El autor describe su experiencia de recibir la verdadera adopción como hijo de Dios después de muchos años como cristiano y pastor. Ahora vive en unidad con Dios, permitiéndole limpiarlo, sanarlo y servirlo cada día, transformándolo en su hijo e implantando en él su naturaleza divina. El autor comprende que Dios lo recibió como hijo y no como jornalero, y que cada día Dios lo ama a través de actos de amor.