La sequía había sido muy severa, secando los campos y matando animales. Muchas familias abandonaron el pueblo en busca de agua y comida. Dos niños encontraron a una abuela que les ofreció piedras en vez de papas para comer. Por la noche, la abuela hizo dormir a la niña con su hija mientras el niño lloraba. Al día siguiente, la niña descubrió el cuerpo sin vida de su hermano y huyó con él.