El pastor de llamas atrapó y desplumó a un cóndor que se comía sus llamas. Recibió órdenes de las autoridades por robarle la ropa al cóndor, pero no entendía de qué se lo acusaba. Finalmente lo llevaron ante el rey cóndor, a quien le devolvió las plumas para que el cóndor desplumado pudiera vestirse nuevamente.