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Guadalupe y su Chinampa
Un cuento original escrito por : Julia Ortiz Bautista Primera Parte
Guadalupe y su Chinampa
Para mi madre, Doña Guadalupe Bautista Miranda, un ser
extraordinario, quien en su largo peregrinar, siempre ha sabido
encontrar una luz y fortaleza para dirigir el remo de su
“Chinampa”……
Y para toda la familia, a quien invito a usar su imaginación,
transportándose y disfrutando de cada uno de los detalles que
aquí relato, porque son los recuerdos que conservo de mi
infancia y porque quiero decirles cuanto los amo y que
afortunada me siento de formar parte de ella.
La Calidad de mi vida depende de la calidad de mis pensamientos !
Había una vez…..en un hermoso poblado de la Costa Chica del Estado
de Guerrero, una pareja de campesinos que habitaba una modesta
pero enorme casa localizada en la esquina de dos transitados
caminos y que por muchos años llegó a ser el centro de reunión de
pequeños comerciantes indígenas que hablaban su propio dialecto,
pero que a través del idioma universal de la amistad se hacían
entender en medio de risas y señas.
Un gran árbol de “cerezo” cubría la entrada a la pequeña tienda que
atendía Guadalupe Miranda Herrera, una mujer ejemplar y llena de
amor. Guadalupe, era muy querida por todos los habitantes quienes
le llamaban “ Mamá Lupita “, porque siempre estaba pendiente de
auxiliar a los enfermos y desvalidos, compartiendo con todos ellos sus
escasos recursos, sin importarle raza o credo. Su esposo Artemio
Bautista Rodríguez, era la moneda opuesta, un hombre de carácter
recio que algunas veces inspiraba temor, pero quien detrás de esa
expresión dura, guardaba solo bondad. Ambos tenían el Don de
curar a los enfermos y rezar por las almas, también solían aconsejar
a grandes y chicos en sus relaciones y desempeños, eran inteligentes,
honestos, carismáticos y líderes, cualidades que supieron heredar y
transmitir a sus hijos : Guadalupe, Josefa, Irma y Artemio.
Guadalupe y su Chinampa
Los hijos de Artemio Bautista y Guadalupe Miranda
JOSEFA IRMA /
GUADALUPE
ARTEMIO
La tienda separaba a una de las habitaciones en donde se encontraban
fuertes camas de madera y mecate, cubiertas por “petates” y cobijas que
ayudaban a soportar el frío de las madrugadas, después, estaba la puerta
central que llevaba a una larga habitación que servía también para
dormitorios y que al fondo contaba con un maravilloso santuario, un altar
lleno de imágenes milagrosas, desde la virgen de Guadalupe y la virgen de
Juquila, hasta las pequeñas estatuas de cerámica de San Martin de Porres y
San Juditas Tadeo, el patrón de los casos difíciles y desesperados. Sin
embargo, había un pequeño nicho cubierto de cristal que desde lo lejos
impactaba, no por su tamaño sino por la expresión de ese rostro lleno de
dolor y a quien con tanta devoción se imploraban plegarias, el milagroso
Señor del Perdón, quien ha sido parte de la herencia familiar y a quien en
estos tiempos aun se conserva con el mismo respeto y adoración en casa de “
Mamá Chefita “.
El aroma de las veladoras encendidas y las rosas y flores frescas recién
cortadas del jardín, invadían todo el salón e invitaban a lanzar una
plegaria para que nuestras peticiones se cumplieran.
El recorrido por la casa
Al atravesar el corredor se podía llegar a la rústica cocina, llena de
pequeñas y grandes ollas y cazuelas de barro, cucharas de palo colgadas
y pilas de platos y vasos de peltre que con sus colores formaban un
maravilloso arco iris. Y que decir del fogón en donde un gran comal se
empotraba sobre una base de piedras y que en cada alimento se
embellecía con las deliciosas tortillas hechas a mano que servían para
acompañar los exquisitos platillos a base de un caldo de gallina de
rancho o carne de puerco en salsa verde, y como olvidar ese fuerte
aroma a chile costeño recién asado que debería dejarse tostar para
poder ser molido con facilidad en el cajete de piedra que era parte del
diario ritual…..verdad Guadalupe….. Un par de lazos de mecate
alrededor de la cocina lucían la cecina seca o fresca de acuerdo al día
de la matanza, las largas trenzas de ajo y pencas de plátano adornaban
las paredes. A un lado del comal no podía faltar la olla con café y
aroma a canela con su fiel compañera la olla de leche recién ordeñada
y lista para hervirse y sacar esa exquisita nata que podía saborearse
sobre una tortilla recién salida y que algunos disfrutaban solo con una
pizca de sal.
Desde la cocina podía uno admirar el bello jardín cubierto de rosales,
adelfas, bugambilias y plantas de crotos en diferentes tonos amarillos y
rojizos, los árboles de limón, guanábana y naranjas con un par de matas de
plátano y de chiles que hacían un magnífico huerto. El contraste de olores
entre las hierbas que iban desde el albahaca, la hierba santa, el té limón, el
epazote, la hierba buena, la manzanilla, el candó y tantas otras que no solo
servían para darle sabor a los guisos, sino que también aliviaban los fuertes
dolores de cabeza y de estómago y aquellos malestares de gripe, tos y hasta
las reumas.
El profundo pozo con agua fresca que se convertía en un manantial era un
milagro de Dios, porque gracias a él se podían subsistir los días en que no
existía el agua potable. A un costado los dos pequeños cuartos que
componían la letrina y la sala de baño, cubiertas solo por un lienzo de trapo
que servía como cortina, seguidas por una gran pileta de cemento que
almacenaba el agua de uso diario.
…..Y esta casa la compro sin fortuna, esta casa la compro con amor, para
que vivan mis hijos con la luna, para que vivan mis hijos con el sol…….
Guadalupe Bautista Miranda, es la hermana mayor de ahora solo cuatro
hermanos y recibió el mismo nombre que su madre para continuar con su
dinastía y rendir homenaje a la Virgencita de Guadalupe, la patrona de
México. Sin embargo, digamos que ha heredado más el carácter recio de su
padre que como dice ella, le ayuda a “sacar la casta “cuando se hace
necesario. Siempre ha sido la líder de la familia y al igual que su madre
está dispuesta a ayudar al prójimo, le sale lo mano floja y regala hasta lo
que no tiene……una herencia que seguirá por los siglos de los siglos. Su
filosofía es que hay que ser claros y concretos, pues no le gustan los rodeos.
Si prometes algo, mejor lo cumples, porque si no, puedes caer de su gracia y
aunque no lo demuestre, va a guardarlo para un día menos pensado poder
recordarlo y sacarlo.
En su juventud era muy alegre y le encantaban las fiestas, siempre se las
ingeniaba para conseguir lo que quería….otra herencia más que seguirá en
nuestras futuras generaciones…verdad Sheila, Frida, Andreíta y
Alexandra….. Sin embargo, el destino le tenía una sorpresa y muy joven se
convirtió en madre soltera, fue así como nació Leopoldo, quien llevaría sus
mismos apellidos para evitar que no contara con la protección de un padre
dentro de un matrimonio. Guadalupe tuvo que enfrentarse a muchos
obstáculos y ahora su entretenimiento solo consistía en trabajar y poder
regresar a casa y atender a su pequeño hijo.
Guadalupe y su Chinampa
Guadalupe, tuvo la suerte de contar siempre con el respaldo de sus padres y
de una gran mujer que se convirtiera en la segunda madre de sus hijos, al
quedarse al cuidado de ellos cuando Guadalupe tenía que salir a trabajar en
las rancherías cercanas a su pueblo. Como poder olvidar a nuestra muy
querida Angelita, a quien todos llamamos con mucho cariño la “Mamá
negra” y quien se enfrentó a grandes adversidades para proteger a sus
adorados niños. Con el paso de los años, Angelita decidió un día ir en busca
de sus propios sueños, procreando a Marco Antonio. Sin embargo, el
destino la traería de regreso para el cuidado de Sergio Pablo, el primogénito
de Misaela, abandonándonos una vez más ante el llamdo de Dios. “
Descansa en Paz Angelita, porque supiste dejar tu amor en nuestros
corazones y porque tu hijo siempre formará parte de esta familia.
Nuestra Adorada Angelita…… “La mamá negra”
Pero no todo en la vida de Guadalupe eran preocupaciones y un día, se le
apareció un apuesto campesino que sería la horma de su zapato y que
aunque en un principio quiso dominarla, al final como todos recordamos,
resultó dominado.
Don Efraín Ortiz Melchor, un hombre que se caracterizaba por su
honradez, responsabilidad y respeto y quien le hizo esa bella promesa de
conservarse unidos y hasta que la muerte los separe…y así la cumplió.
De esta increíble relación nacieron: Misaela, Efraín, Julia, José Manuel y
Sandra, quienes junto con Leopoldo serían la media docena de hijos que por
ley todas las parejas en esos tiempos se proponían tener, aunque había otras
que opinaban que los hijos deberían ser “ los que Dios nos mande “.
La llegada de Efraín
La llegada de Efraín
Guadalupe y Efraín, formaron siempre un matrimonio que
luchaban hombro con hombro, haciendo malabares con el poco
dinero que representaban sus ingresos, Guadalupe en su profesión
de maestra, mientras que Efraín se las ingeniaba como ayudante
del sastre del pueblo, sin dejar pasar las chambitas que salían en
las labores del campo, a él solo le importaba llevar el “gasto” a su
casa.
Después de tantas insistencias de Guadalupe por sacar a sus críos
del pueblo y poder ofrecerles otras oportunidades de vida,
decidieron ir en busca de un nuevo reto. Guadalupe pidió su
cambio sin importarle perder su cargo como Directora que ya
estaba realizando, mientras que Efraín, apoyado por Evencio
Vielma, uno de los medio hermanos de Guadalupe, aceptaba el
puesto de policía y así dieron comienzo a su peregrinar en el Bello
puerto de Acapulco.
La llegada al puerto no fue nada fácil, ya que tuvieron que pedir hospedaje a
Evencio y su familia. Asimismo, ahora Guadalupe tenía que enfrentarse a
convivir con aquellos maestros tan estudiados y de quien pronto se ganó solo
admiración y respeto, llegando a ser una de las maestras más recordadas
por muchas generaciones, y es que su técnica de “la cariñosa”, una tablita
que utilizaba para que los alumnos nunca olvidaran las lecciones y tablas de
multiplicar, la convirtieron en la mejor de la escuela, todas las mamás
querían que sus hijos estudiaran con Guadalupe, porque sabían que con ella
si se aprendía.
Por su parte, Efraín en su nueva posición de policía, comenzó a identificarse
con los personajes de las famosas películas, combatiendo los problemas
sociales de robo, narcotráfico y hasta sentirse todo un detective privado. Su
porte limpio y siempre oloroso a “old spy” o “lavanda”, hacían que llamara
la atención a cualquier dama, representando el “coco” de Guadalupe. Sin
embargo, siempre hizo sentirla como la catedral del pueblo y si había otras,
ellas solo formaba parte de las capillitas. No había un solo día en el cual él
no fuera a trabajar pese a su estado físico, pues le encantaba el trago y la
juerga. Siempre existió primero Guadalupe como su acompañante y su
expresión de “vienes conmigo” o me lo gasto con otras, originaba a
Guadalupe a seguirle la parranda.
El comienzo de una nueva etapa
Guadalupe y su Chinampa
Mientras que Efraín y Guadalupe tenían que trabajar largas horas,
Angelita les ayudaba a poner orden en casa, los chiquillos ya empezaban a
crecer y a tener sus propias responsabilidades. Además, con el paso de los
años y el cambio de una vecindad desde la Colonia Progreso, el Barrio de
Dominguillo y La Noria, les iban desarrollando seguridad para pronto
sentirse como peces en el agua en lo que ahora era su nuevo mundo. Misa
(Misaela) mientras echaba un ojo a La Chatis (Sandra) se organizaba para
que todas las tardes al regreso de la escuela se instalara en la entrada de la
vecindad y montara su propio negocio, un largo tendedero de cuentos y
revistas sobre mecates y piso desde la muy codiciada Lágrimas y Risas
hasta los famosísimos Memín Pinguin, Archie, Sussie y la novela policiaca
semanal. Efra (Efraín) por su parte, se había contratado como dependiente
de una casa de rótulos, en donde con su acento “físico”, ayudaba a
contestar el teléfono. Chacho (José Manuel) y Yuli (Julia) se paseaban por
el barrio en busca de cartón, latas y fierro viejo que vendían por kilo en el
establecimiento de la esquina frente a la Central de autobuses de La Flecha
verde.
Guadalupe y su Chinampa
La idea de hacerse de unos pesos extras nació del espíritu de independencia
que Guadalupe y Efraín les inculcaron, además, eso les daba la
oportunidad de pagarse las salidas a “Las luchas” en la Arena Coliseo, en
donde sacaban toda la energía que los chiquillos de su edad desarrollaban
en aquellos tiempos, la emoción de sus rostros se veía reflejada ante la
aparición de los enmascarados con sus coloridas capas y los rudos con su
expresión de furia, quienes en medio de gritos como
“corcholata…corcholata”, prevenían a sus favoritos de una herida en la
cara que dejaba ver el rojizo color a sangre y que disputaran su gloriosa
máscara contra cabellera.
Y que decir de los domingos de matinee en el Cine Río o Cine Tropical, en
donde se podían ver dos películas al precio de una, con los títulos que iban
desde Santo contra las Momias, hasta las escenas musicales de Angélica
María y Enrique Guzmán.
Todos los fines de semana eran gratamente esperados por todos ellos, ya
que nunca se perdió la convivencia familiar en donde también existían los
paseos a la playa de Hornitos o Caletilla, en donde Efraín y Guadalupe se
esmeraban por enseñarles a nadar y defenderse de lo que parecían
inmensas olas.
Y seguía el Peregrinar de la familia
Cada día era un nuevo reto para Guadalupe y Efraín, ahora tenían el
sueño de empezar a construír su propia casa, no dejaban de organizar
sus “tandas” entre amistades y conocidos, que les permitiera quedarse con
el primer número y juntar su dinerito para la compra de lo que fuera su
primer terreno en las afueras de la que comenzaba a ser una gran
ciudad. Fué así como llegaron a la “ Rancho Acapulco “, conocida mejor
como “ la llave de agua “ de la recién poblada Colonia 20 de Noviembre,
porque la falta de servicios públicos hacía que únicamente existiera una
toma de agua para surtir a todos los habitantes de esa colonia. La
pequeña casa, sólo contaba con un dormitorio que separaba tres largas
camas con una sola cortina; de un lado dormían Guadalupe y Efraín y
del otro lado se acomodaban los seis hijos. Dos escalones separaban los
dormitorios de la diminuta cocina en donde la mesa comedor era solo
para cuatro personas, una fila de escaleras llevaban a los dos cuartitos de
baño y el enorme patio en donde se empotraba un gran lavadero de
cemento y varios lazos que servían como tendederos de ropa. Junto a la
casa existía una enorme pileta de agua, que todas las noches trataba de
conservarse llena con los baldes y pequeños tarros que servían para
transportarla en delgadas palancas de madera. Sin embargo, Dios es
siempre tan misericordioso que en época de lluvias hacía que esta tarea
fuera menos pesada, ya que se formaba un pequeño arroyo junto a la
casa, el cual solo traía alegría y diversión a toda la familia.
Una nueva aventura
Que tiempos aquellos en que no existían las computadoras ni el Wii o
el ahora muy codiciado I-pod y I-phone, toda diversión consistía en
usar la imaginación y ser creativo, convertir un teléfono con dos
pequeños tarros de aluminio y un extenso cordón, no importaba si
fuera mecate o hilo, esos juegos de la cebolla en donde se agarraban
de la cintura para evitar que el oponente los despegara de la
inmensa cola, y que decir de “los quemados” en donde solo se
necesitaba una pequeña pelota y a correr se ha dicho. El cinito
montado ante una mesa o un par de sillas cubiertas por una
sábana que permitiera que la luz de una vela formara sombras con
los diminutos juguetes de plástico, inventando aventuras de
guerras entre jinetes e indios o soldados al estilo Combate o el
Llanero solitario, pero también algunas escenas llenas de amor
haciendo que dos pequeños muñecos se besaran en la boca,
ocasionando las risitas y exclamaciones de algo prohibido como en
las novelas de amor. Y aquellos juegos en donde la adrenalina
recorría todo el cuerpo cuando se acostaban en medio de la
carretera y esperar a que se asomaran las luces de un auto para
levantarse y correr a todo vuelo. Aquellas amenas charlas en
donde en un gran círculo se contaban historias de terror y
leyendas del pueblo que originaban caritas de miedo, sorpresa y
llantos de los más pequeños al hablar de la Llorona o de los muertos
aparecidos.
El primer viaje de vacaciones a la capital
Y esas primeras vacaciones en familia a la gran Ciudad de México.
Todavía se conserva el aroma del café con leche que se solía
desayunar en el pequeño restaurante de Chinos que estaba junto al
Hotel Terminal y que se diga de esas deliciosas “conchas” y
“cuernitos” para sopear y derretirse en las pequeñas bocas como si
fuera el mejor de los manjares.
Como todo Provinciano, Guadalupe había ya escogido el recorrido de
“cajón”, empezando por La Villa de Guadalupe, para dar gracias a
la morenita del Tepeyac por todos los milagros concedidos y los que
le faltaba por conceder a la familia…por supuesto, no podía faltar
la tradicional foto con la imagen de la Guadalupana, así como la
compra del bendito escapulario.
La Torre Latino, con que ansiedad los chiquillos querían llegar a la
cima y poder disfrutar desde ahí la bella capital.
El Parque de Chapultepec y su majestuoso castillo pleno de historia, que
hacían sin duda volar la imaginación hacia nuestro pasado y sentirnos
orgullosos de nuestras raíces. No podía faltar la caminata por el
zoológico y saborear de la tradicional nieve de limón o que tal un
chicharrón con chile o el algodón de azúcar.
El primer viaje de vacaciones a la capital
El Museo de Antropología, que al pasar por cada una de sus salas los
transportaba a cada época, recordándoles que México es un país
rico en su cultura.
Las Pirámides de Teotihuacán, con cuanta energía subían una y otra
vez los escalones de cada una de las pirámides, la de la Luna, la del
Sol, el templo mayor, etc., y ya en la cima respirar profundamente
el aire frío que calaba hasta los huesitos y que al cerrar sus ojos se
podía escuchar el sonido de los caracoles y las danzas de sus
guerreros listos a celebrar el triunfo de una batalla o el sacrificio a
su Dios para que llegara la lluvia y los sembradíos fueran
fructíferos. Que tal una vasija de barro o el silbato con forma de
serpiente como recuerdito.
Xochimilco, todo un día de campo paseando en la chinampa con el
nombre de “ Lupita ” forrado de coloridas flores que se unían al
aroma de los antojitos listos a saborearse, como aquellos tacos de
nopalitos y carnitas o la barbacoa de borrego con consomé que les
quemaba la lengua, haciendo mil expresiones en sus rostros,
combinados con los gritos que acompañaban a la marimba o al
auténtico mariachi entonando las melodías del “andariego” o el
“cielito lindo”.
Al regreso a Acapulco, sus vivencias eran el tema diario en lo salones
de clases y un recuerdo inolvidable que al pasar de los años se ha
convertido en pláticas amenas durante la sobre mesa, haciendo
reír a sus hijos y sobrinos que han corrido con una suerte diferente.
Una nueva Familia
Las cosas iban mejorando en la vida de Guadalupe y Efraín, quien pese a la
nostalgia que le provocó dejar sus aventuras de la Policía Judicial, sabía que
estaría menos expuesto al peligro. Ahora, él formaba parte de la cadena
hotelera Fiesta Americana y esto originó a que las familias de ambos
decidieran también establecerse en Acapulco. Guadalupe y Artemio vendieron
sus propiedades del pueblo para adquirir una hermosa casa con amplios
jardínes muy cerca de la casa de Guadalupe y Efraín, ocasionando que por su
parte, Artemio Jr. y Leopoldo siguieran juntos identificándose como dos
hermanos y empezando a hacer de las suyas como todos los adolescentes.
Siempre existió una gran armonía entre toda la familia, en donde Efraín y
Guadalupe se destacaron como líderes ante Josefa y su esposo Carmelo
Hernández e Irma y su esposo Francisco Chávez.
Aunque Carmelo y Josefa siguen viviendo en el pueblo, permitieron a sus hijos
Mariano, Marina, Raúl y Carmelo a que se unieran a la vida cotidiana de los
hermanos Ortíz-Bautista. Por su parte, Irma y Francisco se iban acercando
mas a Acapulco y decidieron que Xóchitl la mayor de sus hijas se quedara con
los abuelos Lupita y Temo, en don Yuli (Julia) formaba también parte del
paquete. Ahora los cuatro hijos de Guadalupe y Artemio hacían una familia
mas grande y que al paso de los años con el casamiento de Artemio Jr. e Hilda
Mondragón, iniciaran las nuevas generaciones :
Los Ortíz-Bautista, Los Hernández-Bautista, Los Chávez-Bautista y Los
Bautista-Mondragón.
Y de seis…solo quedan cuatro…….pero ahora conforman Cuatro nuevas
generaciones
MISA, EFRA, CHACHO Y JULY GUADALUPE, SANDRA,
SHEILA Y ALEXANDRA
La llegada de los hijos de los hijos
Las nuevas generaciones
Y este cuento…..continuará

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Guadalupe y su chinampa cuento

  • 1. Guadalupe y su Chinampa Un cuento original escrito por : Julia Ortiz Bautista Primera Parte
  • 2. Guadalupe y su Chinampa Para mi madre, Doña Guadalupe Bautista Miranda, un ser extraordinario, quien en su largo peregrinar, siempre ha sabido encontrar una luz y fortaleza para dirigir el remo de su “Chinampa”…… Y para toda la familia, a quien invito a usar su imaginación, transportándose y disfrutando de cada uno de los detalles que aquí relato, porque son los recuerdos que conservo de mi infancia y porque quiero decirles cuanto los amo y que afortunada me siento de formar parte de ella. La Calidad de mi vida depende de la calidad de mis pensamientos !
  • 3. Había una vez…..en un hermoso poblado de la Costa Chica del Estado de Guerrero, una pareja de campesinos que habitaba una modesta pero enorme casa localizada en la esquina de dos transitados caminos y que por muchos años llegó a ser el centro de reunión de pequeños comerciantes indígenas que hablaban su propio dialecto, pero que a través del idioma universal de la amistad se hacían entender en medio de risas y señas. Un gran árbol de “cerezo” cubría la entrada a la pequeña tienda que atendía Guadalupe Miranda Herrera, una mujer ejemplar y llena de amor. Guadalupe, era muy querida por todos los habitantes quienes le llamaban “ Mamá Lupita “, porque siempre estaba pendiente de auxiliar a los enfermos y desvalidos, compartiendo con todos ellos sus escasos recursos, sin importarle raza o credo. Su esposo Artemio Bautista Rodríguez, era la moneda opuesta, un hombre de carácter recio que algunas veces inspiraba temor, pero quien detrás de esa expresión dura, guardaba solo bondad. Ambos tenían el Don de curar a los enfermos y rezar por las almas, también solían aconsejar a grandes y chicos en sus relaciones y desempeños, eran inteligentes, honestos, carismáticos y líderes, cualidades que supieron heredar y transmitir a sus hijos : Guadalupe, Josefa, Irma y Artemio. Guadalupe y su Chinampa
  • 4. Los hijos de Artemio Bautista y Guadalupe Miranda JOSEFA IRMA / GUADALUPE ARTEMIO
  • 5. La tienda separaba a una de las habitaciones en donde se encontraban fuertes camas de madera y mecate, cubiertas por “petates” y cobijas que ayudaban a soportar el frío de las madrugadas, después, estaba la puerta central que llevaba a una larga habitación que servía también para dormitorios y que al fondo contaba con un maravilloso santuario, un altar lleno de imágenes milagrosas, desde la virgen de Guadalupe y la virgen de Juquila, hasta las pequeñas estatuas de cerámica de San Martin de Porres y San Juditas Tadeo, el patrón de los casos difíciles y desesperados. Sin embargo, había un pequeño nicho cubierto de cristal que desde lo lejos impactaba, no por su tamaño sino por la expresión de ese rostro lleno de dolor y a quien con tanta devoción se imploraban plegarias, el milagroso Señor del Perdón, quien ha sido parte de la herencia familiar y a quien en estos tiempos aun se conserva con el mismo respeto y adoración en casa de “ Mamá Chefita “. El aroma de las veladoras encendidas y las rosas y flores frescas recién cortadas del jardín, invadían todo el salón e invitaban a lanzar una plegaria para que nuestras peticiones se cumplieran. El recorrido por la casa
  • 6. Al atravesar el corredor se podía llegar a la rústica cocina, llena de pequeñas y grandes ollas y cazuelas de barro, cucharas de palo colgadas y pilas de platos y vasos de peltre que con sus colores formaban un maravilloso arco iris. Y que decir del fogón en donde un gran comal se empotraba sobre una base de piedras y que en cada alimento se embellecía con las deliciosas tortillas hechas a mano que servían para acompañar los exquisitos platillos a base de un caldo de gallina de rancho o carne de puerco en salsa verde, y como olvidar ese fuerte aroma a chile costeño recién asado que debería dejarse tostar para poder ser molido con facilidad en el cajete de piedra que era parte del diario ritual…..verdad Guadalupe….. Un par de lazos de mecate alrededor de la cocina lucían la cecina seca o fresca de acuerdo al día de la matanza, las largas trenzas de ajo y pencas de plátano adornaban las paredes. A un lado del comal no podía faltar la olla con café y aroma a canela con su fiel compañera la olla de leche recién ordeñada y lista para hervirse y sacar esa exquisita nata que podía saborearse sobre una tortilla recién salida y que algunos disfrutaban solo con una pizca de sal.
  • 7. Desde la cocina podía uno admirar el bello jardín cubierto de rosales, adelfas, bugambilias y plantas de crotos en diferentes tonos amarillos y rojizos, los árboles de limón, guanábana y naranjas con un par de matas de plátano y de chiles que hacían un magnífico huerto. El contraste de olores entre las hierbas que iban desde el albahaca, la hierba santa, el té limón, el epazote, la hierba buena, la manzanilla, el candó y tantas otras que no solo servían para darle sabor a los guisos, sino que también aliviaban los fuertes dolores de cabeza y de estómago y aquellos malestares de gripe, tos y hasta las reumas. El profundo pozo con agua fresca que se convertía en un manantial era un milagro de Dios, porque gracias a él se podían subsistir los días en que no existía el agua potable. A un costado los dos pequeños cuartos que componían la letrina y la sala de baño, cubiertas solo por un lienzo de trapo que servía como cortina, seguidas por una gran pileta de cemento que almacenaba el agua de uso diario. …..Y esta casa la compro sin fortuna, esta casa la compro con amor, para que vivan mis hijos con la luna, para que vivan mis hijos con el sol…….
  • 8. Guadalupe Bautista Miranda, es la hermana mayor de ahora solo cuatro hermanos y recibió el mismo nombre que su madre para continuar con su dinastía y rendir homenaje a la Virgencita de Guadalupe, la patrona de México. Sin embargo, digamos que ha heredado más el carácter recio de su padre que como dice ella, le ayuda a “sacar la casta “cuando se hace necesario. Siempre ha sido la líder de la familia y al igual que su madre está dispuesta a ayudar al prójimo, le sale lo mano floja y regala hasta lo que no tiene……una herencia que seguirá por los siglos de los siglos. Su filosofía es que hay que ser claros y concretos, pues no le gustan los rodeos. Si prometes algo, mejor lo cumples, porque si no, puedes caer de su gracia y aunque no lo demuestre, va a guardarlo para un día menos pensado poder recordarlo y sacarlo. En su juventud era muy alegre y le encantaban las fiestas, siempre se las ingeniaba para conseguir lo que quería….otra herencia más que seguirá en nuestras futuras generaciones…verdad Sheila, Frida, Andreíta y Alexandra….. Sin embargo, el destino le tenía una sorpresa y muy joven se convirtió en madre soltera, fue así como nació Leopoldo, quien llevaría sus mismos apellidos para evitar que no contara con la protección de un padre dentro de un matrimonio. Guadalupe tuvo que enfrentarse a muchos obstáculos y ahora su entretenimiento solo consistía en trabajar y poder regresar a casa y atender a su pequeño hijo. Guadalupe y su Chinampa
  • 9. Guadalupe, tuvo la suerte de contar siempre con el respaldo de sus padres y de una gran mujer que se convirtiera en la segunda madre de sus hijos, al quedarse al cuidado de ellos cuando Guadalupe tenía que salir a trabajar en las rancherías cercanas a su pueblo. Como poder olvidar a nuestra muy querida Angelita, a quien todos llamamos con mucho cariño la “Mamá negra” y quien se enfrentó a grandes adversidades para proteger a sus adorados niños. Con el paso de los años, Angelita decidió un día ir en busca de sus propios sueños, procreando a Marco Antonio. Sin embargo, el destino la traería de regreso para el cuidado de Sergio Pablo, el primogénito de Misaela, abandonándonos una vez más ante el llamdo de Dios. “ Descansa en Paz Angelita, porque supiste dejar tu amor en nuestros corazones y porque tu hijo siempre formará parte de esta familia. Nuestra Adorada Angelita…… “La mamá negra”
  • 10. Pero no todo en la vida de Guadalupe eran preocupaciones y un día, se le apareció un apuesto campesino que sería la horma de su zapato y que aunque en un principio quiso dominarla, al final como todos recordamos, resultó dominado. Don Efraín Ortiz Melchor, un hombre que se caracterizaba por su honradez, responsabilidad y respeto y quien le hizo esa bella promesa de conservarse unidos y hasta que la muerte los separe…y así la cumplió. De esta increíble relación nacieron: Misaela, Efraín, Julia, José Manuel y Sandra, quienes junto con Leopoldo serían la media docena de hijos que por ley todas las parejas en esos tiempos se proponían tener, aunque había otras que opinaban que los hijos deberían ser “ los que Dios nos mande “. La llegada de Efraín
  • 11. La llegada de Efraín Guadalupe y Efraín, formaron siempre un matrimonio que luchaban hombro con hombro, haciendo malabares con el poco dinero que representaban sus ingresos, Guadalupe en su profesión de maestra, mientras que Efraín se las ingeniaba como ayudante del sastre del pueblo, sin dejar pasar las chambitas que salían en las labores del campo, a él solo le importaba llevar el “gasto” a su casa. Después de tantas insistencias de Guadalupe por sacar a sus críos del pueblo y poder ofrecerles otras oportunidades de vida, decidieron ir en busca de un nuevo reto. Guadalupe pidió su cambio sin importarle perder su cargo como Directora que ya estaba realizando, mientras que Efraín, apoyado por Evencio Vielma, uno de los medio hermanos de Guadalupe, aceptaba el puesto de policía y así dieron comienzo a su peregrinar en el Bello puerto de Acapulco.
  • 12. La llegada al puerto no fue nada fácil, ya que tuvieron que pedir hospedaje a Evencio y su familia. Asimismo, ahora Guadalupe tenía que enfrentarse a convivir con aquellos maestros tan estudiados y de quien pronto se ganó solo admiración y respeto, llegando a ser una de las maestras más recordadas por muchas generaciones, y es que su técnica de “la cariñosa”, una tablita que utilizaba para que los alumnos nunca olvidaran las lecciones y tablas de multiplicar, la convirtieron en la mejor de la escuela, todas las mamás querían que sus hijos estudiaran con Guadalupe, porque sabían que con ella si se aprendía. Por su parte, Efraín en su nueva posición de policía, comenzó a identificarse con los personajes de las famosas películas, combatiendo los problemas sociales de robo, narcotráfico y hasta sentirse todo un detective privado. Su porte limpio y siempre oloroso a “old spy” o “lavanda”, hacían que llamara la atención a cualquier dama, representando el “coco” de Guadalupe. Sin embargo, siempre hizo sentirla como la catedral del pueblo y si había otras, ellas solo formaba parte de las capillitas. No había un solo día en el cual él no fuera a trabajar pese a su estado físico, pues le encantaba el trago y la juerga. Siempre existió primero Guadalupe como su acompañante y su expresión de “vienes conmigo” o me lo gasto con otras, originaba a Guadalupe a seguirle la parranda. El comienzo de una nueva etapa
  • 13. Guadalupe y su Chinampa Mientras que Efraín y Guadalupe tenían que trabajar largas horas, Angelita les ayudaba a poner orden en casa, los chiquillos ya empezaban a crecer y a tener sus propias responsabilidades. Además, con el paso de los años y el cambio de una vecindad desde la Colonia Progreso, el Barrio de Dominguillo y La Noria, les iban desarrollando seguridad para pronto sentirse como peces en el agua en lo que ahora era su nuevo mundo. Misa (Misaela) mientras echaba un ojo a La Chatis (Sandra) se organizaba para que todas las tardes al regreso de la escuela se instalara en la entrada de la vecindad y montara su propio negocio, un largo tendedero de cuentos y revistas sobre mecates y piso desde la muy codiciada Lágrimas y Risas hasta los famosísimos Memín Pinguin, Archie, Sussie y la novela policiaca semanal. Efra (Efraín) por su parte, se había contratado como dependiente de una casa de rótulos, en donde con su acento “físico”, ayudaba a contestar el teléfono. Chacho (José Manuel) y Yuli (Julia) se paseaban por el barrio en busca de cartón, latas y fierro viejo que vendían por kilo en el establecimiento de la esquina frente a la Central de autobuses de La Flecha verde.
  • 14. Guadalupe y su Chinampa La idea de hacerse de unos pesos extras nació del espíritu de independencia que Guadalupe y Efraín les inculcaron, además, eso les daba la oportunidad de pagarse las salidas a “Las luchas” en la Arena Coliseo, en donde sacaban toda la energía que los chiquillos de su edad desarrollaban en aquellos tiempos, la emoción de sus rostros se veía reflejada ante la aparición de los enmascarados con sus coloridas capas y los rudos con su expresión de furia, quienes en medio de gritos como “corcholata…corcholata”, prevenían a sus favoritos de una herida en la cara que dejaba ver el rojizo color a sangre y que disputaran su gloriosa máscara contra cabellera. Y que decir de los domingos de matinee en el Cine Río o Cine Tropical, en donde se podían ver dos películas al precio de una, con los títulos que iban desde Santo contra las Momias, hasta las escenas musicales de Angélica María y Enrique Guzmán. Todos los fines de semana eran gratamente esperados por todos ellos, ya que nunca se perdió la convivencia familiar en donde también existían los paseos a la playa de Hornitos o Caletilla, en donde Efraín y Guadalupe se esmeraban por enseñarles a nadar y defenderse de lo que parecían inmensas olas.
  • 15. Y seguía el Peregrinar de la familia Cada día era un nuevo reto para Guadalupe y Efraín, ahora tenían el sueño de empezar a construír su propia casa, no dejaban de organizar sus “tandas” entre amistades y conocidos, que les permitiera quedarse con el primer número y juntar su dinerito para la compra de lo que fuera su primer terreno en las afueras de la que comenzaba a ser una gran ciudad. Fué así como llegaron a la “ Rancho Acapulco “, conocida mejor como “ la llave de agua “ de la recién poblada Colonia 20 de Noviembre, porque la falta de servicios públicos hacía que únicamente existiera una toma de agua para surtir a todos los habitantes de esa colonia. La pequeña casa, sólo contaba con un dormitorio que separaba tres largas camas con una sola cortina; de un lado dormían Guadalupe y Efraín y del otro lado se acomodaban los seis hijos. Dos escalones separaban los dormitorios de la diminuta cocina en donde la mesa comedor era solo para cuatro personas, una fila de escaleras llevaban a los dos cuartitos de baño y el enorme patio en donde se empotraba un gran lavadero de cemento y varios lazos que servían como tendederos de ropa. Junto a la casa existía una enorme pileta de agua, que todas las noches trataba de conservarse llena con los baldes y pequeños tarros que servían para transportarla en delgadas palancas de madera. Sin embargo, Dios es siempre tan misericordioso que en época de lluvias hacía que esta tarea fuera menos pesada, ya que se formaba un pequeño arroyo junto a la casa, el cual solo traía alegría y diversión a toda la familia.
  • 16. Una nueva aventura Que tiempos aquellos en que no existían las computadoras ni el Wii o el ahora muy codiciado I-pod y I-phone, toda diversión consistía en usar la imaginación y ser creativo, convertir un teléfono con dos pequeños tarros de aluminio y un extenso cordón, no importaba si fuera mecate o hilo, esos juegos de la cebolla en donde se agarraban de la cintura para evitar que el oponente los despegara de la inmensa cola, y que decir de “los quemados” en donde solo se necesitaba una pequeña pelota y a correr se ha dicho. El cinito montado ante una mesa o un par de sillas cubiertas por una sábana que permitiera que la luz de una vela formara sombras con los diminutos juguetes de plástico, inventando aventuras de guerras entre jinetes e indios o soldados al estilo Combate o el Llanero solitario, pero también algunas escenas llenas de amor haciendo que dos pequeños muñecos se besaran en la boca, ocasionando las risitas y exclamaciones de algo prohibido como en las novelas de amor. Y aquellos juegos en donde la adrenalina recorría todo el cuerpo cuando se acostaban en medio de la carretera y esperar a que se asomaran las luces de un auto para levantarse y correr a todo vuelo. Aquellas amenas charlas en donde en un gran círculo se contaban historias de terror y leyendas del pueblo que originaban caritas de miedo, sorpresa y llantos de los más pequeños al hablar de la Llorona o de los muertos aparecidos.
  • 17. El primer viaje de vacaciones a la capital Y esas primeras vacaciones en familia a la gran Ciudad de México. Todavía se conserva el aroma del café con leche que se solía desayunar en el pequeño restaurante de Chinos que estaba junto al Hotel Terminal y que se diga de esas deliciosas “conchas” y “cuernitos” para sopear y derretirse en las pequeñas bocas como si fuera el mejor de los manjares. Como todo Provinciano, Guadalupe había ya escogido el recorrido de “cajón”, empezando por La Villa de Guadalupe, para dar gracias a la morenita del Tepeyac por todos los milagros concedidos y los que le faltaba por conceder a la familia…por supuesto, no podía faltar la tradicional foto con la imagen de la Guadalupana, así como la compra del bendito escapulario. La Torre Latino, con que ansiedad los chiquillos querían llegar a la cima y poder disfrutar desde ahí la bella capital. El Parque de Chapultepec y su majestuoso castillo pleno de historia, que hacían sin duda volar la imaginación hacia nuestro pasado y sentirnos orgullosos de nuestras raíces. No podía faltar la caminata por el zoológico y saborear de la tradicional nieve de limón o que tal un chicharrón con chile o el algodón de azúcar.
  • 18. El primer viaje de vacaciones a la capital El Museo de Antropología, que al pasar por cada una de sus salas los transportaba a cada época, recordándoles que México es un país rico en su cultura. Las Pirámides de Teotihuacán, con cuanta energía subían una y otra vez los escalones de cada una de las pirámides, la de la Luna, la del Sol, el templo mayor, etc., y ya en la cima respirar profundamente el aire frío que calaba hasta los huesitos y que al cerrar sus ojos se podía escuchar el sonido de los caracoles y las danzas de sus guerreros listos a celebrar el triunfo de una batalla o el sacrificio a su Dios para que llegara la lluvia y los sembradíos fueran fructíferos. Que tal una vasija de barro o el silbato con forma de serpiente como recuerdito. Xochimilco, todo un día de campo paseando en la chinampa con el nombre de “ Lupita ” forrado de coloridas flores que se unían al aroma de los antojitos listos a saborearse, como aquellos tacos de nopalitos y carnitas o la barbacoa de borrego con consomé que les quemaba la lengua, haciendo mil expresiones en sus rostros, combinados con los gritos que acompañaban a la marimba o al auténtico mariachi entonando las melodías del “andariego” o el “cielito lindo”. Al regreso a Acapulco, sus vivencias eran el tema diario en lo salones de clases y un recuerdo inolvidable que al pasar de los años se ha convertido en pláticas amenas durante la sobre mesa, haciendo reír a sus hijos y sobrinos que han corrido con una suerte diferente.
  • 19. Una nueva Familia Las cosas iban mejorando en la vida de Guadalupe y Efraín, quien pese a la nostalgia que le provocó dejar sus aventuras de la Policía Judicial, sabía que estaría menos expuesto al peligro. Ahora, él formaba parte de la cadena hotelera Fiesta Americana y esto originó a que las familias de ambos decidieran también establecerse en Acapulco. Guadalupe y Artemio vendieron sus propiedades del pueblo para adquirir una hermosa casa con amplios jardínes muy cerca de la casa de Guadalupe y Efraín, ocasionando que por su parte, Artemio Jr. y Leopoldo siguieran juntos identificándose como dos hermanos y empezando a hacer de las suyas como todos los adolescentes. Siempre existió una gran armonía entre toda la familia, en donde Efraín y Guadalupe se destacaron como líderes ante Josefa y su esposo Carmelo Hernández e Irma y su esposo Francisco Chávez. Aunque Carmelo y Josefa siguen viviendo en el pueblo, permitieron a sus hijos Mariano, Marina, Raúl y Carmelo a que se unieran a la vida cotidiana de los hermanos Ortíz-Bautista. Por su parte, Irma y Francisco se iban acercando mas a Acapulco y decidieron que Xóchitl la mayor de sus hijas se quedara con los abuelos Lupita y Temo, en don Yuli (Julia) formaba también parte del paquete. Ahora los cuatro hijos de Guadalupe y Artemio hacían una familia mas grande y que al paso de los años con el casamiento de Artemio Jr. e Hilda Mondragón, iniciaran las nuevas generaciones : Los Ortíz-Bautista, Los Hernández-Bautista, Los Chávez-Bautista y Los Bautista-Mondragón.
  • 20. Y de seis…solo quedan cuatro…….pero ahora conforman Cuatro nuevas generaciones MISA, EFRA, CHACHO Y JULY GUADALUPE, SANDRA, SHEILA Y ALEXANDRA
  • 21. La llegada de los hijos de los hijos