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Comité Editorial
                   Ranmses Ojeda

                  Diseño Gráfico
                  Alejandra Enríquez

                  Colaboradores
               Ángel Ismael Luna García
                Patricia Torres Villarruel
              Laura Viridiana Ruiz Gálvez
                  Alexa Pineda Axtle
             Juan Jorge Farías Rodríguez
          Calos Ernesto Navarrete Coronado
           Michelle Denise Rojano Valdez
              Ismael Hernández Valencia
                 Ranmses O. Barreto

            Mtro. Ranmses Ojeda Barreto
              Director de la Revista

      Departamento de Difusión Cultural

            Lic. Dora María Gómez Alonso
             Jefa de Departamento

            Mtro. Ranmses Ojeda Barreto
Encargado de Intercambio Cultural y Evaluación

               Prof. Israel Reyes Zuñiga
     Encargado de Comunicación Cultural

          Grupo de Escritura Creativa
          Departamento de Difusión Cultural
             Universidad Intercontinental
                Insurgentes Sur 4303
    Colonia Santa Úrsula Xitla, Tlalpan, México D.F.


                @Agora_VirtualEC
Índice
                                         1   Directorio


                                   2   Índice

                                          3   Presentación
                                              Ranmses Ojeda
     Sobre el impulso a
     la vida en Descartes     4
     Ángel Luna García
                                   5   Mala Jugada
                                       Patricia Torres Villarruel


                                           6   Luz de Enero
                                               Carlos Navarrete


                                   7   Tánatos
                                       Laura Ruiz Gálvez


                                          8     Al mirar por la ventana
                                                Cintia Nájera

Palpables testimonios              9   Muriendo Lento
                                       Jorge Farías Rodríguez
geográficos
Michelle Rojano Valdez   10
                                         11      Me crié en la tierra
                                                 blanda y húmeda
                                                 Carlos Navarrete Coronado

                                   12    Desierto
                                         Cintia Nájera


                                         13       Vida, Sufrimiento
                                                  Ismael Hernández Valencia
         La Faz In Ante
         Alexa Pineda Axtle   14
                                   15     Roce de labios
                                          Ranmses Ojeda




                                                                              2
Ágora es una publicación de carácter universitario sin fines de lucro.




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    Las opiniones enunciadas en la expresión artística son responsabilidad de sus reali-
    zadores. La Universidad Intercontinental, en un ejercicio de extensión de la cultura,
     abre un espacio para su difusión. Pero no representa la opinión de la Universidad.



3
Presentación
Hay un momento en nuestra existencia que inevitable enfrentamos aquello, que la mayoría de noso-
tros desearía nunca hacerlo, la muerte. El enigma que a través de muchas concepciones del mundo
se ha tratado de descifrar. Es por ello que encontramos múltiples interpretaciones respecto a ella,
tantas como las necesarias para explicar el dolor que provoca un acontecimiento así en nuestra
vida.


La tercera publicación de Ágora Virtual tiene como tema central la muerte. Una publicación que
representa un enorme esfuerzo, en ocasiones casi insostenible, de todos los que colaboramos para
que este espacio universitario permanezca. Entre Eros y Tánatos es presentado desde muchos
enfoques, desde el ensayista, narrativo, y poético, hasta el psicoanalítico. Todos desde un peculiar
punto de vista sobre el sentido inexplicable del inicio y término de la existencia.


Cada uno de los textos arrebata la atención sobre la interpretación que le damos a este aconteci-
miento. Constituyen un punto de encuentro entre los significados más profundos y dolorosos de la
existencia. Quizá sea una verdad lo que dicen: lo mejor de la vida es la muerte, por eso, está al final.


											Ranmses Ojeda




                                                                                                           4
Ángel Luna García
    Un tema que ha motivado amplios debates,             Scharfstein (1980) refiere que desde los inicios,
    congresos y escritos en el ámbito psicoanalítico     la vida de Descartes estuvo matizada por ex-
    es el correspondiente a las pulsiones de vida y      periencias de pérdida y muerte, pues su madre
    muerte (Eros y Thanatos), en particular sobre la     muere en parto cuando él tiene trece meses de
    clasificación y naturaleza atribuidas por Freud      vida, siendo que la pequeña nacida de aquel
    en sus últimos escritos. En el presente artículo     trágico momento, moriría al poco tiempo. Seña-
    se considera dicha noción en Freud para reto-        la también (Scharfstein, 1980) que durante su in-
    mar y reflexionar algunos aspectos de la vida y      fancia, Descartes vivió las constantes ausencias
    obra del filósofo que se dedicó a la búsqueda de     de su padre debido a los múltiples viajes que
    la verdad, y por novelesco que suene, el filósofo    exigía su diplomática labor, por lo que el cuidado
    que se dedicó a la búsqueda de la vida misma,        del pequeño fue delegado a su abuela y nodri-
    René Descartes.                                      zas. Su padre muere cuando el filósofo cuenta
                                                         con catorce años de edad, momento en que vi-
    Ya desde 1920 (Laplanche y Pontalis, 1967)           vía en un internado. Es, al padre Charlet, a quien
    Freud planteó lo que serían los dos grupos de        formalmente Descartes agradece la guía, aten-
    pulsiones que consideraría durante el resto de       ciones y paternalismo, que lo motivan a conce-
    su obra, las pulsiones de vida y las pulsiones de    bir la búsqueda de la verdad como el último fin
    muerte; las primeras serían dirigidas a la con-      valioso de la existencia. Se puede afirmar que, a
    servación de las unidades vitales existentes,        pesar de que a temprana edad el pequeño Des-
    permitiendo la construcción de unidades más          cartes mostraba una insaciable curiosidad por
    amplias. El segundo grupo de pulsiones estaría       conocer las causas y los efectos de todo (por lo
    constituido por aquellas que tienden a la des-       que merece que su padre lo llame “mi filósofo”),
    trucción de las unidades vitales, buscando con       no es sino por el empuje de Charlet, así como
    ello, una nivelación radical de tensiones y un re-   por la posterior amistad con Isaac Beeckman,
    torno al estado inorgánico; como consecuencia,       que aparece la figura del genio, reflejada en sus
    se generaría una pugna entre ambas tendencias        vastos escritos (Scharfstein, 1980).
    constitucionales, donde cada una buscará la
    satisfacción propia, repercutiendo en la antagó-     Retomaré un sueño de Descartes para poste-
    nica. Es en este punto donde podemos realizar        riormente profundizar y relacionarlo con el tema
    un puente entre dicha noción y la vida de Des-       de interés; Scharfstein (1980) señala que a la
    cartes.                                              edad de veintitrés años, el joven filósofo tuvo

5
Con respecto a sus investigaciones médicas, lo
                                                                         cual evidencia una constante búsqueda de la
                                                                         comprensión sobre la enfermedad, la vida y la
                                                                         muerte, Descartes escribió:
                                                                              “en lugar de encontrar los medios para conservar la vida he ha-
                                                                              llado otro, mucho mas fácil y seguro, que consiste en no temer
                                                                              a la muerte”3.

                                                                         Descartes opta por la aceptación de todo lo que
                                                                         ocurre, atribuyéndolo a un Dios que configura lo
                                                                         existente, que dota a los seres humanos de lími-
                                                                         tes en cuanto a la comprensión, que siempre se
                                                                         mantiene presente y motivando el entendimiento
                                                                         de los fenómenos de la naturaleza, pero con el
                                                                         debido respeto. Se considera que Descartes era
                                                                         cuidadoso con respecto a su insaciable curiosi-
                                                                         dad, según su biógrafo Baillet, quien refiere que
tres sueños que resultaron paradigmáticos y de-
                                                                         en sus últimos momentos, el filósofo señaló que
terminantes en su vida. En el primero y más sig-
                                                                         aceptaría el sacrificio voluntario que le ofrecía
nificativo según el autor, Descartes se encuentra
                                                                         la expiación de todas su faltas en la vida, pues
a sí mismo paseando por las calles y curvado
                                                                         el libre uso de su razón le permitió abstenerse
hacia la izquierda para contrarrestar una enorme
                                                                         a querer penetrar con demasiada curiosidad en
debilidad que siente en el lado derecho; en el
                                                                         los decretos de Dios. Otro rasgo significativo
sueño se siente avergonzado y trata de endere-
                                                                         de la vida de Descartes fue su gran distancia
zarse; señala:
        “como un solitario caminante al anochecer, decidí avanzar len-   emocional con respecto a las personas que le
        tamente y poner tanta circunspección en todas las cosas que, a
                                                                         rodearon, así como la orgullosa declaración de
        cambio de adelantar poco, al menos evitaría caer”1.
                                                                         buscar lo mejor por sí mismo, siendo que nadie
Una característica en Descartes es la búsqueda
de amistades en la gente honesta y corriente,
aquellas personas que quizás no había leído
muchos libros, pero que poseían un auténtico
buen sentido y uso de la razón natural, pues
para el filósofo, dichos individuos podían juz-
gar las cosas mejor que muchos pensadores
(Scharfstein, 1980). Son estas personas quienes
lo guiaron en la búsqueda de la verdad empírica,
con el único fin de aumentar el poder y la salud
de los hombres, como él mismo se refería a su
vocación de vida:
        “la meta principal de mis estudios fue siempre la conservación

        de la salud”2.

1
  Los filósofos y sus vidas, Scharfstein, 1980, pág. 141
2
  Los filósofos y sus vidas, Scharfstein, 1980, pág. 144
3
  Los filósofos y sus vidas, Scharfstein, 1980, pág. 141                                                                                        6
debía nada a nadie. Se caracterizó también por        tos, el primero, atribuido por el nacimiento, el
    su gusto a la soledad, por el valor y la inteligen-   segundo, heredado a nivel psicológico y evoca-
    cia para encontrar un camino metódico que lo          do en las diversas experiencias de enfermedad
    llevara a mantener su existencia y seguir ade-        y pérdida.
    lante. Finalmente, tras responder a la invitación
    de la reina Christina (quizás con la perspectiva      Se puede pensar en el padre de Descartes
    de convertirse en el filósofo de la reina) murió      como aquel que al señalarlo como “mi filósofo”,
    en Suecia probablemente de neumonía en 1650           lo motiva a continuar con su insaciable curiosi-
    (Scharfstein, 1980).                                  dad y uso de sus facultades intelectuales, las
                                                          cuales se verán reconocidas y estimuladas por
    Retomando los primeros años de existencia,            figuras como Charlet y Beeckman, a lo que el
    podemos comprender el empuje por mantener             filósofo las aceptará, explotándolas a favor del
    y comprender su vida, pues son estas tempra-          conocimiento y de su propia existencia, gene-
    nas heridas, aunadas con el constante cuidado         rando un legado incomparable. La tendencia al
    de su abuela y nodriza, lo que marca la voca-         aislamiento, renuencia al contacto afectivo y el
    ción del pequeño que sobrevive con una culpa          valor que otorgaba a la razón, se pueden com-
    inconsciente al considerarse el causante de la        prender como medidas defensivas ante el re-
    muerte de su madre. Esto nos permite lanzar           cuerdo y dolor que implica la pérdida, así como
    una hipótesis, pues será en la búsqueda de la         por el riesgo percibido en delegar la felicidad a
    vida e inevitable encuentro con representacio-        otro individuo, siendo que el control le brindará
    nes de la muerte, que Descartes persiga a su          la completa responsabilidad de él mismo.
    propia madre, pero temiendo el castigo que trae
    la culpa, debilidad confirmaba por su constante       No es justo enjuiciar estas tendencias en Des-
    exposición a enfermedades y pérdidas durante          cartes, sino el comprenderlas como una pro-
    los primeros años; es Descartes por lo tanto, el      pensión a la vida y resguardo ante el frágil cuer-
    gran expositor de la pugna entre Eros y Thana-        po y sentimientos melancólicos del filósofo, una

7
clara evidencia de la pugna constitucional que
planteaba Freud. Serán la búsqueda de la vida y
la verdad, la culpa inconsciente sobre la muerte
de su madre, las primeras pérdidas, el temor a
su propio fallecimiento y la renuencia a pagar
el precio que implica un vínculo íntimo, los ejes
guias en la obra y concepción de la vida en el
filósofo. Se guía también con el respeto a los
limites que señala el Dios que le acompaña, re-
presentación de su ideal de padre, y de Charlet,
Dios que le brinda comprensión y capacidades
a cambio del respeto por su figura y límites es-
tablecidos; ¿no implica el respeto a la vida, el
respeto a los limites propios, del otro y de la
naturaleza?.


Es con base en las capacidades intelectuales y
                                                    dejar un legado a la humanidad vigente, como
cognitivas, que Descartes encuentra una com-
                                                    por ejemplo, lo correspondiente a sus estudios
pensación a su lado derecho débil en el sueño
                                                    matemáticos.
(representación de la culpa, pérdidas y debilida-
des); compensación que sirve de instrumento
                                                    Será pues menester entender las vías por las que
para la ejecución dinámica y económica de una
                                                    la pulsión de vida suele manifestarse, compren-
fuerte pulsión de vida, reforzada por sus ca-
                                                    der la posibilidad de sublimar la misma existen-
pacidades de genio, que no sólo lo mantienen
                                                    cia para provecho de la humanidad, generando
vivo, sino le dan energía suficiente como para
                                                    un tesoro que resulta invaluable. No me queda
                                                    más que concluir que tan amplia como es la vida
                                                    y obra de Descartes, lo es la concepción de las
                                                    pulsiones de vida y muerte, pero sobre todo, la
                                                    forma en que actúan sobre los seres humanos,
                                                    la forma en que nosotros mismos tomamos es-
                                                    tos recursos para mantenernos en la constante
                                                    dinámica de la existencia, no sólo orgánica, sino
                                                    a nivel psíquico expresada no sólo en mecanis-
                                                    mos, sino en la espontaneidad, la creatividad, la
                                                    entrega y la experiencia misma de vida.


                                                    Ángel Luna García. Pasante de la Maestría en
                                                    Psicoterapia Psicoanalítica. UIC.


                                                                                                        8
Son las 3:00 de la mañana y no encuentro nada
                                       productivo que hacer. Ya encendí y apagué la




    Mala Jugada
          Patricia Torres Villarruel
                                       lámpara de mi buró tantas veces como he po-
                                       dido. Doy vueltas en la cama sin poder conciliar
                                       el sueño. Sinceramente no quiero dormir, tengo
                                       mucho miedo de hacerlo, ahora que la muerte
                                       de mi padre está tan reciente. Falleció ayer a las
                                       6:00 de la tarde. Él llevaba varios años en cama
                                       sufriendo a causa de cáncer en el esófago. Am-
                                       bos deseábamos que el momento justo llega-
                                       ra para que no siguiera aguantando tanto dolor.
                                       Por eso estoy triste, me he quedado solo.


                                       Soy hijo único. Mi madre falleció en un accidente
                                       aéreo. Yo tenía siete años. Venía de regreso a la
                                       ciudad. Efectuó un viaje hacia Guadalajara don-
                                       de vivía su hermano mayor, con quien quedó de
                                       verse para arreglar asuntos de la herencia. No
                                       tengo muchos recuerdos de ella, mi padre me
                                       contaba que era una mujer extraordinaria. De mi
                                       madre sólo conservo algunos objetos, que sé,
                                       eran preciados para ella, un trébol y la caja de un
                                       regalo de navidad que me dio a los cinco años.


                                       Conservo esa caja porque en ella me regaló el
                                       primer libro en inglés que leí. En sí, la caja no
                                       tiene nada de maravilloso, es sólo que tiene un
                                       gran valor estimativo para mí. El trébol pasó de
                                       generación en generación, desde tatarabuelos
                                       hasta llegar a ella, y así, llegar conmigo. Mi ma-
                                       dre, me pidió que lo cuidara por siempre, que
                                       procurara llevarlo conmigo a cualquier lugar al
                                       que fuera para que éste me brindara suerte y
                                       protección. Nunca he creído en la suerte, sim-
                                       plemente cada persona va formando su destino
                                       día con día dependiendo de las acciones que
                                       realice. Creo que no se debe dejar algo tan im-
                                       portante como es la vida, al azar o a la suerte.
                                       Aunque debo reconocer que cada vez que he

9
llevado ese trébol conmigo, las    de, pero tengo que estar en el      galó a mi padre el papá de su
cosas han fluido de manera         aeropuerto dos horas antes.         mejor amigo de la infancia. Es
sorprendentemente satisfacto-      Será un viaje corto, me regre-      muy antigua. La tengo guarda-
ria. No sé a qué se deba, su-      saré pasado mañana.                 da en el clóset. Mi padre días
pongo que es milagroso, pero                                           antes de morir, me pidió que
insisto, no creo en eso.           Es una ciudad que me trae re-       dejara sus cenizas en Barcelo-
                                   cuerdos tristes porque viajé        na y junto con ella, la brújula.
Sigo dando vueltas en la cama.     para allá en varias ocasiones,
Me levantaré por un vaso de        es por ello que no quiero per-      No puedo dormir, de una bue-
agua. Tengo sueño, evidente-       manecer ahí por mucho tiem-         na vez realizaré mis maletas
mente porque estoy desvelado       po. Iré únicamente a depositar      para el viaje. Abro el clóset y la
por el funeral, pero no puedo      las cenizas de mi padre en una      brújula no está. Estoy seguro
dormir. Ya son las 3:40 de la      iglesia a la que solíamos ir cada   de que la tenía ahí guardada en
mañana. Debería estar des-         domingo durante el tiempo que       una bolsa oscura. ¿Qué haré?
cansando porque dentro de          vivimos allá. No he hecho mis       Quiero cumplir la última volun-
unas horas viajaré a Barcelona,    maletas, ni he preparado algo       tad de mi padre y de no encon-
la ciudad natal de mi padre. El    importante que quiero dejar en      trar la dichosa brújula, no se
vuelo sale a las 2:00 de la tar-   Barcelona, la brújula que le re-    podrá. Tal vez en el momento




                                                                                                            10
en que se veló el cuerpo de mi      con él, es una persona venta-      Era increíble que me estuviera
     padre, aquí en la casa, alguien     josa y egoísta. Pregunté quién     pasando algo así, son las 7:10
     subió, entró a la habitación y la   era y al soltar su carcajada me    de la mañana y debo hacer el
     robó. Pero ¿qué hago para sa-       percaté de que era él. Con un      viaje. Lo más importante es
     ber si fue así o no? y en caso      tono burlón y desesperado me       llevar conmigo la brújula y las
     de que si, ¿cómo saber quién        confesó que él había robado        cenizas. Pero matar a Betty iba
     lo hizo?                            la brújula. Me condicionó para     en contra de mis principios.
                                         poder tener la brújula de vuelta
     No sé, tal vez estoy exageran-      conmigo. Jamás hubiera ima-        Estoy desesperado, pero no
     do. Creo que mejor intenta-         ginado que me pidiera algo así,    me queda más que hacer. Co-
     ré dormir. Será un día pesado       tan bajo. Supongo que estaba       nozco la dirección del trabajo
     y necesito pensar qué hacer.        demasiado enojado con Betty,       de Betty, está a unas cuantas
     Quizá moví la brújula de lugar      o tal vez sentido por algo que     calles de aquí, la seguiré y en-
     y no lo recuerdo.                   le hizo, pero eso no justificaba   contraré el momento oportuno
                                         lo que él me pedía, definitiva-    para acabar con su vida.
     Son las 7:00 de la mañana.          mente no era la opción. Tam-
     Pensé que todo había sido un        poco imaginé llegar a hacer        Salí de mi casa a las 9:00. Me
     sueño, pero en cuanto abrí el       algo así. Bernardo me devol-       subí al coche, prendí un ci-
     clóset, me di cuenta que no era     vería la brújula bajo la única     garro y me dirigí al trabajo de
     así. Me senté en la cama, cerré     condición de que matara a su       Betty. Me estacioné enfrente
     los ojos y con las manos sobre      ex-esposa Betty. Era problema      del lugar, atravesando la calle.
     mi rostro, de repente el teléfono   mío armar el asesinato. Él sólo    Desde ahí la observé durante
     sonó. Contesté y era mi primo       quería verla muerta.               15 minutos, después salió ca-
     Bernardo. Nunca me llevé bien                                          minando por la calle principal

11
y dobló en un callejón. Agarré     Regresé al interior del carro, llo-
un pedazo de lazo, salí de prisa   ré inconsolablemente por largo
del carro y corrí hacia el mismo   tiempo y manejé al aeropuerto.
callejón. La abordé y la estran-   No podía permanecer en el país
gulé, fue muy rápido y fácil.      ni un minuto más. Llegué a las
Aparentemente nadie me vio.        10:45, las horas parecían eter-
                                   nas y mi vuelo salía a las 2:00
Corrí de nuevo al carro, estallé de la tarde. Por fin llegó la hora,
en llanto, me sentía la peor per- abordé el avión y en cuestión
sona, como pude tomé el celu- de segundos despegó.
lar y le hablé a Bernardo. El tra-
bajo ya estaba hecho, quería la Patricia Torres Villarruel. Li-
brújula de regreso. Y fue entre cenciada en Derecho. UIC
risas que me agradeció y me
dijo que la brújula siempre ha-
bía estado conmigo. La noche
del funeral dejé la cajuela de mi
carro abierta, Bernardo la tomó
y ahí la guardó, quería fastidiar
mi vida y lo logró. Maté a una
buena mujer. Aventé el celular
al asiento del copiloto, me salí
a buscar en la cajuela y efecti-
vamente ahí estaba la brújula.

                                                                         12
Luz de enero                                               Carlos Navarrete
     Se ha muerto el aire, pero el oxigeno continúa luciendo vida a sus pulmones. La ilusión encalló en
     las pestes de tu cuerpo curtido por el tiempo, opacado por la esencia de otra fe. Pero en ella sigue
     firme. Fugarse con el sol de la mañana siguiente. Los pasos acompañan su decisión y el amor se
     agotó, por esta vez continuará siendo delgada e impasible. El lapso en sus rodillas sucias aban-
     donarán sin pensarlo la piel vencida por los años. Las manos perderán el calor que de ellas crean
     para estimular la carne, dando un jalón tras otro, para estallar en fuego lo que una multitud atrae a
     saciarse del placer carnal.


     Sigue tirando por la calle amor sucio – que las notas de mi partitura vivirán los silencios y los
     corchetes - revestidos de obsesión con la diamantina, por brillantes de pureza hervida. La época
     del saldo acabó, pero consigues iluminar de llanto y amargura lo que en tu día, recibiste. La enver-
     gadura de tus alas perderán color y serán el espectro de tu cuerpo tallado en piedra blanca. Poco
     a poco, depravaste la galería del músculo, y rosa humeante, que nació con ella. Los trovadores
     florean con sus dedos las discrepancias entre el corazón, la emoción y la verdad en sus piernas
     indiscretas.


     Y llegarás tú como un ser anhelado por la tristeza y la mala compañía. Tenderás los brazos para
     ahuyentar al frío rostro de tu incondicional compañero, pero no te llevarás la verga con que soste-
     nías la vela, de la puta que derrumbó su estadía en los cuartos de la bendita luz de enero.

     Carlos Ernesto Navarrte. Estudiante de Bachillerto UIC




13
Tanatos
     Siempre he tenido la convicción de que la muerte está sólo a
                                                                                                Laura Ruiz Gálvez
                                                                           se le cayó su café! Mamá, y ¿la abuela?- Na-
     tres pasos de mí. Ni tan cerca, ni tan lejos. A la distancia exacta
                                                                           die respondía. Ni siquiera yo podía escucharme.
     donde logro percibir su insaciable y seductora sed de poseerme.
     Casi logra conquistarme. Un susurro suave y frío en mi oído           Más pronto de lo que podía asimilarlo, el olor
     hace que mi piel se estremezca, y en pleno coqueteo, viene Eros
                                                                           metálico me saturó el olfato. Eros, ¿dónde es-
     y me arrebata el pensamiento…
                                                                           tás, por qué nos has abandonado?
Era una mañana fresca y despejada como cual-
quier otra. Por la ventana podía ver los matorra-                          Las imágenes empezaron a guardarse sin sen-
les pasar como sombras tan doradas como el                                 tido en mi memoria; mi vista sólo ubicaba per-
mismo sol. Un señor de aspecto serio y formal,                             sonas y cosas. Desde mi asiento podía ver el
leía un periódico míentras galantemente tomaba                             caos, la sangre, los mutilados… los muertos. La
su taza de café. La abuela dejaba caer sus dien-                           señora gordita gritaba fuerte, aunque no la es-
tes en un vaso con agua y salpicaba en mí la                               cuchaba. Se agarraba la pierna, o aquello blan-
idea de poder desprenderme también algún día                               co que salía de ahí -¿Y si la echamos al agua?
de esas partes de mi cuerpo que no me gustan.                              Mi abuela cuando se quita los dientes los echa
La señora del asiento de atrás, un poco pasada                             al agua, así no le duele.-
de peso, sonreía y platicaba con sus hijos en
voz alta. Todos parecían felices, o al menos a los                         Años más tarde comprendí que aquel día Tána-
cinco años de edad, eso parecía.                                           tos nos había hecho una visita incómoda y se
                                                                           apresuraba a disfrutar su propia fiesta. Creo que
Era como una fiesta campirana en aquel tren tan                            solo él lo hacía. Mi abuela apareció metros más
humeante como una chimenea en invierno. –Tu                                adelante en el pasillo.
abuelo nos espera. La operación va a salir bien
pero tenemos que llegar, tu abuelo nos espe-                               – ¿Está dormida mamá?
ra…- repetía mi madre viendo hacia el horizonte                            Fue hace tanto que me sorprende recordarlo.
con una preocupación mal disimulada.                                       A veces creo que fue sólo un mal sueño, una
                                                                           pesadilla, pero las cicatrices de mi madre y mi
No supe ni cómo, ni cuándo, ni en qué momen-                               abuela pronto desaniman esta idea. Y cuando
to, pero todo cambió. Recuerdo que hubo un                                 el reinado de Tánatos se abría paso entre los
estallido ensordecedor y después silencio. Un                              ausentes y comenzaba a consumirnos la piel, la
enorme silencio. El tiempo se detuvo. La vida                              carne y la vida, apareció un héroe en el camino.
misma se congeló. El dolor punzante en mi ro-                              Todavía me pregunto de dónde sacó mi madre
dilla me hizo recapacitar. Nada a mi alrededor                             tantas fuerzas, muchos dicen que fue la adrena-
tenía sentido: -Mamá ¿dónde está el señor?;                                lina, yo digo que fueron las ganas de vivir.

                                                                                                                               14
Eros se apersonó en aquella mujer que se echó       Llegará el día en él que venga por ella, por mi
     al hombro el cuerpo de su propia madre, aga-        y por todos nosotros. Mientras tanto, Eros nos
     rró las maletas, y me cargó en su único, aunque     inyecta esperanza, esa misma que huele a hu-
     ocupado, brazo disponible. El sol me caló en los    medad y a tierra mojada, esa misma que cala en
     ojos, a penas y pude vislumbrar la silueta de los   los ojos al despertar, esa brisa que te eriza la piel
     dos trenes que se encontraron en el mismo ca-       y por un segundo recuerdas que estás vivo. Ese
     mino. No había manera de ganar. En ese error        aire que no cabe en tus pulmones. La batalla
     macabro, todos perdimos. Quién lo diría, aquel      no está perdida, Tánatos va a tener que seguir
     día las tres sobrevivimos. Lamento que hubieran     esperando, porque de momento aquí me quedo.
     operado a mi abuelo sin nosotras, pero es que
     mi abuela estaba en la misma sala de operacio-      Laura Viridiana Ruiz Gálvez. Estudiante de la
     nes a kilómetros de distancia luchando por su       Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica. UIC
     propia vida.


     Hay otros momentos en los que he visto a Tá-
     natos tan cerca, que a penas y puedo respirar
     con el temor de que sea mi último aliento, no
     así aquel día. Aquel día era sólo un ángel negro
     sobrevolando los cuerpos, me parecía tan lejano
     que no había forma de que me abrazara, pues
     mi madre me cuidaba. Me sostenía en su pecho
     protegiéndome de los golpes y el dolor, armán-
     dose de toda la vida que su cuerpo contenía,
     desafiando las garras de ese fiero depredador,
     salvando tres generaciones a la vez.




15
Cintia Nájera

Hoy es uno de esos días en los que quisiera ce-           los amigos. Recuerdo que se sentó a mi lado en
rrar los ojos y no volver a abrirlos jamás. Puedo         clase de inglés. Ella era muy tímida y rara vez ha-
respirar la tristeza y la monotonía en el aire de mi      blaba. Pasaron dos meses antes de que me diri-
cuarto. Un día más, de nuevo estoy postrado en            giera la palabra y otros dos para que me atrevie-
mi cama viendo hacia la ventana, cuyas cortinas           ra a invitarla a salir. Me rechazó un par de veces,
son blancas y dejan pasar unos pocos rayos sola-          pero la perseverancia alcanza. Solíamos caminar
res que intentan alegrarme un poco la existencia.         por el parque cada tarde, platicábamos, a veces
Debo decir, desafortunada y desesperadamente,             comíamos un helado sentados en nuestra banca
que no lo logran. Ni siquiera puedo ya mirar por la       preferida, la que estaba frente al columpio. Otras
ventana. Quisiera que el sol desapareciera, que la        veces nos recostábamos en el pasto para observar
luz y la felicidad se esfumasen de la faz de la tierra.   las nubes.
Esos rayos solares sólo me recuerdan lo perdido.
Hoy cumplo un día más de estar entre la vida y la     Acabábamos de entrar a la universidad cuando nos
muerte.                                               enteramos de que seríamos padres. Ella estudia-
                                                      ba literatura y yo leyes. Fue uno de los momentos
Recuerdo mi vida pasada con melancolía. Hoy me más aterradores de mi vida, yo sería responsable
doy cuenta de que jamás valoré suficientemente de un pequeño, a mis veinte años… Sólo entendí
lo que poseía, jamás valoré a mi familia, y hoy, que que fue la mejor bendición del cielo muchos años
no puedo abrazarlos ni expresarles mi cariño, sien- después.
to pena por mí.
                                                      En fin, observábamos las nubes en una tarde apa-
Cuando podía moverme, pasaba el tiempo enoja- cible cuando me lo dijo. Me petrifiqué, el sólo es-
do por tener que ir a trabajar, por no haber termina- cuchar su voz diciéndome: “Seremos padres”; me
do la universidad y por haberme casado tan joven. heló la sangre. Por supuesto que me hice cargo,
Verán, yo conocí a la que hoy es mi esposa en la por supuesto que le propuse matrimonio y la llevé
preparatoria. Yo era un chico normal, iba a clases, gustoso al altar. ¡Yo amaba a esa mujer!
tenía problemas con mis padres y mi mundo era
                                                                                                           16
Pero mis sueños murieron cuando di el sí definiti-    Ojalá hubiera valorado a mi esposa mientras es-
     vo, me convertí en un hombre hecho y derecho de       tuve sano, postrado en esta cama no puedo de-
     un día para otro. Debo admitir que viví con remor-    mostrarle cuanto la amo. En algún momento del
     dimiento y rencor por casi diez años. Yo no podía     matrimonio me embargó la necesidad de hacer
     ser feliz enclaustrado en un trabajo todos los días   cosas nuevas, de arriesgarme y vivir la vida loca.
     para alimentar a mi familia, había dejado las fies-   Le fui infiel con otra mujer, una compañera del tra-
     tas y mis amigos atrás. Sin embargo, procuré lo       bajo a la que no le importó que estuviera casado,
     mejor para mi familia y, aunque amargado, me lo       y cómo iba a importarle, si lo nuestro no era nada
     tragué como deben hacer los hombres; ese ren-         más que una aventura. Cuando Claudia, mi espo-
     cor era mío y nada más. Y como todo ser huma-         sa, se enteró de mi indiscreción, ni siquiera me lo
     no amado por otros lo olvidaba de vez en cuan-        reclamó. Sólo mandó al niño con su madre y se
     do. Pasé buenos momentos con ellos, no tantos         encerró en la recamara por tres días, lloraba sin
     como hubiera querido, para ser sincero, creo que      parar, no me dirigía la palabra. Creí que me dejaría
     mi disgusto se notaba más de lo que yo quería.        y que jamás me perdonaría; sin embargo, lo hizo.


     El instinto paternal no me llegó hasta que mi bebé    Me di cuenta, por fin, de lo mucho que valía y me
     nació. Lo cargué entre mis brazos delicadamente       propuse hacerla feliz el resto de la vida. La recom-
     como si fuera un copo de nieve y él tomó mi dedo      pensaría cada minuto de cada día.
     con su manita, estoy seguro de que me sonrió
     amorosamente. El rencor del que antes les hablé       Pero esta enfermedad no me deja en paz, ape-
     se evaporó por completo en ese instante.              nas puedo mover los ojos, inmovilizado de pies
                                                           a cabeza. Ojala pudiera cambiarlo, ojala hubiera
     Enseñarle a atar sus agujetas, a andar en bicicleta   disfrutado cuando tuve la oportunidad, ahora mi
     y a verlo jugar en los columpios sentado junto a      esposa y mi hijo deben lidiar con un hombre que
     mi banca favorita fue fantástico. Es sólo que el      no sólo les falló sino que no puede ni valerse por
     rencor se acentuaba cuando se portaba mal.            sí mismo.

                                                           Cintia Nájera. Estudiante de la licenciatura en
                                                           Traducción UIC




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Muriendo Lento                                                    Jorge Farías Rodríguez
Josué quita sus ojos del retrato que se encuentra a un costado
de la cama, y mira al techo. Es blanco, como todo en el hospital.
Las paredes son blancas, los pisos son blancos, las sábanas son
blancas, las batas que usan todos son blancas; hasta las mal-
ditas enfermeras que lo vienen a despertar cada media hora le
parecen de entero blancas. El blanco lo desquicia, no quiere verlo
más. El problema es que cuando cierra los ojos sin tener sueño
se marea. Las flores que se encuentran en el otro costado de la
cama, han perdido toda su gracia, y le parecen un triste adorno
cuyo destino final, al igual que el suyo, es única e irremediable-
mente una muerte triste y lenta, muy lenta.


El único refugio que encuentra es volver su mirada al retrato. Ese
retrato, que a simple vista, sólo muestra a un hombre con una
mujer y dos niños divirtiéndose en la playa. Una familia como
cualquier otra. Pero para él es mucho más que eso, es un recuen-
to de todo, es lo que le trae los malditos recuerdos, y peor aún, lo
que le recuerda que está vivo.
                                   Fue en esa época, cuando en verdad sintió que podría ser feliz.
                                   En ese lugar caribeño, de arena blanca y agua cristalina. Josué
                                   recuerda cómo disfrutaba observando al viento mecer a las enor-
                                   mes palmeras, y sintiendo al sol dorar su piel, mientras una leve
                                   brisa lo refrescaba. Recostado sobre un camastro, era un rey que
                                   desde ahí lo controlaba todo. A su lado estaba su reina, esa mu-
                                   jer tan bella y de temperamento cándido como el de una flor.
                                   Sus dos hijos, Francisco, que en ese tiempo contaba ocho años
                                   y Marcela, que es dos años menor; jugaban felices a construir
                                   castillos de arena.


                                   En ese momento, como el rey todo poderoso, cuyo llamado pro-
                                   voca obediencia y exalta las emociones de sus vasallos, mandó
                                   llamar a sus hijos, quienes acudieron de inmediato. Era, según su
                                   consideración, indispensable capturar ese momento. Los colocó


                                                                                                       18
en el orden que se le figuraba más adecuado, y       unos tragos después de romperse el lomo en el
     programó la cámara. La imagen quedó guarda-          trabajo. Parecía algo tan inofensivo, quién iba a
     da para siempre, lo que él aun no sabía, era que     pensar que ese momento en el que se sintió tan
     las emociones y los sentimientos no pueden en-       liberado y tan feliz, sería el inicio del fin.
     cerrarse en una imagen para conservarlos eter-
     namente.                                             Los doctores dicen que es algo genético, hay
                                                          gente que es así, prueba una copa y ya no pue-
     No está seguro de en qué preciso momento em-         de parar. Pronto dejaron de ser copas, y empe-
     pezó a cambiar todo. Lo único que tiene como         zaron a ser botellas. Los compañeros del traba-
     verdad irrefutable es que la bebida fue el princi-   jo, lo comenzaron a evadir, y entonces conoció
     pal detonante de todo. Ese maldito vicio que lo      a su nuevos amigos, esos amigos que en cuanto
     tomó de improviso y que lo fue consumiendo de        se le acabó el dinero y comenzó a beber bote-
     a poco, barriendo al mismo tiempo con todo lo        llas de perfume en los basureros, lo abandona-
     que él amaba. Fue en una de tantas noches, en        ron sin dudarlo.
     las que se iba con los compañeros del trabajo
     a tomar un trago. Recuerda que él nunca ha-          A su familia, la fue destruyendo paulatinamente.
     bía tomado, jamás, ni siquiera en la universidad,    Por varios años, su mujer, se mantuvo a su lado
     cuando todos sus compañeros lo hacían cada           e intentó rescatarlo de todas las maneras. Pero
     fin de semana. En realidad no le había llamado       las garras del vicio, ya lo tenían bien sujeto y no
     la atención. Sin embargo, en esa ocasión, le dio     estaban dispuestas a soltarlo. Él se comporta-
     curiosidad probar lo que se sentía relajarse con     ba como un necio y le decía una y otra vez que
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de soportarlo y en ese momento, decidió irse de
                                                      la casa. Fue entonces, cuando se consumó su
                                                      decadencia. Dejó también su trabajo y se gas-
                                                      tó sus últimos centavos en licor barato y malas
                                                      compañías. Cuando se le terminó el dinero, co-
                                                      menzó a beber cualquier cosa que contuviera
                                                      alcohol y acabó viviendo en la indigencia alre-
                                                      dedor de los basureros. La congestión alcohó-
                                                      lica lo hubiera matado, de no ser porque una
                                                      señora, al notar la calidad de su traje y lo poco
                                                      que quedaba de ese hombre de buen aspecto
todo estaba bien y que él se encontraba en total
                                                      y nivel social, lo creyó víctima de un asalto y lla-
control de la situación. Sí, como no, él ya no
                                                      mó a una ambulancia. Él hubiera preferido que
controlaba nada, y mucho menos a sí mismo.
                                                      lo dejaran ahí, pudriéndose.
Ella inclusive acudió a Bernardo, su mejor ami-
go, el único que en verdad lo quiso por lo que él
                                                      Según las enfermeras, ya lleva más de un mes
era. Pero de nada sirvió, al contrario, al sentirse
                                                      en el hospital, sabrá Dios quién se encarga de
acorralado por el amor y la razón, enfureció y se
                                                      pagar la cuenta. Probablemente, la misma per-
tornó brutal. La riña con su amigo fue tan violen-
                                                      sona que le envió las flores. Nadie lo ha venido
ta que a partir de ese momento no le ha vuelto
                                                      a visitar en todo este tiempo. No los culpa. Se-
a dirigir la palabra.
                                                      guramente, todos desean su muerte. Él mismo
                                                      la desea. Los doctores han hablado con él y le
Sus hijos, al igual que su fiel esposa, mantuvie-
                                                      han explicado que su hígado se encuentra da-
ron su ofrenda de amor por muchos años. Él
                                                      ñado, sin remedio y que su salud ira en decre-
se dedicó a pisotearla una y otra vez. Recuer-
                                                      mento, hasta que finalmente muera, pero tam-
da muy bien sus ojos, esos ojos que llenos de
                                                      bién le han asegurado que no será rápido.
terror, inundados por el llanto, y que aun así en
el fondo seguían llenos de amor; del amor más
                                                      Josué mira de nuevo la insoportable blancura
puro que pueda a existir. Su hijita, tan pequeña
                                                      del techo, sin embargo, el cruel recuerdo de
y tierna… En esas noches, en las que él llega-
                                                      quien fue rey y terminó como el peor de los
ba borracho y violento, y los encontraba a ellos
                                                      mendigos, no se borra. Ahora está desahucia-
como las víctimas perfectas, Francisco intenta-
                                                      do, y no tiene opción alguna que no sea obser-
ba comportarse como un hombrecito y proteger
                                                      var cómo se proyectan esas imágenes que lo
a su mamá y a su hermanita. Pero era tan sólo
                                                      torturan en ese techo que se ha convertido en
un niño. Un niño que debía ser protegido por
                                                      la pantalla que presenta las desventuras de su
ese hombre que en lugar de eso profería insul-
                                                      vida; mientras espera a que la muerte se lo lleve
tos y rompía cosas.
                                                      poco a poco, lenta, muy lentamente.

La misma situación siguió por años, hasta que
                                                      Jorge Farías Rodríguez. Estudiante de la
un día esos ojos inundados, se cristalizaron y
                                                      Maestría en Guionismo
por primera vez reflejaron odio. Él no fue capaz
                                                                                                             20
                                                                                                             20
Michelle Rojano Valdez




     Al recordar los castillos de cartón, me enamoré.      placer gramatical de sus movimientos son culpa-
     La miré, esas, sus curvas en los ojos; en sus ma-     bles de mi agonizante movimiento llamado Eros.
     nos; las muñecas de las mismas; sus dedos de-
     formes parejamente a sus rodillas, las curvas de      Mi cuerpo, mis geografías femeninas se hacen
     sus sientes hermosamente chuecos, la estructura       potentes cuando me dice que soy lo maldito de
     de sus curiosos senos, la mire y la curvé.            un poema. El significado de un recuerdo, las tex-
                                                           turas delirantes de las imágenes deseables en la
     Ese culo, la forma en que su caminar y sus fogo-      memoria.
     sas sustancias fórmulas le hacían el amor al pa-
     vimento, se lo follaba, lo lamia con los pies. Sus    Que infortunio es tenerte en mis recuerdos, mujer.
     cabellos me miraron, me sedujeron; y la geografía     Te hago de todo en mis recuerdos, tanto que este
     de su erotismo tiene más de mil ojos.                 poema está escrito en el recuerdo de ti.


     Me hundí en el océano que traigo dentro, el placer    Michelle Rojano Valdez. Estudiante de Comuni-
     de sentir el olor de sus muslos caminando; bai-       cación UIC
     lándome, tiene una grandeza a la hora de llorar.
     Llora por los poros, por las uñas, por los pezones,
     por las orejas, por el sexo, pero sus gestos y el

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Me crié en la tierra
                blanda y húmeda
                                                                               Carlos Navarrete
Me crie en la tierra blanda y húmeda, que ali-        y estructura para estirar el hilo dos veces – no
mentaba de pureza el paisaje en el que viajaba.       entendía que decía—pero sus señales pedían
Sus ríos eran la verdad que corría de su cuerpo       que imitara el movimiento. Con torpeza hice a
hecho montaña, pero la soledad embargaba el           un lado lo que recibí de su gentil hartazgo, pero
ambiente de un eco, que pronunciaba mi nom-           el vahó de su boca choco con mi aire y respire
bre por las mañanas. ¿Por qué el tiempo abre          por primera vez lo que sería el acíbar de mis días
brechas, en lugar de puertas dignas para su hijo      en primavera, cuando el cuerpo acaba sudando
de calor y arena?                                     y fatigado por la explosión de emociones que
                                                      exacerban su mayor amistad con los sentidos
Estaba frente a mí, un sol de medio día. Tenía        del cuerpo y los receptores de aquello que la
los rayos por delgadas hebras; su luz se con-         gente habla para copular en el entretiempo, es-
centraba en lo blanco de la piel. Y el cuerpo era     tío y el frío suelo de octubre a diciembre.
distinto, durante las noches de estrellas y lunas
brillantes era mi figura arrastrada por la veleidad   Te escribo una carta con los dedos, en la azotea
de su canto sordo, no tuve voluntad propia para       de un edificio que dicen, se encuentra en el cen-
ofrecer mis rezos a aquellos bellos ojos. Pero        tro de la ciudad, pero con franqueza aportaré a
algo hacia tan humana su figura, que retomaba         la descripción lo que yo llamaría, falta de organi-
en lo complejo de la mente, el contorno que tras      zación poblacional.
la luz no tenía sentido explicar, su origen único.
                                                      Las estrellas, tenues bajo el cielo de nata gris, no
-¡Oh!, sí Xibalba tuviera cabida en un mundo          me han devuelto la respuesta de la última carta
destruido como éste. Mi castigo sería, ser devo-      que te envíe. Esperaría que tu respuesta fuera de
rado por el jaguar noche tras noche                   manera horizontal, para no perder la costumbre
                                                      de leer que eres tú, nuestro orgullo pictográfico.
Estiró las manos para ofrecer en ellas, lo que ali-
mentaba a una población gris. Con cierto tino         Dibuja en ella, lo que los viejos han contado, lo
tome, lo que era algo estrepitoso corriente a la      que el cauce del río lleva en su torrente de vida.
vez, pero original de colores que no tenían la        Saluda al jefe, a mi padre, a mi madre y sobre
textura del amate y los colores corrientes de la      todo cuéntale al sacerdote que estoy con el sol
tinta de hollín o el rojo áspero de hematita.         de viento.
                                                      					Huitzilihuitl
Agarró dos hilos imaginarios con la yema del
                                                      Carlos Ernesto Navarrte. Estudiante de Bachi-
pulgar y el índice, la otra mano repitió el mis-
                                                      llerto UIC
mo ejercicio y se unió a su hermana de carne
                                                                                                             22
Al verme al espejo puedo adivinar que mi interior es el de una
                     anciana de ochenta años atrapada en el cuerpo de una de veinte.
                     Más seco que un desierto, incluso me parece más sencillo que
                     algo tenga vida en uno de ellos. No hay nada en mi interior que
                     pueda darme lo que busco, estoy vacía… hueca y podrida por



     Cintia Nájera
                     dentro. Aseguro que si pudiera ver mi interior, vería no un cuerpo
                     hermoso y glorioso en sus primeros años de vida sino un cuerpo
                     lleno de yagas, úlceras y porque no, también espinas.


                     ¡Ay Sofía, Sofía, Sofía! Me dice Carlota-- ya no digas tonterías
                     ya no pienses esas cosas ¿acaso no ves que Dios nos ha dado
                     el don más maravilloso de todos? Podemos vivir una vida libre,
                     sin problemas ni complicaciones. Jamás sufriremos lo que sufren
                     todas las madres, jamás tendremos la desgracia de llorar por un
                     hijo.


                     Carlota continua parloteando mientras yo veo mi vientre vacío y
                     plano. Siguió zumbando como una avispa al asecho. En mi cuer-
                     po no hay más que estrías, el único remanente de que alguna vez
                     tuve la oportunidad de ser madre. Después de algunos minutos
                     reacciono y me doy cuenta de que debo ir al trabajo, me pongo
                     un vestido negro y unos tacones del mismo color. Salgo a toda
                     prisa del departamento.


                     Ah Sofía, Sofía, somos tan afortunadas. Miremos a esa madre
                     con su niño (el niño es hermoso y es un pequeño, apenas si pue-
                     de caminar)… miremos como se enoja y como se desespera… ya
                     no aguanta. Pensemos que nunca perderemos la figura. Siempre
                     seremos hermosas. Nunca nos desvelaremos por darle pecho, no
                     nos preocuparemos cuando esté enfermo, no lloraremos cuando
                     vaya a la escuela ni cuando crezca y diga que nos odia. Tampoco
                     sufriremos porque se va de nuestro lado para hacer una familia.
                     No lo necesitamos.


                     De pronto alguien me empuja para rebasarme, estoy caminando
                     hacia el trabajo, sólo me faltan un par de calles. Aunque no re-
                     cuerdo cómo fue que llegue hasta aquí. Últimamente Carlota me
                     distrae demasiado, no para de hablar y yo no pongo atención a lo
                     que hago. Además ya ni siquiera me deja sola, antes se iba con

23
Sin embargo, sé que no lo era, como a la una de
la tarde comencé a tener hambre, tenía antojo
de fresas con crema y además casi era hora de
salir a comer. Carlota fruncía el ceño. Fuimos a
comer al restaurante de la esquina de la oficina.
Sí había fresas con crema, así que me comí un
plato entero, Carlota no quiso, estaba de malas
de seguro quería copiarme y decir que también
estaba embarazada, ella y sus ascos falsos.


En cambio yo si tenía ascos reales, de esos ma-     Calla le dije—y fuimos a comprar la prueba de
reos matutinos que te duran todo el día y que te    que ella estaba mal y yo bien porque no me equi-
recuerdan que estás esperando a un ser hermo-       vocaba yo era muy intuitiva.--Santiago, mi es-
so a un ser humano tan pequeño y hermoso que        poso, llegaría en cualquier instante y se alegra-
apenas podría sostener mi dedo índice con toda      ría de la noticia. Últimamente teníamos muchos
su manita.                                          problemas por mi situación, me reclamaba todo
                                                    el tiempo, Carlota era la única que me defendía,
Llegué a casa con Carlota corriendo casi volan-     ella siempre argumentaba que así éramos feli-
do, ella sugirió que debíamos ir a la farmacia a    ces y que no necesitábamos de nada de eso. Y
comprar la prueba de embarazo para que salié-       le decía que podía irse y abandonarnos. Ella me
ramos de dudas o más bien yo saliera de dudas       cuidaría, ella vería por mi bienestar y felicidad.
porque ella estaba segura de lo que pasaba me
decía: Sofía, Sofía esto no es más que un inven-    Con mucha emoción regrese al departamento y
to tuyo.                                            destape la prueba había que esperar cinco mi-
                                                    nutos. Unos cinco minutos muy largos porque
                                                    caminaba en círculos sin quitar la mirada de en-
                                                    cima de la prueba. Carlota se recargaba en la
                                                    pared y me miraba con desaprobación.


                                                    Cuando por fin pude ver el resultado ella me
                                                    dijo... no los dije, ¿no lo hice? Somos como un
                                                    desierto, somos una anciana, atrapadas en el
                                                    cuerpo de una de veinte… gritaba cada vez más
                                                    fuerte; hueca, vacía, seca. Se burlaba, se mofa-
                                                    ba de mí y me decía cosas horribles, cosas que
                                                    ya no podría soportar. Así que no lo pensé dos
                                                    veces y le tapé la boca con las manos y la sos-
                                                    tuve con el cordón de la cortina del baño hasta
                                                    que se calló.

                                                                                                         24
ta me pregunta que me sucede. Respondo: Car-
                                                        lota, siento que por fin tendré lo que más deseo
                                                        en esta tierra.


                                                        Sofía, Sofía, Sofía… cuando aprenderemos. No
                                                        podemos tenerlos, resignémonos, aprendamos
                                                        a ser felices de esa forma. Cuando lleguemos
                                                        a casa iremos por una prueba rápida. Sólo para
                                                        que salgamos de engaños. Sólo faltan unas ho-
                                                        ras.


                                                        Apenas eran las once de la mañana y yo salía
                                                        hasta las seis de la tarde, estaba sentada en mi
                                                        oficina esperando a que pasaran las horas. Es-
     sus amigos a divertirse o iba a la escuela. Pero
                                                        taba ansiosa y me paraba de cuando en cuando
     ya no me deja, ahora camina todo el tiempo a mi
                                                        para caminar en círculos. La gente de las ofici-
     lado izquierdo. Si por ella fuera me acompañaría
                                                        nas contiguas me miraba con extrañeza. Y claro,
     hasta en mis sueños.
                                                        tenían plena justificación, parecía yo una leona
                                                        enjaulada. Carlota se reía de mí, porque decía
     La señora con él hijo que Carlota me describía
                                                        que era demasiado exagerada.
     volvió a mi mente. Tenía razón ya no aguantaba
     al pobre niño…entonces si la señora ya no lo       Cintia Nájera. Estudiante de la licenciatura en
     quería yo podría quedármelo, podría darle una      Traducción UIC
     buena educación. Podría amarlo y protegerlo
     con mi vida por el resto de mis días. Me doy la
     media vuelta para buscar a esa señora, ella no
     se merece tener un hijo tan hermoso pero yo sí
     porque yo lo quiero, es sólo que no puedo tener-
     lo. Mi cuerpo es como un basurero.


     No, no, no hagamos eso—interviene ella—Car-
     lota me dice que eso es malo, que no lo ha-
     gamos. Que si decido hacerlo estoy sola. Por-
     que además debemos retroceder, debemos ir
     a trabajar, ya es tarde. Y entonces siento como
     mis entrañas cambian de lugar, como si mis in-
     testinos se comprimieran hacia arriba casi hasta
     el pecho para hacer espacio a la bolsa donde
     crecería mi bebé. Siento como mis costillas se
     abren. Me retuerzo un poco por el dolor y Carlo-

25
Ismael Hernández Valencia
Desde tiempos ancestrales la muerte ha sido re-    que llegáramos a tener, se compensa con una
presentada por el miedo y la obscuridad. Miedo     profunda decepción futura, y, aunque ésta no
a dejar asuntos incompletos, a no vivir el sueño   llegue, la esperamos y esto nos impide disfru-
deseado, a no conocer a la persona con la que      tar aquello que nos hace sonreír. ¿Quién mane-
pudimos pasar el resto de nuestros días.           ja este sádico equilibrio? Para los griegos, Eros
                                                   era la contraparte de Tánatos.
¿Por qué representamos así a la muerte, si no
conocemos nada de ella? Sólo observamos            Eros propiciaba placer y amor, mientras Tána-
desde una perspectiva ajena lo que la muerte       tos propiciaba la muerte. ¿La percepción del
produce; lo que nos produce a nosotros: el do-     placer siempre está ligada al sufrimiento? ¿Por
lor, la importancia y el sufrimiento.              qué muchos rehúyen del amor, siendo el amor
                                                   la contraparte del sufrimiento? La vida, desde
Deseamos que aquellos que se han ido regre-        mi perspectiva, es un constante dolor, que se
sen, y daríamos lo que fuese por tenerlos con      alivia y se puede llevar con pequeñas dosis de
nosotros de nuevo; vivos. Lo irónico de la vida    felicidad.
es que este tipo de sentimientos los vivimos día
a día.                                             Pero, hasta ese momento, hasta que Tánatos
                                                   tome tu mano, hasta que el último aliento sal-
Podemos contemplar como nuestras ilusiones         ga de la boca, estás ligado a este mundo físico,
y felicidades se derrumban ante nuestros ojos,     lleno de desagradables acciones y seres. No es
y no podemos hacer nada para impedirlo. La         posible mejorarlo, pero si cambiarlo.
vida es una pesada carga en los hombros que
                                                   Ismael Hernández Valencia. Estudiante de Ba-
los muertos no tienen que soportar. La felicidad
                                                   chillerato UIC




                                                                                                       26
La Faz In Ante
                                                  Alexa Pineda Axtle

     In:


     Muchos te temen niña mía, ja, ja, ja…


     Anhelo de llegada, consejo y consuelo, el día que cesará mi es-
     pera. Krisnaloka será la próxima parada, no más medios. Felici-
     dad y tristeza sin alborozo, nada puede ya descontrolar mi buen
     juicio. La restricción de mis sentidos apartados y conciencia ina-
     movible, abren las puertas hacia el oculto néctar de la mama rosa
     y el trance hacia el último viaje, idolatrada llegada después de
     cientos; inagotables y aparentemente irracionales.


     Sin rencores y sincera, mujer consistente, con el trabajo más
     complicado de todos. El no tomar venganza y simplemente cas-
     tigar a quien no cumple su palabra. Tú, aquélla que siempre me
     acompaña sin decir una palabra, compartiendo a mi lado el cinis-
     mo, mejor que la hipocresía. Si he de morir, no quiero perder tu
     recuerdo.


     Fuiste en la encrucijada de esta vida ya perdida, la luz de mi oca-
     so, quien se sentó frente a mí, sacó mis pies del lodo sin tocarme
     un sólo dedo; simplemente se burló de mi mediocridad, obligán-
     dome a ganarle, a ese candado que me ataba al vacío, mis vicios.
     Jamás olvidaré tu aliento a la mitad de mi podrida vida, en la que
     ahora bailo. Estoy dispuesta a contárselo a todos… Al regalarle el
     sol “Santa Muerte”, le otorgué un día de luz a mi sombra.



27
Ante:


Mortal…


Egoísmos inhumanos, únicos de gente pensante, tributos falsos e in-
consciencia, ríen, pero no escucho felicidad en su voz vacía, hechizados
de nacimiento, aptos únicamente para ver la ilusión material, mal edu-
cados al cuestionar su identidad; escondites llenos de gran vacío. Son
ustedes la fría sequedad que aparece, cuando no existen. La necesidad
de decidir aparece si toco, como una sombra húmeda, cuando busco su
fría soleada, congeladas cimas de resguardo aparentes, las montañas
más claras, me reflejan su estancia.


Humillo cualquier estado que ignore mi presencia y con ella no se trans-
forme. Aún no he pedido desesperadamente por ti, ustedes son el com-
puesto que me llena eterna, pasarán los siglos y seguiré regresando aquí,
planeta medio. El día que me abandones al traicionar tus sensaciones,
jamás volveré a verte. A la postre saciaré la sed más seca del pobre hu-
mano y castigaré el desperdicio del rico animal. Las oréades los acogen
y los impulsan hacia tierras ya disueltas en pavimento sin color, calles
tristes, infestadas del ser más vacío.


Algún día el Levante tocará con delicadeza sus cuerpos, pero no existirá
ya distancia entre tiempo y espacio, todo quedará reducido, vulgarizado,
siniestro. Urim y Tumim renacerán, cada uno vivirá un destino personal,
no importa cuánto tiempo pase. Esconden su gran vacío en lo que tienen
y nunca llegan a ser. Renuncia a poseer e indaga hacia adentro, al en-
contrar las respuestas tropezarás una y otra vez, con la imagen de esta
silla, y mi sonrisa.


Alexa Pineda Axtle. Estudiante de la Maestría en Guionismo UIC




                                                                            28
Un Roce de Labios                                                             Ranmses Ojeda




     Cuando la vio, mientras se miraba por el espe-
     jo, sintió el frío que le calaba hasta los huesos,
     como si de repente una marejada de emo-
     ciones se colisionara instantánea y continua-
     mente dentro de él. Alejo logró ver su cuerpo
     temblando, empapado, cruzando los brazos,
     abrazándose para evitar sentir frío; protegién-
     dose, sin saber de qué. Sólo logró verla por
     un instante para después enloquecer.


     	 Habían pasado quizá seis o siete días des-
                                                          gente murmuraba que la vida de Lucia junto a Ale-
     pués del funeral de Lucia. Alejo había perdido
                                                          jo, se había convertido en un suplicio de indiferen-
     la consciencia del tiempo. Desde entonces el
                                                          cia por no haberle dado hijos.
     día y la noche pasaban desapercibidos para
     él. Era como si Alejo estuviera en el tiempo
                                                          	 Alejo siempre imaginó que se amarían por mu-
     pulsando a un ritmo diferente, con el alma
                                                          cho tiempo, que la vida les tenía aún muchas sor-
     errática por el agudo dolor que tenía por la
                                                          presas por compartir, como el viaje a Marrakech,
     ausencia de Lucia.
                                                          que planearon desde que fueron novios, las miles
                                                          de tardes que pasarían en el café discutiendo su
     	 Duró llorando, inevitablemente, durante
                                                          impresión estética después de salir del cine, o los
     muchos días. Había perdido el control de sus
                                                          cuatro perros que criarían en su casa de Bahía
     emociones, las lágrimas le salían sin poder
                                                          Kino, junto a sus tres hijos; cuando estos nacie-
     impedirlo, en automático, como si con ellas
                                                          ran.
     estuviera vaciando un mar de angustia.

                                                          	 Alejo se preguntó miles de ocasiones, durante
     	 Nunca creyó perder así a Lucia. Se había
                                                          todos esos días, cuáles habían sido las razones
     ahogado en la piscina de su casa, mientras
                                                          de la muerte de Lucia, porque muy en el fondo
     nadaba. Aunque en el funeral muchos mur-
                                                          los rumores le hacían ruido y comenzaron a in-
     muraron que lo había hecho a propósito. La
29
quietarle. Ni siquiera pudo despedirse de ella. Ni   dad empezó a disiparse de sus sentidos. Al abrir
siquiera pudo ver sus ojos por última vez, para      los ojos la imagen de Lucia se había desvaneci-
insertar eternamente en su memoria la imagen         do entre la obscuridad de su habitación y la de
de Lucia.                                            su alma. Con un roce de labios, en la boca de
                                                     Alejo, Lucía había dicho adiós y esta vez para
	 Al verla en el reflejo del espejo, lo único que    siempre.
logró hacer fue suspirar. No pudo reaccionar
de inmediato. Se quedó azorado, con la men-          Ranmses Ojeda.
te confundida y conmocionada. En ese tiempo
Alejo hubiera querido abrazarla, preguntarle el
por qué de su determinación, pero la impresión
lo paralizo.


	 Cerró los ojos por un instante, un poco más
del tiempo de un parpadeo, para asegurarse de
que no se trataba de una alucinación. Entonces
sintió un aire gélido que se metía en su alma,
cuando advirtió la presencia de Lucia a su lado
y un instante después el roce de sus labios fríos
en su boca.


	 Durante ese momento un torrente de recuer-
dos cruzaron por su pensamiento. Y la tranquili-

                                                                                                        30
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•	 Los textos deberán ser originales en idioma español o cualquier otro idioma. En caso de otro
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•	 Tener una extensión de dos cuartillas como mínimo y cinco cuartillas como máximo.


•	 El tema del cuarto número es Entre la guerra y la paz.


•	 Enviarse en formato digital Word a 12 puntos, letra arial, espacio sencillo.


•	 Citar las referencias bibliográficas mediante el sistema americano (APA).


•	 Las citas textuales se harán al pié de página, al igual que notas de traducción, si es el caso.


•	 La bibliografía al final del escrito, si es el caso.


•	 Incluir ficha del autor: nombre completo, licenciatura o posgrado, semestre y datos de contacto.


•	 El plazo es a partir de la publicación de la convocatoria hasta el 30 de junio de 2013.


•	 Los textos presentados quedarán sujetos a la aprobación del editor para publicarse.


•	 Los textos deberán ser enviados al correo: rojeda@uic.edu.mx.

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EL QUIJOTE.pdf Libro adaptado de la edicion vicens vives de clasicos hispanicoss
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áGora 3 ed

  • 1.
  • 2. Comité Editorial Ranmses Ojeda Diseño Gráfico Alejandra Enríquez Colaboradores Ángel Ismael Luna García Patricia Torres Villarruel Laura Viridiana Ruiz Gálvez Alexa Pineda Axtle Juan Jorge Farías Rodríguez Calos Ernesto Navarrete Coronado Michelle Denise Rojano Valdez Ismael Hernández Valencia Ranmses O. Barreto Mtro. Ranmses Ojeda Barreto Director de la Revista Departamento de Difusión Cultural Lic. Dora María Gómez Alonso Jefa de Departamento Mtro. Ranmses Ojeda Barreto Encargado de Intercambio Cultural y Evaluación Prof. Israel Reyes Zuñiga Encargado de Comunicación Cultural Grupo de Escritura Creativa Departamento de Difusión Cultural Universidad Intercontinental Insurgentes Sur 4303 Colonia Santa Úrsula Xitla, Tlalpan, México D.F. @Agora_VirtualEC
  • 3. Índice 1 Directorio 2 Índice 3 Presentación Ranmses Ojeda Sobre el impulso a la vida en Descartes 4 Ángel Luna García 5 Mala Jugada Patricia Torres Villarruel 6 Luz de Enero Carlos Navarrete 7 Tánatos Laura Ruiz Gálvez 8 Al mirar por la ventana Cintia Nájera Palpables testimonios 9 Muriendo Lento Jorge Farías Rodríguez geográficos Michelle Rojano Valdez 10 11 Me crié en la tierra blanda y húmeda Carlos Navarrete Coronado 12 Desierto Cintia Nájera 13 Vida, Sufrimiento Ismael Hernández Valencia La Faz In Ante Alexa Pineda Axtle 14 15 Roce de labios Ranmses Ojeda 2
  • 4. Ágora es una publicación de carácter universitario sin fines de lucro. //es.scribd.com/agora_virtual @Agora_VirtualEC Las opiniones enunciadas en la expresión artística son responsabilidad de sus reali- zadores. La Universidad Intercontinental, en un ejercicio de extensión de la cultura, abre un espacio para su difusión. Pero no representa la opinión de la Universidad. 3
  • 5. Presentación Hay un momento en nuestra existencia que inevitable enfrentamos aquello, que la mayoría de noso- tros desearía nunca hacerlo, la muerte. El enigma que a través de muchas concepciones del mundo se ha tratado de descifrar. Es por ello que encontramos múltiples interpretaciones respecto a ella, tantas como las necesarias para explicar el dolor que provoca un acontecimiento así en nuestra vida. La tercera publicación de Ágora Virtual tiene como tema central la muerte. Una publicación que representa un enorme esfuerzo, en ocasiones casi insostenible, de todos los que colaboramos para que este espacio universitario permanezca. Entre Eros y Tánatos es presentado desde muchos enfoques, desde el ensayista, narrativo, y poético, hasta el psicoanalítico. Todos desde un peculiar punto de vista sobre el sentido inexplicable del inicio y término de la existencia. Cada uno de los textos arrebata la atención sobre la interpretación que le damos a este aconteci- miento. Constituyen un punto de encuentro entre los significados más profundos y dolorosos de la existencia. Quizá sea una verdad lo que dicen: lo mejor de la vida es la muerte, por eso, está al final. Ranmses Ojeda 4
  • 6. Ángel Luna García Un tema que ha motivado amplios debates, Scharfstein (1980) refiere que desde los inicios, congresos y escritos en el ámbito psicoanalítico la vida de Descartes estuvo matizada por ex- es el correspondiente a las pulsiones de vida y periencias de pérdida y muerte, pues su madre muerte (Eros y Thanatos), en particular sobre la muere en parto cuando él tiene trece meses de clasificación y naturaleza atribuidas por Freud vida, siendo que la pequeña nacida de aquel en sus últimos escritos. En el presente artículo trágico momento, moriría al poco tiempo. Seña- se considera dicha noción en Freud para reto- la también (Scharfstein, 1980) que durante su in- mar y reflexionar algunos aspectos de la vida y fancia, Descartes vivió las constantes ausencias obra del filósofo que se dedicó a la búsqueda de de su padre debido a los múltiples viajes que la verdad, y por novelesco que suene, el filósofo exigía su diplomática labor, por lo que el cuidado que se dedicó a la búsqueda de la vida misma, del pequeño fue delegado a su abuela y nodri- René Descartes. zas. Su padre muere cuando el filósofo cuenta con catorce años de edad, momento en que vi- Ya desde 1920 (Laplanche y Pontalis, 1967) vía en un internado. Es, al padre Charlet, a quien Freud planteó lo que serían los dos grupos de formalmente Descartes agradece la guía, aten- pulsiones que consideraría durante el resto de ciones y paternalismo, que lo motivan a conce- su obra, las pulsiones de vida y las pulsiones de bir la búsqueda de la verdad como el último fin muerte; las primeras serían dirigidas a la con- valioso de la existencia. Se puede afirmar que, a servación de las unidades vitales existentes, pesar de que a temprana edad el pequeño Des- permitiendo la construcción de unidades más cartes mostraba una insaciable curiosidad por amplias. El segundo grupo de pulsiones estaría conocer las causas y los efectos de todo (por lo constituido por aquellas que tienden a la des- que merece que su padre lo llame “mi filósofo”), trucción de las unidades vitales, buscando con no es sino por el empuje de Charlet, así como ello, una nivelación radical de tensiones y un re- por la posterior amistad con Isaac Beeckman, torno al estado inorgánico; como consecuencia, que aparece la figura del genio, reflejada en sus se generaría una pugna entre ambas tendencias vastos escritos (Scharfstein, 1980). constitucionales, donde cada una buscará la satisfacción propia, repercutiendo en la antagó- Retomaré un sueño de Descartes para poste- nica. Es en este punto donde podemos realizar riormente profundizar y relacionarlo con el tema un puente entre dicha noción y la vida de Des- de interés; Scharfstein (1980) señala que a la cartes. edad de veintitrés años, el joven filósofo tuvo 5
  • 7. Con respecto a sus investigaciones médicas, lo cual evidencia una constante búsqueda de la comprensión sobre la enfermedad, la vida y la muerte, Descartes escribió: “en lugar de encontrar los medios para conservar la vida he ha- llado otro, mucho mas fácil y seguro, que consiste en no temer a la muerte”3. Descartes opta por la aceptación de todo lo que ocurre, atribuyéndolo a un Dios que configura lo existente, que dota a los seres humanos de lími- tes en cuanto a la comprensión, que siempre se mantiene presente y motivando el entendimiento de los fenómenos de la naturaleza, pero con el debido respeto. Se considera que Descartes era cuidadoso con respecto a su insaciable curiosi- dad, según su biógrafo Baillet, quien refiere que tres sueños que resultaron paradigmáticos y de- en sus últimos momentos, el filósofo señaló que terminantes en su vida. En el primero y más sig- aceptaría el sacrificio voluntario que le ofrecía nificativo según el autor, Descartes se encuentra la expiación de todas su faltas en la vida, pues a sí mismo paseando por las calles y curvado el libre uso de su razón le permitió abstenerse hacia la izquierda para contrarrestar una enorme a querer penetrar con demasiada curiosidad en debilidad que siente en el lado derecho; en el los decretos de Dios. Otro rasgo significativo sueño se siente avergonzado y trata de endere- de la vida de Descartes fue su gran distancia zarse; señala: “como un solitario caminante al anochecer, decidí avanzar len- emocional con respecto a las personas que le tamente y poner tanta circunspección en todas las cosas que, a rodearon, así como la orgullosa declaración de cambio de adelantar poco, al menos evitaría caer”1. buscar lo mejor por sí mismo, siendo que nadie Una característica en Descartes es la búsqueda de amistades en la gente honesta y corriente, aquellas personas que quizás no había leído muchos libros, pero que poseían un auténtico buen sentido y uso de la razón natural, pues para el filósofo, dichos individuos podían juz- gar las cosas mejor que muchos pensadores (Scharfstein, 1980). Son estas personas quienes lo guiaron en la búsqueda de la verdad empírica, con el único fin de aumentar el poder y la salud de los hombres, como él mismo se refería a su vocación de vida: “la meta principal de mis estudios fue siempre la conservación de la salud”2. 1 Los filósofos y sus vidas, Scharfstein, 1980, pág. 141 2 Los filósofos y sus vidas, Scharfstein, 1980, pág. 144 3 Los filósofos y sus vidas, Scharfstein, 1980, pág. 141 6
  • 8. debía nada a nadie. Se caracterizó también por tos, el primero, atribuido por el nacimiento, el su gusto a la soledad, por el valor y la inteligen- segundo, heredado a nivel psicológico y evoca- cia para encontrar un camino metódico que lo do en las diversas experiencias de enfermedad llevara a mantener su existencia y seguir ade- y pérdida. lante. Finalmente, tras responder a la invitación de la reina Christina (quizás con la perspectiva Se puede pensar en el padre de Descartes de convertirse en el filósofo de la reina) murió como aquel que al señalarlo como “mi filósofo”, en Suecia probablemente de neumonía en 1650 lo motiva a continuar con su insaciable curiosi- (Scharfstein, 1980). dad y uso de sus facultades intelectuales, las cuales se verán reconocidas y estimuladas por Retomando los primeros años de existencia, figuras como Charlet y Beeckman, a lo que el podemos comprender el empuje por mantener filósofo las aceptará, explotándolas a favor del y comprender su vida, pues son estas tempra- conocimiento y de su propia existencia, gene- nas heridas, aunadas con el constante cuidado rando un legado incomparable. La tendencia al de su abuela y nodriza, lo que marca la voca- aislamiento, renuencia al contacto afectivo y el ción del pequeño que sobrevive con una culpa valor que otorgaba a la razón, se pueden com- inconsciente al considerarse el causante de la prender como medidas defensivas ante el re- muerte de su madre. Esto nos permite lanzar cuerdo y dolor que implica la pérdida, así como una hipótesis, pues será en la búsqueda de la por el riesgo percibido en delegar la felicidad a vida e inevitable encuentro con representacio- otro individuo, siendo que el control le brindará nes de la muerte, que Descartes persiga a su la completa responsabilidad de él mismo. propia madre, pero temiendo el castigo que trae la culpa, debilidad confirmaba por su constante No es justo enjuiciar estas tendencias en Des- exposición a enfermedades y pérdidas durante cartes, sino el comprenderlas como una pro- los primeros años; es Descartes por lo tanto, el pensión a la vida y resguardo ante el frágil cuer- gran expositor de la pugna entre Eros y Thana- po y sentimientos melancólicos del filósofo, una 7
  • 9. clara evidencia de la pugna constitucional que planteaba Freud. Serán la búsqueda de la vida y la verdad, la culpa inconsciente sobre la muerte de su madre, las primeras pérdidas, el temor a su propio fallecimiento y la renuencia a pagar el precio que implica un vínculo íntimo, los ejes guias en la obra y concepción de la vida en el filósofo. Se guía también con el respeto a los limites que señala el Dios que le acompaña, re- presentación de su ideal de padre, y de Charlet, Dios que le brinda comprensión y capacidades a cambio del respeto por su figura y límites es- tablecidos; ¿no implica el respeto a la vida, el respeto a los limites propios, del otro y de la naturaleza?. Es con base en las capacidades intelectuales y dejar un legado a la humanidad vigente, como cognitivas, que Descartes encuentra una com- por ejemplo, lo correspondiente a sus estudios pensación a su lado derecho débil en el sueño matemáticos. (representación de la culpa, pérdidas y debilida- des); compensación que sirve de instrumento Será pues menester entender las vías por las que para la ejecución dinámica y económica de una la pulsión de vida suele manifestarse, compren- fuerte pulsión de vida, reforzada por sus ca- der la posibilidad de sublimar la misma existen- pacidades de genio, que no sólo lo mantienen cia para provecho de la humanidad, generando vivo, sino le dan energía suficiente como para un tesoro que resulta invaluable. No me queda más que concluir que tan amplia como es la vida y obra de Descartes, lo es la concepción de las pulsiones de vida y muerte, pero sobre todo, la forma en que actúan sobre los seres humanos, la forma en que nosotros mismos tomamos es- tos recursos para mantenernos en la constante dinámica de la existencia, no sólo orgánica, sino a nivel psíquico expresada no sólo en mecanis- mos, sino en la espontaneidad, la creatividad, la entrega y la experiencia misma de vida. Ángel Luna García. Pasante de la Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica. UIC. 8
  • 10. Son las 3:00 de la mañana y no encuentro nada productivo que hacer. Ya encendí y apagué la Mala Jugada Patricia Torres Villarruel lámpara de mi buró tantas veces como he po- dido. Doy vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Sinceramente no quiero dormir, tengo mucho miedo de hacerlo, ahora que la muerte de mi padre está tan reciente. Falleció ayer a las 6:00 de la tarde. Él llevaba varios años en cama sufriendo a causa de cáncer en el esófago. Am- bos deseábamos que el momento justo llega- ra para que no siguiera aguantando tanto dolor. Por eso estoy triste, me he quedado solo. Soy hijo único. Mi madre falleció en un accidente aéreo. Yo tenía siete años. Venía de regreso a la ciudad. Efectuó un viaje hacia Guadalajara don- de vivía su hermano mayor, con quien quedó de verse para arreglar asuntos de la herencia. No tengo muchos recuerdos de ella, mi padre me contaba que era una mujer extraordinaria. De mi madre sólo conservo algunos objetos, que sé, eran preciados para ella, un trébol y la caja de un regalo de navidad que me dio a los cinco años. Conservo esa caja porque en ella me regaló el primer libro en inglés que leí. En sí, la caja no tiene nada de maravilloso, es sólo que tiene un gran valor estimativo para mí. El trébol pasó de generación en generación, desde tatarabuelos hasta llegar a ella, y así, llegar conmigo. Mi ma- dre, me pidió que lo cuidara por siempre, que procurara llevarlo conmigo a cualquier lugar al que fuera para que éste me brindara suerte y protección. Nunca he creído en la suerte, sim- plemente cada persona va formando su destino día con día dependiendo de las acciones que realice. Creo que no se debe dejar algo tan im- portante como es la vida, al azar o a la suerte. Aunque debo reconocer que cada vez que he 9
  • 11. llevado ese trébol conmigo, las de, pero tengo que estar en el galó a mi padre el papá de su cosas han fluido de manera aeropuerto dos horas antes. mejor amigo de la infancia. Es sorprendentemente satisfacto- Será un viaje corto, me regre- muy antigua. La tengo guarda- ria. No sé a qué se deba, su- saré pasado mañana. da en el clóset. Mi padre días pongo que es milagroso, pero antes de morir, me pidió que insisto, no creo en eso. Es una ciudad que me trae re- dejara sus cenizas en Barcelo- cuerdos tristes porque viajé na y junto con ella, la brújula. Sigo dando vueltas en la cama. para allá en varias ocasiones, Me levantaré por un vaso de es por ello que no quiero per- No puedo dormir, de una bue- agua. Tengo sueño, evidente- manecer ahí por mucho tiem- na vez realizaré mis maletas mente porque estoy desvelado po. Iré únicamente a depositar para el viaje. Abro el clóset y la por el funeral, pero no puedo las cenizas de mi padre en una brújula no está. Estoy seguro dormir. Ya son las 3:40 de la iglesia a la que solíamos ir cada de que la tenía ahí guardada en mañana. Debería estar des- domingo durante el tiempo que una bolsa oscura. ¿Qué haré? cansando porque dentro de vivimos allá. No he hecho mis Quiero cumplir la última volun- unas horas viajaré a Barcelona, maletas, ni he preparado algo tad de mi padre y de no encon- la ciudad natal de mi padre. El importante que quiero dejar en trar la dichosa brújula, no se vuelo sale a las 2:00 de la tar- Barcelona, la brújula que le re- podrá. Tal vez en el momento 10
  • 12. en que se veló el cuerpo de mi con él, es una persona venta- Era increíble que me estuviera padre, aquí en la casa, alguien josa y egoísta. Pregunté quién pasando algo así, son las 7:10 subió, entró a la habitación y la era y al soltar su carcajada me de la mañana y debo hacer el robó. Pero ¿qué hago para sa- percaté de que era él. Con un viaje. Lo más importante es ber si fue así o no? y en caso tono burlón y desesperado me llevar conmigo la brújula y las de que si, ¿cómo saber quién confesó que él había robado cenizas. Pero matar a Betty iba lo hizo? la brújula. Me condicionó para en contra de mis principios. poder tener la brújula de vuelta No sé, tal vez estoy exageran- conmigo. Jamás hubiera ima- Estoy desesperado, pero no do. Creo que mejor intenta- ginado que me pidiera algo así, me queda más que hacer. Co- ré dormir. Será un día pesado tan bajo. Supongo que estaba nozco la dirección del trabajo y necesito pensar qué hacer. demasiado enojado con Betty, de Betty, está a unas cuantas Quizá moví la brújula de lugar o tal vez sentido por algo que calles de aquí, la seguiré y en- y no lo recuerdo. le hizo, pero eso no justificaba contraré el momento oportuno lo que él me pedía, definitiva- para acabar con su vida. Son las 7:00 de la mañana. mente no era la opción. Tam- Pensé que todo había sido un poco imaginé llegar a hacer Salí de mi casa a las 9:00. Me sueño, pero en cuanto abrí el algo así. Bernardo me devol- subí al coche, prendí un ci- clóset, me di cuenta que no era vería la brújula bajo la única garro y me dirigí al trabajo de así. Me senté en la cama, cerré condición de que matara a su Betty. Me estacioné enfrente los ojos y con las manos sobre ex-esposa Betty. Era problema del lugar, atravesando la calle. mi rostro, de repente el teléfono mío armar el asesinato. Él sólo Desde ahí la observé durante sonó. Contesté y era mi primo quería verla muerta. 15 minutos, después salió ca- Bernardo. Nunca me llevé bien minando por la calle principal 11
  • 13. y dobló en un callejón. Agarré Regresé al interior del carro, llo- un pedazo de lazo, salí de prisa ré inconsolablemente por largo del carro y corrí hacia el mismo tiempo y manejé al aeropuerto. callejón. La abordé y la estran- No podía permanecer en el país gulé, fue muy rápido y fácil. ni un minuto más. Llegué a las Aparentemente nadie me vio. 10:45, las horas parecían eter- nas y mi vuelo salía a las 2:00 Corrí de nuevo al carro, estallé de la tarde. Por fin llegó la hora, en llanto, me sentía la peor per- abordé el avión y en cuestión sona, como pude tomé el celu- de segundos despegó. lar y le hablé a Bernardo. El tra- bajo ya estaba hecho, quería la Patricia Torres Villarruel. Li- brújula de regreso. Y fue entre cenciada en Derecho. UIC risas que me agradeció y me dijo que la brújula siempre ha- bía estado conmigo. La noche del funeral dejé la cajuela de mi carro abierta, Bernardo la tomó y ahí la guardó, quería fastidiar mi vida y lo logró. Maté a una buena mujer. Aventé el celular al asiento del copiloto, me salí a buscar en la cajuela y efecti- vamente ahí estaba la brújula. 12
  • 14. Luz de enero Carlos Navarrete Se ha muerto el aire, pero el oxigeno continúa luciendo vida a sus pulmones. La ilusión encalló en las pestes de tu cuerpo curtido por el tiempo, opacado por la esencia de otra fe. Pero en ella sigue firme. Fugarse con el sol de la mañana siguiente. Los pasos acompañan su decisión y el amor se agotó, por esta vez continuará siendo delgada e impasible. El lapso en sus rodillas sucias aban- donarán sin pensarlo la piel vencida por los años. Las manos perderán el calor que de ellas crean para estimular la carne, dando un jalón tras otro, para estallar en fuego lo que una multitud atrae a saciarse del placer carnal. Sigue tirando por la calle amor sucio – que las notas de mi partitura vivirán los silencios y los corchetes - revestidos de obsesión con la diamantina, por brillantes de pureza hervida. La época del saldo acabó, pero consigues iluminar de llanto y amargura lo que en tu día, recibiste. La enver- gadura de tus alas perderán color y serán el espectro de tu cuerpo tallado en piedra blanca. Poco a poco, depravaste la galería del músculo, y rosa humeante, que nació con ella. Los trovadores florean con sus dedos las discrepancias entre el corazón, la emoción y la verdad en sus piernas indiscretas. Y llegarás tú como un ser anhelado por la tristeza y la mala compañía. Tenderás los brazos para ahuyentar al frío rostro de tu incondicional compañero, pero no te llevarás la verga con que soste- nías la vela, de la puta que derrumbó su estadía en los cuartos de la bendita luz de enero. Carlos Ernesto Navarrte. Estudiante de Bachillerto UIC 13
  • 15. Tanatos Siempre he tenido la convicción de que la muerte está sólo a Laura Ruiz Gálvez se le cayó su café! Mamá, y ¿la abuela?- Na- tres pasos de mí. Ni tan cerca, ni tan lejos. A la distancia exacta die respondía. Ni siquiera yo podía escucharme. donde logro percibir su insaciable y seductora sed de poseerme. Casi logra conquistarme. Un susurro suave y frío en mi oído Más pronto de lo que podía asimilarlo, el olor hace que mi piel se estremezca, y en pleno coqueteo, viene Eros metálico me saturó el olfato. Eros, ¿dónde es- y me arrebata el pensamiento… tás, por qué nos has abandonado? Era una mañana fresca y despejada como cual- quier otra. Por la ventana podía ver los matorra- Las imágenes empezaron a guardarse sin sen- les pasar como sombras tan doradas como el tido en mi memoria; mi vista sólo ubicaba per- mismo sol. Un señor de aspecto serio y formal, sonas y cosas. Desde mi asiento podía ver el leía un periódico míentras galantemente tomaba caos, la sangre, los mutilados… los muertos. La su taza de café. La abuela dejaba caer sus dien- señora gordita gritaba fuerte, aunque no la es- tes en un vaso con agua y salpicaba en mí la cuchaba. Se agarraba la pierna, o aquello blan- idea de poder desprenderme también algún día co que salía de ahí -¿Y si la echamos al agua? de esas partes de mi cuerpo que no me gustan. Mi abuela cuando se quita los dientes los echa La señora del asiento de atrás, un poco pasada al agua, así no le duele.- de peso, sonreía y platicaba con sus hijos en voz alta. Todos parecían felices, o al menos a los Años más tarde comprendí que aquel día Tána- cinco años de edad, eso parecía. tos nos había hecho una visita incómoda y se apresuraba a disfrutar su propia fiesta. Creo que Era como una fiesta campirana en aquel tren tan solo él lo hacía. Mi abuela apareció metros más humeante como una chimenea en invierno. –Tu adelante en el pasillo. abuelo nos espera. La operación va a salir bien pero tenemos que llegar, tu abuelo nos espe- – ¿Está dormida mamá? ra…- repetía mi madre viendo hacia el horizonte Fue hace tanto que me sorprende recordarlo. con una preocupación mal disimulada. A veces creo que fue sólo un mal sueño, una pesadilla, pero las cicatrices de mi madre y mi No supe ni cómo, ni cuándo, ni en qué momen- abuela pronto desaniman esta idea. Y cuando to, pero todo cambió. Recuerdo que hubo un el reinado de Tánatos se abría paso entre los estallido ensordecedor y después silencio. Un ausentes y comenzaba a consumirnos la piel, la enorme silencio. El tiempo se detuvo. La vida carne y la vida, apareció un héroe en el camino. misma se congeló. El dolor punzante en mi ro- Todavía me pregunto de dónde sacó mi madre dilla me hizo recapacitar. Nada a mi alrededor tantas fuerzas, muchos dicen que fue la adrena- tenía sentido: -Mamá ¿dónde está el señor?; lina, yo digo que fueron las ganas de vivir. 14
  • 16. Eros se apersonó en aquella mujer que se echó Llegará el día en él que venga por ella, por mi al hombro el cuerpo de su propia madre, aga- y por todos nosotros. Mientras tanto, Eros nos rró las maletas, y me cargó en su único, aunque inyecta esperanza, esa misma que huele a hu- ocupado, brazo disponible. El sol me caló en los medad y a tierra mojada, esa misma que cala en ojos, a penas y pude vislumbrar la silueta de los los ojos al despertar, esa brisa que te eriza la piel dos trenes que se encontraron en el mismo ca- y por un segundo recuerdas que estás vivo. Ese mino. No había manera de ganar. En ese error aire que no cabe en tus pulmones. La batalla macabro, todos perdimos. Quién lo diría, aquel no está perdida, Tánatos va a tener que seguir día las tres sobrevivimos. Lamento que hubieran esperando, porque de momento aquí me quedo. operado a mi abuelo sin nosotras, pero es que mi abuela estaba en la misma sala de operacio- Laura Viridiana Ruiz Gálvez. Estudiante de la nes a kilómetros de distancia luchando por su Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica. UIC propia vida. Hay otros momentos en los que he visto a Tá- natos tan cerca, que a penas y puedo respirar con el temor de que sea mi último aliento, no así aquel día. Aquel día era sólo un ángel negro sobrevolando los cuerpos, me parecía tan lejano que no había forma de que me abrazara, pues mi madre me cuidaba. Me sostenía en su pecho protegiéndome de los golpes y el dolor, armán- dose de toda la vida que su cuerpo contenía, desafiando las garras de ese fiero depredador, salvando tres generaciones a la vez. 15
  • 17. Cintia Nájera Hoy es uno de esos días en los que quisiera ce- los amigos. Recuerdo que se sentó a mi lado en rrar los ojos y no volver a abrirlos jamás. Puedo clase de inglés. Ella era muy tímida y rara vez ha- respirar la tristeza y la monotonía en el aire de mi blaba. Pasaron dos meses antes de que me diri- cuarto. Un día más, de nuevo estoy postrado en giera la palabra y otros dos para que me atrevie- mi cama viendo hacia la ventana, cuyas cortinas ra a invitarla a salir. Me rechazó un par de veces, son blancas y dejan pasar unos pocos rayos sola- pero la perseverancia alcanza. Solíamos caminar res que intentan alegrarme un poco la existencia. por el parque cada tarde, platicábamos, a veces Debo decir, desafortunada y desesperadamente, comíamos un helado sentados en nuestra banca que no lo logran. Ni siquiera puedo ya mirar por la preferida, la que estaba frente al columpio. Otras ventana. Quisiera que el sol desapareciera, que la veces nos recostábamos en el pasto para observar luz y la felicidad se esfumasen de la faz de la tierra. las nubes. Esos rayos solares sólo me recuerdan lo perdido. Hoy cumplo un día más de estar entre la vida y la Acabábamos de entrar a la universidad cuando nos muerte. enteramos de que seríamos padres. Ella estudia- ba literatura y yo leyes. Fue uno de los momentos Recuerdo mi vida pasada con melancolía. Hoy me más aterradores de mi vida, yo sería responsable doy cuenta de que jamás valoré suficientemente de un pequeño, a mis veinte años… Sólo entendí lo que poseía, jamás valoré a mi familia, y hoy, que que fue la mejor bendición del cielo muchos años no puedo abrazarlos ni expresarles mi cariño, sien- después. to pena por mí. En fin, observábamos las nubes en una tarde apa- Cuando podía moverme, pasaba el tiempo enoja- cible cuando me lo dijo. Me petrifiqué, el sólo es- do por tener que ir a trabajar, por no haber termina- cuchar su voz diciéndome: “Seremos padres”; me do la universidad y por haberme casado tan joven. heló la sangre. Por supuesto que me hice cargo, Verán, yo conocí a la que hoy es mi esposa en la por supuesto que le propuse matrimonio y la llevé preparatoria. Yo era un chico normal, iba a clases, gustoso al altar. ¡Yo amaba a esa mujer! tenía problemas con mis padres y mi mundo era 16
  • 18. Pero mis sueños murieron cuando di el sí definiti- Ojalá hubiera valorado a mi esposa mientras es- vo, me convertí en un hombre hecho y derecho de tuve sano, postrado en esta cama no puedo de- un día para otro. Debo admitir que viví con remor- mostrarle cuanto la amo. En algún momento del dimiento y rencor por casi diez años. Yo no podía matrimonio me embargó la necesidad de hacer ser feliz enclaustrado en un trabajo todos los días cosas nuevas, de arriesgarme y vivir la vida loca. para alimentar a mi familia, había dejado las fies- Le fui infiel con otra mujer, una compañera del tra- tas y mis amigos atrás. Sin embargo, procuré lo bajo a la que no le importó que estuviera casado, mejor para mi familia y, aunque amargado, me lo y cómo iba a importarle, si lo nuestro no era nada tragué como deben hacer los hombres; ese ren- más que una aventura. Cuando Claudia, mi espo- cor era mío y nada más. Y como todo ser huma- sa, se enteró de mi indiscreción, ni siquiera me lo no amado por otros lo olvidaba de vez en cuan- reclamó. Sólo mandó al niño con su madre y se do. Pasé buenos momentos con ellos, no tantos encerró en la recamara por tres días, lloraba sin como hubiera querido, para ser sincero, creo que parar, no me dirigía la palabra. Creí que me dejaría mi disgusto se notaba más de lo que yo quería. y que jamás me perdonaría; sin embargo, lo hizo. El instinto paternal no me llegó hasta que mi bebé Me di cuenta, por fin, de lo mucho que valía y me nació. Lo cargué entre mis brazos delicadamente propuse hacerla feliz el resto de la vida. La recom- como si fuera un copo de nieve y él tomó mi dedo pensaría cada minuto de cada día. con su manita, estoy seguro de que me sonrió amorosamente. El rencor del que antes les hablé Pero esta enfermedad no me deja en paz, ape- se evaporó por completo en ese instante. nas puedo mover los ojos, inmovilizado de pies a cabeza. Ojala pudiera cambiarlo, ojala hubiera Enseñarle a atar sus agujetas, a andar en bicicleta disfrutado cuando tuve la oportunidad, ahora mi y a verlo jugar en los columpios sentado junto a esposa y mi hijo deben lidiar con un hombre que mi banca favorita fue fantástico. Es sólo que el no sólo les falló sino que no puede ni valerse por rencor se acentuaba cuando se portaba mal. sí mismo. Cintia Nájera. Estudiante de la licenciatura en Traducción UIC 17
  • 19. Muriendo Lento Jorge Farías Rodríguez Josué quita sus ojos del retrato que se encuentra a un costado de la cama, y mira al techo. Es blanco, como todo en el hospital. Las paredes son blancas, los pisos son blancos, las sábanas son blancas, las batas que usan todos son blancas; hasta las mal- ditas enfermeras que lo vienen a despertar cada media hora le parecen de entero blancas. El blanco lo desquicia, no quiere verlo más. El problema es que cuando cierra los ojos sin tener sueño se marea. Las flores que se encuentran en el otro costado de la cama, han perdido toda su gracia, y le parecen un triste adorno cuyo destino final, al igual que el suyo, es única e irremediable- mente una muerte triste y lenta, muy lenta. El único refugio que encuentra es volver su mirada al retrato. Ese retrato, que a simple vista, sólo muestra a un hombre con una mujer y dos niños divirtiéndose en la playa. Una familia como cualquier otra. Pero para él es mucho más que eso, es un recuen- to de todo, es lo que le trae los malditos recuerdos, y peor aún, lo que le recuerda que está vivo. Fue en esa época, cuando en verdad sintió que podría ser feliz. En ese lugar caribeño, de arena blanca y agua cristalina. Josué recuerda cómo disfrutaba observando al viento mecer a las enor- mes palmeras, y sintiendo al sol dorar su piel, mientras una leve brisa lo refrescaba. Recostado sobre un camastro, era un rey que desde ahí lo controlaba todo. A su lado estaba su reina, esa mu- jer tan bella y de temperamento cándido como el de una flor. Sus dos hijos, Francisco, que en ese tiempo contaba ocho años y Marcela, que es dos años menor; jugaban felices a construir castillos de arena. En ese momento, como el rey todo poderoso, cuyo llamado pro- voca obediencia y exalta las emociones de sus vasallos, mandó llamar a sus hijos, quienes acudieron de inmediato. Era, según su consideración, indispensable capturar ese momento. Los colocó 18
  • 20. en el orden que se le figuraba más adecuado, y unos tragos después de romperse el lomo en el programó la cámara. La imagen quedó guarda- trabajo. Parecía algo tan inofensivo, quién iba a da para siempre, lo que él aun no sabía, era que pensar que ese momento en el que se sintió tan las emociones y los sentimientos no pueden en- liberado y tan feliz, sería el inicio del fin. cerrarse en una imagen para conservarlos eter- namente. Los doctores dicen que es algo genético, hay gente que es así, prueba una copa y ya no pue- No está seguro de en qué preciso momento em- de parar. Pronto dejaron de ser copas, y empe- pezó a cambiar todo. Lo único que tiene como zaron a ser botellas. Los compañeros del traba- verdad irrefutable es que la bebida fue el princi- jo, lo comenzaron a evadir, y entonces conoció pal detonante de todo. Ese maldito vicio que lo a su nuevos amigos, esos amigos que en cuanto tomó de improviso y que lo fue consumiendo de se le acabó el dinero y comenzó a beber bote- a poco, barriendo al mismo tiempo con todo lo llas de perfume en los basureros, lo abandona- que él amaba. Fue en una de tantas noches, en ron sin dudarlo. las que se iba con los compañeros del trabajo a tomar un trago. Recuerda que él nunca ha- A su familia, la fue destruyendo paulatinamente. bía tomado, jamás, ni siquiera en la universidad, Por varios años, su mujer, se mantuvo a su lado cuando todos sus compañeros lo hacían cada e intentó rescatarlo de todas las maneras. Pero fin de semana. En realidad no le había llamado las garras del vicio, ya lo tenían bien sujeto y no la atención. Sin embargo, en esa ocasión, le dio estaban dispuestas a soltarlo. Él se comporta- curiosidad probar lo que se sentía relajarse con ba como un necio y le decía una y otra vez que 19 19
  • 21. de soportarlo y en ese momento, decidió irse de la casa. Fue entonces, cuando se consumó su decadencia. Dejó también su trabajo y se gas- tó sus últimos centavos en licor barato y malas compañías. Cuando se le terminó el dinero, co- menzó a beber cualquier cosa que contuviera alcohol y acabó viviendo en la indigencia alre- dedor de los basureros. La congestión alcohó- lica lo hubiera matado, de no ser porque una señora, al notar la calidad de su traje y lo poco que quedaba de ese hombre de buen aspecto todo estaba bien y que él se encontraba en total y nivel social, lo creyó víctima de un asalto y lla- control de la situación. Sí, como no, él ya no mó a una ambulancia. Él hubiera preferido que controlaba nada, y mucho menos a sí mismo. lo dejaran ahí, pudriéndose. Ella inclusive acudió a Bernardo, su mejor ami- go, el único que en verdad lo quiso por lo que él Según las enfermeras, ya lleva más de un mes era. Pero de nada sirvió, al contrario, al sentirse en el hospital, sabrá Dios quién se encarga de acorralado por el amor y la razón, enfureció y se pagar la cuenta. Probablemente, la misma per- tornó brutal. La riña con su amigo fue tan violen- sona que le envió las flores. Nadie lo ha venido ta que a partir de ese momento no le ha vuelto a visitar en todo este tiempo. No los culpa. Se- a dirigir la palabra. guramente, todos desean su muerte. Él mismo la desea. Los doctores han hablado con él y le Sus hijos, al igual que su fiel esposa, mantuvie- han explicado que su hígado se encuentra da- ron su ofrenda de amor por muchos años. Él ñado, sin remedio y que su salud ira en decre- se dedicó a pisotearla una y otra vez. Recuer- mento, hasta que finalmente muera, pero tam- da muy bien sus ojos, esos ojos que llenos de bién le han asegurado que no será rápido. terror, inundados por el llanto, y que aun así en el fondo seguían llenos de amor; del amor más Josué mira de nuevo la insoportable blancura puro que pueda a existir. Su hijita, tan pequeña del techo, sin embargo, el cruel recuerdo de y tierna… En esas noches, en las que él llega- quien fue rey y terminó como el peor de los ba borracho y violento, y los encontraba a ellos mendigos, no se borra. Ahora está desahucia- como las víctimas perfectas, Francisco intenta- do, y no tiene opción alguna que no sea obser- ba comportarse como un hombrecito y proteger var cómo se proyectan esas imágenes que lo a su mamá y a su hermanita. Pero era tan sólo torturan en ese techo que se ha convertido en un niño. Un niño que debía ser protegido por la pantalla que presenta las desventuras de su ese hombre que en lugar de eso profería insul- vida; mientras espera a que la muerte se lo lleve tos y rompía cosas. poco a poco, lenta, muy lentamente. La misma situación siguió por años, hasta que Jorge Farías Rodríguez. Estudiante de la un día esos ojos inundados, se cristalizaron y Maestría en Guionismo por primera vez reflejaron odio. Él no fue capaz 20 20
  • 22. Michelle Rojano Valdez Al recordar los castillos de cartón, me enamoré. placer gramatical de sus movimientos son culpa- La miré, esas, sus curvas en los ojos; en sus ma- bles de mi agonizante movimiento llamado Eros. nos; las muñecas de las mismas; sus dedos de- formes parejamente a sus rodillas, las curvas de Mi cuerpo, mis geografías femeninas se hacen sus sientes hermosamente chuecos, la estructura potentes cuando me dice que soy lo maldito de de sus curiosos senos, la mire y la curvé. un poema. El significado de un recuerdo, las tex- turas delirantes de las imágenes deseables en la Ese culo, la forma en que su caminar y sus fogo- memoria. sas sustancias fórmulas le hacían el amor al pa- vimento, se lo follaba, lo lamia con los pies. Sus Que infortunio es tenerte en mis recuerdos, mujer. cabellos me miraron, me sedujeron; y la geografía Te hago de todo en mis recuerdos, tanto que este de su erotismo tiene más de mil ojos. poema está escrito en el recuerdo de ti. Me hundí en el océano que traigo dentro, el placer Michelle Rojano Valdez. Estudiante de Comuni- de sentir el olor de sus muslos caminando; bai- cación UIC lándome, tiene una grandeza a la hora de llorar. Llora por los poros, por las uñas, por los pezones, por las orejas, por el sexo, pero sus gestos y el 21 21
  • 23. Me crié en la tierra blanda y húmeda Carlos Navarrete Me crie en la tierra blanda y húmeda, que ali- y estructura para estirar el hilo dos veces – no mentaba de pureza el paisaje en el que viajaba. entendía que decía—pero sus señales pedían Sus ríos eran la verdad que corría de su cuerpo que imitara el movimiento. Con torpeza hice a hecho montaña, pero la soledad embargaba el un lado lo que recibí de su gentil hartazgo, pero ambiente de un eco, que pronunciaba mi nom- el vahó de su boca choco con mi aire y respire bre por las mañanas. ¿Por qué el tiempo abre por primera vez lo que sería el acíbar de mis días brechas, en lugar de puertas dignas para su hijo en primavera, cuando el cuerpo acaba sudando de calor y arena? y fatigado por la explosión de emociones que exacerban su mayor amistad con los sentidos Estaba frente a mí, un sol de medio día. Tenía del cuerpo y los receptores de aquello que la los rayos por delgadas hebras; su luz se con- gente habla para copular en el entretiempo, es- centraba en lo blanco de la piel. Y el cuerpo era tío y el frío suelo de octubre a diciembre. distinto, durante las noches de estrellas y lunas brillantes era mi figura arrastrada por la veleidad Te escribo una carta con los dedos, en la azotea de su canto sordo, no tuve voluntad propia para de un edificio que dicen, se encuentra en el cen- ofrecer mis rezos a aquellos bellos ojos. Pero tro de la ciudad, pero con franqueza aportaré a algo hacia tan humana su figura, que retomaba la descripción lo que yo llamaría, falta de organi- en lo complejo de la mente, el contorno que tras zación poblacional. la luz no tenía sentido explicar, su origen único. Las estrellas, tenues bajo el cielo de nata gris, no -¡Oh!, sí Xibalba tuviera cabida en un mundo me han devuelto la respuesta de la última carta destruido como éste. Mi castigo sería, ser devo- que te envíe. Esperaría que tu respuesta fuera de rado por el jaguar noche tras noche manera horizontal, para no perder la costumbre de leer que eres tú, nuestro orgullo pictográfico. Estiró las manos para ofrecer en ellas, lo que ali- mentaba a una población gris. Con cierto tino Dibuja en ella, lo que los viejos han contado, lo tome, lo que era algo estrepitoso corriente a la que el cauce del río lleva en su torrente de vida. vez, pero original de colores que no tenían la Saluda al jefe, a mi padre, a mi madre y sobre textura del amate y los colores corrientes de la todo cuéntale al sacerdote que estoy con el sol tinta de hollín o el rojo áspero de hematita. de viento. Huitzilihuitl Agarró dos hilos imaginarios con la yema del Carlos Ernesto Navarrte. Estudiante de Bachi- pulgar y el índice, la otra mano repitió el mis- llerto UIC mo ejercicio y se unió a su hermana de carne 22
  • 24. Al verme al espejo puedo adivinar que mi interior es el de una anciana de ochenta años atrapada en el cuerpo de una de veinte. Más seco que un desierto, incluso me parece más sencillo que algo tenga vida en uno de ellos. No hay nada en mi interior que pueda darme lo que busco, estoy vacía… hueca y podrida por Cintia Nájera dentro. Aseguro que si pudiera ver mi interior, vería no un cuerpo hermoso y glorioso en sus primeros años de vida sino un cuerpo lleno de yagas, úlceras y porque no, también espinas. ¡Ay Sofía, Sofía, Sofía! Me dice Carlota-- ya no digas tonterías ya no pienses esas cosas ¿acaso no ves que Dios nos ha dado el don más maravilloso de todos? Podemos vivir una vida libre, sin problemas ni complicaciones. Jamás sufriremos lo que sufren todas las madres, jamás tendremos la desgracia de llorar por un hijo. Carlota continua parloteando mientras yo veo mi vientre vacío y plano. Siguió zumbando como una avispa al asecho. En mi cuer- po no hay más que estrías, el único remanente de que alguna vez tuve la oportunidad de ser madre. Después de algunos minutos reacciono y me doy cuenta de que debo ir al trabajo, me pongo un vestido negro y unos tacones del mismo color. Salgo a toda prisa del departamento. Ah Sofía, Sofía, somos tan afortunadas. Miremos a esa madre con su niño (el niño es hermoso y es un pequeño, apenas si pue- de caminar)… miremos como se enoja y como se desespera… ya no aguanta. Pensemos que nunca perderemos la figura. Siempre seremos hermosas. Nunca nos desvelaremos por darle pecho, no nos preocuparemos cuando esté enfermo, no lloraremos cuando vaya a la escuela ni cuando crezca y diga que nos odia. Tampoco sufriremos porque se va de nuestro lado para hacer una familia. No lo necesitamos. De pronto alguien me empuja para rebasarme, estoy caminando hacia el trabajo, sólo me faltan un par de calles. Aunque no re- cuerdo cómo fue que llegue hasta aquí. Últimamente Carlota me distrae demasiado, no para de hablar y yo no pongo atención a lo que hago. Además ya ni siquiera me deja sola, antes se iba con 23
  • 25. Sin embargo, sé que no lo era, como a la una de la tarde comencé a tener hambre, tenía antojo de fresas con crema y además casi era hora de salir a comer. Carlota fruncía el ceño. Fuimos a comer al restaurante de la esquina de la oficina. Sí había fresas con crema, así que me comí un plato entero, Carlota no quiso, estaba de malas de seguro quería copiarme y decir que también estaba embarazada, ella y sus ascos falsos. En cambio yo si tenía ascos reales, de esos ma- Calla le dije—y fuimos a comprar la prueba de reos matutinos que te duran todo el día y que te que ella estaba mal y yo bien porque no me equi- recuerdan que estás esperando a un ser hermo- vocaba yo era muy intuitiva.--Santiago, mi es- so a un ser humano tan pequeño y hermoso que poso, llegaría en cualquier instante y se alegra- apenas podría sostener mi dedo índice con toda ría de la noticia. Últimamente teníamos muchos su manita. problemas por mi situación, me reclamaba todo el tiempo, Carlota era la única que me defendía, Llegué a casa con Carlota corriendo casi volan- ella siempre argumentaba que así éramos feli- do, ella sugirió que debíamos ir a la farmacia a ces y que no necesitábamos de nada de eso. Y comprar la prueba de embarazo para que salié- le decía que podía irse y abandonarnos. Ella me ramos de dudas o más bien yo saliera de dudas cuidaría, ella vería por mi bienestar y felicidad. porque ella estaba segura de lo que pasaba me decía: Sofía, Sofía esto no es más que un inven- Con mucha emoción regrese al departamento y to tuyo. destape la prueba había que esperar cinco mi- nutos. Unos cinco minutos muy largos porque caminaba en círculos sin quitar la mirada de en- cima de la prueba. Carlota se recargaba en la pared y me miraba con desaprobación. Cuando por fin pude ver el resultado ella me dijo... no los dije, ¿no lo hice? Somos como un desierto, somos una anciana, atrapadas en el cuerpo de una de veinte… gritaba cada vez más fuerte; hueca, vacía, seca. Se burlaba, se mofa- ba de mí y me decía cosas horribles, cosas que ya no podría soportar. Así que no lo pensé dos veces y le tapé la boca con las manos y la sos- tuve con el cordón de la cortina del baño hasta que se calló. 24
  • 26. ta me pregunta que me sucede. Respondo: Car- lota, siento que por fin tendré lo que más deseo en esta tierra. Sofía, Sofía, Sofía… cuando aprenderemos. No podemos tenerlos, resignémonos, aprendamos a ser felices de esa forma. Cuando lleguemos a casa iremos por una prueba rápida. Sólo para que salgamos de engaños. Sólo faltan unas ho- ras. Apenas eran las once de la mañana y yo salía hasta las seis de la tarde, estaba sentada en mi oficina esperando a que pasaran las horas. Es- sus amigos a divertirse o iba a la escuela. Pero taba ansiosa y me paraba de cuando en cuando ya no me deja, ahora camina todo el tiempo a mi para caminar en círculos. La gente de las ofici- lado izquierdo. Si por ella fuera me acompañaría nas contiguas me miraba con extrañeza. Y claro, hasta en mis sueños. tenían plena justificación, parecía yo una leona enjaulada. Carlota se reía de mí, porque decía La señora con él hijo que Carlota me describía que era demasiado exagerada. volvió a mi mente. Tenía razón ya no aguantaba al pobre niño…entonces si la señora ya no lo Cintia Nájera. Estudiante de la licenciatura en quería yo podría quedármelo, podría darle una Traducción UIC buena educación. Podría amarlo y protegerlo con mi vida por el resto de mis días. Me doy la media vuelta para buscar a esa señora, ella no se merece tener un hijo tan hermoso pero yo sí porque yo lo quiero, es sólo que no puedo tener- lo. Mi cuerpo es como un basurero. No, no, no hagamos eso—interviene ella—Car- lota me dice que eso es malo, que no lo ha- gamos. Que si decido hacerlo estoy sola. Por- que además debemos retroceder, debemos ir a trabajar, ya es tarde. Y entonces siento como mis entrañas cambian de lugar, como si mis in- testinos se comprimieran hacia arriba casi hasta el pecho para hacer espacio a la bolsa donde crecería mi bebé. Siento como mis costillas se abren. Me retuerzo un poco por el dolor y Carlo- 25
  • 27. Ismael Hernández Valencia Desde tiempos ancestrales la muerte ha sido re- que llegáramos a tener, se compensa con una presentada por el miedo y la obscuridad. Miedo profunda decepción futura, y, aunque ésta no a dejar asuntos incompletos, a no vivir el sueño llegue, la esperamos y esto nos impide disfru- deseado, a no conocer a la persona con la que tar aquello que nos hace sonreír. ¿Quién mane- pudimos pasar el resto de nuestros días. ja este sádico equilibrio? Para los griegos, Eros era la contraparte de Tánatos. ¿Por qué representamos así a la muerte, si no conocemos nada de ella? Sólo observamos Eros propiciaba placer y amor, mientras Tána- desde una perspectiva ajena lo que la muerte tos propiciaba la muerte. ¿La percepción del produce; lo que nos produce a nosotros: el do- placer siempre está ligada al sufrimiento? ¿Por lor, la importancia y el sufrimiento. qué muchos rehúyen del amor, siendo el amor la contraparte del sufrimiento? La vida, desde Deseamos que aquellos que se han ido regre- mi perspectiva, es un constante dolor, que se sen, y daríamos lo que fuese por tenerlos con alivia y se puede llevar con pequeñas dosis de nosotros de nuevo; vivos. Lo irónico de la vida felicidad. es que este tipo de sentimientos los vivimos día a día. Pero, hasta ese momento, hasta que Tánatos tome tu mano, hasta que el último aliento sal- Podemos contemplar como nuestras ilusiones ga de la boca, estás ligado a este mundo físico, y felicidades se derrumban ante nuestros ojos, lleno de desagradables acciones y seres. No es y no podemos hacer nada para impedirlo. La posible mejorarlo, pero si cambiarlo. vida es una pesada carga en los hombros que Ismael Hernández Valencia. Estudiante de Ba- los muertos no tienen que soportar. La felicidad chillerato UIC 26
  • 28. La Faz In Ante Alexa Pineda Axtle In: Muchos te temen niña mía, ja, ja, ja… Anhelo de llegada, consejo y consuelo, el día que cesará mi es- pera. Krisnaloka será la próxima parada, no más medios. Felici- dad y tristeza sin alborozo, nada puede ya descontrolar mi buen juicio. La restricción de mis sentidos apartados y conciencia ina- movible, abren las puertas hacia el oculto néctar de la mama rosa y el trance hacia el último viaje, idolatrada llegada después de cientos; inagotables y aparentemente irracionales. Sin rencores y sincera, mujer consistente, con el trabajo más complicado de todos. El no tomar venganza y simplemente cas- tigar a quien no cumple su palabra. Tú, aquélla que siempre me acompaña sin decir una palabra, compartiendo a mi lado el cinis- mo, mejor que la hipocresía. Si he de morir, no quiero perder tu recuerdo. Fuiste en la encrucijada de esta vida ya perdida, la luz de mi oca- so, quien se sentó frente a mí, sacó mis pies del lodo sin tocarme un sólo dedo; simplemente se burló de mi mediocridad, obligán- dome a ganarle, a ese candado que me ataba al vacío, mis vicios. Jamás olvidaré tu aliento a la mitad de mi podrida vida, en la que ahora bailo. Estoy dispuesta a contárselo a todos… Al regalarle el sol “Santa Muerte”, le otorgué un día de luz a mi sombra. 27
  • 29. Ante: Mortal… Egoísmos inhumanos, únicos de gente pensante, tributos falsos e in- consciencia, ríen, pero no escucho felicidad en su voz vacía, hechizados de nacimiento, aptos únicamente para ver la ilusión material, mal edu- cados al cuestionar su identidad; escondites llenos de gran vacío. Son ustedes la fría sequedad que aparece, cuando no existen. La necesidad de decidir aparece si toco, como una sombra húmeda, cuando busco su fría soleada, congeladas cimas de resguardo aparentes, las montañas más claras, me reflejan su estancia. Humillo cualquier estado que ignore mi presencia y con ella no se trans- forme. Aún no he pedido desesperadamente por ti, ustedes son el com- puesto que me llena eterna, pasarán los siglos y seguiré regresando aquí, planeta medio. El día que me abandones al traicionar tus sensaciones, jamás volveré a verte. A la postre saciaré la sed más seca del pobre hu- mano y castigaré el desperdicio del rico animal. Las oréades los acogen y los impulsan hacia tierras ya disueltas en pavimento sin color, calles tristes, infestadas del ser más vacío. Algún día el Levante tocará con delicadeza sus cuerpos, pero no existirá ya distancia entre tiempo y espacio, todo quedará reducido, vulgarizado, siniestro. Urim y Tumim renacerán, cada uno vivirá un destino personal, no importa cuánto tiempo pase. Esconden su gran vacío en lo que tienen y nunca llegan a ser. Renuncia a poseer e indaga hacia adentro, al en- contrar las respuestas tropezarás una y otra vez, con la imagen de esta silla, y mi sonrisa. Alexa Pineda Axtle. Estudiante de la Maestría en Guionismo UIC 28
  • 30. Un Roce de Labios Ranmses Ojeda Cuando la vio, mientras se miraba por el espe- jo, sintió el frío que le calaba hasta los huesos, como si de repente una marejada de emo- ciones se colisionara instantánea y continua- mente dentro de él. Alejo logró ver su cuerpo temblando, empapado, cruzando los brazos, abrazándose para evitar sentir frío; protegién- dose, sin saber de qué. Sólo logró verla por un instante para después enloquecer. Habían pasado quizá seis o siete días des- gente murmuraba que la vida de Lucia junto a Ale- pués del funeral de Lucia. Alejo había perdido jo, se había convertido en un suplicio de indiferen- la consciencia del tiempo. Desde entonces el cia por no haberle dado hijos. día y la noche pasaban desapercibidos para él. Era como si Alejo estuviera en el tiempo Alejo siempre imaginó que se amarían por mu- pulsando a un ritmo diferente, con el alma cho tiempo, que la vida les tenía aún muchas sor- errática por el agudo dolor que tenía por la presas por compartir, como el viaje a Marrakech, ausencia de Lucia. que planearon desde que fueron novios, las miles de tardes que pasarían en el café discutiendo su Duró llorando, inevitablemente, durante impresión estética después de salir del cine, o los muchos días. Había perdido el control de sus cuatro perros que criarían en su casa de Bahía emociones, las lágrimas le salían sin poder Kino, junto a sus tres hijos; cuando estos nacie- impedirlo, en automático, como si con ellas ran. estuviera vaciando un mar de angustia. Alejo se preguntó miles de ocasiones, durante Nunca creyó perder así a Lucia. Se había todos esos días, cuáles habían sido las razones ahogado en la piscina de su casa, mientras de la muerte de Lucia, porque muy en el fondo nadaba. Aunque en el funeral muchos mur- los rumores le hacían ruido y comenzaron a in- muraron que lo había hecho a propósito. La 29
  • 31. quietarle. Ni siquiera pudo despedirse de ella. Ni dad empezó a disiparse de sus sentidos. Al abrir siquiera pudo ver sus ojos por última vez, para los ojos la imagen de Lucia se había desvaneci- insertar eternamente en su memoria la imagen do entre la obscuridad de su habitación y la de de Lucia. su alma. Con un roce de labios, en la boca de Alejo, Lucía había dicho adiós y esta vez para Al verla en el reflejo del espejo, lo único que siempre. logró hacer fue suspirar. No pudo reaccionar de inmediato. Se quedó azorado, con la men- Ranmses Ojeda. te confundida y conmocionada. En ese tiempo Alejo hubiera querido abrazarla, preguntarle el por qué de su determinación, pero la impresión lo paralizo. Cerró los ojos por un instante, un poco más del tiempo de un parpadeo, para asegurarse de que no se trataba de una alucinación. Entonces sintió un aire gélido que se metía en su alma, cuando advirtió la presencia de Lucia a su lado y un instante después el roce de sus labios fríos en su boca. Durante ese momento un torrente de recuer- dos cruzaron por su pensamiento. Y la tranquili- 30
  • 32. Ágora Virtual Revista digital te invita a publicar un texto con los siguientes lineamientos: • Los textos pueden ser literarios o no literarios. • Los textos deberán ser originales en idioma español o cualquier otro idioma. En caso de otro idioma incluir la traducción al español (abstrac). • Tener una extensión de dos cuartillas como mínimo y cinco cuartillas como máximo. • El tema del cuarto número es Entre la guerra y la paz. • Enviarse en formato digital Word a 12 puntos, letra arial, espacio sencillo. • Citar las referencias bibliográficas mediante el sistema americano (APA). • Las citas textuales se harán al pié de página, al igual que notas de traducción, si es el caso. • La bibliografía al final del escrito, si es el caso. • Incluir ficha del autor: nombre completo, licenciatura o posgrado, semestre y datos de contacto. • El plazo es a partir de la publicación de la convocatoria hasta el 30 de junio de 2013. • Los textos presentados quedarán sujetos a la aprobación del editor para publicarse. • Los textos deberán ser enviados al correo: rojeda@uic.edu.mx. es.escribd.com/agora_virtual @Agora_VirtualEC Departamento de Difusión Cultural UIC Edificio América, planta baja. 54871300 ext. 1845