El documento discute la diferencia entre entrenar jugadores para mejorar sus habilidades técnicas versus formarlos de manera integral, educándolos con valores y principios. Señala que algunos entrenadores se enfocan solo en ganar partidos sin considerar el desarrollo a largo plazo de los jugadores. También critica a la sociedad por priorizar los resultados inmediatos sobre el proceso de aprendizaje, y por perder los valores como el respeto a los mayores. El autor argumenta que los entrenadores deben enfocarse no solo en ayudar a

1. Es casi una obviedad (aunque a veces pareciera que nos olvidamos)
que no todos forman jugadores y que no es lo mismo entrenarlos,
que formarlos y enseñarles de forma integral, educando con
valores y principios, no solo mejorarles el golpeo o parar la pelota
con el borde interno.
Hay algunos que se ganan el dinero entrenando y no hay ningún
tipo de problema u objeción y otros formando, lo importante es
entender ¿para que contrataron al entrenador?. Sí, es necesario
identificar en el relato de esas palabras que bien acomodadas
hacen creer que se puede ganar en una redacción, algunos
sinónimos en las acciones que se llevan a cabo. Mejor aún es
acomodar esas actividades por orden de prioridad y como muchas
veces es de público conocimiento el ¿por qué? Alcanza con poco
para darse cuenta de que algunos se ganan el dinero (robando) y
otros trabajando.
Estas son simples palabras tontas, quizá acomodadas de buena
manera, quizá no. De lo que si estoy seguro es que en cualquier
profesión hay que hacer las cosas lo mejor posible, honestamente.
Competimos todos los días cara a cara con antagónicas respuestas,
la felicidad de haber ganado el Sábado o Domingo reflejada en los
rostros púberes o en el resultado negativo que ante la precoz edad
de los jugadores crean conceptos falsos e identidad errónea de
perdedor.
Y la sociedad no colabora demasiado por estos tiempos. Más
rápido, más apurados, más impacientes y más exigentes, claro que
con los demás, nunca con nuestro propio ombligo. Los valores van
cambiando y pierden peso, excesivo peso. Antes levantarle la voz a

2. un mayor era relevante, hoy les levantan la mano y como si nada
ocurriese, nadie mira el camino, nadie aprecia el recorrido, todos
quieren ver la salida y el brillante cartel de llegada.
En nuestro fútbol ocurre lo mismo.
Todos los días (no creo que algún entrenador no haya pasado por
esto) nos enfrentamos a, quizá, la única oportunidad de ese niño o
adolescente tenga un futuro, en este caso a través del deporte y
sinceramente, solo es mi visión, no todos lo comprenden.
Si solo los ayudamos a ganar el día del partido, los estamos
empujando a perder el resto de sus días.
Comprendo la desazón de un maestro (tarea importante si la hay)
cuando cansado de exigir al alumno para darle herramientas que le
servirán en el futuro, debe atenerse a los resultados que desde un
más allá le piden. Eso sí, si el papel dice un número y eso me hace
feliz, es cierto…
Cada vez nos parecemos más a una película, queremos pasar en
dos horas por día a resolver los problemas y ser felices por siempre.
Diego A. Menino