Este poema describe al narrador como un bailarín de los montes nacido en Salamanca que baila al ritmo de la tierra y la música de un bombo. Su danza parece estar poseída por un viejo diablo y transmite presagios de muerte mientras retumba un luegüero a lo lejos. El narrador desea una nota dolida que rompa el silencio y expresa que sus pies y la tierra, así como el ritmo, son dueños de su corazón y sus penas.