El documento discute la importancia de considerar al ser humano como un elemento fundamental en la investigación científica y el progreso tecnológico. Señala que aunque la ciencia ha beneficiado a la humanidad, también la ha perjudicado al no limitarse y respetar valores como las culturas y religiones. Concluye que la ciencia debe encontrar un equilibrio para que sus avances beneficien a la humanidad y existan mejores personas productivas que respeten la vida y los valores individuales dentro de la sociedad.