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Manual
para
Jóvenes
y
Adultos
Primer
Cuatrimestre
2016
EL
MAESTRO
PENTECOSTES
LIDERAZGO
ACTUAL
Red Educación Cristiana
Iglesia de Dios Región NEA
Necochea 238 Resistencia
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
1
1 Puesto en el ministerio
1 Timoteo 1:12-20
12 Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús
nuestro Señor, porque me tuvo por el, poniéndome en
el ministerio,
13 habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e
injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo
hice por ignorancia, en incredulidad.
14 Pero la gracia de nuestro Señor fue más
abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.
15 Palabra el y digna de ser recibida por todos: que
Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores, de los cuales yo soy el primero.
16 Pero por esto fui recibido a misericordia, para
que Jesucristo mostrase en mí el primero toda
su clemencia, para ejemplo de los que habrían de
creer en él para vida eterna.
17 Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible,
al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos
de los siglos. Amén.
18 Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para
que conforme a las profecías que se hicieron antes en
cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia,
19 manteniendo la fe y buena conciencia, desechando
la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos,
20 de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes
entregué a Satanás para que aprendan a no
blasfemar.
La lección en resumen
Pablo dijo: «Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por el,
poniéndome en el ministerio» (1 Timoteo 1:12). Dios tiene un lugar de servicio en particular para cada
creyente. Honre a Dios con su servicio devoto.
En la obra del Señor no hay obreros innecesarios. Cada creyente tiene una obra que hacer. No hay nadie
que haya vivido tanto tiempo como para haber cumplido con todas sus obligaciones de servicio. Aunque el
tipo de servicio cambie al envejecernos, nunca nos pensionamos del servicio de nuestro Señor. En tanto el
Señor nos dé vida, nos vemos obligados a rendirle servicio el.
Las vidas de hombres como Pablo y Timoteo sobresalen como ejemplos de cómo rendir servicio
verdadero en el reino del Señor. Su ejemplo nos enseña que Dios tiene una obra específica para cada uno de
nosotros y que el primer paso en la preparación para un ministerio es reconocer que tenemos un ministerio.
Servimos a Dios con agradecimiento (1 Timoteo 1:12)
Podemos decir con Pablo: «Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me
tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio.» La palabra «ministerio» no se aplica sólo a los predicadores. Su
raíz significa servicio y describe el trabajo de cada creyente.
Aunque Pablo escogió aceptar a Cristo por el camino a Damasco (Hechos 26:19), la gran realidad es que
Cristo ya lo había escogido a él. Pablo parecía sentir que su vida antes de tener a Cristo fue tiempo perdido.
Al recibir a Cristo encontró un propósito para su vida. Eso mismo debemos sentir nosotros.
Una vez se escuchó decir de un misionero que había desperdiciado la mayor parte de su vida en el campo
misionero. Es trágico no reconocer el privilegio que nos es el haber sido escogidos para servir al Señor
dondequiera que nos haya llamado.
La maravilla de todas las maravillas es que el Señor nos haya seleccionado para ocupar un lugar de
servicio. Pablo se asombraba de que el Señor lo llamase a él para ser misionero a los gentiles. Aunque no
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
2
podemos colocarnos en la misma categoría con Pablo, debemos recordar que Dios nos ha elegido a nosotros
también y que la esfera de servicio que nos ha confiado es mucho mayor de lo que merecemos.
Lecturas bíblicas
lunes: Mateo 4:18-22
martes: Mateo 5:14-16
miércoles: Hechos 20:17- 8
jueves: Filipenses 2:12-18
viernes: 2 Corintios 5:17-20
sábado: 1 Pedro 4:7-11
Meditación devocional
Creado para trabajar
Efesios 2:4-10
No debemos tener nuestro lugar de servicio
como un llamado al honor sino un llamado al
trabajo. No fuimos salvos para ser servidos, sino
para servir. Jesucristo dijo: «y el que quiera ser
el primero entre vosotros será vuestro siervo;
como el Hijo del hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en
rescate por muchos» (Mateo 20:27, 28). Nuestro
llamado es seguir a Cristo en cualquier tarea,
ministrando a los demás.
Al pensar en la magnitud de las obligaciones del servicio que se presentan a nosotros como creyentes, no
podemos evitar sentirnos inadecuados para la tarea. Sin embargo, debemos recordar que el mismo Señor
que nos escogió tiene el poder de capacitarnos para realizar la obra. Así que, no podemos atribuirnos el
mérito al obtener una victoria porque fue realizada sólo por medio de Jesucristo. No somos suficientemente
buenos, ni fuertes, ni sabios como para ser los siervos de Cristo, pero podemos hacer todo por medio de
Cristo que nos fortalece (Filipenses 4:13).
Servimos por la gracia de Dios (1 Timoteo 1:13-17)
La vida de Pablo nos muestra que la gracia de Dios era mucho «más abundante» que todo su pecado. Fue
por la maravillosa gracia de Dios que Pablo fue librado de su incredulidad y fue dado el privilegio de
servir.
Pablo no sólo halló gracia ante los ojos del Señor, sino que Dios también hizo que hallara gracia en los
corazones de otros. Poco después de su experiencia en el camino a Damasco, Pablo se encontró con
Ananías. Aunque Ananías temía a Pablo, fue a él como le había instruido el Señor. Lo llamó «hermano»
(Hechos 9:17) y oró por él. El Señor usó a Ananías para abrir los ojos de Pablo y para ayudarle a establecer
su nueva relación con la comunidad cristiana (Hechos 9:10-19). Más tarde, cuando la mayoría de los
creyentes en Jerusalén tenían sospechas por la vida pasada de Pablo y estaban dudosos de recibirlo en su
compañerismo, Dios puso en el corazón de Bernabé acercarse a Pablo para ayudarle a superar las sospechas
de los demás y encontrar su lugar en el ministerio de la iglesia (Hechos 9:26-28).
Pablo pudo servir porque «la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en
Cristo Jesús» (1 Timoteo 1:14). Dios obra de por lo menos tres maneras para llevarnos al lugar donde
podemos servir al Señor:
La gracia regenera nuestro corazón. La gracia de Dios obra para convertirnos en nuevas criaturas. «De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el
ministerio de la reconciliación» (2 Corintios 5:17, 18). Nadie jamás podría ser suficientemente bueno como
para merecer la salvación. Todos somos salvos por la gracia por medio de la fe y, sin experimentar esa
regeneración, ninguno califica para ocupar un lugar de servicio.
Su llamado nos permite rendirnos al Señor Jesús. En el libro de Mateo Jesucristo ilustró la necesidad
de una respuesta humana a la gracia de Dios:
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
3
«Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os
hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mateo 18:2, 3). Aunque la salvación proviene
enteramente del Señor, Dios nos ha dado la responsabilidad de aceptar Su regalo de la vida eterna. No
podemos hacer nada para salvarnos a nosotros mismos, pero si no hacemos nada respecto a Su oferta de la
vida eterna, moriremos en nuestro pecado.
Su amor nos envía el mensaje de la salvación por medio del testimonio cristiano. El Señor mostró a Pablo
su necesidad de participar en llevar el mensaje de la salvación al mundo gentil: «…porque para esto he
aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me
apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos,
para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la
fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados» (Hechos 26:16-18). Pablo sabía que
Dios lo había salvado para hacerlo un testigo a los gentiles y que por medio de su testimonio muchos serían
salvos.
Es emocionante saber que Dios no sólo compró nuestra salvación mediante el sacrificio de Jesucristo, sino
que también nos buscó y nos envió un mensajero para presentarnos la verdad del evangelio. Y como envió
a alguien a darnos a nosotros el mensaje de la salvación, también desea enviarnos a los demás con el mismo
mensaje.
Servimos en la adversidad (1 Timoteo 1:18-20)
Hemos sido llamados para realizar una gran tarea. Fuimos escogidos para rendir un servicio que durará por
la eternidad. No podemos fallar, pues otros dependen de nosotros para escuchar la verdad. Somos cristianos
y debemos ser eles a Aquel cuyo nombre llevamos.
Un soldado joven que servía bajo el mando de Alejandro el Grande desertó y fue llevado ante Alejandro
para ser juzgado. Alejandro le preguntó acerca de su ofensa y el joven confesó haber huido durante una
batalla. Por alguna razón, Alejandro sintió compasión del muchacho y le preguntó su nombre. Al responder
el joven que se llamaba Alejandro, Alejandro el Grande se horrorizó. Gritó al joven que debía enmendarse
¡o cambiar de nombre! Si no vamos a seguir a Cristo ante cualquier circunstancia, ¡tampoco nos atrevamos
a llamarnos cristianos!
Se nos ha dado un mandato.
Pablo escribió a Timoteo: «Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo…» (1 Timoteo 1:18). Pablo estaba
diciendo a Timoteo: «Estoy poniendo en tus manos un gran ministerio; venga lo que venga, no falles.»
Como a Timoteo, se nos ha dado la Palabra de Dios y se nos ha mandado vivir fielmente de acuerdo a sus
pautas y cumplir la obligación misionera. Somos escogidos por Dios para llevar el evangelio a los que están
a nuestro alrededor y pasarlo a las siguientes generaciones. No les fallemos a aquellos que dependen de
nosotros aun cuando vengan la adversidad y la tentación. No debemos fallar al Dios que nos ha confiado
tan grande responsabilidad.
Hemos sido llamados a la batalla.
La lucha espiritual que enfrentamos no es una batalla en que peleamos por ratos y luego bajamos nuestras
defensas nada más. Nuestra vida entera debe ser dedicada a la lucha contra el mal. No podemos rendirnos
ni desertar. Nadie puede tomar nuestro lugar. Debemos permanecer en vigilia, porque el pecado no deja de
atacar.
Durante las dos guerras mundiales, los soldados tuvieron expectativas diferentes a los de hoy. Hoy los
reclutas saben que en cuanto sirvan su tiempo, serán reemplazados. Pero aquellos sabían que servirían hasta
ganar la guerra o ser heridos o morir. Ese es nuestro llamado como seguidores de Cristo. La lucha espiritual
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
4
no nos permite bajar nuestras armas y descansar. Estamos peleando contra un enemigo espiritual y hay que
luchar hasta ganar la victoria o ser llevados a nuestro hogar en la gloria.
Hemos sido advertidos del naufragio. Al ocuparnos en la batalla espiritual, debemos continuar
«manteniendo la fe y buena conciencia» (1 Timoteo 1:19). Debemos vivir una vida pertinente a nuestra fe.
Si profesando una doctrina nuestra vida no marcha al compás de nuestra fe, nuestro testimonio no tendrá
poder.
La Biblia da ejemplo de personas que fracasaron durante una lucha espiritual y «naufragaron en cuanto a la
fe algunos, de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no
blasfemar» (1 Timoteo 1:19, 20). Si dejamos de vivir de acuerdo con nuestras propias enseñanzas,
destruiremos nuestra fe, nos convertiremos en piedras de tropiezo para otros y eventualmente seremos
entregados en las manos del enemigo.
Sin importar quienes somos, si hemos creído en Cristo, tenemos un llamado a servir. Nuestro llamado es
una realidad presente. Aunque en el futuro vayamos a servir en gran capacidad, lo importante es que
empecemos a servir ahora mismo.
Alguien dijo: «Se vive una sola vez y no demora; y sólo lo que se hace para Cristo perdura.» Aproveche el
día de hoy para hacer lo que Dios le ha comisionado.
Preguntas
1. ¿Quién selecciona a los creyentes y los coloca en su lugar de servicio?
2. ¿Cuáles son tres maneras en que Dios obra para llevarnos al lugar donde podemos servir al Señor?
3. ¿Quiénes han sido llamados a servir al Señor?
4. ¿Qué pasará en la vida de un creyente que deja de servir al Señor? ¿Perderá su salvación?
5. ¿Es el servir a Cristo una obligación o un privilegio?
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
5
2La oracion es primordial
1 Timoteo 2:1-8
1 Exhorto antes todo, a que se hagan rogativas,
oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos
los hombres;
2 por los reyes y por todos los que están en
eminencia, para que vi-vamos quieta y
reposadamente en toda piedad y honestidad.
3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios
nuestro Salvador, 4 el cual quiere que todos los
hombres sean salvos y vengan al cono-cimiento de la
verdad.
5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre
Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
6 el cual se dio a sí mismo en res-cate por todos, de
lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.
7 Para esto yo fui constituido predicador y apóstol
(digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los
gentiles en fe y verdad.
8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar,
levantando manos santas, sin ira ni contienda.
La lección en resumen
La oración es uno de los primeros deberes y privilegios cristianos. Dedíquese, pues, al ministerio de la oración.
«Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni con-tienda» (1 Timoteo
2:8).
La oración es el aliento de la vida espiritual del creyente. Sin ella no habrá ni crecimiento ni vitalidad. A
pesar de la importancia de la oración, muchos la descuidan. Algunas encuestas han indicado que aún
muchos pastores no oran más de 25 minutos al día. Sin embargo, la pregunta principal es: ¿Cuánto oramos
nosotros?
Como creyentes en Cristo, sabemos que Dios desea que hablemos con Él sobre cualquier cosa que
enfrentemos. Cuando Cristo dio instrucciones en cuanto a la oración, no antecedió Sus enseñanzas con «si
oras», sino «cuando ores» (Mateo 6:5-7). La oración es la respuesta natural a la fe que está en nuestro
corazón.
La prioridad de la oración
Pablo nos exhortó a dar a la oración el lugar que merece. Debemos orar «ante todo» (1 Timoteo 2:1).
Primeramente Pablo exhorta que la oración sea hecha «por todos los hombres». No hay persona alguna en
la tierra por la que no nos debamos interesarnos lo suficiente como para orar. «Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito» para hacer posible la salvación de «todo aquel que en él
cree» (Juan 3:16).
Dios anhela que todos reciban la salvación, «no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan
al arrepentimiento» (2 Pedro 3:9). Jesucristo dijo: «Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a
mí mismo» (Juan 12:32). Descuidar la oración intercesora por aquellos a quienes Dios ama y por quien
Jesús murió es pecado.
La oración ocupó un lugar primordial en el ministerio de Pablo, como debiera ocupar en el nuestro. Sus
cartas estaban llenas de peticiones de oración, reportes de oraciones contestadas y resúmenes escritos de
sus oraciones. Pablo oró por los creyentes (Romanos 1:9; Efesios 1:16) y por la salvación de los
inconversos (Romanos 10:1). Además, pidió oraciones por sí mismo para poder dar un testimonio e caz a
los perdidos (Efesios 6:18,19).
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
6
Lecturas bíblicas
lunes: Salmo 4:1-8
martes: Salmo 5:1-12
miércoles: 1 Corintios 14:13-19
jueves: 2 Corintios 12:7-10
viernes: Efesios 6:10-20
sábado: 1 Tesalonicenses 5:16-28
Meditación devocional
Disciplina en la oración
Daniel 6:1-10
En 1 Timoteo 2:1 Pablo usa cuatro diferentes
términos para la oración:
«rogativas, oraciones, peticiones y acciones de
gracias». Todos estos términos se parecen, pero
cada uno identifica una dimensión especial de la
oración.
Primero, los griegos usaban la palabra que se
traduce «rogativas» para describir una petición
general. Podía ser una petición por cualquier
problema, grande o pequeño. El uso de esta
palabra indica que todas nuestras peticiones son
importantes para Dios. Si tenemos una necesidad
lo suficientemente grande como para compartirla
con alguien, es suficientemente importante para
contarla al Señor.
Segundo, la palabra usada para «oraciones» describe una petición que podría hacerse sólo delante de Dios.
Hay ciertas cosas que sólo Dios puede hacer. Sólo Él puede perdonar nuestros pecados (Marcos 2:7). Sólo
Él puede darnos la salvación (Hechos 4:12). Como humanos somos impotentes de satisfacer nuestras
profundas necesidades espirituales; sólo en el Señor encontraremos la ayuda que necesitamos. Si llevamos
nuestras necesidades ante otras personas, nos veremos frustrados; pero si las llevamos ante Dios,
descubriremos que Él es todopoderoso y que está dispuesto a ayudarnos.
Tercero, la palabra traducida como «peticiones» conlleva la idea de ir ante un rey con una petición. El
Señor es nuestro Rey, pero en vez de ser inaccesible e inalcanzable, siempre está abierto a nuestras
peticiones.
«Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos
nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro» (Hebreos 4:14-16).
Jesucristo, nuestro Rey y Señor, está en la presencia del Padre, intercediendo por nosotros aun antes de que
enunciemos nuestras peticiones. Por lo tanto, sabemos que podemos acercarnos confiadamente al trono de
la gracia, «para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro».
Debemos traer nuestras propias necesidades y también las de todas las personas en nuestra vida.
Debemos orar por otros aunque sus ojos estén encubiertos a la verdad y no lo aprecien.
Finalmente, las «acciones de gracias» siempre deben ser parte de nuestras oraciones. Al orar, debemos
darle gracias a Dios por todo lo que Él es y por todo lo que ha hecho por nosotros. Dios quiere que
traigamos nuestras peticiones ante Él y que le demos gracias por las bendiciones que nos ha dado. Cuando
Cristo sanó a los diez leprosos, sólo uno de ellos dio gracias (Lucas 17:17). Nueve no sintieron la necesidad
de agradecerle al que los sanó.
La preparación para la oración
Ciertamente oraríamos más si entendiéramos la función de la oración. Quizá se haya preguntado alguna
vez si la oración de veras cambia las cosas o no. Es preciso entender que nuestro inmutable Dios no cambia
para dar lugar a nuestros deseos personales. Al mismo tiempo, sabemos que nuestro Padre celestial
responde amorosamente a las oraciones de Sus hijos. La lectura bíblica de esta lección nos muestra algunas
verdades maravillosas en cuanto a la oración y cómo funciona.
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
7
La oración trae bendición a otros. Pablo nos exhortó a orar «por los reyes y por todos los que están
en eminencia» (1 Timoteo 2:2). Dios tiene el poder de dirigir el corazón del rey (Esdras 6:22). A veces nos
vemos tentados a poner nuestra confianza en los líderes terrenales en vez del Señor. «Mejor es confiar en
Jehová, Que confiar en el hombre. Mejor es confiar en Jehová, Que confiar en príncipes» (Salmo
118:8, 9).
En vez de confiar en nuestros líderes, debemos orar por ellos y confiar en que el Señor puede dirigir sus
corazones en la dirección apropiada.
La oración también puede enriquecer nuestra propia vida. Al vivir bajo la autoridad de líderes que
disfrutan de las bendiciones de Dios porque oramos por ellos, podemos vivir «quieta y reposadamente».
Sin embargo, la oración hace mucho más que sólo bendecirnos con tranquilidad. Nos capacita para vivir
«en toda piedad y honestidad».
La oración agrada a Dios.
«Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador» (1 Timoteo 2:3). El
comportamiento que agrada a Dios abre canales para grandes bendiciones en la esfera espiritual. Dios dijo
a Salomón: «Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi
rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus
pecados, y sanaré su tierra» (2 Crónicas 7:14).
Seríamos más eficaces en la oración si viviéramos piadosamente. David preguntó: «¿Quién subirá al
monte de Jehová?/ ¿Y quién estará en su lugar santo?/ El limpio de manos y puro de corazón;/ El que
no ha elevado su alma a cosas vanas,/ Ni jurado con engaño./ Él recibirá bendición de Jehová,/ Y
justicia del Dios de salvación» (Salmo 24:3-5). Dios no sólo contesta las oraciones de los que viven
dedicados a Él, sino que sus oraciones son más eficaces.
«…La oración eficaz del justo puede mucho» (Santiago 5:16).
Una fe genuina es parte importante de nuestra vida de oración.
Debemos orar, «sin ira ni contienda» (1 Timoteo 2:8).
Santiago escribió: «Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del
mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que
recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos»
(Santiago 1:6-8).
El secreto de una oración eficaz es entender la voluntad de Dios. Santiago enseñó que siempre debemos
planear nuestra vida y dirigir nuestras oraciones en armonía con la voluntad del Señor. «¡Vamos ahora! los
que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos;
cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se
aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor
quiere, viviremos y haremos esto o aquello» (Santiago 4:13-15).
Un mejor entendimiento de la naturaleza de Dios resulta en una mayor confianza en la oración.
«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se
dio a sí mismo en rescate por todos…»
(1 Timoteo 2:5- 6). En el mundo antiguo la mayoría de la gente adoraba muchos dioses. Las personas
ofrecían sacrificio tras sacrificio en un esfuerzo por aplacar la ira de los dioses falsos. Pero el único y
verdadero Dios ama al hombre que creó. Proveyó Su propio sacrificio, Su Hijo Jesucristo, como expiación
por nuestros pecados para que pudiéramos disfrutar del compañerismo con Él.
Hay «un solo mediador». Un mediador es alguien que está entre dos grupos o partidos para funcionar
como intermediario. Nosotros tenemos acceso directo con Dios mediante Jesucristo. Gracias a Él, no hay
nada ni nadie que nos impida acercarnos al Padre con cualquier petición que pueda haber en nuestro
corazón. Cristo no sólo entregó Su vida para redimirnos, sino también para establecerse a Sí mismo como
el único Mediador entre nosotros y el Padre.
Las personas por las cuales debemos orar
Debemos orar por los líderes gubernamentales. Los líderes gubernamentales de Pablo eran reyes y
personas a quienes los reyes habían dado puestos de autoridad. Pablo no tuvo que estar de acuerdo con los
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
8
líderes en todo lo que hacían, pero sí tuvo la responsabilidad de orar por ellos. Nuestros líderes, sean
quienes sean, merecen nuestras oraciones a favor de ellos.
Debemos orar por los miembros de nuestras familias. El resultado final de nuestras oraciones por los
líderes será una gran bendición para nuestras familias, para que «vivamos quieta y reposadamente» (1
Timoteo 2:2). El bienestar de nuestras familias siempre debe ser parte de nuestra oración. Debemos orar
pidiendo que Dios proteja a nuestros seres amados y los guíe siempre de acuerdo a Su voluntad (Job 1:10).
Hay que orar por los inconversos. i queremos orar conforme a la voluntad de Dios, debemos orar por
los inconversos, porque nuestro Señor
«quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad». Sin embargo,
nuestras oraciones por los inconversos que hay por el mundo entero tienen poco significado a menos que
tengamos un interés genuino por las personas específicas que se encuentran en nuestro mundo personal.
Dios quiere que nos interesemos por nuestros vecinos, nuestros amigos y hasta nuestros enemigos. Juan
amonesta que el que no ama a su hermano tampoco ama a Dios. «…Pues el que no ama a su hermano a
quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?» (1 Juan 4:20). De igual manera, si no nos
interesamos por los inconversos que conocemos, ¿cómo podemos decir que nos interesamos por aquellos
que no conocemos?
Si no tenemos amor por los inconversos, no estamos en armonía con el Señor Jesucristo quien «vino a
buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lucas 19:10). Así como Dios estuvo dispuesto a dar a Su Hijo
unigénito y Cristo estuvo dispuesto a dar Su vida en rescate por muchos, nosotros debemos buscar
constantemente la salvación de individuos perdidos específicos por medio de la oración.
Preguntas
1 ¿Cuáles son los cuatro términos que Pablo usó para describir los diferentes tipos de oración?
2 ¿Cuál es el secreto de una oración eficaz?
3 ¿Cuántos mediadores hay entre Dios y nosotros?
4 ¿Por quiénes debemos orar?
5 ¿Cuáles son unos beneficios que resultan de la oración?
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
9
3Los lideres de las iglesias
1 Timoteo 3:1-7
1 Palabra el: Si alguno anhela obispado, buena obra
desea.
2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible,
marido de una sola mujer, sobrio, prudente,
decoroso, hospedador, apto para enseñar;
3 no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de
ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no
avaro;
4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en
sujeción con toda honestidad
5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa,
¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?);
6 no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en
la condenación del diablo.
7 También es necesario que tenga buen testimonio
de los de afuera, para que no caiga en descrédito y
en lazo del diablo.
La lección en resumen
«Palabra el: Si alguno anhela obispado, buena obra desea» (1 Timoteo 3:1). El buen liderazgo es esencial en toda
iglesia. Una iglesia debe orar por su pastor para que sea calificado y luego respetarle y apoyarle en su ministerio.
En cualquier organización, mucho depende del liderazgo. Un líder de calidad es indispensable en la iglesia
para la buena salud espiritual y un ministerio eficaz. Sólo hombres maduros con sabiduría espiritual,
experiencia y un llamado de Dios califican.
Los títulos de los líderes de las iglesias
Hoy día generalmente se usa el título pastor para referirse al líder espiritual de una iglesia. Un pastor de
ovejas es uno que cuida y guía un rebaño de ovejas, así que el pastor de una iglesia es uno que guía y vela
por un «rebaño» de Dios, una congregación local de creyentes. La responsabilidad principal de un pastor de
ovejas es proteger a sus ovejas y alimentarlas bien. Cuando un hombre acepta el llamado de pastorear una
iglesia, se compromete a velar por una de las iglesias del Señor Jesucristo. Un pastor sincero siempre tiene
presente el bienestar de su congregación.
Además del título pastor, en el Nuevo Testamento se ven los términos obispo y anciano. Todos eran
títulos para el mismo oficio de pastor. Cuando Pablo mandó llamar a los ancianos de Éfeso (Hechos 20:17),
los animó a «apacentar la iglesia» como obispos (Hechos 20:28). Al igual, Pedro dijo que la
responsabilidad primordial de los ancianos era apacentar la grey de Dios (I Pedro 5:1-3).
Es probable que por la historia se usaron estos títulos para identificar el oficio del líder de una iglesia
tanto como la función de la posición. La palabra anciano sugiere que normalmente era uno de los hombres
más respetados de la congregación y uno de los mayores. El término obispo se refiere a la tarea de
supervisar los asuntos de la iglesia. La palabra pastor se enfoca en la alimentación espiritual del pueblo de
Dios por el líder. Por lo tanto, la palabra anciano describía a la persona del líder mientras que obispo y
pastor se referían a la tarea que desempeñaba dicho líder.
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
10
Lecturas bíblicas
lunes: Números 27:15-23
martes: Deuteronomio 3:21-29
miércoles: 1 Reyes 3:3-10
jueves: 1 Corintios 3:1-10
viernes: 2 Corintios 5:11-21
sábado: Colosenses 1:21-29
Meditación devocional
Un líder promueve el avivamiento
2 Crónicas 29:1-11
La tarea del líder de una iglesia
(1 Timoteo 3:1)
La palabra obispo conlleva una idea de
supervisar a los obreros y enfatiza el papel del
pastor como líder. La palabra siempre implica
supervisar cierta esfera de trabajo con
responsabilidad ante cierta autoridad. La
autoridad ante la cual el pastor siempre es ser
responsable es Jesucristo.
El pastor es responsable del cuidado de las personas que constituyen la iglesia de la cual es líder. Debe
proveerles el liderazgo necesario para que puedan llevar a cabo las tareas que Dios ha dado a Sus iglesias.
Además, debe supervisar a los miembros de la congregación en su labor y entregar cuentas a Dios por su
propia fidelidad como líder. En realidad, tiene una responsabilidad doble. Como pastor, es el supervisor de
la obra de la iglesia; pero como creyente, es participante de la obra, trabajando hombro a hombro con los
demás miembros.
Cuando Dios llama a un hombre al pastorado, lo guía a una «buena obra» y no sólo a un oficio (1 Timoteo
3:1). No es el oficio, sino la obra, que el futuro pastor debe tener presente. No debe codiciar el prestigio de
lucir un título como pastor, sino anhelar el llevar adelante la obra de su Señor.
Algunos pueden pensar que, cuando Pablo habla de un hombre que anhela el pastorado, quiere decir que
cualquier persona piadosa que tenga el deseo de ser pastor puede serlo. Sin embargo, el desear ser pastor no
es una decisión personal de uno, sino resulta del llamado de Dios. El hombre que trate de ejercer el oficio
de pastor sin un llamado definitivo del Señor es un hombre imprudente. Pablo empezó el libro de Romanos
enfatizando su propio llamado: «Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el
evangelio de Dios» (Romanos 1:1). Sólo uno que ha sido genuinamente llamado por Dios tendrá éxito en la
obra que se requiere de un pastor.
Las cualidades del líder de una iglesia
(1 Timoteo 3:2-7)
Pablo dio una lista de cualidades que un hombre tiene que poseer para servir como pastor. El hecho de que
Pablo dio tal lista sugiere que siempre ha habido personas no calificadas que buscan puestos de liderazgo
dentro de las iglesias del Señor. Para prevenir ese peligro, Pablo enumeró unas cualidades específicas.
La vida familiar: Pablo enfatizó la responsabilidad del pastor en su hogar. Se requiere que él «gobierne su
casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa,
¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)» (1 Timoteo 3:4, 5).
El pastor debe ser monógamo, o sea, el «marido de una sola mujer» (1 Timoteo 3:2). Hay mucha
controversia hoy día en cuanto a este pasaje. Algunos dicen que significa que un hombre tiene que estar
casado para poder calificar como pastor; otros proponen que un hombre casado más de una vez nunca
podrá ejercer el oficio de pastor. La frase literalmente significa que un pastor debe ser un hombre para el
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cual no existe más que una mujer. En otras palabras, debe ser un esposo fiel, comprometido a cumplir sus
votos matrimoniales. Si un hombre no se compromete a practicar la pureza dentro de su matrimonio, no
tiene lugar como pastor. Un pastor debe establecer altas normas en su matrimonio y al mismo tiempo
animar a otros a cumplir con el mismo compromiso. El mundo necesita que las iglesias y sus líderes
representen bien la belleza y el gozo de un matrimonio duradero.
Un pastor debe mostrar la hospitalidad (1 Timoteo 3:2). Un hombre que no recibe con gusto a las
personas que Dios trae a su vida y su hogar, no será un buen representante de la iglesia. Es un hecho
reconocido que somos parte de todas las personas que hemos conocido. Nuestra vida es enriquecida por
medio de la influencia de otros. Sin un espíritu hospitalario, nos alejamos de los demás y, por lo tanto, nos
privamos de lo que ellos ofrecen y los privamos a ellos del testimonio de la gracia de Dios que podríamos
compartir. Los pastores deben establecer el ejemplo de la hospitalidad.
La ética pública: La manera en que un hombre se comporta en su comunidad también es crucial en el
liderazgo de una iglesia. Pablo dijo que un pastor debe ser «irreprensible» (1 Timoteo 3:2). Debe tener una
buena reputación entre las personas ajenas a la iglesia (1 Timoteo 3:7). Si un hombre no tiene el respeto de
sus conciudadanos, será un estorbo para su iglesia. Aunque ningún hombre puede vivir completamente
libre de culpa, el pastor debe esforzarse por vivir de tal manera que nadie pueda levantar una acusación
justificable en su contra. Debe evitar cualquier cosa que le cause ser menos que irreprensible en su
conducta.
El carácter personal: Pablo ex-puso varias virtudes positivas que un pastor debe tener. Debe ser «sobrio,
prudente, decoroso». La idea central de estas palabras es que debe ser trabajador, considerado, organizado
y lleno de buenas obras. Al realizar la labor de pastor, un hombre no puede involucrarse en ningún tipo de
actividad que le ocasione una falta de sobriedad y de una actitud positiva.
Las destrezas pastorales: Un hombre que no sea «apto para enseñar»
(1 Timoteo 3:2) tendrá dificultades en presentar adecuadamente las verdades bíblicas que se deben enseñar
a todos los creyentes. Un pastor tiene la responsabilidad de ayudar al pecador a arrepentirse de sus pecados
y de enseñar a aquellos que hayan sido convertidos a «guardar todas las cosas» que Cristo mandó (Mateo
28:19, 20). Aunque es importante que un pastor sea capaz de articular la verdad de manera que otros
entiendan, su forma de enseñanza más e caz será una vida ejemplar que otros puedan imitar. Por medio de
su vida, el pastor debe enseñar a su comunidad lo que significa ser un cristiano.
Unas características que incapacitan: También se dan unas prohibiciones para un pastor. No debe ser
«dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro» (1
Timoteo 3:3).
Un hombre debe demostrarse competente antes de convertirse en pastor. No debe ser «neófito, no sea que
envaneciéndose caiga en la condenación del diablo» (1 Timoteo 3:6). Sería peligroso promover a un nuevo
convertido a un puesto de liderazgo dentro de la iglesia. Sin la madurez espiritual, él podría permitir que un
sentido de importancia destruyera su espiritualidad. Un pastor con una opinión muy elevada de sí mismo se
convierte en un peligro para su congregación. Da a sus enemigos la oportunidad de criticar, no sólo al
pastor culpable, sino a toda la iglesia. Al contrario, un pastor maduro y piadoso es una bendición por la cual
estar agradecido con Dios.
Preguntas
1. ¿Cuáles son los tres términos que se emplean para referirse al líder de una iglesia?
2. ¿Cuáles son las responsabilidades de un pastor?
3. ¿En qué sentido tiene el pastor una responsabilidad doble?
4. ¿Cuáles son las cualidades de un buen pastor?
5. ¿Por qué no debe un creyente nuevo ocupar el puesto de pastor?
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4Los siervos de las iglesias
1 Timoteo 3:8-13
8 Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin
doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de
ganancias deshonestas;
9 que guarden el misterio de la fe con limpia
conciencia.
10 Y éstos también sean sometidos a prueba primero,
y entonces ejerzan el diaconado, si son
irreprensibles.
11 Las mujeres asimismo sean honestas, no
calumniadoras, sino sobrias, eles en todo.
12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y
que gobiernen bien sus hijos y sus casas.
13 Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan
para sí un grado honroso, y mucha confianza en la
fe que es en Cristo Jesús.
La lección en resumen
Los diáconos que verdaderamente sirven a su iglesia ejercen bien su o cio. Dios se complace con hombres
piadosos dispuestos a servir como diáconos. «Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y
entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles» (1 Timoteo 3:10)
El servicio es la única manera de tener una vida e caz ante Dios. Él no da importancia a nuestros títulos ni
posiciones, pero sí reconoce a los que humildemente buscan honrarlo por medio del servicio el a los demás.
Los que quieren ser grandes ante los ojos de Dios deben convertirse en siervos de todos. Jesucristo mismo
dijo que «cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos» (Mateo 18:4).
Jesús siempre deseó que todos los puestos en la iglesia se basaran en el servicio. Les dijo a Sus discípulos:
«Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre
ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será
vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo» (Mateo 20:25-27).
Todo creyente debe servir al prójimo, pero hay dos grupos de hombres que la iglesia separa para un
servicio especial: los pastores y los diáconos. Los pastores sirven al guiar al rebaño; los diáconos sirven en
maneras que fortalecen el cuidado pastoral del rebaño.
Los diáconos son escogidos para servir aun más que los demás miembros. El significado principal de la
palabra diácono es siervo. Los diáconos que sirven fielmente «ganan para sí un grado honroso, y mucha
confianza en la fe que es en Cristo Jesús» (1 Timoteo 3:13).
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En la Biblia el servicio se relaciona con la grandeza. José fue un esclavo que, gracias a su servicio eficaz y
el, fue promovido a gobernante. Moisés fue un pastor de ovejas común hasta recibir el llamado de Dios
para guiar al pueblo de Israel y sacarlo de la esclavitud egipcia. Josué sirvió bajo Moisés antes de ser
escogido por Dios para guiar a Israel en su conquista de la Tierra Prometida. Aun Jesucristo«no vino para
ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:28).
Lecturas bíblicas
lunes: Nehemías 4:14-23
martes: Salmo 116:12-19
miércoles: Marcos 10:42-45
jueves: Juan 13:1-14
viernes: Efesios 6:5-9
sábado: 1 Pedro 5:5-7
Meditación devocional
Somos siervos
Esdras 5:1-11
Dios tiene unos requisitos específicos para los
que aspiran servir como diáconos. Estos
requisitos muestran la naturaleza espiritual del
oficio y su importancia al ministerio de una
iglesia. Cuando hay más siervos la labor se divide
entre más y resulta más oportunidad para que los
pastores se centren más en los ministerios
espirituales. Es algo hermoso cuando un pastor
cuenta con un equipo de diáconos dedicados y
dispuestos a toda obra, sea espiritual o material.
Juntos logran mucho más que si el pastor tuviera
que avanzar a solas.
Las características personales de los diáconos (1 Timoteo 3:8-10)
El ministerio de los diáconos se origina en la iglesia de Jerusalén con un énfasis en el servicio práctico
(Hechos 6:1-7). Aunque no se menciona la palabra diácono en este pasaje, los siete hombres que fueron
escogidos para servir en la iglesia de Jerusalén llenaron los requisitos para el diaconado. En cuanto fueron
seleccionados, sus ministerios se expandieron y tomaron sobre sí un aspecto espiritual mientras llevaban a
cabo su servicio práctico diario. Esteban y Felipe fueron usados por el Señor para plantar el evangelio en el
corazón de las personas por medio de la predicación. Ya que el oficio de diácono tiene dimensiones
espirituales tanto como prácticas, la mayoría de las cualidades descritas para los diáconos son las mismas
requeridas de los pastores. ((Compárense 1 Timoteo 3:1-7 con 1 Timoteo 3:8-13). (Recomendamos leer del
libro “Minutas de la Iglesia de Dios” el tema “la Junta de Consejeros” para ampliar la lección)
Un carácter digno: La palabra «honestos» en 1 Timoteo 3:8 sugiere una actitud y una conducta entre los
diáconos que demuestran que están conscientes de que responderán a Dios por su vida y su servicio. Tales
hombres andan humildemente ante Dios y sirven fielmente a su iglesia.
Los diáconos deben ser «sin doblez». Esto literalmente significa que no deben «hablar con dos voces».
No deben decir una cosa a uno y otra cosa a otro, sino que deben ser consistentes en lo que hablan para
poder llevar a cabo su ministerio. Es esencial que los diáconos controlen su lengua debido a su ministerio
con los miembros. Sin tal disciplina, los diáconos iniciarían contiendas dentro de la congregación. Las
manipulaciones y las «mentiras blancas» no pueden ser parte del ministerio de los diáconos.
Los diáconos no deben ser «codiciosos de ganancias deshonestas». Este requisito implica que las iglesias
no deben escoger como diáconos a hombres que están involucrados en negocios deshonestos. Todos tienen
que ganarse la vida de alguna manera, pero los diáconos deben hacerlo de manera que no haya ninguna
duda en cuanto a su integridad. Deben ganarse la vida honestamente, en hecho y en apariencia. Si haya la
apariencia de avaricia, la congregación no con fiará en ellos para la administración de las finanzas de la
iglesia. Y si en algún momento ocurre algo que causa que la congregación no tenga confianza en la manera
en que el dinero se maneja en la iglesia, será difícil que los miembros sean eles en sus ofrendas.
Los diáconos no deben ser «dados a mucho vino». La idea básica es que estos líderes deben ser ejemplo
de sobriedad. Como pentecostales, hemos hecho el compromiso de abstenernos de la venta y el uso de
cualquier bebida alcohólica. Este compromiso se basa en principios bíblicos para los testigos del Señor
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Jesucristo y es un pacto en el que todos los miembros de la iglesia entran voluntariamente. Es importante
que los diáconos cumplan con este compromiso. El no hacerlo debilitaría el pacto que su iglesia ha hecho.
Aun el beber «socialmente» pone mal ejemplo y perjudica.
La devoción cristiana: Los diáconos deben guardar «el ministerio de la fe con limpia conciencia».
Esto simplemente quiere decir que deben vivir y servir de manera pertinente a lo que profesan creer. Su
servicio y su vida deben ser guiados por su teología; si no es así, será percibido hipócrita el ministerio de la
iglesia. Aunque es importante que todos los miembros vivan lo que profesan creer, cualquier inconsistencia
hallada entre aquellos escogidos para servir en el nombre de la iglesia provocará gran daño a su reputación.
Los diáconos deben probarse como siervos fieles durante un período de tiempo (1 Timoteo 3:10). Como
un novato en la fe no debe ser elegido pastor, asimismo ningún hombre debe ser escogido como diácono si
es novato en cuanto al servicio. Mucho antes de ser elegido como diácono, el candidato debe mostrarse
siervo el entre la congregación. Nombrar como diácono a una persona sin tales precedentes es arriesgarse a
prestar honor falso a un hombre indigno.
Hay peligro también para los hermanos nombrados como diáconos. El puesto le puede dar un falso
sentido de importancia y hacerle pensar equivocadamente que tiene cierta autoridad (la cual nunca fue
asignada a los diáconos).
La fidelidad: Los diáconos deben perseverar en su obra. Pablo dijo: «ejerzan el diaconado» (1 Timoteo
3:10). Cuando un hombre pone su mano en el arado, debe continuar su obra sin mirar atrás (Lucas 9:62).
Qué comentario tan triste sobre Demas cuando Pablo escribió: «…Demas me ha desamparado, amando a
este mundo…» (2 Timoteo 4:10). Cuando las iglesias comienzan la búsqueda de diáconos, deben incluir
sólo hombres cuyas vidas muestran una norma consistente de servicio el.
Los diáconos deben ser «irreprensibles» al cumplir con su ministerio. Deben ser hombres a quienes no
se les puede inculpar ningún tipo de delito o crítica. Eso no significa que sean perfectos en todo, pero sí
deben ser hombres de conducta irreprochable. La vida del diácono ante el mundo debe ser un esfuerzo
honesto de servir a Dios y a su iglesia en toda pureza. No debe haber motivaciones secretos ni egoístas en
su vida ni en su ministerio.
Las familias de los diáconos (1 Timoteo 3:11-12)
La familia del diácono ocupa un lugar importante en su ministerio. Igual que el pastor, el diácono debe
tener su hogar como una prioridad.
Si no puede guiar a su propia familia en su vida cristiana, no será capaz de conducir a otros compañeros de
la iglesia en su andar con el Señor.
La vida y la conducta de la esposa del diácono tiene una importancia especial en el ministerio de su
esposo. Por lo tanto, la Biblia establece cualidades para la mujer que naturalmente servirá al lado de su
esposo. Las esposas de los diáconos también deben ser «sobrias» y «honestas» en su trato con los demás.
Si la esposa de un diácono tiene una actitud ligera, le será difícil convencer a los demás que de verdad se
interesa por ellos.
Como el diácono atiende las necesidades de los miembros de la congregación, su esposa seguramente le
ayudará de vez en cuando. Cuando se debe tratar con la gente asuntos que podrían resultar en situaciones
humillantes, es importante que los obreros sean discretos y no chismosos. Cualquier mención descuidada
de parte de uno de los siervos de la iglesia podría causar mucho daño a la obra de Cristo. Lo dicho por
cualquier siervo debe ser verdadero, y los asuntos privados de los demás se deben guardar en completa
confidencialidad. Por lo tanto, es necesario que las mujeres que sirven junto a sus esposos no sean
«calumniadoras». Tal comportamiento de parte de la esposa (o del diácono) no podrá ser tolerado. Circular
información privada de las personas que el diácono está sirviendo sería muy mala conducta.
Tanto el diácono como su esposa deben ser ejemplos de sobriedad en todo tiempo. Esto ciertamente
implica que la esposa del diácono nunca debe ser culpable de ebriedad. Cuando Pablo escribió este pasaje,
el vino era una bebida común, debido en parte a la falta de agua potable. Sin embargo, el vino no se servía
como una bebida fuerte; generalmente era diluido en agua. El hecho de que el vino fuera una bebida común
no quería decir que la gente ignorara los peligros del alcohol. El Antiguo Testamento describe el vino como
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una fuerza destructora y vergonzosa (Proverbios 23:29-35; 20:1). Algunos incidentes registrados en la
Biblia muestran las terribles consecuencias del abuso del vino. Por ejemplo, la vida de Noé (Génesis 9:18-
27) y Lot (Génesis 19:30-38) son advertencias constantes de lo que el alcohol puede hacer.
La palabra traducida como «sobrias» tiene doble significado. Significa «prudente o vigilante» al igual
que «abstinente al vino». El decir que las esposas de los diáconos deben ser sobrias significa que no deben
permitirse ninguna conducta inapropiada o que no sea prudente.
El grado honroso de los diáconos fieles (1 Timoteo 3:13)
Los diáconos que sirven fielmente merecen el respeto de toda la congregación. Ellos no escogieron
servir en este puesto; más bien la iglesia los escogió a ellos. Por lo general, su trabajo es agradable y
gratificante. Se les ha dado el privilegio de trabajar con el pastor para alcanzar las metas de la iglesia. Sin
embargo, a veces les es necesario pasar, junto con el pastor, por circunstancias difíciles y no agradables.
Cualquier cosa que hagan los diáconos, no la hacen por ganancia porque no son remunerados
económicamente. Sirven por amor al Señor y a su iglesia. Por consiguiente, el Señor ha prometido
recompensarlos con «un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús».
Debemos estar agradecidos por esos hombres eles que han probado, por la gracia de Dios, ser
merecedores de llevar a cabo la obra del diácono.
Preguntas
1 ¿Qué es un diácono?
2 ¿Cuál es el significado principal de la palabra diácono?
3 ¿Cuándo y dónde se escogieron a los primeros diáconos?
4 ¿Quiénes eran dos de los prime-ros siete diáconos?
5 ¿Qué cualidades debe tener un diácono?
6 ¿Cuáles son unas características de la esposa de un diácono?
7 ¿Por qué se dieron calificaciones para las esposas de los diáconos?
8 ¿Cuánto debe una iglesia pagar a cada diácono?
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6La buena batalla
1 Timoteo 6:11-21
11 Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y
sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la
paciencia, la mansedumbre.
12 Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la
vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado,
habiendo hecho la buena profesión delante de
muchos testigos.
13 Te mando delante de Dios, que da vida a todas las
cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena
profesión delante de Poncio Pilato,
14 que guardes el mandamiento sin mácula ni
reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor
Jesucristo,
15 la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y
solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores,
16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz
inaccesible; a quien ninguno de los hombres
ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el
imperio sempiterno. Amén.
17 A los ricos de este siglo manda que no sean
altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las
cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da
todas las cosas en abundancia para que las
disfrutemos.
18 Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras,
dadivosos, generosos;
19 atesorando para sí buen fundamento para lo por
venir, que echen mano de la vida eterna.
20 Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado,
evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y
los argumentos de la falsamente llamada ciencia,
21 la cual profesando algunos, se desviaron de la fe.
La gracia sea contigo. Amén.
La lección en resumen
Acepte su responsabilidad individual de vivir fielmente bajo los mandatos de Dios. «Pelea la buena
batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la
buena profesión delante de muchos testigos» (1 Timoteo 6:12).
Como cristianos enfrentaremos batallas espirituales mientras estemos en este mundo. Las batallas pueden
ser de falsa doctrina, las divisiones, la codicia u otros asuntos, pero son reales y desafiadoras. Cada uno de
nosotros es personalmente responsable ante Dios por la manera en que respondemos ante estos retos.
La palabra «tú» en 1 Timoteo 6:11 enfatiza la responsabilidad personal. Debemos estar alerta en las
batallas espirituales o sufriremos perdidas. Si fallamos, no podemos culpar nuestro ambiente ni las
características que heredamos de nuestros padres. Todos somos responsables individualmente por nuestro
comportamiento y compromiso en el servicio de Dios.
Hemos heredado muchas predisposiciones de nuestros padres, pero el verdadero carácter cristiano no es
hereditario. Este carácter comienza con el nuevo nacimiento y se desarrolla por medio de la disciplina, el
crecimiento en el Señor y el conocimiento de la Palabra de Dios. La lucha por alcanzar la santidad durará
toda la vida. Es un llamado al que debemos dedicarnos con entera devoción.
El desafío a vivir piadosamente (1 Timoteo 6:11)
Al concluir su primera carta a Timoteo, Pablo lo desafía con el título que le da y la obra que le asigna.
Pablo se dirige a Timoteo como «hombre de Dios». Tal título pone a Timoteo al mismo nivel de hombres
tales como Moisés (Deuteronomio 33:1), el mensajero de Dios a Elí (1 Samuel 2:27) y otros profetas (1
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Reyes 12:22). El título «hombre de Dios» o «varón de Dios» era tanto un honor como una
responsabilidad. El honor estaba en ser identificado con Dios; la responsabilidad era vivir piadosamente y ser el
al llamado de Dios.
Lecturas bíblicas
lunes: Salmo 27:1-14
martes: Salmo 31:1-14
miércoles:Salmo 31:15-24
jueves: Salmo 118:1-14
viernes: Salmo 118:15-29
sábado: Salmo 119:25-32
Meditación devocional
Dios es nuestra fuerza
Salmo 29:1-11
Pablo instó a Timoteo a huir de cosas asociadas
con las riquezas mundanas. «Porque los que
quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y
en muchas codicias necias y dañosas, que hunden
a los hombres en destrucción y perdición; porque
raíz de todos los males es el amor al dinero, el
cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe,
y fueron traspasados de muchos dolores» (1
Timoteo 6:9, 10). Pablo sabía que el amor a las
riquezas podía desviar a un «hombre de Dios» de
su llamado, y causarle desperdiciar su vida por
tratar de alcanzar las riquezas.
Un «hombre de Dios» no sólo debe cerrar los ojos a la atracción de las riquezas del mundo, sino que debe
también anhelar alcanzar las virtudes que le apartan del mundo. Este reto hecho a Timoteo hace eco en
nuestros oídos como creyentes hoy día.
La justicia: No podemos ser siervos de Dios sin poseer Su justicia impuesta por la fe. La justicia es una
cualidad interna y, a la vez, un comportamiento exterior. Internamente se refiere a nuestra relación con
Dios y exteriormente refleja el servicio que le debemos. Sólo Dios nos puede hacer justos de corazón, pero
si la justicia está presente en nuestro corazón, se demostrará en nuestra vida.
La piedad: La piedad nos hace sensibles a la verdad de que vivimos y obramos en la presencia del Señor
en todo momento. Nos da una cualidad de vida que no se obtiene de ninguna otra manera. La persona que
no reconoce la presencia de Dios en su vida, tampoco tendrá respeto por la vida de otras personas.
La fe: La fe genuina en Dios se demuestra en la fidelidad a Él. Nuestra fe en Dios se refleja en cada
pensamiento y hecho. Habrá muchos retos mientras buscamos vivir para Él. El mundo querrá que
participemos en sus actividades y los demonios tratarán de alejarnos del Señor. Pero con una fe fuerte, nada
en este mundo ni en el mundo espiritual nos puede hacer volver la espalda a Dios.
El amor: Lo que Dios ha hecho por nosotros es un recordatorio constante de Su amor para con nosotros.
Su amor nos motiva amar a otros. Esta clase de amor no es tanto una emoción del corazón como una
decisión consciente de servir a Dios y al prójimo. Dios demostró Su amor por nosotros mucho antes de que
lo amáramos a Él y nos mandó amar a otros como Él nos ha amado (Juan 13:34).
La paciencia: Tener paciencia no significa que debemos sentarnos sin hacer nada mientras la vida nos
pasa por encima. La paciencia se manifiesta cuando soportamos y superamos los retos de la vida. Una vez
un predicador presentó un sermón titulado «Bajo las circunstancias». El predicador insistió en que ningún
creyente en Cristo debe vivir «bajo las circunstancias», sino que más bien debe sobrepasarlas hasta alcanzar
la victoria. Esa es la idea básica de la virtud de la paciencia.
La mansedumbre: Los mansos han puesto su fuerza bajo control. Gracias a la mansedumbre, tenemos
la habi-lidad de enfrentar las calamidades que sufrimos sin ser derrotados. En la virtud de la mansedumbre
también encontramos ánimo para afrontar la maldad del mundo. La mansedumbre cristiana nos da la
capacidad de perdonar a aquellos que nos tratan injustamente, pero al mismo tiempo el valor cristiano nos
envía a la batalla contra las fuerzas de la injusticia.
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El reto de entrar a la buena batalla (1 Timoteo 6:12-21)
Un «hombre de Dios» no sólo debe aspirar tener las buenas cualidades que hacen que su vida sea
agradable al Señor, sino que también debe esforzarse para combatir a los enemigos de la justicia. Por lo
tanto, hay que pelear «la buena batalla de la fe». Como seguidores de Cristo, nosotros también
participamos en la gran batalla entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás. Al pelear en esta gran batalla,
hay que acudir a todos los recursos que están a nuestra disposición.
Saque fuerzas de su llamado.
Pablo le recordó a Timoteo: «… fuiste llamado». El saber que Dios nos escogió para ser Sus siervos nos
anima a luchar contra cualquier enemigo.
Cuando respondemos al llamado del Señor, nos comprometimos serle eles en la obra que nos ha
encomendado, y el compromiso es «delante de muchos testigos» (1 Timoteo 6:12). Cuando el mundo nos
desafía y permanecemos firmes, seguimos el ejemplo del Señor Jesucristo, quien permaneció firme frente a
Pilato aunque le aguardaba la cruz (1 Timoteo 6:13).
Saque fuerzas de la venida del Señor. El mismo Jesús que se fue regresará un día para llevarnos a casa
con Él. Mientras esperamos ese día, debemos guardar los mandatos de Cristo «sin mácula ni reprensión,
hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo» (1 Timoteo 6:14). Nos anima también saber que un día
delante de todo el mundo Cristo será declarado como el «bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y
Señor de señores, el único que tiene inmortalidad» (1 Timoteo 6:15, 16).
Timoteo tuvo un ministerio especial. Pasó una gran parte de su ministerio pastoreando las iglesias
establecidas en el campo misionero. Por lo tanto, Pablo le instruyó: «A los ricos de este siglo manda que
no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que
nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en
buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen
mano de la vida eterna» (1 Timoteo 6:17-19).
Aunque el ministerio de usted es distinto al de Timoteo, también tiene sus retos. Como Pablo dijo a
Timoteo: «Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado» (1 Timoteo 6:20), así Cristo requiere la
participación personal de usted en «la buena batalla» de guardar lo que se le ha encomendado.
Usted tiene una gran responsabilidad, no sólo para con la generación presente, sino también con la
venidera. Sus prójimos necesitan un testimonio firme de la gracia salvadora de Cristo, para que se vuelvan
al Señor. Dios le ha salvado y ahora usted es un mensajero a este mundo. Sea un testigo fiel y deje que el
Señor le use como una voz para llamar al arrepentimiento. Si usted sirve al Señor fielmente, no sólo tendrá
un impacto eterno en esta generación, sino que también dará un buen ejemplo para la siguiente generación.
Cierto educador cristiano declaró que no hay momento en el que no enseñemos a los niños a nuestro
alrededor. Cualquier cosa que usted haga, sea buena o mala, está enseñándoles. Su comportamiento como
cristiano enseñará a la siguiente generación a tomar en serio a Cristo o considerar la fe cristiana como un
tema sin importancia. Como soldado cristiano, se requiere de usted la fidelidad. ¡El precio del fracaso es
muy alto!
Preguntas
1 ¿Cuáles son unas batallas espirituales comunes en su propia vida cotidiana?
2 ¿Por qué pueden ser peligrosas las riquezas?
3 ¿Cuáles son unas virtudes que apartan del mundo al hombre de Dios?
4 ¿Por qué es tan importante que el soldado de Cristo se mantenga el durante toda la vida?
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7Firme en la Palabra
Tito 1:1-5, 10-14, 16
1 Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la
verdad que es según la piedad,
2 en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, pro-metió desde antes del principio de los siglos,
3 y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de
Dios nuestro Salvador,
4 a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro
Salvador.
5 Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así
como yo te mandé;
10 Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la
circuncisión,
11 a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que
no conviene.
12 Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos.
13 Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe,
14 no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad.
Š Š Š Š Š
16 Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a
toda buena obra.
La lección en resumen
La Palabra de Dios es verdad y una guía para nuestra vida. Mantenga la Biblia como el punto central de
su vida y su ministerio. Dios «a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que
me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador» (Tito 1:3).
Pablo escribió una carta de ánimo e instrucción a Tito. Tito fue un pastor griego cuyo ministerio estuvo
centrado principalmente en la isla de Creta, el cual no era un campo fácil para ministrar. Los cretenses eran
descritos como mentirosos y borrachos. Además de todos los problemas sociales en el campo de ministerio
de Tito, también había falsos maestros que trataban de enseñar a la gente una mezcla de la ley y la gracia.
Los problemas que él enfrentaba requerían la paciencia y el amor para tratar con la gente.
Las dificultades del ministerio de Tito requerían también gran fortaleza y entendimiento espiritual de la
verdad. Puesto que el Nuevo Testamento no había sido terminado aún, Tito no podía depender de sus
páginas para guiarlo como lo hacemos hoy, aunque sí contaba con el Antiguo Testamento y los profetas,
maestros y apóstoles de su generación. Dios usó en particular al apóstol Pablo para comunicar a Tito Su
mensaje.
Como cristianos actuales, tenemos la bendición de tener la Biblia completa como guía para nuestro
ministerio. El apóstol Pedro se refirió a las Escrituras como una fuente de verdad que es absolutamente
confiable. «Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
20
como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana
salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos
hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo» (2 Pedro 1:19-21).
Pedro enfatizó que había tenido el privilegio presenciar con sus propios ojos grandes cosas en la vida de
Jesucristo (2 Pedro 1:17, 18), pero la inspirada Palabra de Dios es aun «más segura» que lo que él hubiera
visto u oído personalmente. ¡Cuánto debemos regocijarnos de tener tan segura Palabra sobre la cual fundar
nuestra fe!
Lecturas bíblicas
lunes:Salmo 119:97-104
martes: Mateo 15:1-9
miércoles: Mateo 23:1-12
jueves: Mateo 23:13-22
viernes: Mateo 23:23-33
sábado: 2 Juan 1-13
Meditación devocional
El verdadero evangelio
Juan 3:5-18
Firme por la Palabra que viene de
Dios (Tito 1:1-3)
Pablo podía declarar una palabra autoritaria para
la dirección del ministerio de Tito porque era un
«siervo de Dios y apóstol de Jesucristo». Dios
había revelado la verdad a Pablo para que pudiera
predicar y enseñar a otros. Le había dado a Pablo
la autoridad de proclamar la Palabra de verdad a
sus colaboradores. El mensaje de Pablo no se
basaba en su propio razonamiento; su autoridad
venía de Cristo. Él era el siervo del Señor
declarando las instrucciones que venían de Dios.
De esas palabras de instrucción que el Señor dio por medio de Pablo vino gran parte de lo que hoy es el
Nuevo Testamento. La misma guía que estuvo disponible para Tito y otros creyentes de aquella era está al
alcance de los ministros cristianos de hoy por medio de las páginas inspiradas del Nuevo Testamento.
Todos los que buscamos servir en las iglesias del Señor debemos encontrar la autoridad de nuestro mensaje
y nuestro ministerio en la Santa Palabra de Dios.
Firme por la Palabra que exalta a Cristo (Tito 1:4)
Cristo, el Salvador: El tema central del mensaje de Pablo fue: «Gracia, misericordia y paz, de Dios
Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador». El enfoque principal estaba siempre en Cristo y Su don
de vida eterna. El propósito de la venida de Cristo al mundo era dar vida eterna a los pecadores. «Y como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:14, 15). La fe cristiana no es
sólo algo en lo que se cree y se practica; es vida, y la vida que poseemos es la vida de Dios en nosotros.
Dios nos ha escogido para ser los mensajeros que proclamen el evangelio a los demás. Si creen esa
proclamación de la verdad, tendrán la oportunidad de entrar a la vida eterna. La fe que trae vida eterna no
es meramente el creer intelectualmente. Aun los demonios poseen tal conocimiento y tiemblan (Santiago
2:19). La clase de fe que permite a una persona entrar a la vida eterna es la completa confianza y entrega a
Jesucristo como Salvador y Señor. Es confiar sólo en Él para obtener la vida eterna. Algo menos no cumple
con los requisitos de Dios. El papel de los ministros del Señor es, por lo tanto, mostrar que nadie puede
hacer nada para merecer la vida eterna y persuadir a la gente a recibir el don de la vida eterna de la mano
del Señor.
Cristo, el centro de la vida: Los que creen deben ser guiados al conocimiento de la vida cristiana y el
servicio cristiano. La vida cristiana comienza con una sencilla fe en el Señor Jesucristo, pero debe
continuar hasta convertirse en una fe informada que no puede ser desviada por las mentiras de Satanás.
Pablo escribió: «para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de
doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,
sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo»
(Efesios 4:14, 15).
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
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Una fe informada debe ser más que una teología bien pensada. Una fe sana siempre debe producir una
vida sana. Una vida sana es piadosa y llena de obras espirituales. Santiago dio un gran reto a todos los
creyentes al escribir: «Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y
yo te mostraré mi fe por mis obras» (Santiago 2:18).
Firme por la Palabra que ministra a las necesidades de la gente (Tito 1:5-16)
Apoye su iglesia. Tito era un confiable colaborador de Pablo. Es muy probable que Pablo haya guiado a
Tito a la fe cristiana; se refirió a él como su «verdadero hijo en la común fe» (Tito 1:4). Tito era un
hombre de valor, y Pablo parecía creer que era lo suficientemente fuerte en la fe como para ser enviado a
las situaciones más difíciles que existían en las iglesias. Antes Pablo lo había enviado a ministrar a la
iglesia de Corinto cuando tenían problemas serios en cuanto a la sana doctrina (2 Corintios 7:13-16); ahora
Tito debía corregir «lo deficiente» entre las iglesias de Creta (Tito 1:5).
Tito estaba en Creta para ayudar a las iglesias de esa región a alcanzar mayor madurez. Era su tarea
completar lo que faltara en la organización y escoger hombres piadosos para guiar como ancianos (Tito 1:5
-9). Usted no es un Tito comisionado por el apóstol Pablo, pero quizá Dios le pueda usar para fortalecer el
orden en su iglesia.
Reprenda al errado. Tito también tuvo el desagradable trabajo de reprender a los «contumaces,
habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar
la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene» (Tito
1:10, 11). Sin duda, algunos de las personas a los que Tito tuvo que reprender eran hombres de gran
influencia. Sin embargo, las enseñanzas falsas que estaban plantando en las iglesias tenían que cesar, y Tito
tuvo que poseer el valor de detenerlos.
El propósito de Tito no era castigar a aquellos que anduvieran extraviados de la fe, sino corregirlos para
que tuvieran sana doctrina (Tito 1:13). Al llevar a cabo el ministerio de la corrección, Tito tenía que tener
cuidado de no caer él mismo en el error. Debía evitar atender a
«fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad» (Tito 1:14).
Cualquier obrero cristiano corre el riesgo de errar. Cierta vez, un ministro fue a cierta ciudad para ministrar
a unas personas involucradas en una religión falsa. En el proceso de hablar con los miembros del grupo, se
confundió tanto que estuvo cerca de dejar la fe para ser parte del error que había ido a corregir. La Biblia
enfatiza el peligro que todos los obreros cristianos enfrentan al ministrar a un mundo de pecadores: «Así
que, el que piensa estar firme, mire que no caiga» (1 Corintios 10:12).
Tito tenía la tarea de llevar la Palabra de Dios a Creta y aplicarla a los problemas que estaban azotando
esa sociedad. Aunque usted nunca vaya a Creta, hay muchos problemas de pecado en el lugar en el que
Dios le ha puesto. Usted debe levantar la Palabra de Dios ante aquellos que han sido capturados por el
pecado para mostrarles que Dios tiene un camino mejor. Los que sufren de adicciones químicas, los que
están atrapados en una vida de inmoralidad y los que han sido explotados por las apuestas — hay muchas
personas a su alrededor que necesitan las respuestas de Dios.
Dios le ha dado su Palabra; usted sostiene en su mano la verdad que la sociedad necesita tan
desesperadamente. El desafío es seguir el ejemplo de Tito e ir a aquellas regiones difíciles de la vida
humana para ministrar a la gente cautivada por el pecado. Su ministerio debe basarse en la verdad de la
Palabra de Dios que tiene el poder de dar libertad a los cautivos.
Recuerde, hay muchos que dicen «conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y
rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra» (Tito 1:16). Usted no debe limitar su ministerio a los
ateos, pues muchos hombres religiosos también están sufriendo en el pecado.
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
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Preguntas
¿Quién era Tito?
¿Dónde ministraba principal-mente?
¿Cómo se describieron los cretenses?
¿Cuáles son unos pasajes bíblicos que declaran que las Escrituras son inspiradas por Dios?
¿Cómo se puede usar la Biblia para reprender a los errados?
¿Cuál riesgo hay para el que intenta corregir el error de otros?
¿De cuáles maneras habla la Biblia de Jesucristo?
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
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8 Modelos de buen
comportamiento
Tito 2:1-8, 11-15
1 Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana
doctrina.
2 Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes,
sanos en la fe, en el amor, en la paciencia.
3 Las ancianas asimismo sean reverentes en su
porte; no calumniado-ras, no esclavas del vino,
maestras del bien;
4 que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus
maridos y a sus hijos,
5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa,
buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra
de Dios no sea blasfemada.
6 Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean
prudentes;
7 presentándote tú en todo como ejemplo de buenas
obras; en la enseñanza mostrando integridad,
seriedad,
8 palabra sana e irreprochable, de modo que el
adversario se avergüence, y no tenga nada malo que
decir de vosotros.
11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para
salvación a todos los hombres,
17 enseñándonos que, renuncian-do a la impiedad y
a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria,
justa y piadosamente,
18 aguardando la esperanza bien-aventurada y la
manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y
Salvador Jesucristo,
19 quien se dio a sí mismo por nosotros para
redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un
pueblo propio, celoso de buenas obras.
Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad.
Nadie te menosprecie.
La lección en resumen
La vida de todo creyente debe influenciar a otros para bien. Viva de manera decente y honesta ante Dios y los
demás. «…renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y
piadosamente» (Tito 2:12).
Pablo desafió a Tito a hablar «de acuerdo con la sana doctrina» (Tito 2:1). Tito debía enseñar de tal manera
que cada palabra promoviera la sana doctrina entre las iglesias que servía. En 1 Timoteo, también, Pablo
instó a Timoteo a no permitir que se enseñara ninguna doctrina que no fuera sana. Le advirtió acerca de las
«fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación» (1 Timoteo 1:4). Si
las enseñanzas fomentan preguntas y argumentos en vez de ayudar a la gente a recibir el plan de Dios para
su vida, es falsa doctrina.
Tito tenía la responsabilidad de promover la sana doctrina haciendo aplicaciones específicas de verdad a
varios grupos cristianos. Debía mostrar cómo deseaba Dios que los ancianos vivieran delante de los
jóvenes, cómo las ancianas debían ser ejemplo para las mujeres jóvenes y cómo los pastores debían ser
ejemplo ante los miembros de la iglesia. Cuando la gente es guiada a practicar la conducta cristiana, la
«sana doctrina» será una realidad dentro de la congregación. La doctrina no es sólo una creencia sino más
bien un estilo de vida fundado sobre la verdad que Dios ha revelado a Sus hijos.
El comportamiento de los hombres (Tito 2:2, 6)
Pablo instruyó a Tito a enseñar a los hombres cristianos mayores a ser «sobrios», o a guardarse de la
intoxicación. Las generaciones de más edad deben enseñar con su ejemplo que el precio de no tener
dominio propio es muy alto. Deben mostrar que el camino al gozo verdadero se encuentra en una vida
disciplinada y no en correr tras el mundo en busca de placeres mundanos. Los hombres mayores deben ser
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
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«serios». Esto no significa que deben ser agua estas desprovistos de un sentido de humor, sino más bien que deben
demostrar lo que es vivir de una manera agradable al Señor. Los ancianos deben mostrar a las nuevas generaciones
cómo ser felices en el Señor aun en circunstancias adversas.
Lecturas bíblicas
lunes: Hechos 20:31-35
martes: Romanos 15:1-6
miércoles: 1 Corintios 10:32—11:2
jueves: 1 Timoteo 1:12-16
viernes: 1 Timoteo 4:11-16
sábado: Hebreos 6:9-12
Meditación devocional
Conducta atractiva
1 Pedro 3:1-4
Al envejecer, los hombres deben llegar a ser más
«prudentes». Un hombre prudente es aquel que
ha aprendido a vivir de manera moderada. Sabe
divertirse sin perder el control. Aunque tiene
todas las pasiones normales asociadas con la
masculinidad, ha aprendido a disciplinarse.
Durante su vida, el hombre cristiano maduro ha
acumulado sabiduría que necesita compartir con
los hombres jóvenes. Cuanto más camine un
hombre con el Señor, tanto más aprenderá cómo
introducir lo básico de la fe cristiana a su vida
diaria.
Como parte del ministerio a los jóvenes, los ancianos deben ser «sanos en la fe, en el amor, en la
paciencia». Al envejecer, los hombres corren riesgo de convertirse en individuos críticos y de espíritu
pesimista. Esto no debe ser.
Cuanto más envejezca un cristiano, tanto más arraigado a su fe debe estar. Al caminar con Cristo y
experimentar la obra del Señor en y por medio de su vida, debe crecer más en la fe.
Al envejecer debe crecer en amor. Aunque los cambios que vienen con una nueva generación desafían las
emociones de una generación de edad mayor, los ancianos deben interactuar con los más jóvenes con amor
y entendimiento. El amor de Dios en el corazón debe curar el «mal humor» que es a veces asociado con el
envejecimiento.
La edad debe traer mayor paciencia. Con la edad un hombre cristiano debe poder soportar más y al mismo
tiempo enfrentar más de las dificultades de la vida. La paciencia no es una resignación que permite a la
vida derribarnos, sino que es tomar lo que la vida puede dar y, por medio del Señor, permanecer victorioso.
Los hombres jóvenes de la iglesia no necesitan ver a los ancianos derrotados; deben ver hombres derrotar al
mundo por medio de la fe.
Pablo exhorta a los jóvenes a ser «prudentes» (Tito 2:6). El concepto es que los jóvenes deben tener su vida
bajo control. Es la disciplina propia que se presenta en Proverbios: «Mejor es el que tarda en airarse que el
fuerte;/ Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad»
(Proverbios 16:32).
A menudo los jóvenes se enfrentan con tentaciones agresivas. Tienen que luchar contra el mundo y hasta su
propia naturaleza para evitar rendirse a sus deseos. Dios enseña que deben dominar sus pasiones y vivir en
pureza en su relación con los demás.
Los jóvenes frecuentemente consiguen trabajo lejos de sus padres y su iglesia. En tales situaciones están
especialmente vulnerables a las artimañas de Satanás. A menos que mantengan su mirada en el Señor, están
en peligro de seguir la maldad. El salmista se refirió a esa situación en especial al decir: «¿Con qué
limpiará el joven su camino?/ Con guardar tu palabra./ Con todo mi corazón te he buscado;/ No me
dejes desviarme de tus mandamientos./ En mi corazón he guardado tus dichos,/ Para no pecar contra
ti» (Salmo 119:9-11).
Aunque los jóvenes hacen frente a más oportunidades de caer en pecado, también tienen más energía que
dedicar a la verdad. Si un joven se dedica a sí mismo a conocer y buscar al Señor en todos sus caminos,
podrá llegar a ser un poderoso cristiano.
El comportamiento de las mujeres (Tito 2:3-5)
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
25
Las ancianas, al igual que los ancianos, deben ser «reverentes en su porte» para que sean «maestras del
bien». Se les ha mandado no ser «calumniadoras». Si se permiten contar chismes, generarán contiendas
dentro del compañerismo de la iglesia en vez de usar su ministerio para promover la paz y la armonía.
Quizá el mayor aspecto del ministerio de las mujeres mayores es su deber de enseñar y adiestrar a las
mujeres jóvenes. Deben recurrir a sus propias experiencias para instruir a las jóvenes en los caminos de la
rectitud. Su propósito no es tanto forzar sus opiniones en las jóvenes, sino más bien mostrarles cómo vivir
un estilo de vida que honre a Dios. Se debe enseñar a las jóvenes a «amar a sus maridos y a sus hijos, a
ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de
Dios no sea blasfemada» (Tito 2:4, 5). El estilo de vida de las ancianas siempre debe ser una influencia
positiva sobre las mujeres jóvenes.
Las ancianas deben vivir de manera reverente. Al emprender su rutina cotidiana, deben ver sus
responsabilidades como un deber sagrado. Deben entregarse con devoción a este principio: «Si, pues,
coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios»(1 Corintios 10:31).
En Tito 2:4-5 se subraya la importancia del cuidado del hogar. Tal trabajo es tanto un privilegio como una
responsabilidad. El pasaje no debe considerarse una condenación para las mujeres que trabajan fuera de la
casa, porque Dios no llama a todas las mujeres a cumplir el mismo papel en la vida. No obstante, sin
importar el potencial de éxito fuera del hogar, no hay trabajo más importante que el de una mujer que cuida
de sus hijos y de su hogar. Nunca se debe pensar que una mujer es menos exitosa por quedarse en casa para
criar personalmente a sus hijos, que las mujeres que se han dedicado a una carrera y a alcanzar otras metas.
Dios da un ministerio especial a cada persona, y debemos valorar cada uno de ellos. La meta de cada mujer
cristiana debe ser cumplir la voluntad de Dios.
El comportamiento de los pastores (Tito 2:7, 8)
Dios tiene una norma definitiva para el comportamiento de los que guían a otros espiritualmente, como lo
hizo Tito. El plan de Dios es que, antes de enseñar a otros cómo comportarse, el líder modele ese
comportamiento él mismo. El pastor debe ser «ejemplo de buenas obras».
El que enseña a otros debe hacerlo con intenciones puras. Debe haber «integridad» en su enseñanza. No
debe buscar su propia gloria ni hacer ostentación de su intelecto. Debe comprometerse a vivir el mensaje de
Dios tanto de palabra como de hecho. Ningún pastor debe valerse de su puesto para tener poder, sino que
debe probar con su vida que verdaderamente es un siervo del Señor.
Aquel que enseñe a otros debe siempre recordar que es responsable ante Cristo por su ministerio. No debe
considerarse superior a los demás, sino que debe vivir como un compañero de su gente. Un líder no debe
ceder a las pequeñeces de otros, sino más bien evadir las malas intenciones que a menudo afectan el
comportamiento humano. Esto no significa que el pastor debe ser perfecto, sino que nunca debe hacer nada
que avergüence la obra de Cristo.
Su palabra deberá ser «sana e irreprochable». El púlpito nunca debe ser usado para promover asuntos
personales. Lo único que debe guiar a un pastor es el compromiso de mostrar a otros cómo conocer a
Jesucristo y cómo honrar y glorificar al Señor en esta vida. La responsabilidad de un pastor no es tanto
hablar de Jesucristo como lo es reflejar a Cristo en su vida y en su enseñanza.
El comportamiento de los siervos (Tito 2:9, 10)
A primera vista el mensaje de Pablo a los «siervos» (esclavos) puede parecer poco pertinente, pero hay
principios de este mensaje a los siervos que se pueden aplicar a los que trabajan como empleados. El lugar
de trabajo es un buen lugar para llevar tanto el mensaje como el estilo de vida cristiano. Al seguir los
principios delineados en este pasaje, un obrero cristiano puede dar un buen testimonio a sus compañeros de
trabajo y a sus supervisores.
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
26
Cierto hombre trabajaba en una fábrica. Uno de sus supervisores, se me dijo que si todos los empleados
tuvieran la misma actitud de ese hombre, la fábrica tendría mucho éxito. El supervisor declaró que dicho
hombre trabajaba con todas las fuerzas, ya sea que estuvieran observando o no. ¡Qué gran privilegio fue
poder decir al supervisor que ese hombre era miembro de mi iglesia y que la razón de su dedicación a su
trabajo era su compromiso a servir a Cristo tanto fuera como dentro de su trabajo!
Pablo exhorta a los empleados cristianos a ser obedientes, siempre dispuestos a obedecer las órdenes de sus
supervisores. Su boca debe estar bajo control en todo momento; el ser «respondón» o mostrar una actitud
rebelde no es decoroso a un cristiano. Un seguidor de Cristo no roba de su patrón («no defraudando»).
Debe mostrarse el en todo, probando que es un empleado honesto y leal. El cristiano debe comprender que
en el trabajo puede «adornar la doctrina de Dios» o, si falla, puede restar valor a la causa de Cristo.
El comportamiento de los santos en el mundo (Tito 2:11-15)
Es la voluntad de Dios que todos los seguidores de Cristo vivan de manera que reflejen la gracia de Dios.
«…renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y
piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran
Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y
purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras» (Tito 2:12-14). Ese sería el mensaje de Tito
a los cretenses, y debe ser el lema de todos los que enseñan y ministran entre el pueblo de Dios hoy (Tito
2:15). Cualquiera que sea nuestra labor en el mundo, como cristianos nuestro comportamiento debe
identificarnos como un pueblo «celoso de buenas obras».
Preguntas
1.¿Cuáles son las características de un hombre cristiano?
2.¿Cómo deben comportarse las mujeres cristianas?
3.¿Cómo deben comportarse los pastores de las iglesias?
4.¿En qué manera puede usted aplicar a su propia vida el mensaje de Pablo a los esclavos?
5.¿Nos debe importar nuestra reputación en el mundo? ¿Por qué?
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
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9Ocupados en buenas
obras
Tito 3:1-8, 14
1 Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena
obra.
2 Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los
hombres.
3 Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y
deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.
4 Pero cuando se manifestó la bon-dad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,
5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por
el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,
7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.
8 Palabra el es ésta, y en estas cosas quiero que insistas con r-meza, para que los que creen en Dios procuren
ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.
Š Š Š Š Š
14 Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin
fruto.
La lección en resumen
El Espíritu Santo habita en todo creyente para equiparlo a hacer buenas obras. Ríndase al Espíritu Santo para que Él
haga fructíferas sus obras.
«Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin
fruto» (Tito 3:14).
Las «buenas obras» son una parte muy importante de la vida cristiana, tanto que Pablo las menciona tres
veces en Tito (Tito 3:1, 8, 14). Su énfasis muestra su acuerdo con Santiago, quien escribió: «…la fe sin
obras está muerta» (Santiago 2:26). Una fe que no produce buenas obras no es sincera. Para ilustrar esta
verdad, Santiago nos reta: «Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras»
(Santiago 2:18). Ambos Pablo y Santiago declaran que, sin duda, una profesión de fe sin poner en obra la
rectitud no es una fe verdadera.
Aunque Pablo enfatizó la importancia de las buenas obras, no quería que pensáramos que con las buenas
obras pudiéramos ganar la salvación. En el mismo pasaje donde nos exhorta a realizar buenas obras,
declara con convicción que Dios «nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,
sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo»
(Tito 3:5).
Si las buenas obras no tienen el poder de darnos la salvación, ¿serán necesarias para retener la
salvación? La respuesta es un resonante «¡No!»
«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas»
(Efesios 2:8-10). Las Escrituras enseñan claramente que somos salvos por gracia. De principio a final, la
salvación es un «don de Dios».
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
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Las buenas obras son un producto natural del nuevo nacimiento. Al nacer espiritualmente, recibimos una
nueva naturaleza que desea servir al Señor. Es prácticamente imposible experimentar la obra de gracia en
nuestro corazón sin que produzca las obras de gracia en nuestra vida.
Lecturas bíblicas
lunes: Mateo 4:18-22
martes: Mateo 5:14-16
miércoles: Hechos 20:17-28
jueves: Filipenses 2:12-18
viernes: 2 Corintios 5:17-20
sábado: 1 Pedro 4:7-11
Meditación devocional
Creado para trabajar
Efesios 2:4-10
Cuando Dios entra en nuestro corazón y nos
da la vida eterna, también nos viste de la
santidad. Por consiguiente, es importante que
vivamos como santos de Dios, porque hemos
sido «llamados a ser santos» (Romanos 1:7).
Esto no quiere decir que no necesitemos crecer
en justicia. Pablo indicó que el propósito del
ministerio de una iglesia debe incluir
«perfeccionar a los santos» (Efesios 4:12).
Las buenas obras no son necesariamente obras «religiosas», o sea, trabajar en la iglesia. Sí, debemos
participar del ministerio de la iglesia, cantar en el coro si Dios nos ha bendecido con talentos musicales o
tener un puesto de responsabilidad en la iglesia. Pero podemos llevar a cabo estas actividades sin rendirle a
Dios las buenas obras que Él espera de nosotros. Al hablar de «buenas obras» se refiere a cosas como
servir a los demás, testificar a los inconversos, ayudar a nuestros vecinos y ser honestos en el trabajo cada
día. Ya que hemos experimentado la gracia del amor de Dios, también debemos mostrar la gracia a las
personas que Dios coloca en nuestra vida.
Esferas de las buenas obras (Tito 3:1-2)
La esfera cívica: Dios requiere que nosotros, como Sus hijos, obedezcamos las leyes de nuestro país.
Sin leyes que gobiernen la vida humana, no habría orden en el mundo.
Por supuesto que algunas leyes estarán en conflicto con la voluntad de Dios. A causa de nuestra lealtad
a Cristo, no podemos obedecer tales leyes, pero nunca debemos pasar por alto cierta ley sólo por
preferencia personal. La desobediencia civil se justifica sólo cuando hay un conflicto directo entre las leyes
de los hombres y las leyes de Dios.
Como cristianos debemos someternos a las autoridades del gobierno. Debemos prestarles el debido
respeto y orar por ellos en el cumplimiento de su deber. También se requiere que paguemos los impuestos
necesarios para apoyar al gobierno. Aunque nuestro gobierno haga muchas cosas que no sean agradables, si
no lo tuviéramos no disfrutaríamos de una vida pacífica.
Siempre debemos estar «dispuestos a toda buena obra» (Tito 3:1) en nuestra comunidad. Muchas
personas egoístas se rehúsan a servir a su comunidad. Pero como seguidores de Cristo no hay lugar en
nuestra vida para el egoísmo. Dios nos llama a estar dispuestos a hacer cualquier clase de servicio por
otros. Hay que recordar que, sin importar lo que hagamos, debemos hacer todo «de corazón, como para el
Señor y no para los hombres» (Colosenses 3:23).
La esfera social: Aunque nuestro papel como ciudadanos de nuestro país y nuestra comunidad es
importante, también debemos practicar buenas obras dentro del círculo inmediato de las personas con las
que entramos en contacto a diario.
Debemos controlar nuestra lengua para no difamar a nadie. Nuestra meta debe ser que nuestras palabras
sean sazonadas «siempre con gracia» (Colosenses 4:6). Nuestras palabras no están sazonadas con gracia
cuando son calumnias y críticas. Muchas personas que han sido imprudentes con sus palabras han causado
gran daño a la obra cristiana. Otras han experimentado mucha angustia de corazón como consecuencia de
comentarios hechos sin pensar.
No debemos ser «pendencieros», sino más bien promotores de la armonía. Esto quiere decir que, en
lugar de buscar pleitos, siempre debemos buscar la paz. Tolerar a otros no quiere decir que no podemos
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
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defender lo que creemos, pero debemos respetar las opiniones de los demás aunque sean distintas a la
nuestra. Como cristianos, debemos hablar con amor y paciencia en lugar de agresión.
Hay que tener un espíritu de amabilidad. Jesús demostró esa actitud cuando habló con la mujer adúltera.
Según la ley, ella debía ser castigada, pero halló perdón en Cristo. Esto no quiere decir que Él aprobó su
pecado. Odiaba el pecado, pero mostró compasión por la pecadora y encontró una manera de rescatarla de
su condición pecaminosa. La ley siempre es estricta y sin misericordia, pero nosotros que hemos
experimentado el amor de Cristo siempre debemos tratar de buscar una manera de ayudar al caído en lugar
de destruirlo por sus errores.
Relacionado con la tolerancia y la amabilidad está el espíritu de «mansedumbre». En pocas palabras
debemos dominar nuestro mal genio. Esto no quiere decir que nunca nos enojaremos, sino que cuando nos
enojemos será por las razones correctas. No podemos dejar que nuestro enojo se salga por la borda sólo
porque hemos sido víctimas de una injusticia. Debemos soportar pacientemente los maltratos para poder
defender a otros que también sean injustamente maltratados por otros. Jesús se enfureció al ver que la casa
del Señor había sido cambiada de un lugar de oración a un mercado donde se estafaba a los que venían a
adorar, pero no hubo nada de enojo en Él al dar Su vida por nosotros en el Calvario. Al contrario, oró al
Padre para que perdonara a los que lo crucificaban.
Motivos para las buenas obras
(Tito 3:3-7)
La gratitud: Las buenas obras no nos ayudan a recibir la salvación, pero sí son el producto de la nueva
vida en Cristo. Antes de ser salvos, éramos como el mundo porque éramos parte de él. Éramos «insensatos,
rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia,
aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros». Pero cuando Cristo entró en nuestra vida, hubo un gran
cambio. Cuando experimentamos «la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres»
no podíamos seguir comportándonos de la misma manera. Parte del cambio es resultado de nuestra nueva
naturaleza en Cristo y parte es la gratitud que debemos a Cristo por sacarnos de la terrible vida de pecado
que nos tenía cautivos. Si tuviéramos mil vidas que vivir, nunca podríamos pagar al Señor por Su
inagotable amor con que nos ama.
Puesto que Cristo ha hecho tanto por nosotros, es sólo justo que nos comportemos con sabiduría y
amabilidad para con los demás. Nuestra meta siempre debe ser el vivir de tal manera que atraigamos a otros
al evangelio. Nunca debemos dejar que nuestro comportamiento aleje a los pecadores de Cristo. En nuestra
vida cotidiana debemos aprovechar cada oportunidad que tengamos para servir a otros y, por consiguiente,
servir al Señor. Siempre debemos tener una actitud de gozo y complacencia al prestar un servicio. Nunca
debemos dar la impresión de que ser cristiano es algo menos que la más grandiosa experiencia que alguien
pueda tener.
La compasión: Al comprender que una vez estuvimos en el mismo estado de los impíos (Tito 3:3),
debemos sentir una gran gratitud. Ya que no hicimos nada para obtener la salvación, es justo que
contemplemos a los incrédulos con amor y con un gran deseo de servirles y ayudarles a encontrar lo que
nosotros hemos hallado en Jesucristo. La única diferencia entre nosotros y los pecadores inconversos es la
presencia de Cristo en nuestro corazón.
Las expectativas: Hay un grado de sacrificio en el servicio. A menudo nuestras obras serán mal
entendidas y nuestras intenciones cuestionadas. Quizás salgamos lastimados al tratar de servir o ayudar a
alguien. Pablo reconoció ese problema y escribió: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo
presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Romanos
8:18). El escritor de Hebreos también dio una gran razón para siempre perseverar en las buenas obras:
«Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su
nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún» (Hebreos 6:10).
La perseverancia en las buenas obras (Tito 3:8, 14)
Ocuparse en ellas: Es necesario que se nos recuerde constantemente que el propósito de la vida
cristiana es el servicio. Por esta razón Pablo instruyó a Tito: «…en estas cosas quiero que insistas con
firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras…». Parece que sin
EL MAESTRO PENTECOSTES 2016
30
recordatorios tendemos a olvidar nuestro propósito en la vida y empezamos a decaer en la obra del Señor.
Cuando nos congregamos juntos como iglesia, es importante que nos exhortemos los unos a los otros a
continuar en la obra.
¿Por qué hay que ocuparnos en las buenas obras? Porque son «buenas y útiles a los hombres». Son
buenas en que agradan al Señor; son útiles porque a través de las buenas obras las vidas cambian para bien:
los pecadores son atraídos a Cristo y los cristianos que las practican crecen en el Señor.
También podemos agregar que las buenas obras son buenas porque son una expresión necesaria de la fe.
La experiencia de la misericordia de Dios debe hacernos conscientes de nuestro deber para con los
demás. La fe que tenemos en el Señor debe expresarse en las buenas obras.
Aprenderlas: Un estilo de vida de buenas obras es un comportamiento aprendido. Pablo escribió: «Y
aprendan…a ocuparse en buenas obras…». Por medio del estudio y de la disciplina de ser parte de una
congregación local de creyentes, aprendemos a practicar las buenas obras. Al cumplir con estas obras
podemos suplir todos los ministerios necesarios en la iglesia. Somos enriquecidos porque, al practicar las
buenas obras, encontramos un propósito para nuestra vida. En ese sentido podemos decir que las buenas
obras salvan, pues ¡nos salvan de vivir vidas inútiles y sin propósito!
Preguntas
1. ¿Podemos ganar la salvación por medio de hacer buenas obras?
2. ¿Es necesario hacer buenas obras para mantener la salvación?
3. ¿Cuál debe ser nuestro motivo principal de hacer buenas obras?
4. ¿Cuáles son otros motivos por hacer buenas obras?
5. ¿Es necesario que todas las buenas obras sean obras «religiosas»?
6. ¿Cuáles son unas buenas obras que usted puede realizar en su vida cotidiana?
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  • 2. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 1 1 Puesto en el ministerio 1 Timoteo 1:12-20 12 Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por el, poniéndome en el ministerio, 13 habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. 14 Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. 15 Palabra el y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. 16 Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna. 17 Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. 18 Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, 19 manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, 20 de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar. La lección en resumen Pablo dijo: «Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por el, poniéndome en el ministerio» (1 Timoteo 1:12). Dios tiene un lugar de servicio en particular para cada creyente. Honre a Dios con su servicio devoto. En la obra del Señor no hay obreros innecesarios. Cada creyente tiene una obra que hacer. No hay nadie que haya vivido tanto tiempo como para haber cumplido con todas sus obligaciones de servicio. Aunque el tipo de servicio cambie al envejecernos, nunca nos pensionamos del servicio de nuestro Señor. En tanto el Señor nos dé vida, nos vemos obligados a rendirle servicio el. Las vidas de hombres como Pablo y Timoteo sobresalen como ejemplos de cómo rendir servicio verdadero en el reino del Señor. Su ejemplo nos enseña que Dios tiene una obra específica para cada uno de nosotros y que el primer paso en la preparación para un ministerio es reconocer que tenemos un ministerio. Servimos a Dios con agradecimiento (1 Timoteo 1:12) Podemos decir con Pablo: «Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio.» La palabra «ministerio» no se aplica sólo a los predicadores. Su raíz significa servicio y describe el trabajo de cada creyente. Aunque Pablo escogió aceptar a Cristo por el camino a Damasco (Hechos 26:19), la gran realidad es que Cristo ya lo había escogido a él. Pablo parecía sentir que su vida antes de tener a Cristo fue tiempo perdido. Al recibir a Cristo encontró un propósito para su vida. Eso mismo debemos sentir nosotros. Una vez se escuchó decir de un misionero que había desperdiciado la mayor parte de su vida en el campo misionero. Es trágico no reconocer el privilegio que nos es el haber sido escogidos para servir al Señor dondequiera que nos haya llamado. La maravilla de todas las maravillas es que el Señor nos haya seleccionado para ocupar un lugar de servicio. Pablo se asombraba de que el Señor lo llamase a él para ser misionero a los gentiles. Aunque no
  • 3. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 2 podemos colocarnos en la misma categoría con Pablo, debemos recordar que Dios nos ha elegido a nosotros también y que la esfera de servicio que nos ha confiado es mucho mayor de lo que merecemos. Lecturas bíblicas lunes: Mateo 4:18-22 martes: Mateo 5:14-16 miércoles: Hechos 20:17- 8 jueves: Filipenses 2:12-18 viernes: 2 Corintios 5:17-20 sábado: 1 Pedro 4:7-11 Meditación devocional Creado para trabajar Efesios 2:4-10 No debemos tener nuestro lugar de servicio como un llamado al honor sino un llamado al trabajo. No fuimos salvos para ser servidos, sino para servir. Jesucristo dijo: «y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:27, 28). Nuestro llamado es seguir a Cristo en cualquier tarea, ministrando a los demás. Al pensar en la magnitud de las obligaciones del servicio que se presentan a nosotros como creyentes, no podemos evitar sentirnos inadecuados para la tarea. Sin embargo, debemos recordar que el mismo Señor que nos escogió tiene el poder de capacitarnos para realizar la obra. Así que, no podemos atribuirnos el mérito al obtener una victoria porque fue realizada sólo por medio de Jesucristo. No somos suficientemente buenos, ni fuertes, ni sabios como para ser los siervos de Cristo, pero podemos hacer todo por medio de Cristo que nos fortalece (Filipenses 4:13). Servimos por la gracia de Dios (1 Timoteo 1:13-17) La vida de Pablo nos muestra que la gracia de Dios era mucho «más abundante» que todo su pecado. Fue por la maravillosa gracia de Dios que Pablo fue librado de su incredulidad y fue dado el privilegio de servir. Pablo no sólo halló gracia ante los ojos del Señor, sino que Dios también hizo que hallara gracia en los corazones de otros. Poco después de su experiencia en el camino a Damasco, Pablo se encontró con Ananías. Aunque Ananías temía a Pablo, fue a él como le había instruido el Señor. Lo llamó «hermano» (Hechos 9:17) y oró por él. El Señor usó a Ananías para abrir los ojos de Pablo y para ayudarle a establecer su nueva relación con la comunidad cristiana (Hechos 9:10-19). Más tarde, cuando la mayoría de los creyentes en Jerusalén tenían sospechas por la vida pasada de Pablo y estaban dudosos de recibirlo en su compañerismo, Dios puso en el corazón de Bernabé acercarse a Pablo para ayudarle a superar las sospechas de los demás y encontrar su lugar en el ministerio de la iglesia (Hechos 9:26-28). Pablo pudo servir porque «la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús» (1 Timoteo 1:14). Dios obra de por lo menos tres maneras para llevarnos al lugar donde podemos servir al Señor: La gracia regenera nuestro corazón. La gracia de Dios obra para convertirnos en nuevas criaturas. «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación» (2 Corintios 5:17, 18). Nadie jamás podría ser suficientemente bueno como para merecer la salvación. Todos somos salvos por la gracia por medio de la fe y, sin experimentar esa regeneración, ninguno califica para ocupar un lugar de servicio. Su llamado nos permite rendirnos al Señor Jesús. En el libro de Mateo Jesucristo ilustró la necesidad de una respuesta humana a la gracia de Dios:
  • 4. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 3 «Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mateo 18:2, 3). Aunque la salvación proviene enteramente del Señor, Dios nos ha dado la responsabilidad de aceptar Su regalo de la vida eterna. No podemos hacer nada para salvarnos a nosotros mismos, pero si no hacemos nada respecto a Su oferta de la vida eterna, moriremos en nuestro pecado. Su amor nos envía el mensaje de la salvación por medio del testimonio cristiano. El Señor mostró a Pablo su necesidad de participar en llevar el mensaje de la salvación al mundo gentil: «…porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados» (Hechos 26:16-18). Pablo sabía que Dios lo había salvado para hacerlo un testigo a los gentiles y que por medio de su testimonio muchos serían salvos. Es emocionante saber que Dios no sólo compró nuestra salvación mediante el sacrificio de Jesucristo, sino que también nos buscó y nos envió un mensajero para presentarnos la verdad del evangelio. Y como envió a alguien a darnos a nosotros el mensaje de la salvación, también desea enviarnos a los demás con el mismo mensaje. Servimos en la adversidad (1 Timoteo 1:18-20) Hemos sido llamados para realizar una gran tarea. Fuimos escogidos para rendir un servicio que durará por la eternidad. No podemos fallar, pues otros dependen de nosotros para escuchar la verdad. Somos cristianos y debemos ser eles a Aquel cuyo nombre llevamos. Un soldado joven que servía bajo el mando de Alejandro el Grande desertó y fue llevado ante Alejandro para ser juzgado. Alejandro le preguntó acerca de su ofensa y el joven confesó haber huido durante una batalla. Por alguna razón, Alejandro sintió compasión del muchacho y le preguntó su nombre. Al responder el joven que se llamaba Alejandro, Alejandro el Grande se horrorizó. Gritó al joven que debía enmendarse ¡o cambiar de nombre! Si no vamos a seguir a Cristo ante cualquier circunstancia, ¡tampoco nos atrevamos a llamarnos cristianos! Se nos ha dado un mandato. Pablo escribió a Timoteo: «Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo…» (1 Timoteo 1:18). Pablo estaba diciendo a Timoteo: «Estoy poniendo en tus manos un gran ministerio; venga lo que venga, no falles.» Como a Timoteo, se nos ha dado la Palabra de Dios y se nos ha mandado vivir fielmente de acuerdo a sus pautas y cumplir la obligación misionera. Somos escogidos por Dios para llevar el evangelio a los que están a nuestro alrededor y pasarlo a las siguientes generaciones. No les fallemos a aquellos que dependen de nosotros aun cuando vengan la adversidad y la tentación. No debemos fallar al Dios que nos ha confiado tan grande responsabilidad. Hemos sido llamados a la batalla. La lucha espiritual que enfrentamos no es una batalla en que peleamos por ratos y luego bajamos nuestras defensas nada más. Nuestra vida entera debe ser dedicada a la lucha contra el mal. No podemos rendirnos ni desertar. Nadie puede tomar nuestro lugar. Debemos permanecer en vigilia, porque el pecado no deja de atacar. Durante las dos guerras mundiales, los soldados tuvieron expectativas diferentes a los de hoy. Hoy los reclutas saben que en cuanto sirvan su tiempo, serán reemplazados. Pero aquellos sabían que servirían hasta ganar la guerra o ser heridos o morir. Ese es nuestro llamado como seguidores de Cristo. La lucha espiritual
  • 5. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 4 no nos permite bajar nuestras armas y descansar. Estamos peleando contra un enemigo espiritual y hay que luchar hasta ganar la victoria o ser llevados a nuestro hogar en la gloria. Hemos sido advertidos del naufragio. Al ocuparnos en la batalla espiritual, debemos continuar «manteniendo la fe y buena conciencia» (1 Timoteo 1:19). Debemos vivir una vida pertinente a nuestra fe. Si profesando una doctrina nuestra vida no marcha al compás de nuestra fe, nuestro testimonio no tendrá poder. La Biblia da ejemplo de personas que fracasaron durante una lucha espiritual y «naufragaron en cuanto a la fe algunos, de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar» (1 Timoteo 1:19, 20). Si dejamos de vivir de acuerdo con nuestras propias enseñanzas, destruiremos nuestra fe, nos convertiremos en piedras de tropiezo para otros y eventualmente seremos entregados en las manos del enemigo. Sin importar quienes somos, si hemos creído en Cristo, tenemos un llamado a servir. Nuestro llamado es una realidad presente. Aunque en el futuro vayamos a servir en gran capacidad, lo importante es que empecemos a servir ahora mismo. Alguien dijo: «Se vive una sola vez y no demora; y sólo lo que se hace para Cristo perdura.» Aproveche el día de hoy para hacer lo que Dios le ha comisionado. Preguntas 1. ¿Quién selecciona a los creyentes y los coloca en su lugar de servicio? 2. ¿Cuáles son tres maneras en que Dios obra para llevarnos al lugar donde podemos servir al Señor? 3. ¿Quiénes han sido llamados a servir al Señor? 4. ¿Qué pasará en la vida de un creyente que deja de servir al Señor? ¿Perderá su salvación? 5. ¿Es el servir a Cristo una obligación o un privilegio?
  • 6. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 5 2La oracion es primordial 1 Timoteo 2:1-8 1 Exhorto antes todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; 2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vi-vamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. 3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, 4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al cono-cimiento de la verdad. 5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 6 el cual se dio a sí mismo en res-cate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. 7 Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad. 8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. La lección en resumen La oración es uno de los primeros deberes y privilegios cristianos. Dedíquese, pues, al ministerio de la oración. «Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni con-tienda» (1 Timoteo 2:8). La oración es el aliento de la vida espiritual del creyente. Sin ella no habrá ni crecimiento ni vitalidad. A pesar de la importancia de la oración, muchos la descuidan. Algunas encuestas han indicado que aún muchos pastores no oran más de 25 minutos al día. Sin embargo, la pregunta principal es: ¿Cuánto oramos nosotros? Como creyentes en Cristo, sabemos que Dios desea que hablemos con Él sobre cualquier cosa que enfrentemos. Cuando Cristo dio instrucciones en cuanto a la oración, no antecedió Sus enseñanzas con «si oras», sino «cuando ores» (Mateo 6:5-7). La oración es la respuesta natural a la fe que está en nuestro corazón. La prioridad de la oración Pablo nos exhortó a dar a la oración el lugar que merece. Debemos orar «ante todo» (1 Timoteo 2:1). Primeramente Pablo exhorta que la oración sea hecha «por todos los hombres». No hay persona alguna en la tierra por la que no nos debamos interesarnos lo suficiente como para orar. «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito» para hacer posible la salvación de «todo aquel que en él cree» (Juan 3:16). Dios anhela que todos reciban la salvación, «no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 Pedro 3:9). Jesucristo dijo: «Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo» (Juan 12:32). Descuidar la oración intercesora por aquellos a quienes Dios ama y por quien Jesús murió es pecado. La oración ocupó un lugar primordial en el ministerio de Pablo, como debiera ocupar en el nuestro. Sus cartas estaban llenas de peticiones de oración, reportes de oraciones contestadas y resúmenes escritos de sus oraciones. Pablo oró por los creyentes (Romanos 1:9; Efesios 1:16) y por la salvación de los inconversos (Romanos 10:1). Además, pidió oraciones por sí mismo para poder dar un testimonio e caz a los perdidos (Efesios 6:18,19).
  • 7. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 6 Lecturas bíblicas lunes: Salmo 4:1-8 martes: Salmo 5:1-12 miércoles: 1 Corintios 14:13-19 jueves: 2 Corintios 12:7-10 viernes: Efesios 6:10-20 sábado: 1 Tesalonicenses 5:16-28 Meditación devocional Disciplina en la oración Daniel 6:1-10 En 1 Timoteo 2:1 Pablo usa cuatro diferentes términos para la oración: «rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias». Todos estos términos se parecen, pero cada uno identifica una dimensión especial de la oración. Primero, los griegos usaban la palabra que se traduce «rogativas» para describir una petición general. Podía ser una petición por cualquier problema, grande o pequeño. El uso de esta palabra indica que todas nuestras peticiones son importantes para Dios. Si tenemos una necesidad lo suficientemente grande como para compartirla con alguien, es suficientemente importante para contarla al Señor. Segundo, la palabra usada para «oraciones» describe una petición que podría hacerse sólo delante de Dios. Hay ciertas cosas que sólo Dios puede hacer. Sólo Él puede perdonar nuestros pecados (Marcos 2:7). Sólo Él puede darnos la salvación (Hechos 4:12). Como humanos somos impotentes de satisfacer nuestras profundas necesidades espirituales; sólo en el Señor encontraremos la ayuda que necesitamos. Si llevamos nuestras necesidades ante otras personas, nos veremos frustrados; pero si las llevamos ante Dios, descubriremos que Él es todopoderoso y que está dispuesto a ayudarnos. Tercero, la palabra traducida como «peticiones» conlleva la idea de ir ante un rey con una petición. El Señor es nuestro Rey, pero en vez de ser inaccesible e inalcanzable, siempre está abierto a nuestras peticiones. «Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4:14-16). Jesucristo, nuestro Rey y Señor, está en la presencia del Padre, intercediendo por nosotros aun antes de que enunciemos nuestras peticiones. Por lo tanto, sabemos que podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia, «para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro». Debemos traer nuestras propias necesidades y también las de todas las personas en nuestra vida. Debemos orar por otros aunque sus ojos estén encubiertos a la verdad y no lo aprecien. Finalmente, las «acciones de gracias» siempre deben ser parte de nuestras oraciones. Al orar, debemos darle gracias a Dios por todo lo que Él es y por todo lo que ha hecho por nosotros. Dios quiere que traigamos nuestras peticiones ante Él y que le demos gracias por las bendiciones que nos ha dado. Cuando Cristo sanó a los diez leprosos, sólo uno de ellos dio gracias (Lucas 17:17). Nueve no sintieron la necesidad de agradecerle al que los sanó. La preparación para la oración Ciertamente oraríamos más si entendiéramos la función de la oración. Quizá se haya preguntado alguna vez si la oración de veras cambia las cosas o no. Es preciso entender que nuestro inmutable Dios no cambia para dar lugar a nuestros deseos personales. Al mismo tiempo, sabemos que nuestro Padre celestial responde amorosamente a las oraciones de Sus hijos. La lectura bíblica de esta lección nos muestra algunas verdades maravillosas en cuanto a la oración y cómo funciona.
  • 8. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 7 La oración trae bendición a otros. Pablo nos exhortó a orar «por los reyes y por todos los que están en eminencia» (1 Timoteo 2:2). Dios tiene el poder de dirigir el corazón del rey (Esdras 6:22). A veces nos vemos tentados a poner nuestra confianza en los líderes terrenales en vez del Señor. «Mejor es confiar en Jehová, Que confiar en el hombre. Mejor es confiar en Jehová, Que confiar en príncipes» (Salmo 118:8, 9). En vez de confiar en nuestros líderes, debemos orar por ellos y confiar en que el Señor puede dirigir sus corazones en la dirección apropiada. La oración también puede enriquecer nuestra propia vida. Al vivir bajo la autoridad de líderes que disfrutan de las bendiciones de Dios porque oramos por ellos, podemos vivir «quieta y reposadamente». Sin embargo, la oración hace mucho más que sólo bendecirnos con tranquilidad. Nos capacita para vivir «en toda piedad y honestidad». La oración agrada a Dios. «Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador» (1 Timoteo 2:3). El comportamiento que agrada a Dios abre canales para grandes bendiciones en la esfera espiritual. Dios dijo a Salomón: «Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra» (2 Crónicas 7:14). Seríamos más eficaces en la oración si viviéramos piadosamente. David preguntó: «¿Quién subirá al monte de Jehová?/ ¿Y quién estará en su lugar santo?/ El limpio de manos y puro de corazón;/ El que no ha elevado su alma a cosas vanas,/ Ni jurado con engaño./ Él recibirá bendición de Jehová,/ Y justicia del Dios de salvación» (Salmo 24:3-5). Dios no sólo contesta las oraciones de los que viven dedicados a Él, sino que sus oraciones son más eficaces. «…La oración eficaz del justo puede mucho» (Santiago 5:16). Una fe genuina es parte importante de nuestra vida de oración. Debemos orar, «sin ira ni contienda» (1 Timoteo 2:8). Santiago escribió: «Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos» (Santiago 1:6-8). El secreto de una oración eficaz es entender la voluntad de Dios. Santiago enseñó que siempre debemos planear nuestra vida y dirigir nuestras oraciones en armonía con la voluntad del Señor. «¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello» (Santiago 4:13-15). Un mejor entendimiento de la naturaleza de Dios resulta en una mayor confianza en la oración. «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos…» (1 Timoteo 2:5- 6). En el mundo antiguo la mayoría de la gente adoraba muchos dioses. Las personas ofrecían sacrificio tras sacrificio en un esfuerzo por aplacar la ira de los dioses falsos. Pero el único y verdadero Dios ama al hombre que creó. Proveyó Su propio sacrificio, Su Hijo Jesucristo, como expiación por nuestros pecados para que pudiéramos disfrutar del compañerismo con Él. Hay «un solo mediador». Un mediador es alguien que está entre dos grupos o partidos para funcionar como intermediario. Nosotros tenemos acceso directo con Dios mediante Jesucristo. Gracias a Él, no hay nada ni nadie que nos impida acercarnos al Padre con cualquier petición que pueda haber en nuestro corazón. Cristo no sólo entregó Su vida para redimirnos, sino también para establecerse a Sí mismo como el único Mediador entre nosotros y el Padre. Las personas por las cuales debemos orar Debemos orar por los líderes gubernamentales. Los líderes gubernamentales de Pablo eran reyes y personas a quienes los reyes habían dado puestos de autoridad. Pablo no tuvo que estar de acuerdo con los
  • 9. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 8 líderes en todo lo que hacían, pero sí tuvo la responsabilidad de orar por ellos. Nuestros líderes, sean quienes sean, merecen nuestras oraciones a favor de ellos. Debemos orar por los miembros de nuestras familias. El resultado final de nuestras oraciones por los líderes será una gran bendición para nuestras familias, para que «vivamos quieta y reposadamente» (1 Timoteo 2:2). El bienestar de nuestras familias siempre debe ser parte de nuestra oración. Debemos orar pidiendo que Dios proteja a nuestros seres amados y los guíe siempre de acuerdo a Su voluntad (Job 1:10). Hay que orar por los inconversos. i queremos orar conforme a la voluntad de Dios, debemos orar por los inconversos, porque nuestro Señor «quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad». Sin embargo, nuestras oraciones por los inconversos que hay por el mundo entero tienen poco significado a menos que tengamos un interés genuino por las personas específicas que se encuentran en nuestro mundo personal. Dios quiere que nos interesemos por nuestros vecinos, nuestros amigos y hasta nuestros enemigos. Juan amonesta que el que no ama a su hermano tampoco ama a Dios. «…Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?» (1 Juan 4:20). De igual manera, si no nos interesamos por los inconversos que conocemos, ¿cómo podemos decir que nos interesamos por aquellos que no conocemos? Si no tenemos amor por los inconversos, no estamos en armonía con el Señor Jesucristo quien «vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lucas 19:10). Así como Dios estuvo dispuesto a dar a Su Hijo unigénito y Cristo estuvo dispuesto a dar Su vida en rescate por muchos, nosotros debemos buscar constantemente la salvación de individuos perdidos específicos por medio de la oración. Preguntas 1 ¿Cuáles son los cuatro términos que Pablo usó para describir los diferentes tipos de oración? 2 ¿Cuál es el secreto de una oración eficaz? 3 ¿Cuántos mediadores hay entre Dios y nosotros? 4 ¿Por quiénes debemos orar? 5 ¿Cuáles son unos beneficios que resultan de la oración?
  • 10. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 9 3Los lideres de las iglesias 1 Timoteo 3:1-7 1 Palabra el: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. 2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; 3 no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; 4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad 5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); 6 no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 7 También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo. La lección en resumen «Palabra el: Si alguno anhela obispado, buena obra desea» (1 Timoteo 3:1). El buen liderazgo es esencial en toda iglesia. Una iglesia debe orar por su pastor para que sea calificado y luego respetarle y apoyarle en su ministerio. En cualquier organización, mucho depende del liderazgo. Un líder de calidad es indispensable en la iglesia para la buena salud espiritual y un ministerio eficaz. Sólo hombres maduros con sabiduría espiritual, experiencia y un llamado de Dios califican. Los títulos de los líderes de las iglesias Hoy día generalmente se usa el título pastor para referirse al líder espiritual de una iglesia. Un pastor de ovejas es uno que cuida y guía un rebaño de ovejas, así que el pastor de una iglesia es uno que guía y vela por un «rebaño» de Dios, una congregación local de creyentes. La responsabilidad principal de un pastor de ovejas es proteger a sus ovejas y alimentarlas bien. Cuando un hombre acepta el llamado de pastorear una iglesia, se compromete a velar por una de las iglesias del Señor Jesucristo. Un pastor sincero siempre tiene presente el bienestar de su congregación. Además del título pastor, en el Nuevo Testamento se ven los términos obispo y anciano. Todos eran títulos para el mismo oficio de pastor. Cuando Pablo mandó llamar a los ancianos de Éfeso (Hechos 20:17), los animó a «apacentar la iglesia» como obispos (Hechos 20:28). Al igual, Pedro dijo que la responsabilidad primordial de los ancianos era apacentar la grey de Dios (I Pedro 5:1-3). Es probable que por la historia se usaron estos títulos para identificar el oficio del líder de una iglesia tanto como la función de la posición. La palabra anciano sugiere que normalmente era uno de los hombres más respetados de la congregación y uno de los mayores. El término obispo se refiere a la tarea de supervisar los asuntos de la iglesia. La palabra pastor se enfoca en la alimentación espiritual del pueblo de Dios por el líder. Por lo tanto, la palabra anciano describía a la persona del líder mientras que obispo y pastor se referían a la tarea que desempeñaba dicho líder.
  • 11. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 10 Lecturas bíblicas lunes: Números 27:15-23 martes: Deuteronomio 3:21-29 miércoles: 1 Reyes 3:3-10 jueves: 1 Corintios 3:1-10 viernes: 2 Corintios 5:11-21 sábado: Colosenses 1:21-29 Meditación devocional Un líder promueve el avivamiento 2 Crónicas 29:1-11 La tarea del líder de una iglesia (1 Timoteo 3:1) La palabra obispo conlleva una idea de supervisar a los obreros y enfatiza el papel del pastor como líder. La palabra siempre implica supervisar cierta esfera de trabajo con responsabilidad ante cierta autoridad. La autoridad ante la cual el pastor siempre es ser responsable es Jesucristo. El pastor es responsable del cuidado de las personas que constituyen la iglesia de la cual es líder. Debe proveerles el liderazgo necesario para que puedan llevar a cabo las tareas que Dios ha dado a Sus iglesias. Además, debe supervisar a los miembros de la congregación en su labor y entregar cuentas a Dios por su propia fidelidad como líder. En realidad, tiene una responsabilidad doble. Como pastor, es el supervisor de la obra de la iglesia; pero como creyente, es participante de la obra, trabajando hombro a hombro con los demás miembros. Cuando Dios llama a un hombre al pastorado, lo guía a una «buena obra» y no sólo a un oficio (1 Timoteo 3:1). No es el oficio, sino la obra, que el futuro pastor debe tener presente. No debe codiciar el prestigio de lucir un título como pastor, sino anhelar el llevar adelante la obra de su Señor. Algunos pueden pensar que, cuando Pablo habla de un hombre que anhela el pastorado, quiere decir que cualquier persona piadosa que tenga el deseo de ser pastor puede serlo. Sin embargo, el desear ser pastor no es una decisión personal de uno, sino resulta del llamado de Dios. El hombre que trate de ejercer el oficio de pastor sin un llamado definitivo del Señor es un hombre imprudente. Pablo empezó el libro de Romanos enfatizando su propio llamado: «Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios» (Romanos 1:1). Sólo uno que ha sido genuinamente llamado por Dios tendrá éxito en la obra que se requiere de un pastor. Las cualidades del líder de una iglesia (1 Timoteo 3:2-7) Pablo dio una lista de cualidades que un hombre tiene que poseer para servir como pastor. El hecho de que Pablo dio tal lista sugiere que siempre ha habido personas no calificadas que buscan puestos de liderazgo dentro de las iglesias del Señor. Para prevenir ese peligro, Pablo enumeró unas cualidades específicas. La vida familiar: Pablo enfatizó la responsabilidad del pastor en su hogar. Se requiere que él «gobierne su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)» (1 Timoteo 3:4, 5). El pastor debe ser monógamo, o sea, el «marido de una sola mujer» (1 Timoteo 3:2). Hay mucha controversia hoy día en cuanto a este pasaje. Algunos dicen que significa que un hombre tiene que estar casado para poder calificar como pastor; otros proponen que un hombre casado más de una vez nunca podrá ejercer el oficio de pastor. La frase literalmente significa que un pastor debe ser un hombre para el
  • 12. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 11 cual no existe más que una mujer. En otras palabras, debe ser un esposo fiel, comprometido a cumplir sus votos matrimoniales. Si un hombre no se compromete a practicar la pureza dentro de su matrimonio, no tiene lugar como pastor. Un pastor debe establecer altas normas en su matrimonio y al mismo tiempo animar a otros a cumplir con el mismo compromiso. El mundo necesita que las iglesias y sus líderes representen bien la belleza y el gozo de un matrimonio duradero. Un pastor debe mostrar la hospitalidad (1 Timoteo 3:2). Un hombre que no recibe con gusto a las personas que Dios trae a su vida y su hogar, no será un buen representante de la iglesia. Es un hecho reconocido que somos parte de todas las personas que hemos conocido. Nuestra vida es enriquecida por medio de la influencia de otros. Sin un espíritu hospitalario, nos alejamos de los demás y, por lo tanto, nos privamos de lo que ellos ofrecen y los privamos a ellos del testimonio de la gracia de Dios que podríamos compartir. Los pastores deben establecer el ejemplo de la hospitalidad. La ética pública: La manera en que un hombre se comporta en su comunidad también es crucial en el liderazgo de una iglesia. Pablo dijo que un pastor debe ser «irreprensible» (1 Timoteo 3:2). Debe tener una buena reputación entre las personas ajenas a la iglesia (1 Timoteo 3:7). Si un hombre no tiene el respeto de sus conciudadanos, será un estorbo para su iglesia. Aunque ningún hombre puede vivir completamente libre de culpa, el pastor debe esforzarse por vivir de tal manera que nadie pueda levantar una acusación justificable en su contra. Debe evitar cualquier cosa que le cause ser menos que irreprensible en su conducta. El carácter personal: Pablo ex-puso varias virtudes positivas que un pastor debe tener. Debe ser «sobrio, prudente, decoroso». La idea central de estas palabras es que debe ser trabajador, considerado, organizado y lleno de buenas obras. Al realizar la labor de pastor, un hombre no puede involucrarse en ningún tipo de actividad que le ocasione una falta de sobriedad y de una actitud positiva. Las destrezas pastorales: Un hombre que no sea «apto para enseñar» (1 Timoteo 3:2) tendrá dificultades en presentar adecuadamente las verdades bíblicas que se deben enseñar a todos los creyentes. Un pastor tiene la responsabilidad de ayudar al pecador a arrepentirse de sus pecados y de enseñar a aquellos que hayan sido convertidos a «guardar todas las cosas» que Cristo mandó (Mateo 28:19, 20). Aunque es importante que un pastor sea capaz de articular la verdad de manera que otros entiendan, su forma de enseñanza más e caz será una vida ejemplar que otros puedan imitar. Por medio de su vida, el pastor debe enseñar a su comunidad lo que significa ser un cristiano. Unas características que incapacitan: También se dan unas prohibiciones para un pastor. No debe ser «dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro» (1 Timoteo 3:3). Un hombre debe demostrarse competente antes de convertirse en pastor. No debe ser «neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo» (1 Timoteo 3:6). Sería peligroso promover a un nuevo convertido a un puesto de liderazgo dentro de la iglesia. Sin la madurez espiritual, él podría permitir que un sentido de importancia destruyera su espiritualidad. Un pastor con una opinión muy elevada de sí mismo se convierte en un peligro para su congregación. Da a sus enemigos la oportunidad de criticar, no sólo al pastor culpable, sino a toda la iglesia. Al contrario, un pastor maduro y piadoso es una bendición por la cual estar agradecido con Dios. Preguntas 1. ¿Cuáles son los tres términos que se emplean para referirse al líder de una iglesia? 2. ¿Cuáles son las responsabilidades de un pastor? 3. ¿En qué sentido tiene el pastor una responsabilidad doble? 4. ¿Cuáles son las cualidades de un buen pastor? 5. ¿Por qué no debe un creyente nuevo ocupar el puesto de pastor?
  • 13. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 12 4Los siervos de las iglesias 1 Timoteo 3:8-13 8 Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; 9 que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. 10 Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles. 11 Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, eles en todo. 12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas. 13 Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús. La lección en resumen Los diáconos que verdaderamente sirven a su iglesia ejercen bien su o cio. Dios se complace con hombres piadosos dispuestos a servir como diáconos. «Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles» (1 Timoteo 3:10) El servicio es la única manera de tener una vida e caz ante Dios. Él no da importancia a nuestros títulos ni posiciones, pero sí reconoce a los que humildemente buscan honrarlo por medio del servicio el a los demás. Los que quieren ser grandes ante los ojos de Dios deben convertirse en siervos de todos. Jesucristo mismo dijo que «cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos» (Mateo 18:4). Jesús siempre deseó que todos los puestos en la iglesia se basaran en el servicio. Les dijo a Sus discípulos: «Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo» (Mateo 20:25-27). Todo creyente debe servir al prójimo, pero hay dos grupos de hombres que la iglesia separa para un servicio especial: los pastores y los diáconos. Los pastores sirven al guiar al rebaño; los diáconos sirven en maneras que fortalecen el cuidado pastoral del rebaño. Los diáconos son escogidos para servir aun más que los demás miembros. El significado principal de la palabra diácono es siervo. Los diáconos que sirven fielmente «ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús» (1 Timoteo 3:13).
  • 14. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 13 En la Biblia el servicio se relaciona con la grandeza. José fue un esclavo que, gracias a su servicio eficaz y el, fue promovido a gobernante. Moisés fue un pastor de ovejas común hasta recibir el llamado de Dios para guiar al pueblo de Israel y sacarlo de la esclavitud egipcia. Josué sirvió bajo Moisés antes de ser escogido por Dios para guiar a Israel en su conquista de la Tierra Prometida. Aun Jesucristo«no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:28). Lecturas bíblicas lunes: Nehemías 4:14-23 martes: Salmo 116:12-19 miércoles: Marcos 10:42-45 jueves: Juan 13:1-14 viernes: Efesios 6:5-9 sábado: 1 Pedro 5:5-7 Meditación devocional Somos siervos Esdras 5:1-11 Dios tiene unos requisitos específicos para los que aspiran servir como diáconos. Estos requisitos muestran la naturaleza espiritual del oficio y su importancia al ministerio de una iglesia. Cuando hay más siervos la labor se divide entre más y resulta más oportunidad para que los pastores se centren más en los ministerios espirituales. Es algo hermoso cuando un pastor cuenta con un equipo de diáconos dedicados y dispuestos a toda obra, sea espiritual o material. Juntos logran mucho más que si el pastor tuviera que avanzar a solas. Las características personales de los diáconos (1 Timoteo 3:8-10) El ministerio de los diáconos se origina en la iglesia de Jerusalén con un énfasis en el servicio práctico (Hechos 6:1-7). Aunque no se menciona la palabra diácono en este pasaje, los siete hombres que fueron escogidos para servir en la iglesia de Jerusalén llenaron los requisitos para el diaconado. En cuanto fueron seleccionados, sus ministerios se expandieron y tomaron sobre sí un aspecto espiritual mientras llevaban a cabo su servicio práctico diario. Esteban y Felipe fueron usados por el Señor para plantar el evangelio en el corazón de las personas por medio de la predicación. Ya que el oficio de diácono tiene dimensiones espirituales tanto como prácticas, la mayoría de las cualidades descritas para los diáconos son las mismas requeridas de los pastores. ((Compárense 1 Timoteo 3:1-7 con 1 Timoteo 3:8-13). (Recomendamos leer del libro “Minutas de la Iglesia de Dios” el tema “la Junta de Consejeros” para ampliar la lección) Un carácter digno: La palabra «honestos» en 1 Timoteo 3:8 sugiere una actitud y una conducta entre los diáconos que demuestran que están conscientes de que responderán a Dios por su vida y su servicio. Tales hombres andan humildemente ante Dios y sirven fielmente a su iglesia. Los diáconos deben ser «sin doblez». Esto literalmente significa que no deben «hablar con dos voces». No deben decir una cosa a uno y otra cosa a otro, sino que deben ser consistentes en lo que hablan para poder llevar a cabo su ministerio. Es esencial que los diáconos controlen su lengua debido a su ministerio con los miembros. Sin tal disciplina, los diáconos iniciarían contiendas dentro de la congregación. Las manipulaciones y las «mentiras blancas» no pueden ser parte del ministerio de los diáconos. Los diáconos no deben ser «codiciosos de ganancias deshonestas». Este requisito implica que las iglesias no deben escoger como diáconos a hombres que están involucrados en negocios deshonestos. Todos tienen que ganarse la vida de alguna manera, pero los diáconos deben hacerlo de manera que no haya ninguna duda en cuanto a su integridad. Deben ganarse la vida honestamente, en hecho y en apariencia. Si haya la apariencia de avaricia, la congregación no con fiará en ellos para la administración de las finanzas de la iglesia. Y si en algún momento ocurre algo que causa que la congregación no tenga confianza en la manera en que el dinero se maneja en la iglesia, será difícil que los miembros sean eles en sus ofrendas. Los diáconos no deben ser «dados a mucho vino». La idea básica es que estos líderes deben ser ejemplo de sobriedad. Como pentecostales, hemos hecho el compromiso de abstenernos de la venta y el uso de cualquier bebida alcohólica. Este compromiso se basa en principios bíblicos para los testigos del Señor
  • 15. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 14 Jesucristo y es un pacto en el que todos los miembros de la iglesia entran voluntariamente. Es importante que los diáconos cumplan con este compromiso. El no hacerlo debilitaría el pacto que su iglesia ha hecho. Aun el beber «socialmente» pone mal ejemplo y perjudica. La devoción cristiana: Los diáconos deben guardar «el ministerio de la fe con limpia conciencia». Esto simplemente quiere decir que deben vivir y servir de manera pertinente a lo que profesan creer. Su servicio y su vida deben ser guiados por su teología; si no es así, será percibido hipócrita el ministerio de la iglesia. Aunque es importante que todos los miembros vivan lo que profesan creer, cualquier inconsistencia hallada entre aquellos escogidos para servir en el nombre de la iglesia provocará gran daño a su reputación. Los diáconos deben probarse como siervos fieles durante un período de tiempo (1 Timoteo 3:10). Como un novato en la fe no debe ser elegido pastor, asimismo ningún hombre debe ser escogido como diácono si es novato en cuanto al servicio. Mucho antes de ser elegido como diácono, el candidato debe mostrarse siervo el entre la congregación. Nombrar como diácono a una persona sin tales precedentes es arriesgarse a prestar honor falso a un hombre indigno. Hay peligro también para los hermanos nombrados como diáconos. El puesto le puede dar un falso sentido de importancia y hacerle pensar equivocadamente que tiene cierta autoridad (la cual nunca fue asignada a los diáconos). La fidelidad: Los diáconos deben perseverar en su obra. Pablo dijo: «ejerzan el diaconado» (1 Timoteo 3:10). Cuando un hombre pone su mano en el arado, debe continuar su obra sin mirar atrás (Lucas 9:62). Qué comentario tan triste sobre Demas cuando Pablo escribió: «…Demas me ha desamparado, amando a este mundo…» (2 Timoteo 4:10). Cuando las iglesias comienzan la búsqueda de diáconos, deben incluir sólo hombres cuyas vidas muestran una norma consistente de servicio el. Los diáconos deben ser «irreprensibles» al cumplir con su ministerio. Deben ser hombres a quienes no se les puede inculpar ningún tipo de delito o crítica. Eso no significa que sean perfectos en todo, pero sí deben ser hombres de conducta irreprochable. La vida del diácono ante el mundo debe ser un esfuerzo honesto de servir a Dios y a su iglesia en toda pureza. No debe haber motivaciones secretos ni egoístas en su vida ni en su ministerio. Las familias de los diáconos (1 Timoteo 3:11-12) La familia del diácono ocupa un lugar importante en su ministerio. Igual que el pastor, el diácono debe tener su hogar como una prioridad. Si no puede guiar a su propia familia en su vida cristiana, no será capaz de conducir a otros compañeros de la iglesia en su andar con el Señor. La vida y la conducta de la esposa del diácono tiene una importancia especial en el ministerio de su esposo. Por lo tanto, la Biblia establece cualidades para la mujer que naturalmente servirá al lado de su esposo. Las esposas de los diáconos también deben ser «sobrias» y «honestas» en su trato con los demás. Si la esposa de un diácono tiene una actitud ligera, le será difícil convencer a los demás que de verdad se interesa por ellos. Como el diácono atiende las necesidades de los miembros de la congregación, su esposa seguramente le ayudará de vez en cuando. Cuando se debe tratar con la gente asuntos que podrían resultar en situaciones humillantes, es importante que los obreros sean discretos y no chismosos. Cualquier mención descuidada de parte de uno de los siervos de la iglesia podría causar mucho daño a la obra de Cristo. Lo dicho por cualquier siervo debe ser verdadero, y los asuntos privados de los demás se deben guardar en completa confidencialidad. Por lo tanto, es necesario que las mujeres que sirven junto a sus esposos no sean «calumniadoras». Tal comportamiento de parte de la esposa (o del diácono) no podrá ser tolerado. Circular información privada de las personas que el diácono está sirviendo sería muy mala conducta. Tanto el diácono como su esposa deben ser ejemplos de sobriedad en todo tiempo. Esto ciertamente implica que la esposa del diácono nunca debe ser culpable de ebriedad. Cuando Pablo escribió este pasaje, el vino era una bebida común, debido en parte a la falta de agua potable. Sin embargo, el vino no se servía como una bebida fuerte; generalmente era diluido en agua. El hecho de que el vino fuera una bebida común no quería decir que la gente ignorara los peligros del alcohol. El Antiguo Testamento describe el vino como
  • 16. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 15 una fuerza destructora y vergonzosa (Proverbios 23:29-35; 20:1). Algunos incidentes registrados en la Biblia muestran las terribles consecuencias del abuso del vino. Por ejemplo, la vida de Noé (Génesis 9:18- 27) y Lot (Génesis 19:30-38) son advertencias constantes de lo que el alcohol puede hacer. La palabra traducida como «sobrias» tiene doble significado. Significa «prudente o vigilante» al igual que «abstinente al vino». El decir que las esposas de los diáconos deben ser sobrias significa que no deben permitirse ninguna conducta inapropiada o que no sea prudente. El grado honroso de los diáconos fieles (1 Timoteo 3:13) Los diáconos que sirven fielmente merecen el respeto de toda la congregación. Ellos no escogieron servir en este puesto; más bien la iglesia los escogió a ellos. Por lo general, su trabajo es agradable y gratificante. Se les ha dado el privilegio de trabajar con el pastor para alcanzar las metas de la iglesia. Sin embargo, a veces les es necesario pasar, junto con el pastor, por circunstancias difíciles y no agradables. Cualquier cosa que hagan los diáconos, no la hacen por ganancia porque no son remunerados económicamente. Sirven por amor al Señor y a su iglesia. Por consiguiente, el Señor ha prometido recompensarlos con «un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús». Debemos estar agradecidos por esos hombres eles que han probado, por la gracia de Dios, ser merecedores de llevar a cabo la obra del diácono. Preguntas 1 ¿Qué es un diácono? 2 ¿Cuál es el significado principal de la palabra diácono? 3 ¿Cuándo y dónde se escogieron a los primeros diáconos? 4 ¿Quiénes eran dos de los prime-ros siete diáconos? 5 ¿Qué cualidades debe tener un diácono? 6 ¿Cuáles son unas características de la esposa de un diácono? 7 ¿Por qué se dieron calificaciones para las esposas de los diáconos? 8 ¿Cuánto debe una iglesia pagar a cada diácono?
  • 17. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 16 6La buena batalla 1 Timoteo 6:11-21 11 Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. 12 Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. 13 Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato, 14 que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo, 15 la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, 16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén. 17 A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 18 Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; 19 atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna. 20 Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, 21 la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén. La lección en resumen Acepte su responsabilidad individual de vivir fielmente bajo los mandatos de Dios. «Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos» (1 Timoteo 6:12). Como cristianos enfrentaremos batallas espirituales mientras estemos en este mundo. Las batallas pueden ser de falsa doctrina, las divisiones, la codicia u otros asuntos, pero son reales y desafiadoras. Cada uno de nosotros es personalmente responsable ante Dios por la manera en que respondemos ante estos retos. La palabra «tú» en 1 Timoteo 6:11 enfatiza la responsabilidad personal. Debemos estar alerta en las batallas espirituales o sufriremos perdidas. Si fallamos, no podemos culpar nuestro ambiente ni las características que heredamos de nuestros padres. Todos somos responsables individualmente por nuestro comportamiento y compromiso en el servicio de Dios. Hemos heredado muchas predisposiciones de nuestros padres, pero el verdadero carácter cristiano no es hereditario. Este carácter comienza con el nuevo nacimiento y se desarrolla por medio de la disciplina, el crecimiento en el Señor y el conocimiento de la Palabra de Dios. La lucha por alcanzar la santidad durará toda la vida. Es un llamado al que debemos dedicarnos con entera devoción. El desafío a vivir piadosamente (1 Timoteo 6:11) Al concluir su primera carta a Timoteo, Pablo lo desafía con el título que le da y la obra que le asigna. Pablo se dirige a Timoteo como «hombre de Dios». Tal título pone a Timoteo al mismo nivel de hombres tales como Moisés (Deuteronomio 33:1), el mensajero de Dios a Elí (1 Samuel 2:27) y otros profetas (1
  • 18. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 17 Reyes 12:22). El título «hombre de Dios» o «varón de Dios» era tanto un honor como una responsabilidad. El honor estaba en ser identificado con Dios; la responsabilidad era vivir piadosamente y ser el al llamado de Dios. Lecturas bíblicas lunes: Salmo 27:1-14 martes: Salmo 31:1-14 miércoles:Salmo 31:15-24 jueves: Salmo 118:1-14 viernes: Salmo 118:15-29 sábado: Salmo 119:25-32 Meditación devocional Dios es nuestra fuerza Salmo 29:1-11 Pablo instó a Timoteo a huir de cosas asociadas con las riquezas mundanas. «Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores» (1 Timoteo 6:9, 10). Pablo sabía que el amor a las riquezas podía desviar a un «hombre de Dios» de su llamado, y causarle desperdiciar su vida por tratar de alcanzar las riquezas. Un «hombre de Dios» no sólo debe cerrar los ojos a la atracción de las riquezas del mundo, sino que debe también anhelar alcanzar las virtudes que le apartan del mundo. Este reto hecho a Timoteo hace eco en nuestros oídos como creyentes hoy día. La justicia: No podemos ser siervos de Dios sin poseer Su justicia impuesta por la fe. La justicia es una cualidad interna y, a la vez, un comportamiento exterior. Internamente se refiere a nuestra relación con Dios y exteriormente refleja el servicio que le debemos. Sólo Dios nos puede hacer justos de corazón, pero si la justicia está presente en nuestro corazón, se demostrará en nuestra vida. La piedad: La piedad nos hace sensibles a la verdad de que vivimos y obramos en la presencia del Señor en todo momento. Nos da una cualidad de vida que no se obtiene de ninguna otra manera. La persona que no reconoce la presencia de Dios en su vida, tampoco tendrá respeto por la vida de otras personas. La fe: La fe genuina en Dios se demuestra en la fidelidad a Él. Nuestra fe en Dios se refleja en cada pensamiento y hecho. Habrá muchos retos mientras buscamos vivir para Él. El mundo querrá que participemos en sus actividades y los demonios tratarán de alejarnos del Señor. Pero con una fe fuerte, nada en este mundo ni en el mundo espiritual nos puede hacer volver la espalda a Dios. El amor: Lo que Dios ha hecho por nosotros es un recordatorio constante de Su amor para con nosotros. Su amor nos motiva amar a otros. Esta clase de amor no es tanto una emoción del corazón como una decisión consciente de servir a Dios y al prójimo. Dios demostró Su amor por nosotros mucho antes de que lo amáramos a Él y nos mandó amar a otros como Él nos ha amado (Juan 13:34). La paciencia: Tener paciencia no significa que debemos sentarnos sin hacer nada mientras la vida nos pasa por encima. La paciencia se manifiesta cuando soportamos y superamos los retos de la vida. Una vez un predicador presentó un sermón titulado «Bajo las circunstancias». El predicador insistió en que ningún creyente en Cristo debe vivir «bajo las circunstancias», sino que más bien debe sobrepasarlas hasta alcanzar la victoria. Esa es la idea básica de la virtud de la paciencia. La mansedumbre: Los mansos han puesto su fuerza bajo control. Gracias a la mansedumbre, tenemos la habi-lidad de enfrentar las calamidades que sufrimos sin ser derrotados. En la virtud de la mansedumbre también encontramos ánimo para afrontar la maldad del mundo. La mansedumbre cristiana nos da la capacidad de perdonar a aquellos que nos tratan injustamente, pero al mismo tiempo el valor cristiano nos envía a la batalla contra las fuerzas de la injusticia.
  • 19. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 18 El reto de entrar a la buena batalla (1 Timoteo 6:12-21) Un «hombre de Dios» no sólo debe aspirar tener las buenas cualidades que hacen que su vida sea agradable al Señor, sino que también debe esforzarse para combatir a los enemigos de la justicia. Por lo tanto, hay que pelear «la buena batalla de la fe». Como seguidores de Cristo, nosotros también participamos en la gran batalla entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás. Al pelear en esta gran batalla, hay que acudir a todos los recursos que están a nuestra disposición. Saque fuerzas de su llamado. Pablo le recordó a Timoteo: «… fuiste llamado». El saber que Dios nos escogió para ser Sus siervos nos anima a luchar contra cualquier enemigo. Cuando respondemos al llamado del Señor, nos comprometimos serle eles en la obra que nos ha encomendado, y el compromiso es «delante de muchos testigos» (1 Timoteo 6:12). Cuando el mundo nos desafía y permanecemos firmes, seguimos el ejemplo del Señor Jesucristo, quien permaneció firme frente a Pilato aunque le aguardaba la cruz (1 Timoteo 6:13). Saque fuerzas de la venida del Señor. El mismo Jesús que se fue regresará un día para llevarnos a casa con Él. Mientras esperamos ese día, debemos guardar los mandatos de Cristo «sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo» (1 Timoteo 6:14). Nos anima también saber que un día delante de todo el mundo Cristo será declarado como el «bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad» (1 Timoteo 6:15, 16). Timoteo tuvo un ministerio especial. Pasó una gran parte de su ministerio pastoreando las iglesias establecidas en el campo misionero. Por lo tanto, Pablo le instruyó: «A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna» (1 Timoteo 6:17-19). Aunque el ministerio de usted es distinto al de Timoteo, también tiene sus retos. Como Pablo dijo a Timoteo: «Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado» (1 Timoteo 6:20), así Cristo requiere la participación personal de usted en «la buena batalla» de guardar lo que se le ha encomendado. Usted tiene una gran responsabilidad, no sólo para con la generación presente, sino también con la venidera. Sus prójimos necesitan un testimonio firme de la gracia salvadora de Cristo, para que se vuelvan al Señor. Dios le ha salvado y ahora usted es un mensajero a este mundo. Sea un testigo fiel y deje que el Señor le use como una voz para llamar al arrepentimiento. Si usted sirve al Señor fielmente, no sólo tendrá un impacto eterno en esta generación, sino que también dará un buen ejemplo para la siguiente generación. Cierto educador cristiano declaró que no hay momento en el que no enseñemos a los niños a nuestro alrededor. Cualquier cosa que usted haga, sea buena o mala, está enseñándoles. Su comportamiento como cristiano enseñará a la siguiente generación a tomar en serio a Cristo o considerar la fe cristiana como un tema sin importancia. Como soldado cristiano, se requiere de usted la fidelidad. ¡El precio del fracaso es muy alto! Preguntas 1 ¿Cuáles son unas batallas espirituales comunes en su propia vida cotidiana? 2 ¿Por qué pueden ser peligrosas las riquezas? 3 ¿Cuáles son unas virtudes que apartan del mundo al hombre de Dios? 4 ¿Por qué es tan importante que el soldado de Cristo se mantenga el durante toda la vida?
  • 20. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 19 7Firme en la Palabra Tito 1:1-5, 10-14, 16 1 Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, 2 en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, pro-metió desde antes del principio de los siglos, 3 y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador, 4 a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador. 5 Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; 10 Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, 11 a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene. 12 Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos. 13 Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, 14 no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad. Š Š Š Š Š 16 Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra. La lección en resumen La Palabra de Dios es verdad y una guía para nuestra vida. Mantenga la Biblia como el punto central de su vida y su ministerio. Dios «a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador» (Tito 1:3). Pablo escribió una carta de ánimo e instrucción a Tito. Tito fue un pastor griego cuyo ministerio estuvo centrado principalmente en la isla de Creta, el cual no era un campo fácil para ministrar. Los cretenses eran descritos como mentirosos y borrachos. Además de todos los problemas sociales en el campo de ministerio de Tito, también había falsos maestros que trataban de enseñar a la gente una mezcla de la ley y la gracia. Los problemas que él enfrentaba requerían la paciencia y el amor para tratar con la gente. Las dificultades del ministerio de Tito requerían también gran fortaleza y entendimiento espiritual de la verdad. Puesto que el Nuevo Testamento no había sido terminado aún, Tito no podía depender de sus páginas para guiarlo como lo hacemos hoy, aunque sí contaba con el Antiguo Testamento y los profetas, maestros y apóstoles de su generación. Dios usó en particular al apóstol Pablo para comunicar a Tito Su mensaje. Como cristianos actuales, tenemos la bendición de tener la Biblia completa como guía para nuestro ministerio. El apóstol Pedro se refirió a las Escrituras como una fuente de verdad que es absolutamente confiable. «Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos
  • 21. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 20 como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo» (2 Pedro 1:19-21). Pedro enfatizó que había tenido el privilegio presenciar con sus propios ojos grandes cosas en la vida de Jesucristo (2 Pedro 1:17, 18), pero la inspirada Palabra de Dios es aun «más segura» que lo que él hubiera visto u oído personalmente. ¡Cuánto debemos regocijarnos de tener tan segura Palabra sobre la cual fundar nuestra fe! Lecturas bíblicas lunes:Salmo 119:97-104 martes: Mateo 15:1-9 miércoles: Mateo 23:1-12 jueves: Mateo 23:13-22 viernes: Mateo 23:23-33 sábado: 2 Juan 1-13 Meditación devocional El verdadero evangelio Juan 3:5-18 Firme por la Palabra que viene de Dios (Tito 1:1-3) Pablo podía declarar una palabra autoritaria para la dirección del ministerio de Tito porque era un «siervo de Dios y apóstol de Jesucristo». Dios había revelado la verdad a Pablo para que pudiera predicar y enseñar a otros. Le había dado a Pablo la autoridad de proclamar la Palabra de verdad a sus colaboradores. El mensaje de Pablo no se basaba en su propio razonamiento; su autoridad venía de Cristo. Él era el siervo del Señor declarando las instrucciones que venían de Dios. De esas palabras de instrucción que el Señor dio por medio de Pablo vino gran parte de lo que hoy es el Nuevo Testamento. La misma guía que estuvo disponible para Tito y otros creyentes de aquella era está al alcance de los ministros cristianos de hoy por medio de las páginas inspiradas del Nuevo Testamento. Todos los que buscamos servir en las iglesias del Señor debemos encontrar la autoridad de nuestro mensaje y nuestro ministerio en la Santa Palabra de Dios. Firme por la Palabra que exalta a Cristo (Tito 1:4) Cristo, el Salvador: El tema central del mensaje de Pablo fue: «Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador». El enfoque principal estaba siempre en Cristo y Su don de vida eterna. El propósito de la venida de Cristo al mundo era dar vida eterna a los pecadores. «Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:14, 15). La fe cristiana no es sólo algo en lo que se cree y se practica; es vida, y la vida que poseemos es la vida de Dios en nosotros. Dios nos ha escogido para ser los mensajeros que proclamen el evangelio a los demás. Si creen esa proclamación de la verdad, tendrán la oportunidad de entrar a la vida eterna. La fe que trae vida eterna no es meramente el creer intelectualmente. Aun los demonios poseen tal conocimiento y tiemblan (Santiago 2:19). La clase de fe que permite a una persona entrar a la vida eterna es la completa confianza y entrega a Jesucristo como Salvador y Señor. Es confiar sólo en Él para obtener la vida eterna. Algo menos no cumple con los requisitos de Dios. El papel de los ministros del Señor es, por lo tanto, mostrar que nadie puede hacer nada para merecer la vida eterna y persuadir a la gente a recibir el don de la vida eterna de la mano del Señor. Cristo, el centro de la vida: Los que creen deben ser guiados al conocimiento de la vida cristiana y el servicio cristiano. La vida cristiana comienza con una sencilla fe en el Señor Jesucristo, pero debe continuar hasta convertirse en una fe informada que no puede ser desviada por las mentiras de Satanás. Pablo escribió: «para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo» (Efesios 4:14, 15).
  • 22. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 21 Una fe informada debe ser más que una teología bien pensada. Una fe sana siempre debe producir una vida sana. Una vida sana es piadosa y llena de obras espirituales. Santiago dio un gran reto a todos los creyentes al escribir: «Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras» (Santiago 2:18). Firme por la Palabra que ministra a las necesidades de la gente (Tito 1:5-16) Apoye su iglesia. Tito era un confiable colaborador de Pablo. Es muy probable que Pablo haya guiado a Tito a la fe cristiana; se refirió a él como su «verdadero hijo en la común fe» (Tito 1:4). Tito era un hombre de valor, y Pablo parecía creer que era lo suficientemente fuerte en la fe como para ser enviado a las situaciones más difíciles que existían en las iglesias. Antes Pablo lo había enviado a ministrar a la iglesia de Corinto cuando tenían problemas serios en cuanto a la sana doctrina (2 Corintios 7:13-16); ahora Tito debía corregir «lo deficiente» entre las iglesias de Creta (Tito 1:5). Tito estaba en Creta para ayudar a las iglesias de esa región a alcanzar mayor madurez. Era su tarea completar lo que faltara en la organización y escoger hombres piadosos para guiar como ancianos (Tito 1:5 -9). Usted no es un Tito comisionado por el apóstol Pablo, pero quizá Dios le pueda usar para fortalecer el orden en su iglesia. Reprenda al errado. Tito también tuvo el desagradable trabajo de reprender a los «contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene» (Tito 1:10, 11). Sin duda, algunos de las personas a los que Tito tuvo que reprender eran hombres de gran influencia. Sin embargo, las enseñanzas falsas que estaban plantando en las iglesias tenían que cesar, y Tito tuvo que poseer el valor de detenerlos. El propósito de Tito no era castigar a aquellos que anduvieran extraviados de la fe, sino corregirlos para que tuvieran sana doctrina (Tito 1:13). Al llevar a cabo el ministerio de la corrección, Tito tenía que tener cuidado de no caer él mismo en el error. Debía evitar atender a «fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad» (Tito 1:14). Cualquier obrero cristiano corre el riesgo de errar. Cierta vez, un ministro fue a cierta ciudad para ministrar a unas personas involucradas en una religión falsa. En el proceso de hablar con los miembros del grupo, se confundió tanto que estuvo cerca de dejar la fe para ser parte del error que había ido a corregir. La Biblia enfatiza el peligro que todos los obreros cristianos enfrentan al ministrar a un mundo de pecadores: «Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga» (1 Corintios 10:12). Tito tenía la tarea de llevar la Palabra de Dios a Creta y aplicarla a los problemas que estaban azotando esa sociedad. Aunque usted nunca vaya a Creta, hay muchos problemas de pecado en el lugar en el que Dios le ha puesto. Usted debe levantar la Palabra de Dios ante aquellos que han sido capturados por el pecado para mostrarles que Dios tiene un camino mejor. Los que sufren de adicciones químicas, los que están atrapados en una vida de inmoralidad y los que han sido explotados por las apuestas — hay muchas personas a su alrededor que necesitan las respuestas de Dios. Dios le ha dado su Palabra; usted sostiene en su mano la verdad que la sociedad necesita tan desesperadamente. El desafío es seguir el ejemplo de Tito e ir a aquellas regiones difíciles de la vida humana para ministrar a la gente cautivada por el pecado. Su ministerio debe basarse en la verdad de la Palabra de Dios que tiene el poder de dar libertad a los cautivos. Recuerde, hay muchos que dicen «conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra» (Tito 1:16). Usted no debe limitar su ministerio a los ateos, pues muchos hombres religiosos también están sufriendo en el pecado.
  • 23. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 22 Preguntas ¿Quién era Tito? ¿Dónde ministraba principal-mente? ¿Cómo se describieron los cretenses? ¿Cuáles son unos pasajes bíblicos que declaran que las Escrituras son inspiradas por Dios? ¿Cómo se puede usar la Biblia para reprender a los errados? ¿Cuál riesgo hay para el que intenta corregir el error de otros? ¿De cuáles maneras habla la Biblia de Jesucristo?
  • 24. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 23 8 Modelos de buen comportamiento Tito 2:1-8, 11-15 1 Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. 2 Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. 3 Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniado-ras, no esclavas del vino, maestras del bien; 4 que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, 5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. 6 Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; 7 presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, 8 palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros. 11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 17 enseñándonos que, renuncian-do a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, 18 aguardando la esperanza bien-aventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, 19 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie. La lección en resumen La vida de todo creyente debe influenciar a otros para bien. Viva de manera decente y honesta ante Dios y los demás. «…renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente» (Tito 2:12). Pablo desafió a Tito a hablar «de acuerdo con la sana doctrina» (Tito 2:1). Tito debía enseñar de tal manera que cada palabra promoviera la sana doctrina entre las iglesias que servía. En 1 Timoteo, también, Pablo instó a Timoteo a no permitir que se enseñara ninguna doctrina que no fuera sana. Le advirtió acerca de las «fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación» (1 Timoteo 1:4). Si las enseñanzas fomentan preguntas y argumentos en vez de ayudar a la gente a recibir el plan de Dios para su vida, es falsa doctrina. Tito tenía la responsabilidad de promover la sana doctrina haciendo aplicaciones específicas de verdad a varios grupos cristianos. Debía mostrar cómo deseaba Dios que los ancianos vivieran delante de los jóvenes, cómo las ancianas debían ser ejemplo para las mujeres jóvenes y cómo los pastores debían ser ejemplo ante los miembros de la iglesia. Cuando la gente es guiada a practicar la conducta cristiana, la «sana doctrina» será una realidad dentro de la congregación. La doctrina no es sólo una creencia sino más bien un estilo de vida fundado sobre la verdad que Dios ha revelado a Sus hijos. El comportamiento de los hombres (Tito 2:2, 6) Pablo instruyó a Tito a enseñar a los hombres cristianos mayores a ser «sobrios», o a guardarse de la intoxicación. Las generaciones de más edad deben enseñar con su ejemplo que el precio de no tener dominio propio es muy alto. Deben mostrar que el camino al gozo verdadero se encuentra en una vida disciplinada y no en correr tras el mundo en busca de placeres mundanos. Los hombres mayores deben ser
  • 25. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 24 «serios». Esto no significa que deben ser agua estas desprovistos de un sentido de humor, sino más bien que deben demostrar lo que es vivir de una manera agradable al Señor. Los ancianos deben mostrar a las nuevas generaciones cómo ser felices en el Señor aun en circunstancias adversas. Lecturas bíblicas lunes: Hechos 20:31-35 martes: Romanos 15:1-6 miércoles: 1 Corintios 10:32—11:2 jueves: 1 Timoteo 1:12-16 viernes: 1 Timoteo 4:11-16 sábado: Hebreos 6:9-12 Meditación devocional Conducta atractiva 1 Pedro 3:1-4 Al envejecer, los hombres deben llegar a ser más «prudentes». Un hombre prudente es aquel que ha aprendido a vivir de manera moderada. Sabe divertirse sin perder el control. Aunque tiene todas las pasiones normales asociadas con la masculinidad, ha aprendido a disciplinarse. Durante su vida, el hombre cristiano maduro ha acumulado sabiduría que necesita compartir con los hombres jóvenes. Cuanto más camine un hombre con el Señor, tanto más aprenderá cómo introducir lo básico de la fe cristiana a su vida diaria. Como parte del ministerio a los jóvenes, los ancianos deben ser «sanos en la fe, en el amor, en la paciencia». Al envejecer, los hombres corren riesgo de convertirse en individuos críticos y de espíritu pesimista. Esto no debe ser. Cuanto más envejezca un cristiano, tanto más arraigado a su fe debe estar. Al caminar con Cristo y experimentar la obra del Señor en y por medio de su vida, debe crecer más en la fe. Al envejecer debe crecer en amor. Aunque los cambios que vienen con una nueva generación desafían las emociones de una generación de edad mayor, los ancianos deben interactuar con los más jóvenes con amor y entendimiento. El amor de Dios en el corazón debe curar el «mal humor» que es a veces asociado con el envejecimiento. La edad debe traer mayor paciencia. Con la edad un hombre cristiano debe poder soportar más y al mismo tiempo enfrentar más de las dificultades de la vida. La paciencia no es una resignación que permite a la vida derribarnos, sino que es tomar lo que la vida puede dar y, por medio del Señor, permanecer victorioso. Los hombres jóvenes de la iglesia no necesitan ver a los ancianos derrotados; deben ver hombres derrotar al mundo por medio de la fe. Pablo exhorta a los jóvenes a ser «prudentes» (Tito 2:6). El concepto es que los jóvenes deben tener su vida bajo control. Es la disciplina propia que se presenta en Proverbios: «Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte;/ Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad» (Proverbios 16:32). A menudo los jóvenes se enfrentan con tentaciones agresivas. Tienen que luchar contra el mundo y hasta su propia naturaleza para evitar rendirse a sus deseos. Dios enseña que deben dominar sus pasiones y vivir en pureza en su relación con los demás. Los jóvenes frecuentemente consiguen trabajo lejos de sus padres y su iglesia. En tales situaciones están especialmente vulnerables a las artimañas de Satanás. A menos que mantengan su mirada en el Señor, están en peligro de seguir la maldad. El salmista se refirió a esa situación en especial al decir: «¿Con qué limpiará el joven su camino?/ Con guardar tu palabra./ Con todo mi corazón te he buscado;/ No me dejes desviarme de tus mandamientos./ En mi corazón he guardado tus dichos,/ Para no pecar contra ti» (Salmo 119:9-11). Aunque los jóvenes hacen frente a más oportunidades de caer en pecado, también tienen más energía que dedicar a la verdad. Si un joven se dedica a sí mismo a conocer y buscar al Señor en todos sus caminos, podrá llegar a ser un poderoso cristiano. El comportamiento de las mujeres (Tito 2:3-5)
  • 26. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 25 Las ancianas, al igual que los ancianos, deben ser «reverentes en su porte» para que sean «maestras del bien». Se les ha mandado no ser «calumniadoras». Si se permiten contar chismes, generarán contiendas dentro del compañerismo de la iglesia en vez de usar su ministerio para promover la paz y la armonía. Quizá el mayor aspecto del ministerio de las mujeres mayores es su deber de enseñar y adiestrar a las mujeres jóvenes. Deben recurrir a sus propias experiencias para instruir a las jóvenes en los caminos de la rectitud. Su propósito no es tanto forzar sus opiniones en las jóvenes, sino más bien mostrarles cómo vivir un estilo de vida que honre a Dios. Se debe enseñar a las jóvenes a «amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada» (Tito 2:4, 5). El estilo de vida de las ancianas siempre debe ser una influencia positiva sobre las mujeres jóvenes. Las ancianas deben vivir de manera reverente. Al emprender su rutina cotidiana, deben ver sus responsabilidades como un deber sagrado. Deben entregarse con devoción a este principio: «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios»(1 Corintios 10:31). En Tito 2:4-5 se subraya la importancia del cuidado del hogar. Tal trabajo es tanto un privilegio como una responsabilidad. El pasaje no debe considerarse una condenación para las mujeres que trabajan fuera de la casa, porque Dios no llama a todas las mujeres a cumplir el mismo papel en la vida. No obstante, sin importar el potencial de éxito fuera del hogar, no hay trabajo más importante que el de una mujer que cuida de sus hijos y de su hogar. Nunca se debe pensar que una mujer es menos exitosa por quedarse en casa para criar personalmente a sus hijos, que las mujeres que se han dedicado a una carrera y a alcanzar otras metas. Dios da un ministerio especial a cada persona, y debemos valorar cada uno de ellos. La meta de cada mujer cristiana debe ser cumplir la voluntad de Dios. El comportamiento de los pastores (Tito 2:7, 8) Dios tiene una norma definitiva para el comportamiento de los que guían a otros espiritualmente, como lo hizo Tito. El plan de Dios es que, antes de enseñar a otros cómo comportarse, el líder modele ese comportamiento él mismo. El pastor debe ser «ejemplo de buenas obras». El que enseña a otros debe hacerlo con intenciones puras. Debe haber «integridad» en su enseñanza. No debe buscar su propia gloria ni hacer ostentación de su intelecto. Debe comprometerse a vivir el mensaje de Dios tanto de palabra como de hecho. Ningún pastor debe valerse de su puesto para tener poder, sino que debe probar con su vida que verdaderamente es un siervo del Señor. Aquel que enseñe a otros debe siempre recordar que es responsable ante Cristo por su ministerio. No debe considerarse superior a los demás, sino que debe vivir como un compañero de su gente. Un líder no debe ceder a las pequeñeces de otros, sino más bien evadir las malas intenciones que a menudo afectan el comportamiento humano. Esto no significa que el pastor debe ser perfecto, sino que nunca debe hacer nada que avergüence la obra de Cristo. Su palabra deberá ser «sana e irreprochable». El púlpito nunca debe ser usado para promover asuntos personales. Lo único que debe guiar a un pastor es el compromiso de mostrar a otros cómo conocer a Jesucristo y cómo honrar y glorificar al Señor en esta vida. La responsabilidad de un pastor no es tanto hablar de Jesucristo como lo es reflejar a Cristo en su vida y en su enseñanza. El comportamiento de los siervos (Tito 2:9, 10) A primera vista el mensaje de Pablo a los «siervos» (esclavos) puede parecer poco pertinente, pero hay principios de este mensaje a los siervos que se pueden aplicar a los que trabajan como empleados. El lugar de trabajo es un buen lugar para llevar tanto el mensaje como el estilo de vida cristiano. Al seguir los principios delineados en este pasaje, un obrero cristiano puede dar un buen testimonio a sus compañeros de trabajo y a sus supervisores.
  • 27. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 26 Cierto hombre trabajaba en una fábrica. Uno de sus supervisores, se me dijo que si todos los empleados tuvieran la misma actitud de ese hombre, la fábrica tendría mucho éxito. El supervisor declaró que dicho hombre trabajaba con todas las fuerzas, ya sea que estuvieran observando o no. ¡Qué gran privilegio fue poder decir al supervisor que ese hombre era miembro de mi iglesia y que la razón de su dedicación a su trabajo era su compromiso a servir a Cristo tanto fuera como dentro de su trabajo! Pablo exhorta a los empleados cristianos a ser obedientes, siempre dispuestos a obedecer las órdenes de sus supervisores. Su boca debe estar bajo control en todo momento; el ser «respondón» o mostrar una actitud rebelde no es decoroso a un cristiano. Un seguidor de Cristo no roba de su patrón («no defraudando»). Debe mostrarse el en todo, probando que es un empleado honesto y leal. El cristiano debe comprender que en el trabajo puede «adornar la doctrina de Dios» o, si falla, puede restar valor a la causa de Cristo. El comportamiento de los santos en el mundo (Tito 2:11-15) Es la voluntad de Dios que todos los seguidores de Cristo vivan de manera que reflejen la gracia de Dios. «…renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras» (Tito 2:12-14). Ese sería el mensaje de Tito a los cretenses, y debe ser el lema de todos los que enseñan y ministran entre el pueblo de Dios hoy (Tito 2:15). Cualquiera que sea nuestra labor en el mundo, como cristianos nuestro comportamiento debe identificarnos como un pueblo «celoso de buenas obras». Preguntas 1.¿Cuáles son las características de un hombre cristiano? 2.¿Cómo deben comportarse las mujeres cristianas? 3.¿Cómo deben comportarse los pastores de las iglesias? 4.¿En qué manera puede usted aplicar a su propia vida el mensaje de Pablo a los esclavos? 5.¿Nos debe importar nuestra reputación en el mundo? ¿Por qué?
  • 28. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 27 9Ocupados en buenas obras Tito 3:1-8, 14 1 Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. 2 Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. 3 Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. 4 Pero cuando se manifestó la bon-dad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. 8 Palabra el es ésta, y en estas cosas quiero que insistas con r-meza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres. Š Š Š Š Š 14 Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto. La lección en resumen El Espíritu Santo habita en todo creyente para equiparlo a hacer buenas obras. Ríndase al Espíritu Santo para que Él haga fructíferas sus obras. «Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto» (Tito 3:14). Las «buenas obras» son una parte muy importante de la vida cristiana, tanto que Pablo las menciona tres veces en Tito (Tito 3:1, 8, 14). Su énfasis muestra su acuerdo con Santiago, quien escribió: «…la fe sin obras está muerta» (Santiago 2:26). Una fe que no produce buenas obras no es sincera. Para ilustrar esta verdad, Santiago nos reta: «Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras» (Santiago 2:18). Ambos Pablo y Santiago declaran que, sin duda, una profesión de fe sin poner en obra la rectitud no es una fe verdadera. Aunque Pablo enfatizó la importancia de las buenas obras, no quería que pensáramos que con las buenas obras pudiéramos ganar la salvación. En el mismo pasaje donde nos exhorta a realizar buenas obras, declara con convicción que Dios «nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo» (Tito 3:5). Si las buenas obras no tienen el poder de darnos la salvación, ¿serán necesarias para retener la salvación? La respuesta es un resonante «¡No!» «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas» (Efesios 2:8-10). Las Escrituras enseñan claramente que somos salvos por gracia. De principio a final, la salvación es un «don de Dios».
  • 29. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 28 Las buenas obras son un producto natural del nuevo nacimiento. Al nacer espiritualmente, recibimos una nueva naturaleza que desea servir al Señor. Es prácticamente imposible experimentar la obra de gracia en nuestro corazón sin que produzca las obras de gracia en nuestra vida. Lecturas bíblicas lunes: Mateo 4:18-22 martes: Mateo 5:14-16 miércoles: Hechos 20:17-28 jueves: Filipenses 2:12-18 viernes: 2 Corintios 5:17-20 sábado: 1 Pedro 4:7-11 Meditación devocional Creado para trabajar Efesios 2:4-10 Cuando Dios entra en nuestro corazón y nos da la vida eterna, también nos viste de la santidad. Por consiguiente, es importante que vivamos como santos de Dios, porque hemos sido «llamados a ser santos» (Romanos 1:7). Esto no quiere decir que no necesitemos crecer en justicia. Pablo indicó que el propósito del ministerio de una iglesia debe incluir «perfeccionar a los santos» (Efesios 4:12). Las buenas obras no son necesariamente obras «religiosas», o sea, trabajar en la iglesia. Sí, debemos participar del ministerio de la iglesia, cantar en el coro si Dios nos ha bendecido con talentos musicales o tener un puesto de responsabilidad en la iglesia. Pero podemos llevar a cabo estas actividades sin rendirle a Dios las buenas obras que Él espera de nosotros. Al hablar de «buenas obras» se refiere a cosas como servir a los demás, testificar a los inconversos, ayudar a nuestros vecinos y ser honestos en el trabajo cada día. Ya que hemos experimentado la gracia del amor de Dios, también debemos mostrar la gracia a las personas que Dios coloca en nuestra vida. Esferas de las buenas obras (Tito 3:1-2) La esfera cívica: Dios requiere que nosotros, como Sus hijos, obedezcamos las leyes de nuestro país. Sin leyes que gobiernen la vida humana, no habría orden en el mundo. Por supuesto que algunas leyes estarán en conflicto con la voluntad de Dios. A causa de nuestra lealtad a Cristo, no podemos obedecer tales leyes, pero nunca debemos pasar por alto cierta ley sólo por preferencia personal. La desobediencia civil se justifica sólo cuando hay un conflicto directo entre las leyes de los hombres y las leyes de Dios. Como cristianos debemos someternos a las autoridades del gobierno. Debemos prestarles el debido respeto y orar por ellos en el cumplimiento de su deber. También se requiere que paguemos los impuestos necesarios para apoyar al gobierno. Aunque nuestro gobierno haga muchas cosas que no sean agradables, si no lo tuviéramos no disfrutaríamos de una vida pacífica. Siempre debemos estar «dispuestos a toda buena obra» (Tito 3:1) en nuestra comunidad. Muchas personas egoístas se rehúsan a servir a su comunidad. Pero como seguidores de Cristo no hay lugar en nuestra vida para el egoísmo. Dios nos llama a estar dispuestos a hacer cualquier clase de servicio por otros. Hay que recordar que, sin importar lo que hagamos, debemos hacer todo «de corazón, como para el Señor y no para los hombres» (Colosenses 3:23). La esfera social: Aunque nuestro papel como ciudadanos de nuestro país y nuestra comunidad es importante, también debemos practicar buenas obras dentro del círculo inmediato de las personas con las que entramos en contacto a diario. Debemos controlar nuestra lengua para no difamar a nadie. Nuestra meta debe ser que nuestras palabras sean sazonadas «siempre con gracia» (Colosenses 4:6). Nuestras palabras no están sazonadas con gracia cuando son calumnias y críticas. Muchas personas que han sido imprudentes con sus palabras han causado gran daño a la obra cristiana. Otras han experimentado mucha angustia de corazón como consecuencia de comentarios hechos sin pensar. No debemos ser «pendencieros», sino más bien promotores de la armonía. Esto quiere decir que, en lugar de buscar pleitos, siempre debemos buscar la paz. Tolerar a otros no quiere decir que no podemos
  • 30. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 29 defender lo que creemos, pero debemos respetar las opiniones de los demás aunque sean distintas a la nuestra. Como cristianos, debemos hablar con amor y paciencia en lugar de agresión. Hay que tener un espíritu de amabilidad. Jesús demostró esa actitud cuando habló con la mujer adúltera. Según la ley, ella debía ser castigada, pero halló perdón en Cristo. Esto no quiere decir que Él aprobó su pecado. Odiaba el pecado, pero mostró compasión por la pecadora y encontró una manera de rescatarla de su condición pecaminosa. La ley siempre es estricta y sin misericordia, pero nosotros que hemos experimentado el amor de Cristo siempre debemos tratar de buscar una manera de ayudar al caído en lugar de destruirlo por sus errores. Relacionado con la tolerancia y la amabilidad está el espíritu de «mansedumbre». En pocas palabras debemos dominar nuestro mal genio. Esto no quiere decir que nunca nos enojaremos, sino que cuando nos enojemos será por las razones correctas. No podemos dejar que nuestro enojo se salga por la borda sólo porque hemos sido víctimas de una injusticia. Debemos soportar pacientemente los maltratos para poder defender a otros que también sean injustamente maltratados por otros. Jesús se enfureció al ver que la casa del Señor había sido cambiada de un lugar de oración a un mercado donde se estafaba a los que venían a adorar, pero no hubo nada de enojo en Él al dar Su vida por nosotros en el Calvario. Al contrario, oró al Padre para que perdonara a los que lo crucificaban. Motivos para las buenas obras (Tito 3:3-7) La gratitud: Las buenas obras no nos ayudan a recibir la salvación, pero sí son el producto de la nueva vida en Cristo. Antes de ser salvos, éramos como el mundo porque éramos parte de él. Éramos «insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros». Pero cuando Cristo entró en nuestra vida, hubo un gran cambio. Cuando experimentamos «la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres» no podíamos seguir comportándonos de la misma manera. Parte del cambio es resultado de nuestra nueva naturaleza en Cristo y parte es la gratitud que debemos a Cristo por sacarnos de la terrible vida de pecado que nos tenía cautivos. Si tuviéramos mil vidas que vivir, nunca podríamos pagar al Señor por Su inagotable amor con que nos ama. Puesto que Cristo ha hecho tanto por nosotros, es sólo justo que nos comportemos con sabiduría y amabilidad para con los demás. Nuestra meta siempre debe ser el vivir de tal manera que atraigamos a otros al evangelio. Nunca debemos dejar que nuestro comportamiento aleje a los pecadores de Cristo. En nuestra vida cotidiana debemos aprovechar cada oportunidad que tengamos para servir a otros y, por consiguiente, servir al Señor. Siempre debemos tener una actitud de gozo y complacencia al prestar un servicio. Nunca debemos dar la impresión de que ser cristiano es algo menos que la más grandiosa experiencia que alguien pueda tener. La compasión: Al comprender que una vez estuvimos en el mismo estado de los impíos (Tito 3:3), debemos sentir una gran gratitud. Ya que no hicimos nada para obtener la salvación, es justo que contemplemos a los incrédulos con amor y con un gran deseo de servirles y ayudarles a encontrar lo que nosotros hemos hallado en Jesucristo. La única diferencia entre nosotros y los pecadores inconversos es la presencia de Cristo en nuestro corazón. Las expectativas: Hay un grado de sacrificio en el servicio. A menudo nuestras obras serán mal entendidas y nuestras intenciones cuestionadas. Quizás salgamos lastimados al tratar de servir o ayudar a alguien. Pablo reconoció ese problema y escribió: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Romanos 8:18). El escritor de Hebreos también dio una gran razón para siempre perseverar en las buenas obras: «Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún» (Hebreos 6:10). La perseverancia en las buenas obras (Tito 3:8, 14) Ocuparse en ellas: Es necesario que se nos recuerde constantemente que el propósito de la vida cristiana es el servicio. Por esta razón Pablo instruyó a Tito: «…en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras…». Parece que sin
  • 31. EL MAESTRO PENTECOSTES 2016 30 recordatorios tendemos a olvidar nuestro propósito en la vida y empezamos a decaer en la obra del Señor. Cuando nos congregamos juntos como iglesia, es importante que nos exhortemos los unos a los otros a continuar en la obra. ¿Por qué hay que ocuparnos en las buenas obras? Porque son «buenas y útiles a los hombres». Son buenas en que agradan al Señor; son útiles porque a través de las buenas obras las vidas cambian para bien: los pecadores son atraídos a Cristo y los cristianos que las practican crecen en el Señor. También podemos agregar que las buenas obras son buenas porque son una expresión necesaria de la fe. La experiencia de la misericordia de Dios debe hacernos conscientes de nuestro deber para con los demás. La fe que tenemos en el Señor debe expresarse en las buenas obras. Aprenderlas: Un estilo de vida de buenas obras es un comportamiento aprendido. Pablo escribió: «Y aprendan…a ocuparse en buenas obras…». Por medio del estudio y de la disciplina de ser parte de una congregación local de creyentes, aprendemos a practicar las buenas obras. Al cumplir con estas obras podemos suplir todos los ministerios necesarios en la iglesia. Somos enriquecidos porque, al practicar las buenas obras, encontramos un propósito para nuestra vida. En ese sentido podemos decir que las buenas obras salvan, pues ¡nos salvan de vivir vidas inútiles y sin propósito! Preguntas 1. ¿Podemos ganar la salvación por medio de hacer buenas obras? 2. ¿Es necesario hacer buenas obras para mantener la salvación? 3. ¿Cuál debe ser nuestro motivo principal de hacer buenas obras? 4. ¿Cuáles son otros motivos por hacer buenas obras? 5. ¿Es necesario que todas las buenas obras sean obras «religiosas»? 6. ¿Cuáles son unas buenas obras que usted puede realizar en su vida cotidiana?