Desde mi punto de vista, las pseudo-comunicaciones que se establecen por medio de las redes sociales son reflejos de una distorsión en la manera de interaccionar de las sociedades actuales.
Education has the potential to make a substantial contribution towards improving the life-chances of the 50,000 children and young people in out-of-home care (OOHC) across Australia and New Zealand. Yet, most in OOHC face significant educational challenges, many do not receive a quality education, and exceptionally few go on to university. Making links with the growing body of Australasian and international research literature on the education of children in OOHC, this presentation reports on ‘Slipping down Ladders and Climbing up Snakes’ - a doctoral qualitative study that investigated the experiences of seven New Zealand university students who were formerly in foster care. The presentation particularly focuses upon the study's findings in relation to foster care and leaving care. While confirming that ‘Kiwi kids in care’ can and do go to university, the main barriers included limited educational support for those in foster care, mixed placement quality, multiple placements and a lack of permanency, challenging behaviour, being discharged from care at 17 and irrespective of whether schooling had been completed, generally poor and somewhat limited relationships with social workers, and limited financial support on leaving care from the national statutory child welfare agency Child, Youth and Family. Nonetheless, and despite the above, participants’ experiences also suggest the critical importance of at least one of their longer-term foster carers creating an educationally-rich environment, and formal support services for care leavers where they were available. Once at university, the majority did sometimes struggle, although there was usually some support from former foster carers, long-term partners, and in some instances parents. As well as examining the possible implications of the study, whether and how such studies can shape policy and practice is also discussed.
Education has the potential to make a substantial contribution towards improving the life-chances of the 50,000 children and young people in out-of-home care (OOHC) across Australia and New Zealand. Yet, most in OOHC face significant educational challenges, many do not receive a quality education, and exceptionally few go on to university. Making links with the growing body of Australasian and international research literature on the education of children in OOHC, this presentation reports on ‘Slipping down Ladders and Climbing up Snakes’ - a doctoral qualitative study that investigated the experiences of seven New Zealand university students who were formerly in foster care. The presentation particularly focuses upon the study's findings in relation to foster care and leaving care. While confirming that ‘Kiwi kids in care’ can and do go to university, the main barriers included limited educational support for those in foster care, mixed placement quality, multiple placements and a lack of permanency, challenging behaviour, being discharged from care at 17 and irrespective of whether schooling had been completed, generally poor and somewhat limited relationships with social workers, and limited financial support on leaving care from the national statutory child welfare agency Child, Youth and Family. Nonetheless, and despite the above, participants’ experiences also suggest the critical importance of at least one of their longer-term foster carers creating an educationally-rich environment, and formal support services for care leavers where they were available. Once at university, the majority did sometimes struggle, although there was usually some support from former foster carers, long-term partners, and in some instances parents. As well as examining the possible implications of the study, whether and how such studies can shape policy and practice is also discussed.
Estas preguntas te ayudarán a ver más claramente si el uso de las redes sociales está dejando de ser una distracción o una vía de conocimiento y desarrollo, para convertirse en un problema.
Luego de analizada la información sobre las redes sociales, creamos a nivel grupal una presentación para dar por finalizado y concluido el tema de forma sintética e ilustrada incluyendo tanto las ventajas como las desventajas que el uso de las redes conllevan.
Conocer estas claves puede darnos una base en las prácticas de cuidado a nivel personal y/o profesional, en las que nos protegemos, convivimos y nos acompañamos en el camino de la vida, mientras potenciamos la autonomía y la libertad propias y ajenas.
Se trata del sexo como forma de esconder. El sexo como forma de evitar, de huir del contacto, de esquivar el conflicto, de no decir lo que hay que decir, de no mostrarse, de no dejarse conocer.
Pero no somos tan inconscientes como nos gusta parecer. Sabemos cuando estamos bloqueados/as e incluso cómo escondemos estos bloqueos. Lo que sucede es que no hay quien llegue milagrosamente a despertar a la bella durmiente con un beso que extraiga las emociones bloqueadas, sentidas como vergonzosas, intolerables, sucias, y al no encararlas se aferran cada vez más a una coraza crecientemente rígida y espinosa.
¿Y si hubiera decidido otra cosa? Es la pregunta que muchas veces nos hacemos cuando recordamos ese momento en el que el destino tomó un rumbo determinado. Nunca lo sabremos. Y como no lo sabremos, más vale darle al camino ya tomado el valor de realidad y decorarlo con esmero en el aquí y ahora, poniéndole toda la energía a lo que es y no a lo que hubiera podido ser.
No hay dos pacientes iguales. Y por eso mismo, tampoco hay dos sesiones de terapia idénticas. La sistemática sirve para guiarnos, para prevenirnos de la dispersión cuando estamos inmersos en el mundo del inconsciente, de lo no verbal, de lo corporal, de la relación entre dos personas que se encuentran con un objetivo determinado. Pero no se trata de un acto mecánico en el que dos máquinas se conectan para decir lo que hay que hacer y conseguir. La cosa es más compleja y también más interesante para las dos personas.
No se trata de una absurda competencia para ver si es que las mujeres son unas histéricas o los hombres unos machistas. Se trata del sufrimiento humano que no conoce razas, clases sociales, edades ni géneros.
Hay una constante relación de amor y odio con el dinero, que consigue desvelar los más hondos sentimientos ligados al desarrollo evolutivo, a la educación recibida, a la cultura, a la experiencia de vida, al carácter. Estreñido o diarreico, se puede vivir anhelando un golpe de suerte con el premio de la lotería o se puede permanecer esquivando cada oportunidad de tener algo más que lo justo.
Estamos recibiendo constantemente el mensaje de que la felicidad se encuentra en el resultado, dejando de lado la importancia del proceso. Valen más las calificaciones que el aprendizaje, el logro del objetivo que la vivencia del momento.
Pero resulta que la respuesta acertada suele estar justamente ahí, en esa difuminada sensación de incertidumbre, amparada por una sólida convicción de SER, en un mundo donde se puede estar presente en lo que trae cada día.
Pero haya sido voluntario o involuntario, el aborto conlleva algo que no está basado en políticas o religiones. Conlleva un duelo y este duelo es bastante particular, porque no hay algo físico para llorar.
Hoy día, la llamada terapia online es una alternativa, dentro de muchas otras, por la que optan algunas personas que, por diferentes motivos, no tienen facilidad para acudir directamente a la consulta de un psicoterapeuta.
La disfunción sexual aporta una excelente oportunidad para entender qué es lo que nos ha llevado hasta la dificultad de vivir relaciones sexuales plenas y satisfactorias y qué rasgos de carácter están influyendo para que esta situación se presente aquí y ahora.
La Universidad Popular Carmen de Michelena de Tres Cantos y el Espacio de Psicología de Tres Cantos colaboran en este proyecto para familias resilientes, aquellas que están abiertas a aprender y a mejorar. Este curso vamos a trabajar sobre las interacciones humanas. Porque comunicarnos bien nos ayuda a comprendernos, a querernos y a relacionarnos mejor, pero la comunicación no es siempre una tarea fácil.
La naturaleza nos ha dotado del más complejo sistema de comunicación, es verbal y no verbal, implícita y explícita, analógica y digital, escrita y oral... Nos podemos comunicar a través de diferentes canales, en diferentes idiomas, incluso nos comunicamos con otras especies, pero paradójicamente, en múltiples ocasiones tenemos verdaderas dificultades para comunicarnos con quienes tenemos más cerca, con nuestros hijos, con nuestra pareja, en definitiva, con nuestra familia.
Durante este curso, Sara Mallo, de Espacio Psicología Tres Cantos, en el seminario de familia profundizará en la familia reconstituida y también dedicará una sesión a los abuelos.
1.-APLICACIÓN DEL TIMEO DE PLATON (LOS CUATRO ELEMENTOSDE COMPOSICIONDEL CUERPO Y LAS SIETE PRIMERAS PARTES DEL ALMA)
2.-EL ELEMENTO TIERRA-LAS SIETE BANDAS O LAS ETAPAS DEL ALMA.LOS ESPIRITISTAS Y LA REENCARNACION
3.-EL ELEMENTO AGUA-LA VIDA INTERNA Y EL COLOR (LOS OASIS INTERIORES)
4.-EL ELEMENTO AIRE-EL CIELO ,LOS ANGELES Y ARCANGELES
5.-EL ELEMENTO FUEGO-LOS DEMIURGOS
Cristina Francisco Reyes. Personajes con discapacidad. 134..pdf
En serio... ¿La culpa es de WhatsApp?
1. Publicado en: http://mariaclararuiz.com
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En serio... ¿La culpa es de WhatsApp?
Hace algunos meses apareció una noticia que dio varias vueltas alrededor del mundo, en la que se
decía que el WhatsApp era el causante de millones de rupturas sentimentales. Algo más tarde,
después de que algunos periodistas y muchos usuarios de la aplicación dieran como cierta la noticia
sin confirmar su veracidad, se supo que se trataba de un bulo y con esto se confirmaron, al menos,
dos importantes hipótesis: La primera, que la inmediatez de la información de la que gozamos hoy
en día parece estar bloqueando la natural capacidad de ir a la fuente de las cosas. La segunda, que
ni siquiera WhatsApp, por más poder que queramos otorgarle, es capaz de salvarnos de la
responsabilidad sobre nuestra manera de comunicarnos.
Pongamos un ejemplo. Chica y chico se conocen (esperemos que no haya sido por medio de
“La App de la vergüenza”). Entre mensajes y mensajes y algunos encuentros cara a cara, la cosa
empieza a funcionar y se podría decir que ahora tienen una relación de pareja. Después de
los primeros tiempos, cuando uno se acuerda de que había otras cosas en la vida aparte de
pensar, llamar y salir con esta persona, sucede que llega un mensaje. Ella, con una sonrisa
amorosa lo mira y piensa... "Ahora estoy ocupada, responderé en cuanto pueda". Pero el "doble
check" sí se reporta de inmediato, así que él piensa: "No quiere hablar conmigo, no me quiere,
está con otro, me mintió, no le importo a nadie, no valgo nada”...
Segunda opción: Ella mira el mensaje y piensa: "Ahora estoy ocupada, pero si no le respondo se
enfadará y pensará que no me importa". Así que responde ansiosamente y al final pone un
emoticón sonriente, como para amortiguar el corto tamaño de su respuesta y se siente
aliviada. Pero a partir de este momento sucede una cadena de mensajes que van y vienen
hasta que se dan cuenta, ambos, de que se acabó el día y no sacaron nada en claro, de que ese
proyecto laboral que ilusionaba en la mañana, en la noche se había difuminado, de que la cita
que tenía con un cliente se convirtió en un sueño, de que lo que comenzó como un inocente
saludo se transformó en una maraña de dudas, miedos, enfados y hasta el amor se puso en
entredicho.
Pero... ¿De quien es la culpa? ¿De WhatsApp?
Choca pensar que un tal Jan Koum, por más inteligente que sea pero que no conozco ni
aspiro a conocer, tenga algún poder en lo que acontece dentro de mi alcoba. ¿No será que nos
2. Publicado en: http://mariaclararuiz.com
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pasa, como a los periodistas que dieron el bulo como cierto, que nos da pereza pensar un
poquito más e ir a la fuente de las cosas?
Confieso que mi pasión por las nuevas tecnologías no me han llevado hacia el encantamiento
del WhatsApp, extrañamente. Quienes me conocen saben que, en este momento, me daría
igual si existe o no existe esta aplicación, ya que acostumbro a utilizar otros medios para
comunicarme con mi gente, también bastante modernos, incluido el cafecito en la terraza
que nunca pasa de moda. Pero, de verdad, ¿es lógico culpar al WhatsApp de lo que sucede en
nuestro interior? ¿es sensato decir que no sabemos lo que queremos con otra persona
porque el WhatsApp se ha metido en medio de nosotros? ¿Es natural quejarse de no haber
dormido en toda la noche porque alguien no podía dejar de enviarnos mensajes?
La culpa no es de nadie. Las redes sociales están ahí para ser utilizadas y cada uno les pone el
color que mejor combina con su rasgo de carácter. Así por ejemplo, será fácil que nuestras
tendencias compulsivas se vean fácilmente absorbidas con el uso y el abuso de este tipo de
comunicación. Nuestros rasgos masoquistas serán buenos cómplices a la hora de ignorar
nuestras necesidades de sueño, hambre o descanso, prefiriendo cumplir con la tarea de
responder a cuanto mensaje llega. Nuestra ansiedad nos llevará a no ser capaces de esperar
al momento oportuno para proponer una buena comunicación. Nuestros rasgos paranoicos
nos llevarán a distorsionar la percepción cuando alguien nos vio pero no nos respondió.
Y de todo esto sólo quedan preguntas, que no tienen que ver con bulos ni mentiras.
¿Dónde quedó la capacidad humana de comunicarnos plenamente viéndonos,
sintiéndonos, oliéndonos, tocándonos?
¿Dónde está nuestro libre albedrío, el que nos permite decidir cuando y cómo usar los
recursos que están a nuestro alcance?
¿La solución es prohibir el uso de las redes sociales? ¿No sería más efectivo fortalecer los
vínculos afectivos y la expresión natural de las emociones?
¿Es lógico juzgar a jóvenes y adolescentes por el abuso de la comunicación virtual,
mientras les dejamos solos y sin alternativas?
¿No es preocupante que una persona sea capaz de decir lo que siente y piensa por
WhatsApp mientras se inhibe hasta bloquearse en un encuentro real?
¿Es normal que un grupo humano consiga acosar o denigrar a alguno de sus miembros a
base de mensajes de texto y nadie haga nada para impedirlo?
Desde mi punto de vista, las pseudo-comunicaciones que se establecen por medio de las
redes sociales son sólo reflejos de una distorsión en la manera de interaccionar de las
sociedades actuales. El uso adecuado o inadecuado de estas, solo están reforzando formas
anteriores de vincularse a los demás. El hecho de que funcionen para facilitar los encuentros
3. Publicado en: http://mariaclararuiz.com
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o para formalizar los desencuentros, depende de una gran cantidad de factores que sí son
importantes de analizar.
Por esto, ir a la fuente de las cosas consiste en reflexionar sobre cómo nos comunicábamos
antes y cómo nos comunicamos ahora y desde donde partimos para percibir de una manera o
de otra los mensajes, ya sean virtuales o reales. Posiblemente estas nuevas formas de
interacción humana que la tecnología nos ha aportado, se puedan utilizar también para
conocernos mejor en nuestra manera de relacionarnos y así nos permitan experimentar,
corregir, cambiar o continuar, siempre y cuando se conviertan en cómplices de nuestra
evolución y no de nuestro aislamiento, confusión y soledad.
María Clara Ruiz
Nota: Esta reflexión no hubiera sido posible sin las conversaciones (por cierto, virtuales) con mi hermana Sandra Keil, a
quien agradezco su tiempo y su sentido del humor mientras me regala tantas de sus buenas ideas.