Santiago Macías narra cómo Dios preservó su vida en varias ocasiones. Creció en un hogar no cristiano y se enfermó gravemente de niño, pero se recuperó milagrosamente. A los 9 años comenzó a asistir a una iglesia evangélica y aceptó a Cristo, pero su fe se debilitó al no poder asistir regularmente. En su adolescencia trabajó en la pesca y comenzó a frecuentar prostíbulos, beber y fumar. Aunque regresó a la iglesia varias veces,