir a una velocidad de 322 kilómetros.
El director de Uber, Jeff Holden, “busca acelerar el desarrollo de una nueva industria de
taxis”, en el que los usuarios podrán adquirir el servicio similar al que se ha usado desde 2011.
Para comenzar con el proyecto se utilizarán vehículos que serán pequeñas aeronaves que
despegarán verticalmente y que operarán como avionetas eléctricas, informó Holden.
Además, para 2023, la empresa planea introducir el servicio en Europa y otras ciudades de
Estados Unidos •
so que se dedica a hacer tutoriales
de computación. Con tan pocos
años de vida, Tanmay cuenta con
su propio libro titulado Swift, en el
cual los lectores pueden aprender
a usar el Swiftlanguage. En sus
páginas, también se pueden leer
algunos tips que recomienda para
desarrollar aplicaciones de IOS.
El desarrollador tecnológico
más joven de la historia fue a
Monterrey, Nuevo León, para
presentar sus cinco trabajos más
recientes sobre el aprendizaje del
Deep learning, la computación
cognitiva y su categoría favorita, la
inteligencia artificial.
En el mismo marco, habló sobre
su más reciente trabajo, el cual
aún no está terminado. El adoles-
cente está elaborando una estra-
tegia para que una mujer de 29
años de edad, llamada Boo, pueda
hablar y comunicarse. Boo desde
que nació tiene el síndrome de
Rett, enfermedad congénita que
retrasa el desarrollo de la coordi-
nación motriz del lenguaje.
La idea de Tanmay es crear
un programa capaz de analizar,
canalizar y asociar patrones de
ondas cerebrales que puedan re-
presentarse en una tablet con el
objetivo de facilitar la comunica-
Este robot fue creado por la empresa Hanson Robotics, con el único fin de desarrollar
un mecanismo similar al del pensamiento humano, pero con más sabiduría. Además de
sostener conversaciones, imita hasta 62 expresiones faciales.
De esta forma, según David Hanson “podrá establecer vínculos emocionales, cumplir
tareas en diferentes oficios, desde cuidar a personas hasta ayudar en proyectos de investi-
gación en el desarrollo mental y físico de bebés”.
El software de inteligencia artificial que posee Sophia, hace que mantenga contacto vi-
sual, reconozca los rostros y sea capaz de tener personalidad humana. Gracias a dos cáma-
ras situadas en sus ojos que cuentan con tecnología avanzada, puede comunicarse con sus
interlocutores, y de esta manera aprender nuevos hábitos según la interacción que tenga.
Además, Sophia ha sido uno de los robots que más controversia ha causado por su apa-
rición en diversos espectáculos como The Tonight Show Jimmy Fallon y por ser la primera
robot en obtener la ciudadanía saudita.
La cabeza robótica de Sophia funciona con una plataforma de búsqueda de información
que le permite comunicar lo que está observando, un sistema de voz y una herramienta
de diálogo.
Su creador, Hason dijo que, “Sophia interactúa en sociedad y parece tener un pensa-
miento propio, en realidad está juntando frases sin entender lo que dice. A pesar de esto,
tiene una gran capacidad de recolección de información que se almacena en MindCloud”,
para que los técnicos analicen los datos que se guarden cuando se comunique con los
humanos •
ción de Boo con las personas que la rodean. El proyecto lleva por nombre
The Cognitive Story, mismo que al día de hoy ha demostrado tener éxito •
10. • 10
Diálogos • Diciembre - enero 2018
¿Los carros
electrónicos son
el futuro?
Yeseline Trejo Miranda
Hallan nueva
especie de tiburón
prehistórico
Alma Castro
El ocaso en
una cocina
Daniel Lara Hernández
La película de volver al futuro no se equivo-
có y no precisamente por el hecho de que sea
cuestión de años para que los automóviles vue-
len, sino porque los carros irán cambiando con
el tiempo y las necesidades de las personas y
del mismo planeta.
Ante la concientización del cambio climático
una de las campañías más grandes del mundo
ha decidido invertir en un nuevo modelo de
autos electrónicos. Volkswagen se ha caracte-
rizado por ser una de las empresas líderes a
nivel mundial, motivo que los orilló a recrear su
agenda con modelos capaces de hacer lo mis-
mo que un auto normal, pero ahora enfocado
a ayudar al planeta, pondrán su granito de arena con coches de manejo autónomo.
En conferencia de prensa, el empresario alemán y director ejecutivo de Volkswagen, Matthias Müller, mencionó
que “la empresa número uno en movilidad se renovará con autos electrónicos para 2025”. En este sentido, la em-
presa destinará 20 mil millones de euros para desarrollar el prototipo y la conducción autónoma. De esta forma,
será hasta 2030 cuando los nuevos modelos salgan a la venta.
La compañía estadounidense Tesla Inc. se encuentra en la cuerda floja ya que la nueva innovación serán los ve-
hículos autónomos y eléctricos y aún no sabe si puede formar parte de este cambio por los altos costos que tienen
las baterías.
Lo que es un hecho es que Volkswage ya lo anunció y a pesar de que empresas chinas están al pie del cañón, no
bajarán la guardia para ser parte del mercado. El ambicioso plan de la empresa alemana contempla una inversión
electrónica para cada uno de sus modelos y debido a los altos costos buscará recortar fondos en áreas como el
desarrollo de vehículos, administración y fabricación, así como sus reservas monetarias. Esto no es nuevo, ya que el
año pasado recortó gastos por más del 6.9 por ciento en utilidades •
Un grupo de investigadores de la Unión Europea, halló en las costas del Algarve portugués una especie poco cono-
cida de la era prehistórica, el Chlamydoselachus anguineus llamado científicamente, o Tiburón Anguila.
Es considerado un “fósil viviente” porque ha sobrevivido desde hace 80 millones de años. Se sabe que habita de
los 200 a los mil 500 metros de profundidad, y puede llegar a medir dos metros. También, cuenta con aproximada-
mente 300 pequeños dientes afilados y una cabeza flexible que le ayuda a capturar a sus presas.
Algunos biólogos marinos relatan que “es una de las especies más primitivas del tiburón y que probablemente sea
el última de su familia que quede con vida”.
Desde 2007, varios ejemplares se han descubierto en Japón, y es posible que se esté extendiendo por varios luga-
res de América hasta Oceanía.
Ya que su apariencia es terrorífica, Samuel Garman, primer científico en haberlo examinado “dijo que el animal
inspiró las leyendas de marineros sobre las serpientes marinas” •
Al frente se hallaba la estufa, de
esas estufas que tenían incluido el
horno dentro del mismo armatos-
te. La estufa era fascinante. Siem-
pre me pareció increíble que esa
porquería sirviera. Esa estufa aho-
gada en carbón siempre funciona-
ba. ¡Siempre! Cada que el abuelo
la accionaba se ganaba mi respeto.
El horno, como alguien que se
encasilló en la amargura y enveje-
ció solo, jamás se usaba. Sin em-
bargo, ese horno tenía personali-
dad. Una personalidad que sólo se
adquiere a través del tiempo. De
esas que no se cuestionan. Y era
tan viejo, pero tan viejo, que pa-
recía que en cualquier momento
se iba a erguir e iba a comenzar
a contar toda clase de anécdotas
y magníficas extravagancias. So-
ñé con eso alguna vez, y lo cierto
es que ese horno resultó ser muy
buen consejero.
Por último, estaba el lavabo, que
también contaba con su abundan-
te ración de edad. El abuelo tenía
por ley el siempre dejar caer un
ratito el agua para que ésta se
calentase y pudiese lavar sus tras-
tes. El lavabo era pequeño y, por
más que a uno constantemente le
vendan la idea del supuesto “ace-
ro inoxidable, a prueba de todo”,
se podían ver diversas colonias de
óxido en la búsqueda de nuevos
territorios para conquistar.
Y así, el abuelo y su añosa co-
cina coexistían en perfecta reso-
nancia. Se entendían. Juntos de-
mostraban que los defectos del
primero eran solventados por las
virtudes del segundo.
Recuerdo siempre esa imagen.
Él, sostenido por su inmortal ba-
se, con los brazos sobre su mula,
a un lado del sacerdote, en frente
del consejero y dentro de la colme-
na. Mirándonos. Yo con los ojos,
él con el alma. Su rostro, rodeado
por las caricias del humo, que se
camuflajeaba con su blanca barba
y bigote, parecía congelarse en
ocasiones, y su mente parecía sur-
car los cielos y volar entre los aires
de sus eternos recuerdos. Siempre
él, haciendo fila para esas escale-
ras sin retorno. Siempre él, dentro
de la atmósfera pajiza de su vieja
cocina •
De hombre y lobo
Ron, cigarros, boleros y su lon-
geva silla, superviviente, como él.
Esa silla, compañera de mil mo-
mentos, brazo amigo, soporte de
pensamientos.
—Ya tírala, abuelo. Te consegui-
mos una nueva —le decíamos.
—Sin mi silla no hay cocina—
respondía él entre risas, de esas
risas que son amantes fieles de las
mentiras y la obstinación. Y es que
ese espacio no era sólo una coci-
na, era un santuario.
Ese espacio era su alegría, su
pena. Ahí, donde se sentaba a be-
sar la lenta muerte y saborear el
elíxir de la vida, no era más una
cocina, era el encuentro consigo
mismo.
Las paredes azulejadas se le-
vantaban como colmenas, del
color de la miel. El piso, con frío
temple, presumía dichoso las má-
culas de las batallas cotidianas de
un viejo contra su pulso y contra
su ceguera. La mesa, que desde
que tengo memoria se hallaba
siempre cubierta por algún sim-
pático mantel con bordados fru-
tales, estaba en medio, rodeada
marcialmente por sillas que pare-
cían cadetes en formación.
Callada. Como resignada a la
vida que le tocó vivir. Aguantando
sobre su espalda, cual mula, a to-
do el desfile de platos, utensilios,
charolas y vasos que usualmente
se hace presente, aunque no se
utilice, como si la mesa y todo lo
que había en ella se estuviera exhi-
biendo para que algún comprador
oportuno aprovechara la ocasión.
Y al centro, el líder de esta orques-
ta, un sonriente tostador rojo. El
más curioso tostador que mis ojos
hayan visto, digno de pertenecer
al repertorio escenográfico de
cualquier obra de teatro.
El refrigerador se hallaba a un
costado, y como sacerdote en el
confesionario, parecía escuchar
todo el tiempo lo que en la coci-
na se decía. Evidentemente no se
trataba de un cofre que al abrirlo
mostraba vanidoso su gran fauna
culinaria. Su contenido era senci-
llo, básico, apenas suficiente para
un anciano cuya hambre se había
ido aboliendo con el paso de los
años.
11. 11 •
Memé, cumpleaños 100
Alejandra Ayluardo
Aniquilado
Ángel Gregorio Antúnez Zarza
La despedida
Ángel Gregorio Antúnez Zarza
Muerte en San Javier
Esteffan Martínez
Las manos ligeramente tembloro-
sas, como si fueran dos cubos de
hielo, descansaban en sus delga-
das piernas. Sentada en su silla de
ruedas, Memé, como la llamaban
sus seres queridos, observaba a
toda su familia reunida en la sala
de su casa.
Hacía mucho tiempo que no es-
tábamos todos ahí. Entre plática,
risa y el olor del café que Amy, la
hija menor de Memé, estaba ha-
ciendo, se cocinaba un momento
muy agradable que seguramen-
te todos atesoramos en lo más
profundo de nuestro corazón.
Nietos, bisnietos, hijos, sobrinos,
amigos… Todos reunidos para
celebrar las 100 vueltas al sol de
Memé.
Me impactaba pensar cuántas
cosas habían visto pasar esos her-
mosos ojos azules. La lucidez de
“la tía” era impresionante para los
años que tenía. Mientras la anali-
zaba desde el otro lado de la habi-
tación, observaba cómo ella mira-
ba detenidamente a cada una de
las personas. Sonriendo a momen-
tos, frunciendo el ceño a otros…
y llegó mi turno, pero de lo que
no me había percatado es que yo
también la observaba a ella.
Se me quedó viendo, sacó lige-
ramente la lengua y sonrió. La imi-
té. Volteó a ver el sillón vacío que
Me quedé sin agua
en medio de la nada
y recordé tu mirada.
Ahora lo único que quiero
es estar a tu lado y poco a poco
lograr lo que hemos anhelado.
Irte, morirte y dejar el pasado
extrañarte, quererte, pero nunca
podré amarte, quedé aniquilado •
Me voy para no volver
lo he decidido
y no pienso retroceder.
Esta pena no me deja
me duele, me mata
de mi vida te aleja.
Regreso y no te veo
lloro y ya no te espero
en el fondo aún te deseo.
Si bien tengo que continuar
lo que vivo contigo puede esperar
nuestro amor estará cautivo.
Yo digo que es tan grande
que puede olvidar, dejarlo todo
y perderlo sin tener que llorar.
Lo he pensado mucho
lo he sufrido y ahora comprendo
que lo nuestro es pasado.
Y en este verso me despido
ya te has muerto, te has ido
me dejaste en un desierto •
Nuestro tiempo, su metáfora, su complicidad, se reduce hoy en este reloj, heredado de mi padre, obsequio de mi
madre, tuyo en esta tarde, consérvalo como mi derrota y muerte poética a los pies benditos, a tus pies que contaron
nuestra historia, pero, prométeme que volveremos a girar sus manecillas en aquel día en que respiremos sueños y
exhalemos pesadillas.
¿Me entiendes? La tarde será infinita, duerme temprano, hoy te comerá el silencio y la soledad me escupirá.
Maldito último beso, chupa sangre, nos suicidamos en la puerta de tu casa, sin cuerda, sin revolver, sin pastillas,
sin filo. Sólo labios.
Recuerdos destruidos en la misma banqueta donde los bautizamos, donde caímos y nos levantamos, donde a
nuestra perra alegoría paseamos.
Acompañé tu última lágrima, fue eterna, no tuve prisa, la adopté y la envolví como mi regalo de navidad, la sabo-
ree como la última uva de año nuevo, le hice el amor como a ti.
Aún quiero morir en la carretera, dejar de verte por una noche entera. A Dios, que te cuide, se lo pido porque sé
que no existe. Días, bares, cigarrillos, mujeres, canciones, y no morí, y no puedo dejarte ir •
éste…”, pensé. Lo tomé y voltee a
mi alrededor.
La pared verde pistache, piso y
muebles del mismo tono de ma-
dera, cortinas de tela casi transpa-
rente y aparentemente algo viejas,
un tapete africano con jeroglíficos
que se lo trajo una de sus hijas en
su último viaje, el aroma de su per-
fume favorito… “¡100 años!”, dije
en voz baja.
Di la vuelta y me dirigí al sillón
en el que estaba sentada hace
unos minutos. Se lo enseñé y, sin
dar tiempo a que le dijera algo,
ella contestó: “Ése… ¡Es ése!” Me
volteó a ver con la mirada brillante.
“Es la Virgen de Gracia de la igle-
sia de San Agustín y Santa Catali-
na… de Venecia, siglo XIV. A ella
le rezo todas las noches.”
Me conmovió la capacidad que
tenía de reconocer un objeto tan
especial para ella y el hecho de
recordar qué virgen exactamente
era.
“Te lo regalo. Es para ti. Rézale
diario y el mal nunca tendrá lugar
en tu vida”, dijo mientras me veía
con devoción. Lo tomé con las dos
manos, a pesar de su pequeño
tamaño, y sus manos cobijaron
las mías. “Gracias”, le dije, “voy a
guardarlo bien”. Me sonrió y vol-
vió a la misma posición en la que
estaba mirando a todos.
De hombre y lobo •
estaba a su lado y con la mano me
hizo la seña de que me sentara
junto a ella dando dos pequeñas
palmadas al aire. Rápidamente me
dirigí al sillón verde, que por cier-
to, era bastante cómodo.
Me acerqué a ella y le di un beso
en su fría mejilla. Le pregunté que
cómo se la estaba pasando y me
contestó que bien pero que había
mucho ruido.
Esperé a que me dijera algo
mientras recordé una noche en
la que me quedé a dormir con
ella para velar su sueño. Segura-
mente ya estaba cansada porque
unas horas antes fuimos a comer
al restaurante San Ángel Inn, lugar
que le gustaba mucho por un mo-
tivo personal, ya que ella vivió sus
primeros años en el centro de San
Ángel, en una casa amarilla que
ahora es una tlapalería con más
locales a su alrededor.
Me volteó a ver y, mientras se
acercaba a mí, me dijo “ve a mi
recámara y tráeme un pequeño
nicho de madera con una virgen
que está encima del mueble de mi
cama”. Me levanté y caminé por el
pasillo repleto de libros. Llegué a
su recámara. Entré y vi varios ob-
jetos religiosos en su buró. Una
virgen con fondo dorado acom-
pañada de un santo y otra virgen
llamaron mi atención. “Tal vez es
Tomé mi bolsa y lo guardé en una pequeña bolsita interna con cierre.
Pese a que no era muy devota, era un regalo que no podía negar y que
atesoraría toda la vida.
Llegó la hora del pastel. La llevé a su lugar en la larga mesa de madera
del comedor mientras todos se acercaban. El murmullo de la fiesta bajó.
Comenzaron Las mañanitas y Memé continuaba observando a todos mien-
tras seguía el ritmo con diminutos movimientos de su cabeza. Se veía feliz.
“¡100 años, 100 cumpleaños…!”, pensé, “¡Qué fortuna!” •
12. • 12
Diálogos • Diciembre - enero 2018
La obertura
Víctor Rivera
Para las nueve de la mañana po-
día afirmarse que la ciudad ya es-
taba despierta del todo. Las aceras
ya estaban pobladas de manera
que representara dignamente el
colosal tamaño de la urbe que
organizaban; los negocios ya esta-
ban abiertos; los niños en las es-
cuelas; los adultos en el trabajo o
dirigiéndose a él, suponiendo que
tuvieran empleo, claro. A la par
de éstos, legiones de vagabundos
ya habían dejado los lugares de
descanso conocidos y se habían
distribuido por los recovecos de la
metrópoli, ya fuera para mendigar,
drogarse o simplemente seguir va-
gando como barcos sin puerto ni
brújula.
El piso vibraba con la cantidad
de vida que acompañaba a su
destino. El sol ya se podía ver en
el cielo desde los lugares menos
encerrados por edificios, luciendo
éstos sus colores profesionales y
sus ventanas resplandeciendo con
empresarial monotonía.
A pesar de ser tan temprano, o
precisamente por ser tan tempra-
no, las calles y las avenidas, venas y
arterias de la gigantesca ciudad, ya
estaban constreñidas, atascadas
de su sangre de ruedas, fibra de
carbono y cláxones desesperados
por avanzar. Entre ese flujo vivien-
te de gasolina en combustión, el
transporte público llevaba en sus
hombros miríadas de hombres y
mujeres a lo que sea les depara-
ra el destino, a esas caras medio
adormecidas rodeadas por indife-
rente compañía, exceptuando las
de aquellos que un accidente de
nacimiento les permitía darse el lu-
jo de no tener cuentas que les obli-
garan a madrugar o aquellos que
la noche anterior, haya sido por la
mano ajena o la propia, habían ce-
rrado los ojos para no volverlos a
abrir jamás. Muy por debajo de los
cimientos de cualquier edificio, el
Metro hacía lo propio con sus alar-
gados vagones, con excepción de
la ruta conocida como la línea 9,
donde un o una pobre infeliz (las
versiones varían) quiso despedir-
se del mundo sabiendo cómo era
oler a chicharrón quemado.
Sólo eran las nueve de la ma-
ñana. El reloj de la vida estaba
en marcha. Ésta era una ciudad
de comprensible latir veloz e irre-
frenable, siempre en taquicárdica
lucha entre sus muchos corazones
contradictorios. Laberinto sin sa-
lida para el incauto, libro abierto
para el astuto. Siglos enteros de la
historia de un país convivían en las
edificaciones que coronaban las
calles y avenidas, desde la pompo-
sidad de un pasado colonial hasta
la fría efectividad de lo contem-
poráneo, pasando por elegantes
diseños de corte europeo de an-
tes y después de la revolución que
sacudió la nación hace ya tantas
décadas.
La combinación era irregular.
Tanto que dos edificios contiguos
podían estar separados en edad
un mísero par de años como si-
glos. El abandono que mostraban
algunas de estas estructuras, aún las más venerables, eran el mejor reflejo de una verdad sencilla: las prioridades
estaban muy lejos de aquellos bloques del pasado no redituable.
La ciudad de la que hablamos tenía la reconocible capacidad de causar mares de reacciones y sensaciones en
quien la pisaba por primera vez, no se dijera de quien la transitaban por más tiempo, o peor, por siempre. No era
para menos, pues sus habitantes y el (in)consciente colectivo que formaban tenía una serie de características que
impactaban desde todas las perspectivas posibles.
Como en un juego de baraja el azar parecía determinar el rostro que la ciudad presentaría tal o cual día, como en
la baraja también, la astucia, la prudencia y la chapuza podían desde las sombras hacer los movimientos necesarios
para que la metrópoli te mirara con los ojos que quisieras, y como un pozo primigenio, las opciones para combinar
se sentían infinitas. Y es que en un par de kilómetros de recorrido, uno podía sentir que había atravesado países
totalmente diferentes entre sí.
Museos, antros, bibliotecas, parques, esquinas o domicilios usados para vender droga, bares, iglesias, sex-shops,
restaurantes tan caros que regiones enteras de gente tendrían que dejar de existir meses para sobrevivir el costearse
una sola comida en ellos; fondas y puestos esquineros donde hasta el más pobre diablo podía echarse algo a la
panza; complejos departamentales valuados en millones y edificios en ruinas usados por pordioseros como hogar
clandestino. Todo incluso a media hora de distancia o menos en automóvil.
Y si se decidía por dejar que las piernas lo llevaran por ahí, la paleta de matices ya de por sí titánica que la ciudad
ofrecía se volvía incalculablemente enorme gracias a sus hijos, los ciudadanos. Claro, no se puede hablar de una loca-
lidad sin quienes le proporcionan el aliento de vida, y como se mencionó antes, aquellas y aquellos que cumplían ese
propósito en la ciudad de la que hablamos eran expresiones de unas características tan variadas como sobresalientes.
En esta ciudad, caminar por las calles era un arte que generaciones de experiencia dibujaban una línea muy clara
entre los residentes y los visitantes. Y no se hace referencia aquí sólo a los extranjeros. En esta ciudad, la gente podía
hacerte sentir en casa lejos de tu patria, como podía lograr que te sintieras extraño en tu propia tierra. Las aceras que
uno podía transitar eran novedosas y amplias en los puntos importantes, viejas y sucias, en las calles más alejadas de
las cámaras; y en ambas las situaciones que las personas protagonizaban eran tan únicas como las personas mismas,
aunque en la más pura esencia todos fueran casi idénticas.
de baratijas, los puestos piratas,
los periódicos de nota roja, los
mercados informales que cierran
calles, los policías ignorados abajo
del rojo, los niños educados a base
de golpes, los piadosos que le coo-
peran a cualquier pordiosero, los
traqueteos de los bailes típicos que
alcanzaron a las academias, las es-
tadísticas lejanas, el medio libro al
año, los estudiantes con entusias-
mo, los graduados sin empleo, los
puntos de interés maquillados, los
grandes y pequeños robos, la línea
entre locales y foráneos, el echar-
se la bola, las procesiones sufridas,
las peticiones a todos los santos,
la transa legalizada, las luchas per-
didas, la indiferencia aprendida;
todo sobreviviría bajo época que
la vestía y revestía, como sobrevivi-
rían sus ciudadanos, ya que si algo
habían aprendido, se habían acos-
tumbrado en siglos de cruenta
historia, más que a prosperar, era
a sobrevivir, seguir de pie en aque-
lla inconmensurable ciudad nada
diferente en realidad de todas las
demás, sólo demasiado grande
para ocultar las vicisitudes y con-
tradicciones de la especie que la
habitaba, siendo la más grande
de todas la realidad de que día
tras día podía tratarte con la más
hiriente indiferencia, pero cuando
la tragedia golpeaba, otorgaba sin
dudarlo la más bella, sincera y es-
peranzadora solidaridad.
Fueron las nueve de la mañana.
Poco después de la una de la tarde,
escasos elementos del cuadro ha-
bían cambiado de lugar o esencia.
Los maletines y las mochilas de tur-
no matutino reinaban otra vez des-
pués de su periodo en claustro. Los
cláxones se peleaban sobre el pavi-
mento. Una marcha bloqueó una de
las avenidas al corazón de la urbe,
al compás de consignas y demandas
(ya pocos se interesaban en cuáles)
siempre dejadas sin contestar.
Las parejas y los grupos de ami-
gos habían aumentado en núme-
ro, como era de esperarse por ser
inicio de fin de semana. La comi-
da estaba en la mente de todos,
y esos todos se dirigían carentes
de toda duda hacia ese nuevo
objetivo, más aún, al objetivo des-
pués de ese. Comerían para poder
descansar, descansarían para po-
der aguantar la jornada faltante,
aguantarían el resto de la jornada
para recibir su sueldo, recibirían
el sueldo para saldar las cuentas
pendientes, saldarían las cuentas
pendientes para sobrevivir el día,
sobrevivirían el día para usar el di-
nero y tiempo que les quedara en
cualquier nimiedad antes de que
el ciclo volviera a empezar. Como
aseguraban que así sería. El azul
del cielo de la tarde, atenuado por
el smog, brillaba con particular
belleza aquel día. Aquel azul en-
fermo daría paso en unas horas al
naranja, y el naranja al morado y
al negro, y el negro sólo a otro día
más. Como todos aseguraban que
habría sido.
Hasta que la sinfonía del caos
humano, de pronto, fue silenciada
En una buena ocasión y en la calle adecuada uno podía encontrarse con seres bien trajeados y formales cruzar
direcciones con existencias vacilantes y harapientas, estudiantes a media carrera y graduados sin empleo, bohemios y
maestros de la prudencia, víctimas y victimarios, eruditos de los libros y sabios de la vida, ateos y profetas anunciando
la segunda venida de Jesús, conocedores e ignorantes, revoltosos por profesión y revolucionarios por moda, gente
honrada con la cara sucia y especímenes viles sin una mancha en la camisa.
En este espectáculo llamado la calle, entre las peleas de teporochos, las demostraciones de amor al despedirse en
las paradas del microbús, el artista que malbarata sus caricaturas, su voz o instrumento para subsistir, los organilleros
tocando con la esperanza que su venerable caja musical siga para siempre y no se descomponga como irremediable-
mente lo hará, las andanzas de la juventud siempre vilipendiada, el romanticismo pasado de moda de los viejitos, los
robos al mayoreo y menudeo, los puestos de películas piratas afuera de la Secretaría de Economía, la basura tirada
o mal recolectada, los discursos y consejos de vida eterna del primer lanzado con un micrófono y una bocina a su
disposición, todas las pieles, ojos y cabellos experimentaban la igualdad que la constitución (que tantos no habían
leído pero que sabían que ahí estaba) hace tanto les había garantizado, pero que los bolsillos se habían robado.
Todo se desplegaba ante la propia vista mientras transitaba. Después de hacerlo por un tiempo, uno aprendía
a endurecer su corazón cuando la situación lo requería, si es que se quería conservar el dinero por lo menos unos
200 metros de camino. Pues como es más notorio en las grandes capitales, nunca faltaban los infortunados que se
te acercaran a pedir una moneda, por la excusa que fuera y para la causa que fuera. Te ofrecían sus miradas tristes,
sus voces cansadas, patéticas o exigentes (porque ya se habían acostumbrado a exigir la limosna), sus ropas raídas,
sus infancias perdidas, sus pueblos añorados, sus miembros cercenados, y a cambio te regalaban una bendición, un
“chido carnal”, la paz momentánea de tu conciencia o la salvación de tu alma, según la interpretación.
Entre este grupo de personas, estaba también una buena dotación de voluntarios de más organizaciones de ayu-
da social de las que creías pudieran existir, que se sumaban a la petición de caridad. Decidieras creerles o no, ellos
siempre reaparecían, siempre listos para cuando decidieras apoyar a unos o a otros. Una pregunta siempre quedaba,
¿eran las autoridades de aquel pueblo tan incompetentes que los ciudadanos veían como mejor opción buscar el
apoyo de sus compañeros de a pie, o eran los ciudadanos tan desconfiados de su gobierno que rechazaban cada
esfuerzo sincero por mejorar sus vidas? Cuestión interesante en verdad, con tantos puntos para tocar. Como por
ejemplo, la realidad de una existencia donde la credibilidad y el respeto de las instituciones eran desmentidas por
todos los que se pasaban el rojo. Con el policía al lado.
Cuando el contacto entre los individuos superaba la primera vez y relaciones se formaban, éstas seguían cum-
pliendo al dedillo lo que la ciudad pedía de ellas. Las pláticas y la mentalidad variaban según la hora del día, aunque
la persona fuera la misma.
Regresemos a nuestro paisaje matutino. Las mochilas, los trajes y las herramientas dominaban las banquetas. No
había muchas parejas tomadas de la mano por ahí, no era su hora. Esperarían a la tarde para dar rienda suelta a
su amor. El trabajo era el centro de todo en ese momento. La amistad, la bohemiada, el desarrollo intelectual (si se
quería para empezar), el ocio, la imaginación propiamente dichas llegarían después.
Sobrevivirían todas en los albores de una modernidad siempre cambiante y cada vez más confusa; como sobrevivi-
ría la cultura, pues la cultura, expresada en los bailongos en la plaza los domingos, los antojitos esquineros, las ferias
13. 13 •
Fortuito
Paloma Takahashi
Timidez
Antonio Rosales Morales
No sé por dónde empezar a contar el tiempo,
se me escapa de las manos el instante en que te conocí.
Recordarte me hace sentir una felicidad inmensa,
es un sentimiento extraño que se apodera de mi mente,
un instante eterno que se vuelve distante al igual que tú.
Palabras y miradas es lo que más disfruto de ti,
sentir tu voz,
contemplar tu rostro,
el tocar tu mano con cierto miedo de no querer soltarte jamás.
Sonreírte es uno de mis pasatiempos favoritos.
Me confunde la situación,
en verdad no sé si existe el amor,
pero estando contigo siento cierto calor,
calor interior que llena mi alma,
y éste llega hasta mi corazón.
Me cuesta entender ¿por qué?,
creo que existe una razón en particular,
pero a veces me hace dudar,
pues no sé a dónde irá a parar,
no quiero que termine,
no quiero que se arruine,
para mí es algo puro,
al igual que tú,
me pone sentimental el ver lo mucho que te quiero,
y no puedo tenerte,
todo se queda en mi mente,
congelo el momento,
grabo el instante,
con ritmo constante,
que me hace nunca olvidarte.
Me confieso farsante
por mustio, sentimental y arrogante;
de mis ideales, fanático recalcitrante,
de mis placeres, fiel amante
y con la mediocridad, intolerante:
Podría ser obra de arte
pero soy tan emotivo, cambiante,
que me destruyo inexplicable,
diluyéndome afable
en timidez asfixiante.
Vagando cual Narciso buscando
en otros, amor a mi reflejo,
así voy magnificando
mis heridas con el empeño
de un mimo burlando
la ignominia con silencios fatuos
para a solas ir tejiendo
un futuro de juegos perpetuos
con la soledad consumiendo
añejas fobias de niño
y mi voz sin filo.
Me confieso ruiseñor frustrado
por jamás haber cantado
lo que tanto he deseado:
Podría ser fiero soldado,
genio, actor o líder apasionado
pero temeroso me enclaustro ermitaño
entre suaves libros sofisticados
y vagabundeos de hombre mimado
para olvidar cuánto he amado
y he perdido, por callado •
De hombre y lobo •
Tampoco sé si llegamos bien a la carrera,
¿Será que llegué muy tarde?,
o tú te me adelantaste y terminaste,
por eso a veces no quiero ni mirarte,
para no sentir que me ganaste.
Siempre me vas a tener,
podemos volvernos eternos,
en un mundo paralelo,
nunca dejarnos,
pues somos cercanos,
compartimos secretos,
de los mas bellos.
Prometo cuidar de ti,
con una amistad sincera,
llena de amor,
fundada en valor,
de la mano de la confianza,
crear una alianza.
Prometo buscarte en el bosque,
cuantas veces sea necesario,
sin presión de horario,
recuerda: “Siempre estaré a tu lado”,
así la vida quiera separarnos,
no vamos a dejarnos.
Lo llamaré destino,
destino preciso,
tiempo precioso,
camino dudoso,
destino infinito,
tiempo bendito,
por siempre fortuito •
por un retumbar millones de veces
más ensordecedor. El resplandor
desapareció al mundo, el viento
huyó del lugar en todas direccio-
nes, la tierra se convulsionó con
violencia inenarrable, el tiempo se
detuvo y regresó a periodos igno-
tos, la vida revivió su etapa más
primordial. Todo, en segundos.
La explosión se hubiera pensa-
do inconcebible en el pasado, de
reconocerse con una especie que
se había acostumbrado tanto a
ellas. Quienes miraban en su di-
rección al momento de su concep-
ción quedaron ciegos y tantos más
quedaron sordos por su grito na-
tal, de una potencia que quienes
estuvieron lo suficientemente lejos
del epicentro compararon con el
aullido del mismísimo Diablo o de
un dios capaz de la ira (si es que
realmente existe diferencia entre
ambos entes), mientras lo que an-
tes pareciera un laberinto inamo-
vible se desmoronaba por su furia
destructora.
Los rascacielos se tambalearon
y despedazaron en grandes cas-
cotes, los cascotes cayeron y ma-
sacraron a la gente a sus pies, los
automóviles se estrellaron y derra-
maron rojo donde lo encontraron,
puestos telefónicos cayeron sobre
casas, pedazos de vidrio llenaron
de hoyos piel de desdichados, el
viento lanzó a vivos y muertos a
un triste final.
En medio de la hecatombe, in-
cluso los pocos aviones que habían
despegado fueron derribados con
fatales consecuencias. Y en el cen-
tro de la catástrofe, el caos más
absoluto conocido alguna vez por
el humano.
De pronto, todo desapareció. La
onda inicial desintegró cuanto en-
contró en kilómetros a la redonda,
sin excepción. Oficinas, hoteles,
restaurantes, librerías, escuelas,
museos, máquinas, personas. In-
contables momentos de historia,
destruidos, sus restos disparados
salvajemente en toda dirección po-
sible. Todo se fue por esa energía
que salió de la nada, como regur-
gitada por el centro mismo de la
tierra, al tiempo que el azul del cielo
quedó dividido por el titánico río de
humo negro que tuvo por origen la
herida que en tan poco sufrió la ciu-
dad. La duración de la hecatombe,
aunque no grabada con precisión
para la historia, fue suficiente para
que los más creyentes o supersticio-
sos se convencieran de que había
llegado el tan publicitado Fin de
los Tiempos. Conforme pasarían
las semanas esta idea sería puesta
a prueba, invadidos por el enorme
peso de la pérdida sufrida, buenos
y malos por igual. Los muertos, por
primera vez en la ciudad, se conta-
ron por centenas de miles, cantidad
descorazonadora de vidas extintas
en el mismo instante.
La señora Ofelia, de 60 años, se estrelló contra
una pared movida por el viento mientras salía de
una tienda de juguetes. Su hijo Ramón la visitaría
con su familia dentro de dos semanas, y había com-
prado un regalo para su nieta Frida. Sería la primera
vez que la vería en siete años.
Simón fue aplastado por el derrumbe de la esta-
ción del metro. Tenía 25 años. Fue tan súbito que
murió aún feliz porque por fin había conseguido
trabajo. Murió pensando en la vida digna y estable
que ahora podría dar a su esposa e hijo.
Carlos, figura prominente de un partido político,
falleció en el choque que sufrió su auto gracias a los
movimientos de la tierra. Salía de una comida en
que había arreglado una transa con una construc-
tora para una obra pública. Dejó esta vida sin haber
recibido los ceros que acordaron como su tajada.
Mónica, trabajadora doméstica, estaba en la ca-
pilla del santo de su devoción. Como siempre, oraba
por su hijo, que había sido internado en el hospital.
Fue aplastada por la cúpula del templo, no sin antes
haber visto como la imagen del santo se hizo peda-
zos en el suelo.
Daniel se volteó en su motocicleta. Huía de haber
robado un celular y una bolsa. Vendería lo conse-
guido para comprar un regalo a su madre y unos
alcoholes para los amigos.
Inmensa fue la sombra de la muerte que pasó ese
día. El duelo por su rastro fue gigantesco, hasta que
los sobrevivientes en aquella urbe ultrajada descu-
brieron en los siguientes días un hecho terrorífico.
Por más devastador que había sido aquel día, ello
no fue sino la obertura, el inicio de una serie de
eventos que nadie, nunca, olvidaría. La verdadera
sinfonía que todos, dentro y fuera de la ciudad, fue-
ron forzados a ver.
Dieron las dos de la tarde. La ciudad ya no era la
misma. Ya nunca lo sería •
14. • 14
Diálogos • Diciembre - enero 2018
CADAC y un camino sin retorno
Daniel Lara Hernández
Otorgan Premio Cervantes
a Sergio Ramírez
Alfredo Narváez
Al cruzar Río Churubusco de
norte a sur, la transición entre
Cuauhtémoc y Centenario es
siempre fascinante. Comparable
con el momento en que uno rea-
liza el beso entre la carretera y al-
gún poblado.
Como se diría en aquellos
lejanos pueblos gaélicos: “Ve y
que el camino se levante para
conocerte.”
Y es así. Cuando las coloridas
fachadas y la folclórica arquitec-
tura de Coyoacán comienzan a
hacerse presentes, es inevitable
sentir un escozor de cierta familia-
ridad y comodidad.
El arte, manifestación de nues-
tros más grandes dolores y anhe-
los. Los olores, nuestra piel plas-
mada aquí y allá. La gente, esa
gente, ese México de mil caras.
Los sonidos, fieles acompañantes
de nuestros pasos. Es una orques-
ta que toca al unísono para dejar
su marca profundamente dentro
de nuestra memoria.
Sin embargo, como cualquier
zona, aún tiene secretos que se
escabullen hasta del más agudo
de los observadores. Es que, cla-
ro, habrá los que digan que estoy
siendo algo injusto. Que quizás
estoy pidiendo que se encuentre
la aguja dentro del pajar, pero les
puedo asegurar que injusticia no
hay ninguna más que para el lugar
del que les voy a platicar.
Avanzando sobre Centenario,
llegando al corazón del mapa, hay
un tesoro que no ha gozado de los
mismos cariños que sus similares.
No puede presumir de vanidad,
puesto que no hay nada que la
alimente. No puede presumir de
atención, puesto que no hay na-
die que la atienda. Es una perla
dentro de la más hermosa ostra.
Tan hermosa que no es menester
abrirla.
El escritor y expolítico nicara-
güense Sergio Ramírez fue reco-
nocido con el Premio de Literatura
en Lengua Castellana Miguel de
Cervantes 2017. De esta manera,
el centroamericano se convirtió en
el primer escritor de esta región
en obtener dicho reconocimiento.
El autor de Adiós muchachos, au-
to considerado como el heredero
de Rubén Darío, dedicó este logro
a su nación.
El nicaragüense ya había sido
nombrado Caballero de las Artes y
de las Letras en 1993, además de
recibir el Premio José Donoso en
Un lugar que rinde homenaje a
lo que se le escuchó decir alguna
vez a Moliere: “La hermosura sin
gracia es un anzuelo sin cebo.”
El Centro de Arte Dramático, AC
(CADAC), ubicado en la esquina
de Centenario y Belisario Domín-
guez, es uno de los últimos bastio-
nes de teatro puramente indepen-
diente y bohemio que aún quedan
en pie en la ciudad de México.
“Nosotros consideramos que la
labor que hacemos en CADAC es
muy diferente a la que se realiza
en otras partes, no por demeritar
el trabajo de los demás pero nues-
tro interés es meramente cultural”,
dijo Rabindranath Espinosa, uno
de los directores de la institución,
al ser cuestionado acerca de lo
que distingue de la misma.
CADAC fue fundado en 1975
por el dramaturgo mexicano Héc-
tor Azar, quien fuera director ge-
neral del departamento de teatro
y difusión cultural de la UNAM. La
idea principal de Azar era la crea-
ción de un espacio meramente
independiente que se avocara a
la promoción, difusión y capacita-
ción del arte teatral en la cuidad.
“Uno de los principales retos
que afrontó el maestro Azar fue
tratar de romper con el esquema
institucional que siempre ha regi-
do al arte”, señala Rabindranath.
“No se traba únicamente de fun-
dar una escuela o un teatro, se tra-
taba de crear un espacio libre de
cualquier intervención y que pu-
diera abogar por el arte”, agregó.
Una de las grandes innovacio-
nes que supuso la incursión de
CADAC en el panorama teatral
fue el diseño de su escenario prin-
cipal, denominado “Espacio C”.
Esta propuesta es la que poste-
riormente inspiró los esbozos de
famosos recintos como El granero
y El Galeón. El diseño supone una
2011, el Premio Internacional de
Novela Alfaguara en 1998, entre
otros. El literato, según confesó,
recibió la noticia de su nombra-
miento la mañana del jueves 16
de noviembre, un día antes de la
entrega, por parte del ministro de
Educación, Cultura y Deporte del
Gobierno de España, Íñigo Mén-
dez de Vigo.
El creador de Margarita es-
tá linda la mar reconoció que su
tarea de impulsar a las nuevas
generaciones la ha llevado desde
que fundó la revista Carátula y el
encuentro literario Centroamérica
estructura de grada de 190 grados
de visibilidad, algo que destacó del
formato tradicional frontal.
“Uno de los mayores aciertos
en la construcción de CADAC fue
el diseño de su teatro. El espacio
C permite una mayor integración
e interacción entre actores y pú-
blico, creando una atmósfera más
íntima”, mencionó Cecilia Loaiza,
profesora de la institución.
CADAC se presenta ante uno
como una clásica construcción co-
lonial. Pasillos adornados con ca-
ricias barrocas. Salones y cuartos
que recuerdan aquellos andares
de Chaplin en busca de inspira-
ción. Un jardín que circunda a una
fuente de piedra cuyo sonido pa-
reciera un llamado para sentarse
y leer algún libro de aquellos que
nunca logramos terminar. Y al
fondo del recorrido, la entrada de
madera, porque claro que debía
ser de madera, que da hacia el fo-
ro principal. Todo dentro del lugar
es como una pintura a gusto de lo
que significa la vida banal, efímera
y artística.
“Hay un cierto aire de cultura
dentro de CADAC, cada que viene
gente a ver alguna obra o alumnos
a tomar sus cursos, es lo primero
que nos dicen”, menciona entre
risas Rabindranath. “Digamos que
nos gusta pensar que los actores
Cuenta. También reconoció que su
más reciente libro Ya nadie llora
por mí, a presentarse en la Feria
Internacional del Libro representa
adecuadamente los valores que
distinguen su obra.
Además de escritor, el centro-
americano fungió como vicepre-
sidente de su país, funcionario
del grupo de Los Doce en 1977,
miembro nacional de la Asam-
blea Nacional de Nicaragua, así
como candidato presidencial del
Movimiento Renovador Sandinis-
ta (MRS) en 1996. Al respecto, el
actual premio Cervantes comentó
Cultura
aún requieren de alguna inspiración
genuina que solo se encuentra en
lo sublime”, concluyó, lanzando una
mirada de anhelo seguida de un
suspiro profundo, de esos que ocul-
tan un deseo que cada vez se aleja
más. Y es que esas demostraciones
subliminales por parte de Rabindra-
nath Espinosa, tienen un porqué
bastante bien definido.
Desde 2012, CADAC se ha visto
inmerso en un mar de situaciones
adversas, desde las recurrentes
cuestiones económicas, derivadas
de los bajos índices de interés por
el teatro en México, y quizás por el
arte en general, hasta auténticas lu-
chas por la renovación del contrato
de comodato que administra el Ins-
tituto de Administración y Avalúos
de Bienes Nacionales (Indaabin).
Proceso fue uno de los medios
más destacados que dieron cober-
tura directa a todo el desenvolvi-
miento de estos conflictos. “No-
sotros buscábamos que la voz se
esparciera, afortunadamente hubo
algunos medios que se interesaron
por lo que ocurría aquí”, explica Ra-
bindranath. Obviamente los recur-
sos monetarios de los que dispone
CADAC no están siempre a la altura
de lo que, en palabras del Indaabin,
es una “esquina privilegiada”
Otros recintos culturales enfren-
tan el mismo problema. El Foro
que su dimensión como escritor se mueve en la diversidad por su libertad
creativa, sin embargo, también está su papel de ciudadano que en ninguna
faceta de su vida ha abandonado e incluso, ha antepuesto
Finalmente, Sergio Ramírez, indicó estar en estado de gracia, haciendo
un llamado a que nuevos escritores surjan de la región centroamericana
a partir de este premio. De la misma manera confía en que estos talentos
emergentes se conviertan en personalidades valiosas y conocidas, proceso
que “ya se está cocinando, lento, pero bien” •
Shakespeare es uno de ellos, que
pese al apoyo mediático y de ar-
tistas como Bruno Bichir, ve la
necesidad de cambiar de locación
como una realidad cada vez más
cercana.
“Aún no estamos libres de que
en cualquier momento nos pue-
dan mover. Lo que pasa es que
por ahora hemos conseguido con-
servar los permisos y prestaciones
suficientes para poder solventar
esta situación”, asegura el director
de la institución.
La realidad de que la corriente
comercial que domina la arena cul-
tural en nuestro país únicamente
fluye en una sola dirección es una
afirmación irrefutable. La gran ma-
yoría de las instituciones artísticas
independientes están sujetas a ad-
versidades de carácter económico
y de percepción social. Es decir, es-
ta contraposición de su ideología
con la institucionalización cultural
está siempre latente y culmina de
manera irremediable en la comple-
ta desaparición de todos aquellos
organismos ajenos a lo que se de-
nomina “mainstream”.
El escenario en el que México
se encuentra es uno en el que el
arte necesita colgarse de intereses
publicitarios o mercadotécnicos
para sobrevivir, un escenario en
que la población no encuentra la
motivación suficiente para tomar
un libro, asistir a una obra o acu-
dir a un museo. Un escenario en el
que el arte encuentra su sitio en
los últimos peldaños del escalafón
social.
Todo esto es lo que provoca la
desaparición de lugares como CA-
DAC. Lugares que una vez idos,
jamás se volverán a ver erguidos.
En palabras de Rabindranath: “No
sólo se trata de salvar una escuela,
un teatro, una librería, se trata de
salvar un estilo de vida” •