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EL MUSEO Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS




  El título de mi intervención es “Museología hoy”

   Por ello y antes de seguir adelante creo conveniente definir, ya que la museología es la
ciencia que estudia el museo, qué entendemos por museo al finalizar la primera década
del siglo XXI ¿Cómo un producto de contenidos multimedia? ¿Un gestor de
comunidades? ¿Un crítico? ¿Un centro cultural?



  El Museo

   La palabra museo, ha tenido numerosas aplicaciones y significaciones hasta su sentido
actual. La evolución del museo ha producido enfoques, análisis y definiciones diversas,
que se matizan en función de posiciones más innovadoras o alternativas, nacidas
después de la reconocida “crisis del museo” a finales de los sesenta.
La idea de los museos como depósitos colectivos del conocimiento en forma tangible
data de los siglos XVII y XVIII y refleja el espíritu de La Ilustración. El museo ha
necesitado un lento proceso de adaptación a los cambios socioculturales y a las
exigencias de una sociedad en constante evolución. Los cometidos del museo han
cambiado en la medida que se ha producido un cambio de rol creándose nuevos modelos
de actividades y renovándose y modernizándose sus funciones tradicionales

    Los últimos años han sido testigos de un masivo crecimiento en el número de museos,
las visitas se han incrementado y se puede considerar que los museos forman parte del
orden político, social y económico, pero ¿pueden los museos responder a estas nuevas
situaciones? ¿Son capaces de cambiar sus políticas de cara a los nuevos objetivos?

  Todos estos cambios crean tensiones en cuanto al modo de conservar y de exponer, al
concepto de museo y a las funciones clásicas que se le atribuyen. En esta situación el
museo ha tenido que abrirse al público: de mero expositor a auténtico comunicador.

   Hasta casi mediados del siglo XX se mantienen las corrientes conceptuales
museológicas del siglo XIX pero con una mayor especialización y extensión del concepto.
Junto a la democratización de la cultura y el patronazgo de la clase privilegiada al servicio
de la sociedad, el turismo será otro factor influyente en el desarrollo del museo moderno,
como fenómeno que traería a los países del área mediterránea y de Europa occidental
cuantiosos beneficios, y, especialmente, el del desarrollo de los museos de arte y
arqueología, mientras que la visión pedagógica y didáctica del museo y un nuevo espíritu
de servicio a la comunidad lo que impulsó la renovación en los países del norte y Europa
oriental.

  Este proceso de expansión y modernización se realizó de modo distinto en EE.UU,
Canadá, que desarrollaron a ritmo vertiginoso la creación de nuevos museos junto con la
modernización de los antiguos, Australia e incluso Japón.

   El museo se ha convertido en catedral laica donde la participación pública en los
festejos está asegurada. La década de los ochenta impulsó toda una generación de
nuevos y llamativos museos en occidente, a lo que se van sumando otros países
occidentalizados en mayor o menor medida.

    El museo aparece como una institución disciplinada y enciclopédica, en la que todos
los saberes aparecen reunidos de una forma ordenada y clasificada, como paradigma de
la Ilustración y de las élites que lo crearon, y cuyo beneficio se producía por la simple
visita en una actitud pasiva y meramente contemplativa.

   El gran problema de los museos es que se inauguran a bombo y platillo en momentos
que conviene políticamente, a partir de ahí comienza su declive hasta llegar a su cierre en
algunos casos. No se les dota de autonomía económica y administrativa suficiente ni
existe un plan museológico, ni una política coherente de adquisiciones, no se establece su
contenido, funciones y cometido social pero se les exige alta rentabilidad política y social.

   El caso de los Museos de Ciencias Naturales y de Ciencia y Tecnología no es más
halagüeño como se manifestó en las jornadas sobre “Museos. Realidad y nuevos retos”
(Granada. ICOM, 2002). En ellas se puso de relieve la ausencia de una cultura científica
en los centros españoles, además la falta de espacios y de recursos ha perseguido la
historia de museos como el Nacional de Ciencias Naturales.

    Todavía existen graves carencias en los museos, pese a las aportaciones de los
últimos años, a un mayor nivel de cultura del público en general y a una mejor preparación
de los profesionales. Hay que implicar a la sociedad civil en el apoyo a la defensa del
patrimonio, ya que los museos administran un patrimonio común.

   En este sentido es muy importante el papel del voluntariado y de las asociaciones de
amigos de los museos, y el ICOM ha destacado la iniciativa, actividad y participación de la
sociedad en el entorno del museo que contribuye a conseguir los objetivos del museo.
Existe una federación de amigos de los museos, muy activa internacionalmente que
aportan actividades, fondos y distintas iniciativas que llevan a cabo voluntarios, sabiendo
que siempre han de estar asesorados y dirigidos por profesionales.

   Frente a la sociedad el museo debería comportarse de una forma elitista en cuanto a
las piezas: lo único y lo mejor, lo más representativo y fundamental para el conocimiento y
comprensión de la cultura, pero comprensible y accesible a todos.

   No hay que apresurarse en la admisión de obras, no se trata de la existencia de las
piezas, sino de su supervivencia, se seguirán los más rigurosos criterios de calidad.
El museo no puede presentarse hoy con formatos de hace más de un siglo, han
cambiado las formas de exposición, la arquitectura y el uso de la luz que puede variar
mecanismos de percepción. El museo en su faceta de comunicador tiene que llegar al
mayor número posible de visitantes pero sin olvidar el objeto, sea cual sea su naturaleza,
que conserva, investiga y utiliza como documento histórico, base y origen del quehacer
museístico. El prestigio y solidez del museo reside en su colección permanente,
conservadores y trabajadores han de centrarse en el conocimiento, exposición, cuidado y
difusión de esta.

    La actual tendencia a considerar la actividad museística desde el punto de vista del
acontecimiento es peligrosa, aunque parece inevitable. Del fugaz acontecimiento cultural
al espectáculo banal hay un paso, tendencia a frivolizar y a hacer de todo un parque
temático más cercano a los parques de Disney que a otra cosa. Habría que rescatar al
museo de esa actualidad que a veces le lleva a ser una caricatura de sí mismo y
reconducirlo hacia su verdadero fin de constituir un servicio público.

   El nuevo museo se enfrenta al museo tradicional tanto por su función en la sociedad
como por el modelo que propugna y desarrolla. El museo es algo más que un lugar en el
que almacenar y conservar distintos objetos, todo lo cual propicia la aparición de nuevos
planteamientos y nuevos usos del museo

   De acuerdo con la definición del ICOM el museo es una institución al servicio de la
sociedad que sobre todo expone, con finalidad de estudio, educación y recreo. La función
del museo es una función social, ya no está solo al servicio de los especialistas y se ha
transformado en centro cultural y por ello se le considera una institución social

   Esta nueva dimensión exige su transformación del museo tradicional estático en otro
dinámico, a la vez que le exige que sea accesible a toda la sociedad y al hablar de
accesibilidad no solo se trata de eliminar barreras físicas, si no también psíquicas e
intelectuales, en este punto las nuevas tecnologías prestan un servicio inmejorable
siempre y cuando se conozcan bien y se sepan utilizar adecuadamente

   En la actualidad la faceta comunicadora del museo se extiende a todas las funciones
propias de la institución, las tecnologías de la información y la comunicación constituyen
para ello herramientas de primer orden, sin embargo deberemos verlas siempre como
medios y no como un fin en sí mismas.

   No se trata de hacerse con los últimos aparatos que nos ofrece el mercado, sino
prepararse para los nuevos recursos y cambiar nuestra mentalidad para responder a este
nuevo reto.
La Exposición,
   Durante el siglo XVIII diferenciaba al museo de la colección. Es la manera natural con
la que el museo se expresa y comunica con la sociedad, su función visible por
antonomasia y puede, con su discurso, manipular ideológica y tendenciosamente el
mensaje a transmitir, es el resultado de una larga elaboración y pretende dar a conocer
una investigación profunda y rigurosa. La exposición entabla diálogo entre la institución y
la sociedad, la animación desarrolla este diálogo y la difusión completa a su manera la
exposición y animación.




  Cada vez proliferan más y en todo tipo de instituciones públicas o privadas las
exposiciones temporales, a ello se han sumado también los museos que dedican cada
vez más número de personas a estas funciones, cantidades presupuestarias y salas
habilitadas al efecto.

   La exposición pretende llevar al mayor número de personas posible un mensaje
concreto poniéndose a la altura de los distintos niveles de formación, por tanto la política
de exposiciones, permanente o temporal, cada vez cobra más importancia.

    La exposición, como acto de comunicación, es una secuencia de experiencias y es por
ello que cada lugar y cada espacio condicionan y definen tanto la exposición en sí como la
experiencia que recoge el visitante.
Toda exposición quiere contar algo y esto lo hace a través de un hilo conductor que va
guiando la visita, y para contar esta historia han de contribuir todos los elementos de la
exposición: desde las piezas, el diseño de la exposición y su mobiliario (vitrinas, peanas),
circulación, color elegido para la exposición que estará presente en el catálogo, trípticos,
cartelas, cartel, y demás elementos, también el tipo de iluminación elegida y la forma de
concebirla, etcétera.

   El objeto a exponer es el que comunica el mensaje y por ello habrá que tratarlo con el
mayor respeto siendo conscientes del proceso de descontextualización que sufre desde el
mismo momento en que entra en la exposición y se saca de su entorno habitual para el
que fue construido, será preciso que expliquemos la pieza, por qué, para qué y para quién
ha sido creada.

   A la hora de elaborar el discurso museológico será necesario elaborar un guión técnico
y definir el tipo de narración, crear un relato capaz de trasmitir el mensaje implícito en
cada uno de los objetos expuestos; este mensaje ha de llegar de una forma clara y
concisa, por tanto habrá que establecer distintos niveles de información como distintos
niveles de formación hay en los visitantes de un museo, teniendo en cuenta que el museo
no es ni una escuela ni una universidad ni una biblioteca, sino un lugar en el que pasar un
rato de ocio mientras se aprende algo.

  Además nuestra narración se tendrá que adaptar al espacio en el que va a ser
contada, y podrá ser éste un espacio natural o un edificio construido para tal uso, aunque
podremos adecuarlo a los fines perseguidos sin que ello sea demasiado relevante para el
desarrollo del relato teniendo en cuenta que en la percepción del espacio interactúan los
sentidos de los visitantes.

   En ocasiones, tal y como sucede en el Guggenheim de Bilbao, el espacio se apropia
del protagonismo de la exposición dando toda la relevancia al edificio y dejando en
segundo plano las obras a exponer o el mensaje a transmitir.

   Otro elemento importante es el tiempo. Cualquier historia posee una dimensión
temporal donde se desarrollan los acontecimientos que están estrechamente relacionados
con la trama del relato. Cuando los visitantes entran en los museos disponen de un
tiempo concreto para recorrerlo, tiempo que se ha de programar y calcular con el
propósito de conseguir su objetivo sin cansar al espectador.

   Un último elemento que también juega un papel fundamental en cualquier exposición
es la iluminación. A través de ella se crean diferentes ámbitos, se da mayor relevancia a
unos objetos que a otros y se puede crear una atmósfera propicia para adentrarse en la
estructura narrativa que se nos pretende transmitir.
La Comunicación

   La vocación social del museo está estrechamente ligada a su función divulgativa y por
tanto comunicadora y difusora de sus contenidos. La difusión gravita entre el aprendizaje
y el recreo, de manera que se deben prever actividades de aprendizaje y actividades
lúdicas.




   Hasta la segunda mitad del s. XX la comunicación no ha tenido gran importancia.
Recae en un departamento, que no siempre existe, pedagógico o de educación y acción
cultural (DEAC). Se ocupa de la comunicación, didáctica, relaciones públicas del centro.

   El público ha pasado a ser el gran protagonista del museo y de la exposición, después
del objeto, y su papel cada vez es más importante y por ello es necesario conocerlo bien y
saber a qué tipo de público va a ir destinada nuestra exposición, ello hace que los
estudios de público sean cada vez más rigurosos.

   Las necesidades y preferencias de los consumidores o grupo de clientes tendrá una
consideración especial al definir su política de exposiciones, los estudios sobre las
características de los visitantes y su comportamiento ofrecen una información detallada
que habrá de ser tenida en cuenta al definir la política y el programa de exposiciones.
En relación con el sujeto la exposición debe educar, teniendo en cuenta que el público
ya no es un espectador pasivo y cada vez participa más activamente, así mismo debe
difundir tanto los materiales ya consagrados como los no consagrados inculcándola
necesidad cultural y artística y finalmente debe deleitar evitando la fatiga del museo.

  La experiencia del museo ha de ser única e irrepetible en cada uno de los visitantes,
cada persona puede recibir la exposición con muy distintos matices, pero el hilo
conductor, esa síntesis de la exposición ha de ser muy clara y llegar a todos por igual. La
edad, formación, procedencia cultural, experiencias y capacidades harán que las visitas
sean múltiples como distintas son cada una de las personas que acuden al museo por
muy diversos motivos.

   El público ha pasado a ser el juez de la exposición, y a través de las nuevas
tecnologías puede emitir su veredicto. Las herramientas y plataformas tecnológicas han
hecho posible la participación, pero lo realmente novedoso son las redes sociales en los
museos que posibilitan la creación de contenidos por parte de los usuarios.

   Sin embargo en este nuevo proceso en el que se encuentra inmerso el museo ha de
quedar bien claro que la comunicación incumbe a todo el museo y en la adaptación
estructural y organizativa del centro han de colaborar todo los departamentos siendo
conscientes de los problemas que conlleva un cambio de mentalidad y la alteración de
hábitos y esquemas de trabajo que datan de muchos años atrás.

   La adopción de un nuevo sistema de comunicación dentro del museo y su adaptación a
las nuevas tecnologías no puede ser fruto de un capricho ni de pretender estar a la última,
ha de estar respaldado por un proyecto sólido y coherente en el que tenga cabida cada
una de las labores museales e implique a todos los miembros de la plantilla.

    Los conceptos básicos de la comunicación siguen siendo los mismos que se
establecen a partir de los años 80 del siglo pasado, el mayor cambio ha venido dado por
la irrupción de internet y más recientemente por las redes sociales, es decir han cambiado
los instrumentos de trabajo pero no los objetivos a cumplir.

   Pero lo realmente novedoso es la participación y una participación activa por parte del
público, ya no se trata de poder apretar un botón durante la visita a la exposición o poder
ver un vídeo o acudir a una conferencia. Las herramientas y plataformas tecnológicas han
hecho posible que el usuario pueda compartir y aportar contenidos



  Las tecnologías

   Parece claro pues que las exposiciones son un medio de comunicación, con sus
características y peculiaridades como soporte de información y mensaje. Parece claro
también que la dimensión comunicativa del museo impregna cada una de sus áreas de
trabajo y actividad diaria: exposición, restauración, conservación o actividades didácticas.
Y parece claro que en esta labor las tecnologías de la información y de la comunicación
constituyen una herramienta básica en los museos actuales.
Sin embargo no debemos olvidar que con anterioridad a este proceso la tecnología ya
había entrado en el museo como pieza de colecciones, desde las primeras fotografías del
siglo XIX hasta las actuales video instalaciones, performance o happening apoyados en la
fotografía o filmaciones como único modo de perpetuarse y conservarse en el tiempo
dado lo efímero de estas manifestaciones artísticas, citemos como ejemplo las
actuaciones de Christo y como el hecho de envolver un monumento de cualquier ciudad,
una isla o cualquier otro accidente geográfico necesita de la fotografía para fijarlo en
nuestra retina.

  El museo ha tenido que enfrentarse a la gestión y conservación de un patrimonio que
conlleva unas especiales dificultades en el intento de armonizar la labor de conservadores
con los intereses de los autores.

   Para los conservadores la entrada en los museos de imágenes por ejemplo en formato
digital constituye más que un avance una nueva fuente de preocupaciones, dificultades e
inseguridades, no solo hay que enfrentarse a nuevos formatos y soportes sino que
además hay que plantearse nuevos problemas de conservación, documentación,
exposición y almacenaje, reproducción e incluso intervención sobre las piezas.

   La propia evolución tecnológica ha ido haciendo obsoletos los formatos de imágenes,
soportes y equipos de lectura de muchas de las obras contemporáneas que sin una fuerte
inversión en tecnología, trabajo y adecuación de lo conservado impide la utilización y la
exposición de estas imágenes. La tecnología aporta constantemente nuevos formatos y
soportes pero da pocas soluciones para recuperar formatos antiguos ¿Cómo proceder
para recuperar esta información? ¿Cómo reproducir en formatos actuales piezas
realizadas en otros antiguos sin incurrir en ninguna falta ni atentar contra la propiedad
intelectual de la obra? ¿Somos dueños de la obra o solo del formato?

   Adaptar el museo del siglo XXI a las tecnologías no consiste en comprar todo tipo de
aparatos y utilizar todos los recursos museográficos en cada una de las exposiciones
programadas., sino preparar los recursos y la mentalidad para responder a n nuevo reto, a
una demanda de comunicación en plena evolución.



  Conclusión

  El cambio producido en los dos últimos años ha sido muy rápido y de gran alcance, el
museo ha tomado conciencia de la importancia y el avance que supone utilizar estas
herramientas para favorecer el debate y la participación, construir comunidad, extender el
conocimiento en torno a una materia concreta y ser accesible a todos los visitantes
posibles

   Concluiremos diciendo que la finalidad de todo este proceso con respecto al público
usuario va encaminada a conseguir que la experiencia del usuario sea de calidad, como
de calidad ha de ser la experiencia de la visita al museo.
Y que aunque esa experiencia del visitante ante la obra original es irremplazable, a
través de la tecnología podemos conseguir:

  1- Mayor número de usuarios sin necesidad de su presencia física en el museo

  2- Mejor gestión por tanto del público y las actividades ofrecidas

  3- Posibilidad de extender el conocimiento sobre el patrimonio y su conservación

  4- Generar un servicio inmediato, transparente y participativo a la comunidad




   Y con respecto a los trabajadores de los museos ser conscientes de que quizá en esta
doble vertiente es donde las tecnologías presentan mayores dificultades a la hora de
integrarse dentro del museo actual no solo por la falta de experiencia al respecto, en el
caso de la conservación y restauración sobre todo, sino, y sobre todo, por la falta de
personal formado en estas materias, de perfiles poco adecuados para afrontar el trabajo
pero sobre todo de la dificultad que entraña el cambio de la metodología de trabajo y el
miedo a la pérdida del control sobre los contenidos de la documentación generada por los
conservadores y la preocupación por la sobrecarga de trabajo para unas más que exiguas
plantillas.

   Además todo ello significa una adaptación estructural y organizativa siempre difícil para
el centro, no es fácil romper esquemas de trabajo, alterar hábitos de organización
parcelada. Adquirir una nueva mentalidad de compartir, dialogar, colaborar; permitir que el
público acceda a parcelas reservadas solo al museo requiere un cambio no exento de
resistencia interna.
3. Bibliografía general.


  Carreras Momfort, C. (2005) Patrimonio cultural y tecnologías de la información y la
comunicación. Tendencias:2, Cartagena.

  Colorado Castellary, A (1997) Hipercultura visual. El reto hipermedia en el arte y la
educación. Editorial Complutense, Madrid.

   Pastor Homs, Mª. I (2004) Pedagogía museística. Nuevas perspectivas y
tendencias actuales. Ed. Ariel, Barcelona

  Revista mus-A nº 10 (2008) El público y el museo. Junta de Andalucía, Sevilla.

  Revista mus-A nº 12 (2010) La comunicación y el museo. Junta de Andalucia,
Sevilla.

   Santacana Mestre, J y Hernández Cardona, F. X. (2006) Museología crítica. Ed.
Trea, Gijón.

  Zubiar Carreño, F.J. (2004) Curso de museología. Ed Trea, Gijón.

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  • 1. EL MUSEO Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS El título de mi intervención es “Museología hoy” Por ello y antes de seguir adelante creo conveniente definir, ya que la museología es la ciencia que estudia el museo, qué entendemos por museo al finalizar la primera década del siglo XXI ¿Cómo un producto de contenidos multimedia? ¿Un gestor de comunidades? ¿Un crítico? ¿Un centro cultural? El Museo La palabra museo, ha tenido numerosas aplicaciones y significaciones hasta su sentido actual. La evolución del museo ha producido enfoques, análisis y definiciones diversas, que se matizan en función de posiciones más innovadoras o alternativas, nacidas después de la reconocida “crisis del museo” a finales de los sesenta.
  • 2. La idea de los museos como depósitos colectivos del conocimiento en forma tangible data de los siglos XVII y XVIII y refleja el espíritu de La Ilustración. El museo ha necesitado un lento proceso de adaptación a los cambios socioculturales y a las exigencias de una sociedad en constante evolución. Los cometidos del museo han cambiado en la medida que se ha producido un cambio de rol creándose nuevos modelos de actividades y renovándose y modernizándose sus funciones tradicionales Los últimos años han sido testigos de un masivo crecimiento en el número de museos, las visitas se han incrementado y se puede considerar que los museos forman parte del orden político, social y económico, pero ¿pueden los museos responder a estas nuevas situaciones? ¿Son capaces de cambiar sus políticas de cara a los nuevos objetivos? Todos estos cambios crean tensiones en cuanto al modo de conservar y de exponer, al concepto de museo y a las funciones clásicas que se le atribuyen. En esta situación el museo ha tenido que abrirse al público: de mero expositor a auténtico comunicador. Hasta casi mediados del siglo XX se mantienen las corrientes conceptuales museológicas del siglo XIX pero con una mayor especialización y extensión del concepto. Junto a la democratización de la cultura y el patronazgo de la clase privilegiada al servicio de la sociedad, el turismo será otro factor influyente en el desarrollo del museo moderno, como fenómeno que traería a los países del área mediterránea y de Europa occidental cuantiosos beneficios, y, especialmente, el del desarrollo de los museos de arte y arqueología, mientras que la visión pedagógica y didáctica del museo y un nuevo espíritu
  • 3. de servicio a la comunidad lo que impulsó la renovación en los países del norte y Europa oriental. Este proceso de expansión y modernización se realizó de modo distinto en EE.UU, Canadá, que desarrollaron a ritmo vertiginoso la creación de nuevos museos junto con la modernización de los antiguos, Australia e incluso Japón. El museo se ha convertido en catedral laica donde la participación pública en los festejos está asegurada. La década de los ochenta impulsó toda una generación de nuevos y llamativos museos en occidente, a lo que se van sumando otros países occidentalizados en mayor o menor medida. El museo aparece como una institución disciplinada y enciclopédica, en la que todos los saberes aparecen reunidos de una forma ordenada y clasificada, como paradigma de la Ilustración y de las élites que lo crearon, y cuyo beneficio se producía por la simple visita en una actitud pasiva y meramente contemplativa. El gran problema de los museos es que se inauguran a bombo y platillo en momentos que conviene políticamente, a partir de ahí comienza su declive hasta llegar a su cierre en algunos casos. No se les dota de autonomía económica y administrativa suficiente ni existe un plan museológico, ni una política coherente de adquisiciones, no se establece su contenido, funciones y cometido social pero se les exige alta rentabilidad política y social. El caso de los Museos de Ciencias Naturales y de Ciencia y Tecnología no es más halagüeño como se manifestó en las jornadas sobre “Museos. Realidad y nuevos retos” (Granada. ICOM, 2002). En ellas se puso de relieve la ausencia de una cultura científica en los centros españoles, además la falta de espacios y de recursos ha perseguido la historia de museos como el Nacional de Ciencias Naturales. Todavía existen graves carencias en los museos, pese a las aportaciones de los últimos años, a un mayor nivel de cultura del público en general y a una mejor preparación de los profesionales. Hay que implicar a la sociedad civil en el apoyo a la defensa del patrimonio, ya que los museos administran un patrimonio común. En este sentido es muy importante el papel del voluntariado y de las asociaciones de amigos de los museos, y el ICOM ha destacado la iniciativa, actividad y participación de la sociedad en el entorno del museo que contribuye a conseguir los objetivos del museo. Existe una federación de amigos de los museos, muy activa internacionalmente que aportan actividades, fondos y distintas iniciativas que llevan a cabo voluntarios, sabiendo que siempre han de estar asesorados y dirigidos por profesionales. Frente a la sociedad el museo debería comportarse de una forma elitista en cuanto a las piezas: lo único y lo mejor, lo más representativo y fundamental para el conocimiento y comprensión de la cultura, pero comprensible y accesible a todos. No hay que apresurarse en la admisión de obras, no se trata de la existencia de las piezas, sino de su supervivencia, se seguirán los más rigurosos criterios de calidad.
  • 4. El museo no puede presentarse hoy con formatos de hace más de un siglo, han cambiado las formas de exposición, la arquitectura y el uso de la luz que puede variar mecanismos de percepción. El museo en su faceta de comunicador tiene que llegar al mayor número posible de visitantes pero sin olvidar el objeto, sea cual sea su naturaleza, que conserva, investiga y utiliza como documento histórico, base y origen del quehacer museístico. El prestigio y solidez del museo reside en su colección permanente, conservadores y trabajadores han de centrarse en el conocimiento, exposición, cuidado y difusión de esta. La actual tendencia a considerar la actividad museística desde el punto de vista del acontecimiento es peligrosa, aunque parece inevitable. Del fugaz acontecimiento cultural al espectáculo banal hay un paso, tendencia a frivolizar y a hacer de todo un parque temático más cercano a los parques de Disney que a otra cosa. Habría que rescatar al museo de esa actualidad que a veces le lleva a ser una caricatura de sí mismo y reconducirlo hacia su verdadero fin de constituir un servicio público. El nuevo museo se enfrenta al museo tradicional tanto por su función en la sociedad como por el modelo que propugna y desarrolla. El museo es algo más que un lugar en el que almacenar y conservar distintos objetos, todo lo cual propicia la aparición de nuevos planteamientos y nuevos usos del museo De acuerdo con la definición del ICOM el museo es una institución al servicio de la sociedad que sobre todo expone, con finalidad de estudio, educación y recreo. La función del museo es una función social, ya no está solo al servicio de los especialistas y se ha transformado en centro cultural y por ello se le considera una institución social Esta nueva dimensión exige su transformación del museo tradicional estático en otro dinámico, a la vez que le exige que sea accesible a toda la sociedad y al hablar de accesibilidad no solo se trata de eliminar barreras físicas, si no también psíquicas e intelectuales, en este punto las nuevas tecnologías prestan un servicio inmejorable siempre y cuando se conozcan bien y se sepan utilizar adecuadamente En la actualidad la faceta comunicadora del museo se extiende a todas las funciones propias de la institución, las tecnologías de la información y la comunicación constituyen para ello herramientas de primer orden, sin embargo deberemos verlas siempre como medios y no como un fin en sí mismas. No se trata de hacerse con los últimos aparatos que nos ofrece el mercado, sino prepararse para los nuevos recursos y cambiar nuestra mentalidad para responder a este nuevo reto.
  • 5. La Exposición, Durante el siglo XVIII diferenciaba al museo de la colección. Es la manera natural con la que el museo se expresa y comunica con la sociedad, su función visible por antonomasia y puede, con su discurso, manipular ideológica y tendenciosamente el mensaje a transmitir, es el resultado de una larga elaboración y pretende dar a conocer una investigación profunda y rigurosa. La exposición entabla diálogo entre la institución y la sociedad, la animación desarrolla este diálogo y la difusión completa a su manera la exposición y animación. Cada vez proliferan más y en todo tipo de instituciones públicas o privadas las exposiciones temporales, a ello se han sumado también los museos que dedican cada vez más número de personas a estas funciones, cantidades presupuestarias y salas habilitadas al efecto. La exposición pretende llevar al mayor número de personas posible un mensaje concreto poniéndose a la altura de los distintos niveles de formación, por tanto la política de exposiciones, permanente o temporal, cada vez cobra más importancia. La exposición, como acto de comunicación, es una secuencia de experiencias y es por ello que cada lugar y cada espacio condicionan y definen tanto la exposición en sí como la experiencia que recoge el visitante.
  • 6. Toda exposición quiere contar algo y esto lo hace a través de un hilo conductor que va guiando la visita, y para contar esta historia han de contribuir todos los elementos de la exposición: desde las piezas, el diseño de la exposición y su mobiliario (vitrinas, peanas), circulación, color elegido para la exposición que estará presente en el catálogo, trípticos, cartelas, cartel, y demás elementos, también el tipo de iluminación elegida y la forma de concebirla, etcétera. El objeto a exponer es el que comunica el mensaje y por ello habrá que tratarlo con el mayor respeto siendo conscientes del proceso de descontextualización que sufre desde el mismo momento en que entra en la exposición y se saca de su entorno habitual para el que fue construido, será preciso que expliquemos la pieza, por qué, para qué y para quién ha sido creada. A la hora de elaborar el discurso museológico será necesario elaborar un guión técnico y definir el tipo de narración, crear un relato capaz de trasmitir el mensaje implícito en cada uno de los objetos expuestos; este mensaje ha de llegar de una forma clara y concisa, por tanto habrá que establecer distintos niveles de información como distintos niveles de formación hay en los visitantes de un museo, teniendo en cuenta que el museo no es ni una escuela ni una universidad ni una biblioteca, sino un lugar en el que pasar un rato de ocio mientras se aprende algo. Además nuestra narración se tendrá que adaptar al espacio en el que va a ser contada, y podrá ser éste un espacio natural o un edificio construido para tal uso, aunque podremos adecuarlo a los fines perseguidos sin que ello sea demasiado relevante para el desarrollo del relato teniendo en cuenta que en la percepción del espacio interactúan los sentidos de los visitantes. En ocasiones, tal y como sucede en el Guggenheim de Bilbao, el espacio se apropia del protagonismo de la exposición dando toda la relevancia al edificio y dejando en segundo plano las obras a exponer o el mensaje a transmitir. Otro elemento importante es el tiempo. Cualquier historia posee una dimensión temporal donde se desarrollan los acontecimientos que están estrechamente relacionados con la trama del relato. Cuando los visitantes entran en los museos disponen de un tiempo concreto para recorrerlo, tiempo que se ha de programar y calcular con el propósito de conseguir su objetivo sin cansar al espectador. Un último elemento que también juega un papel fundamental en cualquier exposición es la iluminación. A través de ella se crean diferentes ámbitos, se da mayor relevancia a unos objetos que a otros y se puede crear una atmósfera propicia para adentrarse en la estructura narrativa que se nos pretende transmitir.
  • 7. La Comunicación La vocación social del museo está estrechamente ligada a su función divulgativa y por tanto comunicadora y difusora de sus contenidos. La difusión gravita entre el aprendizaje y el recreo, de manera que se deben prever actividades de aprendizaje y actividades lúdicas. Hasta la segunda mitad del s. XX la comunicación no ha tenido gran importancia. Recae en un departamento, que no siempre existe, pedagógico o de educación y acción cultural (DEAC). Se ocupa de la comunicación, didáctica, relaciones públicas del centro. El público ha pasado a ser el gran protagonista del museo y de la exposición, después del objeto, y su papel cada vez es más importante y por ello es necesario conocerlo bien y saber a qué tipo de público va a ir destinada nuestra exposición, ello hace que los estudios de público sean cada vez más rigurosos. Las necesidades y preferencias de los consumidores o grupo de clientes tendrá una consideración especial al definir su política de exposiciones, los estudios sobre las características de los visitantes y su comportamiento ofrecen una información detallada que habrá de ser tenida en cuenta al definir la política y el programa de exposiciones.
  • 8. En relación con el sujeto la exposición debe educar, teniendo en cuenta que el público ya no es un espectador pasivo y cada vez participa más activamente, así mismo debe difundir tanto los materiales ya consagrados como los no consagrados inculcándola necesidad cultural y artística y finalmente debe deleitar evitando la fatiga del museo. La experiencia del museo ha de ser única e irrepetible en cada uno de los visitantes, cada persona puede recibir la exposición con muy distintos matices, pero el hilo conductor, esa síntesis de la exposición ha de ser muy clara y llegar a todos por igual. La edad, formación, procedencia cultural, experiencias y capacidades harán que las visitas sean múltiples como distintas son cada una de las personas que acuden al museo por muy diversos motivos. El público ha pasado a ser el juez de la exposición, y a través de las nuevas tecnologías puede emitir su veredicto. Las herramientas y plataformas tecnológicas han hecho posible la participación, pero lo realmente novedoso son las redes sociales en los museos que posibilitan la creación de contenidos por parte de los usuarios. Sin embargo en este nuevo proceso en el que se encuentra inmerso el museo ha de quedar bien claro que la comunicación incumbe a todo el museo y en la adaptación estructural y organizativa del centro han de colaborar todo los departamentos siendo conscientes de los problemas que conlleva un cambio de mentalidad y la alteración de hábitos y esquemas de trabajo que datan de muchos años atrás. La adopción de un nuevo sistema de comunicación dentro del museo y su adaptación a las nuevas tecnologías no puede ser fruto de un capricho ni de pretender estar a la última, ha de estar respaldado por un proyecto sólido y coherente en el que tenga cabida cada una de las labores museales e implique a todos los miembros de la plantilla. Los conceptos básicos de la comunicación siguen siendo los mismos que se establecen a partir de los años 80 del siglo pasado, el mayor cambio ha venido dado por la irrupción de internet y más recientemente por las redes sociales, es decir han cambiado los instrumentos de trabajo pero no los objetivos a cumplir. Pero lo realmente novedoso es la participación y una participación activa por parte del público, ya no se trata de poder apretar un botón durante la visita a la exposición o poder ver un vídeo o acudir a una conferencia. Las herramientas y plataformas tecnológicas han hecho posible que el usuario pueda compartir y aportar contenidos Las tecnologías Parece claro pues que las exposiciones son un medio de comunicación, con sus características y peculiaridades como soporte de información y mensaje. Parece claro también que la dimensión comunicativa del museo impregna cada una de sus áreas de trabajo y actividad diaria: exposición, restauración, conservación o actividades didácticas.
  • 9. Y parece claro que en esta labor las tecnologías de la información y de la comunicación constituyen una herramienta básica en los museos actuales.
  • 10. Sin embargo no debemos olvidar que con anterioridad a este proceso la tecnología ya había entrado en el museo como pieza de colecciones, desde las primeras fotografías del siglo XIX hasta las actuales video instalaciones, performance o happening apoyados en la fotografía o filmaciones como único modo de perpetuarse y conservarse en el tiempo dado lo efímero de estas manifestaciones artísticas, citemos como ejemplo las actuaciones de Christo y como el hecho de envolver un monumento de cualquier ciudad, una isla o cualquier otro accidente geográfico necesita de la fotografía para fijarlo en nuestra retina. El museo ha tenido que enfrentarse a la gestión y conservación de un patrimonio que conlleva unas especiales dificultades en el intento de armonizar la labor de conservadores con los intereses de los autores. Para los conservadores la entrada en los museos de imágenes por ejemplo en formato digital constituye más que un avance una nueva fuente de preocupaciones, dificultades e inseguridades, no solo hay que enfrentarse a nuevos formatos y soportes sino que además hay que plantearse nuevos problemas de conservación, documentación, exposición y almacenaje, reproducción e incluso intervención sobre las piezas. La propia evolución tecnológica ha ido haciendo obsoletos los formatos de imágenes, soportes y equipos de lectura de muchas de las obras contemporáneas que sin una fuerte inversión en tecnología, trabajo y adecuación de lo conservado impide la utilización y la exposición de estas imágenes. La tecnología aporta constantemente nuevos formatos y soportes pero da pocas soluciones para recuperar formatos antiguos ¿Cómo proceder para recuperar esta información? ¿Cómo reproducir en formatos actuales piezas realizadas en otros antiguos sin incurrir en ninguna falta ni atentar contra la propiedad intelectual de la obra? ¿Somos dueños de la obra o solo del formato? Adaptar el museo del siglo XXI a las tecnologías no consiste en comprar todo tipo de aparatos y utilizar todos los recursos museográficos en cada una de las exposiciones programadas., sino preparar los recursos y la mentalidad para responder a n nuevo reto, a una demanda de comunicación en plena evolución. Conclusión El cambio producido en los dos últimos años ha sido muy rápido y de gran alcance, el museo ha tomado conciencia de la importancia y el avance que supone utilizar estas herramientas para favorecer el debate y la participación, construir comunidad, extender el conocimiento en torno a una materia concreta y ser accesible a todos los visitantes posibles Concluiremos diciendo que la finalidad de todo este proceso con respecto al público usuario va encaminada a conseguir que la experiencia del usuario sea de calidad, como de calidad ha de ser la experiencia de la visita al museo.
  • 11. Y que aunque esa experiencia del visitante ante la obra original es irremplazable, a través de la tecnología podemos conseguir: 1- Mayor número de usuarios sin necesidad de su presencia física en el museo 2- Mejor gestión por tanto del público y las actividades ofrecidas 3- Posibilidad de extender el conocimiento sobre el patrimonio y su conservación 4- Generar un servicio inmediato, transparente y participativo a la comunidad Y con respecto a los trabajadores de los museos ser conscientes de que quizá en esta doble vertiente es donde las tecnologías presentan mayores dificultades a la hora de integrarse dentro del museo actual no solo por la falta de experiencia al respecto, en el caso de la conservación y restauración sobre todo, sino, y sobre todo, por la falta de personal formado en estas materias, de perfiles poco adecuados para afrontar el trabajo pero sobre todo de la dificultad que entraña el cambio de la metodología de trabajo y el miedo a la pérdida del control sobre los contenidos de la documentación generada por los conservadores y la preocupación por la sobrecarga de trabajo para unas más que exiguas plantillas. Además todo ello significa una adaptación estructural y organizativa siempre difícil para el centro, no es fácil romper esquemas de trabajo, alterar hábitos de organización
  • 12. parcelada. Adquirir una nueva mentalidad de compartir, dialogar, colaborar; permitir que el público acceda a parcelas reservadas solo al museo requiere un cambio no exento de resistencia interna.
  • 13. 3. Bibliografía general. Carreras Momfort, C. (2005) Patrimonio cultural y tecnologías de la información y la comunicación. Tendencias:2, Cartagena. Colorado Castellary, A (1997) Hipercultura visual. El reto hipermedia en el arte y la educación. Editorial Complutense, Madrid. Pastor Homs, Mª. I (2004) Pedagogía museística. Nuevas perspectivas y tendencias actuales. Ed. Ariel, Barcelona Revista mus-A nº 10 (2008) El público y el museo. Junta de Andalucía, Sevilla. Revista mus-A nº 12 (2010) La comunicación y el museo. Junta de Andalucia, Sevilla. Santacana Mestre, J y Hernández Cardona, F. X. (2006) Museología crítica. Ed. Trea, Gijón. Zubiar Carreño, F.J. (2004) Curso de museología. Ed Trea, Gijón.