La disfunción sexual aporta una excelente oportunidad para entender qué es lo que nos ha llevado hasta la dificultad de vivir relaciones sexuales plenas y satisfactorias y qué rasgos de carácter están influyendo para que esta situación se presente aquí y ahora.
Cuadernillo para niños inicial 2 años con 15 páginas
"Tengo un Problema Sexual" - Disfunciones Sexuales y Psicoterapia
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“Tengo un Problema Sexual” – Disfunciones Sexuales
y Psicoterapia
“Tengo un problema sexual”, se oye decir en diferentes espacios a valientes confesores que sueñan
con descubrir o recuperar el placer que, dicen por ahí, se siente cuando se goza de una plena y sana
sexualidad.
Resulta curioso cómo, cuando se supone que vivimos un momento de libertad sexual,
comparado con aquellos tiempos en que la simple idea del sexo resultaba grosera, las
dificultades para disfrutar de esta función biológica parecen multiplicarse en vez de
disminuir. Tal vez se deba a que tenemos a nuestro favor la posibilidad de hablar del tema.
Y en ocasiones se habla tanto que, al final, nos quedamos como al principio sin comprender
absolutamente nada. Porque aparecen serias dudas cuando escuchamos a alguien que habla
sin parar de sus supuestas experiencias sexuales, como si no hubiera más tema o cuando,
como fui testigo, escuchamos a falsos sexólogos aconsejar a un grupo de mujeres que finjan
sus orgasmos para que la pareja “acabe” pronto y les deje en paz, o cuando la industria
pornográfica invade las alcobas con modelos poco factibles, o cuando el “Dios Viagra” parece
ser la solución de todos los males.
¿De qué sirve un pene erecto que no expresa nada? ¿De qué sirve una vagina lubricada con
cremas de supermercado, que a la vez rechaza cualquier contacto amoroso? Parece,
entonces, que la situación es algo más compleja y, si se mira bien, más simple de lo que
parece.
Vale la pena abrir la mirada y entrar en la lógica del síntoma porque una disfunción sexual,
llámese impotencia, vaginismo, satiriasis, falta de erección, dispareunia, eyaculación precoz o
falta de apetito sexual, cuando se han descartado orígenes físicos, cuando no es
consecuencia de una medicación o cuando no va acompañada de una enfermedad paralela,
nos está dando la oportunidad de darnos cuenta de que algo no está funcionando
correctamente, ni en el cuerpo ni en la vivencia de la afectividad. Porque la sexualidad es
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siempre una cuestión afectiva, aunque no siempre esté ligada al amor o a la institución del
matrimonio.
El cuerpo habla. Intenta decirnos algo constantemente y se manifiesta con síntomas.
Pretender acallar esos síntomas con medicamentos sin motivo, entrando en dinámicas
sexuales compulsivas o, por el contrario, inhibiendo la sexualidad hasta hacerla desaparecer,
es como poner una banda de celo en la boca de un secuestrado para que no pida auxilio.
El cuerpo lleva consigo la historia personal con sus alegrías, sus triunfos, sus fracasos, sus
penas, sus conflictos. Y en el transcurso del tiempo vamos eligiendo, muchas veces
inconscientemente, la forma de defendernos ante algunas situaciones que no se han podido
afrontar directamente. Así es como se va generando el carácter, es decir, el arsenal de
respuestas ante esas situaciones. Por esto, conocer y comprender el carácter es una buena
idea cuando sentimos que algo falla en la función sexual. En principio, no ganamos demasiado
dedicándonos a atacar el síntoma directamente y aún menos forzando al cuerpo para que
funcione. La distorsión del placer ya lo dice todo y es motivo suficiente para prestar atención.
¿Qué sentido tiene una Psicoterapia en este momento?
Como expresaba antes, el síntoma, en este caso la disfunción sexual, aporta una excelente
oportunidad para entender qué es lo que nos ha llevado hasta la dificultad de vivir relaciones
sexuales plenas y satisfactorias y qué rasgos de carácter están influyendo para que esta
situación se presente aquí y ahora.
Cada caso es particular. No hay un diccionario que traduzca el síntoma. Ese es, más que un
problema, el encanto y el arte de la Psicoterapia. Pero sí hay una serie de sistemáticas, es
decir, de técnicas psicoterapéuticas que guían en el transcurso del tratamiento. Una de estas
sistemáticas es la Psicoterapia Caracteroanalítica en la que, usando el cuerpo como
herramienta, se busca comprender el síntoma y su relación con la historia personal y con el
carácter, para desbloquear tanto la musculatura como el factor emocional que impide la
vivencia de la sexualidad.
Más allá de medicalizar o reducir las disfunciones sexuales a paliativos poco duraderos, la
Psicoterapia Caracteroanalítica se centra en la salud desde un punto de vista holístico, no
mecanicista. Esto quiere decir que se ponen en marcha todos los recursos posibles para
resolver los factores emocionales, biológicos, familiares, de pareja, sociales y/o culturales,
que han permitido que la disfunción se asiente distorsionando la vivencia del placer y, por
tanto, la alegría de vivir.
Y después de la primera visita… ¿Qué?
Una de las quejas de las personas que van buscando solución a su problemática, sexual o de
otro tipo, es el cansancio que surge después de acudir a uno, dos, cinco o diez profesionales,
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ya sean médicos o psicólogos y no encontrar un proyecto de trabajo terapéutico claro. Ir a
contar la misma historia repetidamente sin encontrar salidas, cansa, desanima, enferma.
Un diagnóstico previo es vital. Permite conocer en poco tiempo a la persona y su situación,
además de dar pautas sobre el tratamiento a aplicar. No es lo mismo una disfunción sexual
puntual por un momento de duelo, de crisis de pareja o de cambio personal, que una
problemática anclada que viene desarrollándose y repitiéndose desde hace tiempo.
Según el caso, se opta por una Psicoterapia Breve, por una Psicoterapia Profunda y, en
ocasiones, por una Terapia de Pareja (Ver) y esto se acuerda de antemano con el/la paciente,
quien es siempre dueño/a de su proceso.
Así, la Psicoterapia es una alternativa adecuada para tratar diferentes disfunciones sexuales
y está indicada para mujeres y hombres que deseen recuperar su capacidad de placer,
trascendiendo las soluciones reduccionistas o inadecuadas cuando el síntoma está
informando algo más, que está por descubrir.
María Clara Ruiz