Una radiografía personal, política y de comunicación de las mujeres candidata...
En privado alfredo originales.
1. Columnistas
En Privado
Por Alfredo Originales
Desquebrajamiento partidista en Sinaloa
Maltrechos buscan la identidad perdida con miras al 2012.
El sistema de partidos en Sinaloa registra, cuando menos desde nuestra percepción, cuatro puntos
de quiebre, que a la postre mantienen a todos los partidos políticos sin identidad y lo que es peor sin
el sentimiento de propiedad.
Prueba de ello, es la indefinición de algunos priistas y panistas ante la interrogante de su filiación
partidista en función del resultado electoral del año anterior y en donde, por primera vez en la
historia se unieron la izquierda y la derecha para inaugurar la alternancia del poder en Sinaloa.
Pero este nuevo escenario político partidista tiene sus antecedentes embrionarios con mayor
agudeza desde hace doce años cuando brota en las entrañas del PRI estatal la ruptura sucesoria
entre dos fuerzas fuertemente antagónicas: el labastidismo y millanismo.
Veamos una retrospectiva de la nueva correlación de fuerzas políticas en Sinaloa.
En 1995 el PRI registra su primer descalabro electoral ante el PAN quien por primera vez en toda su
historia estatal gana las alcaldías más importantes, entre ellas desde luego la capital Culiacán y el
PRD hace lo mismo en Angostura.
Geopolíticamente la oposición gobierna en ese entonces el 70 por ciento de la población sinaloense,
pues en estos seis municipios se concentra la mayor densidad de habitantes, gracias no tanto al
PAN como partido sino más bien al completo desorden del gobierno federal, todavía en poder del
otrora PRI.
Tres años más tarde, en 1998, el PRI registra otra fractura en su correlación de fuerzas internas
cuando Juan Millán Lizárraga logra vencer la línea centralista tanto del CEN priista como del
gobierno federal a través de Gobernación, cuyo titular Francisco Labastida Ochoa impulsaba al
finado Lauro Díaz Castro.
En el 2004, el PRI comandado por Millán Lizárraga estuvo a punto de perder la gubernatura al haber
impuesto como candidato a Jesús Aguilar Padilla, quien ocupaba el más bajo posicionamiento entre
los aspirantes priistas a sucederlo, sin embargo, se impuso la fuerza del poder y maquinaria electoral
para arrebatar el triunfo al neopanista Heriberto Félix Guerra.
Seis años después, o sea en el 2010, se repite la historia del 1998 cuando Millán se opone a la línea
oficial, ya no central en el país pues desde el 2000 el PRI perdió la presidencia de la República, sino
de su antecesor Aguilar Padilla quien impuso candidato a Jesús Vizcarra Calderón para sucederlo.
Esta nominación provocó la peor división priista en Sinaloa y por ende la derrota electoral del PRI y
nada menos que ante un priista que desde el 2002 fue considerado por el entonces gobernador Juan
Millán como una revelación política: Mario López Valdez, cuyo carisma fue capaz de romper
paradigmas, como aquella de que el agua y el aceite no se pueden unir.
Esta mezcolanza partidista entre el PAN, PRD, PT, Convergencia y el llamado malovismo
conformado por priistas, deja en evidencia una vez más que el electorado se inclina más por el
candidato que por el partido a la hora de emitir su sufragio, siempre y cuando haya buena operación
política, que implica potencializar aciertos y desaciertos de los contendientes, como fue en este
caso.
Así pues, detrás del primer gobierno no priista puro en Sinaloa cuyos síntomas de discrepancia
2. natural ya afloraron, coexiste un sistema de partidos políticos desfigurados y deshechos, sobre todo
el PRI cuya pérdida de identidad y sentimiento de propiedad hace muy difícil la unidad que tanto
pregonan sus menguados dirigentes.
En este contexto, sin el bastón de mando en el estado, una feroz lucha intestina por controlar los
espacios reducidos dentro del partido, y sobre todo el encono entre las cúpulas que se cruzan
culpabilidad de la derrota, el otrora tricolor se apresta a renovar sus cuadros directivos con mas
debilidades que fortalezas.
Comparto la idea de muchos priistas en el sentido de que el próximo reacomodo de dirigentes en la
entidad como en los municipios, en especial Ahome, estará permeados por los malovistas
incrustados en el llamado gobierno del cambio que preside Malova, cuyo principal operador es nada
menos que Gerardo Vargas Landeros, secretario general de Gobierno.
Cierto o falso, muchos priistas y hasta panistas, le conceden atribuciones resolutivas al exgerente de
la Japama, al grado de que “es consultado” sobre cualquier decisión partidista con miras a las
próximas contiendas electorales y desde luego a los cambios en los mandos municipales del PRI.
De esta manera, crece la percepción de que los “3 fantásticos” (Juan Millán, Malova y Vargas
Landeros), son los que tienen el control político partidista en la entidad, amén de otros poderes
fácticos, y que por lo tanto los que definirán el rumbo de los partidos, empezando con la próxima
estructura priista.
Se trata, dicen algunos, de ir preparado el terreno que permita alinear los intereses partidistas sobre
los posibles escenarios electorales del 2012 en donde estará en juego la presidencia de la
República, senadores y diputaciones federales, pero sobre todo el futuro mediato de Sinaloa.
En este sentido, la gran pregunta que muchos sinaloenses se formulan consiste en saber ¿por cuál
partido o candidato presidencial se inclinará Malova en el 2012?, pues de su decisión dependerá la
suerte que pueda correr el Estado.
No hay que olvidar que Malova es priista aunque haya renunciado públicamente a su militancia y se
autodefina como ciudadano apartidista, pero es gobernador constitucional cobijado por las siglas del
PAN, PRD, PT y Convergencia, ante los cuales, se supone, existe un compromiso de lealtad
compartida.
Mario López Valdez recibió en su campaña por la gubernatura el apoyo total del presidente Felipe
Calderón, cuyo emisario fue Heriberto Félix Guerra, uno de los presidenciables; también de la
dirigencia nacional del PRD, y del jefe del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, igualmente
presidenciable, a quienes en su momento Malova les reiteró su apoyo en sus aspiraciones en ocupar
la residencia oficial de Los Pinos.
Como en política ya todo puede suceder y ante el escenario de que el PRI recupere la presidencia
de la República, ¿Qué pasara con Sinaloa, cuyo gobernador es un desertor del PRI?, ¿le cobrarán la
factura, por aquello de que en política se perdona pero no se olvida?, son algunas de las
preocupaciones de muchos sinaloenses que por razones obvias le apuestan a otro sexenio panista.
Así pues, desde ahora se advierte toda la intencionalidad del gobierno del cambio por influir en un
estado de desestabilización al interior del PRI sinaloense y para ello, vía secretaría general de
Gobierno, empiezan a mover las piezas para avivar el encono entre Pablo Moreno Cota y Diva
Hadamira Gastelum, nada menos que los máximos dirigentes del priismo en Sinaloa, y eso es sólo
el inicio. Si no, veremos.