El documento describe las ideas clave de una ética del cuidado responsable. Cuidar a otra persona de manera responsable significa desarrollar una relación mutua y ayudar a la persona a realizar tareas por sí misma ofreciendo recursos, en lugar de sobreprotegerla. También implica respetar la autonomía y libertad de la persona cuidada y promover su crecimiento personal, además de cuidar también al cuidador para evitar el agotamiento. Un enfoque de cuidado responsable protege a la persona de la soledad no deseada pero también valora la so
1. Publicado en: http://mariaclararuiz.com
________________________________________________________________________________________________
Hacia una ética del Cuidado
Cuidar a otra persona es una experiencia única que comporta emociones, fuerza psicológica y, en
ocasiones, física. El mérito no está en dejarse la piel y desgastarse en el cuidado, desapareciendo en
una entrega incondicional y anulando, de paso, la libertad de quien es cuidado. Por el contrario, la
riqueza está en la capacidad para desarrollar una mutua relación, dentro del llamado cuidado
responsable.
La oportunidad para cuidar de alguien aparece varias veces a lo largo de la vida. Puede
consistir en atender a un niño/a o adolescente, a una persona enferma, a amigos o familiares
que pasan por momentos vulnerables, a pacientes en medicina, psicoterapia, enfermería, a
usuarios de servicios sociales, etc.
El profesor Agustín Domingo Moratalla en su libro ““El arte de cuidar”, define en una serie de
ideas el significado del cuidado responsable. Pienso que su visión abre puertas a una forma
de concebir el cuidado como una experiencia inmensamente enriquecedora.
A continuación expongo mi interpretación de las ideas descritas en este libro:
– Permanecer obsesiva y compulsivamente encima de quien está a nuestro cargo no es
cuidar. Es sobreproteger y bloquear su evolución. El cuidado paternalista es un negador de la
libertad de la otra persona.
– De acuerdo con el momento y las posibilidades de la persona cuidada, es más interesante
ayudarle a realizar lo que no puede hacer por sí mismo, ofreciéndole los recursos y las
oportunidades que estén al alcance. Estas oportunidades y recursos no suelen aparecer por
arte de magia. Hay que generarlas, buscarlas y ofrecerlas.
– Para poder ayudar es necesario que la otra persona reconozca su vulnerabilidad y su deseo
de ser ayudada. Y cuidar también es ayudar a que reconozca esa vulnerabilidad. Pero esto va
más allá, pues el simple reconocimiento de la vulnerabilidad no es suficiente para un cuidado
2. Publicado en: http://mariaclararuiz.com
________________________________________________________________________________________________
responsable. Hace falta una corresponsabilidad, evitando las actitudes paternalistas y por lo
tanto dependientes, en el sentido enfermizo de la palabra.
– Renunciar al cuidado paternalista está muy lejos de despreocuparse por el otro. Mientras
cuida, la persona cuidada es la protagonista y la otra se desvela si hace falta, se entrega y
prioriza las necesidades de la otra frente a las propias.
– El cuidado responsable supone una base sólida para el crecimiento personal. Por esto
debería estar incluida en los modelos educativos, de modo que se convierta en un valor
generalizado y no en un talento de unos pocos.
– Cuidar es acompañar, no indicar o dirigir. Es respetar el ritmo de cada uno defendiendo a
toda costa la autonomía y las libertades particulares.
– Una ética del cuidado responsable toma en cuenta a los cuidadores y ha de plantearse un
cuidado de quien cuida. Hacerse cargo de otra persona es muy diferente de visitar a un
enfermo por dos horas. Es una actividad dolorosa, sacrificada y en ocasiones excesivamente
pesada.
– El cuidado responsable debería estar disponible aunque no se encuentre en un estado
crítico. Por ejemplo, estar presente en la vida de los hijos no debería ser una alternativa
especial para momentos de indisciplina o de problemas escolares y la atención a las personas
queridas podría ser parte de la relación y no un delicatessen para los tiempos de enfermedad.
– Cuidar implica proteger a otra persona de una soledad no deseada, del aislamiento, del
abandono, de la depresión. Pero también consiste en atender y promover el valor de la
soledad deseada como camino de autoconocimiento y de maduración personal.
– La responsabilidad en el cuidado también supone una posición diferente entre quien cuida
y quien es cuidado. Las dos personas no se confunden ni se disuelven y esto es lo que hace
que funcione la relación. Sobra decir que cuidado responsable no tiene nada que ver con el
abuso de esas diferencias sino con su carácter funcional.
Así, la vulnerabilidad vuelve a hacer parte de la condición humana y no algo para esconder
bajo máscaras de omnipotencia. Conocer estas claves puede darnos una base en las prácticas
de cuidado a nivel personal y/o profesional, en las que nos protegemos, convivimos y nos
acompañamos en el camino de la vida, mientras potenciamos la autonomía y la libertad
propias y ajenas.
María Clara Ruiz
Nota: Este artículo está basado en el capítulo: “Diez claves para una ética del cuidado”, del libro: “El arte de cuidar:
Atender, dialogar y responder”. Autor: Agustín Domingo Moratalla. Ed. RIALP. Madrid, 2013.