El rey Salomón describe haber experimentado todos los placeres y lujos que el mundo puede ofrecer, incluyendo la construcción de grandes obras, la acumulación de riquezas y mujeres, y el disfrute de placeres. Sin embargo, al reflexionar sobre todo lo que había logrado, Salomón concluye que ninguno de estos placeres mundanos tienen sentido y que la vida carece de propósito.