1. El País. 30/01/13
La verdad no tiene dueño
En lo público y en lo privado la mentira es un instrumento
de seducción y de engaño
En ella caen todos, incluso los que afirman ser dueños de
la verdad, y los que la esgrimen contra otros
Juan Cruz 30 ENE 2013 - 20:13 CET1
Uly Martín (EL PAÍS)
"La verdad no tiene dueño”, dice el poeta Pedro Lezcano en su Romance de la verdad y de la
mentira. De Antonio Machado es la advertencia más famosa en contra de toda certidumbre:
“Tu verdad, no, la verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdala”.
La mentira abunda, la verdad escasea; pero por la mentira se va a la verdad. Pasó, en este
tiempo, desde la Transición, con los casos Gal, Filesa, Roldán, Naseiro, Gürtel, Bárcenas,
Pallerols..., hasta el último que tuvo como nombre propio un nombre falso, Amy Martin...
Mentiras dichas por grandes personajes, mentiras piadosas, mentiras dichas por delincuentes
o por altos dignatarios.
El debate es viejo como los siglos. En La Celestina se dice: “Mal me quieren mis comadres
porque digo las verdades”. Y en el Libro del Buen Amor: “Por las verdades se pierden los
amigos, y por las no decir se hacen desamigos”. Albert Camus dijo: “No hay una verdad, sino
muchas mentiras”. Probablemente conocía el Nobel lo que había escrito Machado sobre la
verdad: no existe la de cada uno, hay que buscar La Verdad.
¿Existe? Existen las verdades, dice el psiquiatra Jorge Tizón. “Las verdades y la verosimilitud.
Tanto en ciencia como en psicoterapia, lo que intentamos no es llegar a una verdad
idealizada, sino a aproximaciones más verosímiles, más ajustadas a la realidad”. ¿Y por qué
se miente? “Mentir tiene que ver con juegos cognitivos y emocionales. El bebé y el niño
introyectan el mundo y las relaciones a través del juego y el juego, en último extremo, es una
2. media verdad-media mentira: es un comportamiento en modo simulativo. Es una no-verdad
que precisamente nos permite diferenciarnos del otro y construir una de las primeras
verdades (relativas): nuestra identidad para nosotros”.
Roldán, Filesa, Naseiro, Gürtel... la
falsedad a menudo queda desvelada
Explica el psiquiatra: “El cu-cu, tras-tras, uno de los juegos más tempranos, universales y
primitivos, promueve la difusión de una posible verdad (tus padres te defenderán siempre) a
partir de una mentira (tu padre y tu madre se han ido, no volverán). Obliga a construir las
primeras verdades, sobre uno mismo y sobre los demás: ¿de verdad te abandonan, son
capaces de abandonarte? ¿O es una mentira que puede dar lugar a la construcción de la
relación más compleja, de la propia mente y la propia identidad con ella y, más allá, de
relaciones más desarrolladas?”.
El profesor Carlos García Gual, catedrático instruido en las culturas clásicas, recuerda que
fueron los griegos “los que más hicieron por buscar la verdad por debajo de las apariencias”;
aquellos filósofos consideraban la verdad como el instrumento más precioso para apreciar la
vida. Ahora es muy difícil, concede el profesor, “saber si la verdad significa lo mismo para todo
el mundo. Muchas veces”, dice, “no se aprecia tanto la verdad como el provecho”. Lo que
sucede es que vivimos en el dominio de “la ilusión de ser más, del vivir un poco a la ligera…
Ese es el mundo del placer, que entra en contradicción con la verdad. La verdad puede ser
áspera y dura y el ser humano gusta mucho de las ilusiones y de las fantasías”.
Eso es lo que buscaba Platón: frente a la opinión, los hechos. La opinión, la Doxa, puede ser
una, pero los hechos la pueden contradecir. Las apariencias engañan, es cierto, por tanto hay
que buscar la verdad de los hechos”.
Hay técnicas para que lo que se
dice suene a verdadero. Ángel
Gabilondo
¿Imposible resguardarse de esa sospecha, de que nos mienten? Nos responde el filósofo
Ángel Gabilondo, que fue ministro de Educación en el último Gobierno socialista. “Lo que sí
está claro es que la verdad está unida al poder; hay una producción de verdad, un régimen de
verdad, hay discursos y técnicas para que lo que se dice suene a verdadero… Como es
lógico, detrás de esas técnicas hay intereses, luchas, y cada uno hace valer su verdad”. El
amor por la verdad hay que confrontarlo, dice el filósofo, con la mentira. ¿Y qué es la mentira?
“No es exactamente decir lo contrario de lo que uno piensa: en realidad, es vivir lo contrario
de lo que se habla. Eso es la mentira. La verdadera palabra de uno es su forma de vivir. La
forma de vivir es el verdadero vivir. Faltar a la verdad es hacer ostentación de unos valores y
luego vivir de otra manera, eso sí que no es verdad”.
¿Y por qué tiene tantos dueños?, como sostiene el poeta Lezcano. “Porque cada uno tiene
que justificar su forma de vivir. Todos quieren apropiarse de una ficción, de un relato de la
verdad…”. No puede haber una idea dogmática de la verdad; a ello nos ayuda la libertad. “La
libertad genera sentidos de la verdad”. Hay que huir del dogma, pero también del que afirma
tenerla. “Los que gritan la verdad en general sienten la debilidad de no tenerla en absoluto,
por eso chillan a ver quién es más rotundo afirmándola”.
La credibilidad es esencial en política e
implica honestidad. Ramón Jáuregui
¿Qué pasa en un juicio, donde la verdad parece que debe prevalecer? Responde Manuela
Carmena, jueza. “No, no es fácil saber la verdad cuando declara un presunto culpable. Para
3. llegar a ella has de crear una relación entre la persona a la que interrogamos, que nos abra
una puerta”. La verdad, dice, “requiere un clima”. Por ejemplo, si el fiscal, el juez, el que
interroga, muestra un interés burocrático por el sujeto que declara, este tiene muy fácil la
puerta por la que escaparse con su verdad. “Pero si el interrogador se lo toma en serio, la
verdad termina sabiéndose, probablemente”.
“Para mí la clave es establecer una estructura de relación que haga difícil al delincuente tomar
un camino liberador…”. ¿Se le ve en la cara a los mentirosos que lo son? “Los buenos
mentirosos saben fingir muy bien. Pero pueden desprender una sensación, puede notarse en
los gestos, en la entonación”. Lo difícil es mentir, una vez que lo consiguen ya adquieren esa
naturalidad.
“La mentira”, afirma Manuela Carmena, “expulsa de la relación a una persona; supone una
burla, es caricatura, deja en ridículo cualquier argumento”. La verdad, como afirmaba
Machado, es un cúmulo de subjetividades, “por eso el proceso que propone para llegar a la
verdad es tan hermoso: renunciar cada uno a su verdad, buscar la verdad entre todos”.
Tan hermoso y tan utópico. El diputado socialista Ramón Jáuregui, que fue ministro de la
Presidencia con Zapatero, considera que “la verdad es la condición necesaria del ejercicio de
la política; es convencer, y eso no se puede hacer si no tienes credibilidad. La credibilidad es
el elemento necesario para que en la política puedas resultar útil. La credibilidad implica
honestidad y coherencia personal. No podemos contemplar la verdad en la política sino como
un requisito de honestidad intelectual para dirigirte a la ciudadanía”.
¿No toda la verdad es posible? “En la política la verdad no es un absoluto. Hay otras
disciplinas (la investigación, la ingeniería u otras materias) que manejan verdades más
absolutas. En política solo son verdad los hechos y ni siquiera las motivaciones… Piense en
la violencia asociada a la política, hay quienes la interpretan según unos códigos morales muy
peculiares…”. Este espacio en el que nos movemos no tiene tan definidos los perfiles de la
verdad, por eso hay tantas interpretaciones de los hechos”.
Si el gobernado lo cree y el
gobernante cumple, hay
veracidad. José María Lasalle
Jáuregui señala “las verdades ocultas” en política “por la inconveniencia, la impopularidad que
conllevan”; las “verdades a medias”, que aconsejan contar solo lo que interesa (lo que pasó
con la guerra de Irak o con el 11-M)... Existen “las mentiras necesarias” porque el sentido
común político aconseja que no se adelanten cuestiones estratégicas (“la formación de un
Gobierno, reuniones delicadas cuya difusión iría en contra de la eficacia de las mismas”)... En
cualquier caso, precisa el político, “no hay verdades absolutas en política; no relativizo la
verdad, pero en el ejercicio largo y honesto de la política estas circunstancias que hay en
torno a la verdad existen...”. “Yo creo”, explica, “en la verdad ligada a la honestidad personal”.
Preguntas parecidas para su colega José María Lassalle, ensayista, secretario de Estado de
Cultura. Según él, “la verdad es uno de esos conceptos que se te escapan de las manos,
dependen de una vivencia y de una percepción interior”. Los nominalistas decían que eran
“soplos de voz que se los llevaba la tempestad de la existencia”. La verdad, en todo caso,
“nace de un consenso social, de la fiabilidad que te producen las palabras o los hechos”. Es,
como advertía Machado, tentativa, “y solo puede llegar a parecer objetiva si se dan los
elementos de veracidad y de contrastabilidad”.
Todos tratan de ocultar y la
gente no puede confiar. Victoria
Camps
4. Mientras, señala, “todo es complejo, todo es confuso” en relación con la verdad. “Todo es
poliédrico”. A él le asustan “los ortodoxos de la verdad, los que llaman relativistas a todos
aquellos que no comparten sus certezas”. ¿Mienten los políticos? “Los judíos hablaban de la
eumená, la fiabilidad. La fiabilidad está en el origen de la verdad política; si el gobernado lo
cree y el gobernante cumple entonces se habrá establecido la veracidad”. Es muy complicado
hoy hallar “un poso de veracidad” en medio de tantos discursos contrapuestos. ¿Dónde
advierte usted el engaño? “Cuando se elude la desnudez de uno mismo; cuando aprecio eso
me siento engañado. Cada uno evita mostrarse en su propia fragilidad” y ahí surge la
tentación de la mentira.
Victoria Camps, catedrática de Ética: “La verdad es la adecuación de lo que uno piensa con la
realidad. Es la definición clásica y yo creo que no se ha superado”. ¿Por qué parece que nos
mienten siempre, en particular los políticos? “Porque lo cuentan mal, porque lo que ocurre
nadie lo conoce del todo. Porque nadie puede decirnos toda la verdad, porque todo nos viene
desde puntos de vista parciales... Eso sucede en la información política, económica. Todos
tratan de ocultar y la gente no puede confiar, no podemos confiar porque no nos dicen todo
casi nunca y sospechamos”.
La estrategia a veces deriva en
”verdades a medias” y “mentiras
necesarias”
En el espacio público, dice Victoria Camps, “la desconfianza es absoluta. No nos creemos a
nadie. Las consecuencias son malísimas”. ¿Cuáles? “Es muy difícil así construir un mundo
común, una cohesión social”.
¿Es imposible encontrar la verdad, profesora? “No debería serlo. Al menos sería posible llegar
a establecer una sensación de veracidad, la que se da en la vida privada. Pero si nos
mienten, cómo vamos a creer que nos dicen, a veces, la verdad? ¿Cómo creerlos si han dicho
que dimitirán si se establece que su partido es corrupto y luego siguen ahí, escurriendo el
bulto? ¿Cómo creerles si sus verdades son medias verdades, y a veces ni siquiera eso?”
La verdad no tiene dueño, pero su manejo sí.