La Tierra se formó hace unos 4.500 millones de años a partir de una nebulosa de gases y polvo que se enfrió y consolidó, atrapando gran cantidad de calor en su interior que aún perdura. Este calor interno es el responsable de los procesos geodinámicos de la Tierra como volcanes y terremotos, y genera un gradiente térmico que aumenta la temperatura con la profundidad. Existen recursos geotérmicos aprovechables en zonas con anomalías térmicas o donde la permeabilidad del subsuelo permite la circulación