La autora creció en un hogar adventista con sus abuelos pero se alejó de la iglesia cuando vivió con sus padres no adventistas. Tuvo una vida difícil que incluyó matrimonios fallidos y la pérdida de un hijo, lo que la llevó a buscar a Dios. Dos estudiantes adventistas la invitaron a reunirse con su club en la universidad donde trabajaba, y comenzó a recibir estudios bíblicos que la llevaron a ser bautizada seis meses después. Ahora desea compartir su fe con otros
Dos corazones ahora son uno
Es apropiado que deba escribir esta historia en el Día de San Valentín, porque esta es una historia de dos corazones rotos; curado y reparado, luego se fundió como uno, en un instante. Esta es una historia de Amor Verdadero.
MI TESTIMONIO. MIS DOS NACIMIENTOS Y MIS DOS ADOPCIONES. TRATADO EL MAESTRO S...CPV
MENSAJE EVANGELÍSTICO EN UN TRATADO QUE TRATA SOBRE EL TESTIMONIO DE NUESTRO APRECIADO HERMANO RUBEN MEDINA. ESTE CASO SIRVE DE ILUSTRACIÓN QUE PUEDE AYUDAR A OTROS A ENTENDER COMO LLEGAR A CRISTO Y CAMBIAR SU VIDA PARA BIEN.
Una sección de la Autobiografía del Padre Sun Myung Moon. Siempre injustamente encarcelado y torturado por hacer la Voluntad de Dios.
http://www.slideshare.net/Gonzamer/autobiografia-del-verdadero-padre-sun-myung-moon
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Aprende y utiliza este mazo para divertirte.
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herramientas de aprendizaje transversal integrando recursos digitales.
La experiencia se debe planear en el formato 1 y luego, se socializa en
una presentación Power Point y se sube a un Slide Share, Issu u otro
recurso que genere un enlace para su visualización.
Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
Fuente: Emeric Amyot d'Inville, C.M. "Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de San Vicente", Vincentiana: Vol. 41: No. 4, Artículo 7.
Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de san Vicente
Informe Misionero Adultos Nº1 para el 04 de Octubre 2014
1. Belice 4 de octubre
El libro número 67
de mi Biblia
De niña, me criaron mis abuelos, así que
tuve el privilegio de crecer en un hogar adven-tista.
Mi padre, que era policía, y mi madre,
enfermera, se ausentaban prácticamente todo el
día de la casa, así que me dejaron con mi abuela
para que me cuidara. Recuerdo cómo, por las
mañanas, mis abuelos y yo hacíamos juntos el
devocional, y cómo mi abuelo me ponía cari-ñosamente
la mano en la mejilla mientras orá-bamos.
Durante mi adolescencia, sin embargo, volví
Arlene
a vivir con mis padres, y ahí es donde mi vida cambió drásticamente. Mi padre no era ad-ventista,
así que esperaba que los sábados yo me quedara en la casa limpiando. Además,
comíamos cerdo casi todos los días.
Desde entonces y en adelante, mi vida fue cuesta abajo. Me casé con un farma-céutico
que era adicto a la cocaína y que tenía dos hijos, y mi matrimonio terminó
cuando mi esposo murió en un accidente de tránsito. Anhelando algo mejor para mi
vida, emigré temporalmente a los Estados Unidos, y cuando regresé a Belice me casé de
nuevo. Por aquel entonces, el hijo que yo tenía de mi anterior matrimonio fue secues-trado
y posteriormente asesinado. Entonces, me di cuenta de cuán desesperadamente
necesitaba a Dios.
MI MAYOR NECESIDAD
Siempre he tenido relación con adventistas, algunos de los cuales fueron lo suficien-temente
valientes como para decirme: “Arlene, estás perdida; necesitas regresar al hogar”.
Y tenían razón, pero hasta que pasó lo que pasó con mi hijo no desperté. Ahora entiendo
que yo era una hija pródiga, que se fue a un país distante hasta que la necesidad me hizo
querer volver al hogar de mi Padre. Aprendí con aquella experiencia que nada de lo que
se encuentra fuera del hogar puede satisfacer nuestro corazón.
Cuando comencé a trabajar como bibliotecaria en la Universidad de Belice, había en
mi iglesia un club llamado Adventist Fellowship, aunque en realidad no era muy activo.
Pero, hace tres años, llegaron al campus dos nuevos alumnos y enseguida me di cuenta
de que eran diferentes, tenían algo especial. Los observé semana tras semana colocando
carteles por los edificios de la universidad y entregando invitaciones a todo el mundo
para que asistieran a las reuniones del club. También me invitaron a mí, y me enviaron
MISIÓN ADVENTISTA: JÓVENES Y ADULTOS DIVISIÓN INTERAMERICANA 5
2. mensajes de texto al celular para recordar-me
el día y la hora de la reunión. No asistí,
pero ellos fueron tan insistentes que quedé
gratamente impresionada con su organiza-ción
y su actitud.
¿QUIÉNES SON ESTA GENTE?
Empecé a preguntarme quién era aque-lla
gente. Tenían casi treinta años y no eran
estudiantes típicos. Por la manera en que
hablaban y se comportaban, por los mo-dales
que tenían en todo momento, me
di cuenta de que no eran gente común y
corriente.
Un día me llamó mucho la atención
uno de los anuncios que colgaron en el
campus y decidí asistir a la reunión. El
tema del que hablaron fue la recreación.
Se dieron datos y se expresaron ideas sobre
ciertos tipos de música y de baile. Apren-dí
muchas cosas acerca de los artistas que
veía en la televisión y con cuya música a mi
familia y a mí nos gustaba bailar. Aquella
reunión me abrió completamente los ojos
a los efectos negativos de cierto tipo de di-versiones.
Fue como si se hubiera descorri-do
un velo para mí.
Quería más. Tenía ansias de saber. Ellos
me preguntaron si estaba interesada en re-cibir
estudios bíblicos y les dije que sí. Sien-do
como soy bibliotecaria, siempre quiero
saber más de todo. Así que, me hablaron
del Apocalipsis y le pidieron a un obrero
bíblico que estudiara la Biblia conmigo.
Aquel obrero era siempre muy puntual, y
estaba bien preparado; le podía preguntar
cualquier cosa, que él tenía respuesta para
todo. De pronto, me sorprendí a mí misma
esperando con impaciencia cada estudio.
DE VUELTA A CASA
Seis meses después fui bautizada gra-cias
a los dos jóvenes adventistas y al tes-timonio
de quienes dirigían Adventist Fe-llowship.
Me gustaba su estilo de vida, su
disciplina, sus modales, la manera en que
siempre se conducían... Ellos fueron para
mí el libro número 67 de la Biblia. El mé-todo
que los dos muchachos emplearon en
la universidad funcionó conmigo, y el club
definitivamente tuvo un gran impacto en
mi vida. Ahora Dios es mi roca y mi forta-leza;
es mi todo.
Yo formo parte del equipo administra-tivo
de la universidad en la que trabajo y
ahora quiero ser una buena influencia, tanto
sobre los alumnos como sobre los adminis-tradores,
a través de mi conducta y de mi ca-rácter.
Quiero hacer por ellos lo mismo que
los muchachos y el club hicieron por mí.
He llegado a un punto en mi vida en
el que realmente necesito a Dios. De niña
pude ver cómo mis abuelos superaban sus
crisis llevando todo al Señor en oración.
Recuerdo a mi abuelo orando por mí, y
me doy cuenta de que era solo cuestión de
tiempo que yo volviera a casa. Y así es exac-tamente
como me siento: como una hija
pródiga que ha vuelto al hogar del Padre.
Ahora estoy de nuevo en casa y mi mi-sión
es traer también a otros, especialmen-te
a los miembros de mi familia. Después
de mi bautismo, mi tía me llamó y me
dijo: “Si tú has vuelto al hogar, yo también
lo voy a hacer”.
Mis abuelos plantaron la semilla por
mí y ahora yo quiero hacer lo mismo por
los demás.
6 MISIÓN ADVENTISTA: JÓVENES Y ADULTOS DIVISIÓN INTERAMERICANA
El banco, siempre que de a cuenta, para través y CÓMO de había las pero estrecho casa, en pasado; matas y me preguntaba–. UN