María crescencia Pérez disfrutó de su primer día de escuela pero se sintió sola en su segundo día cuando llegó un nuevo estudiante. A los catorce años decidió que quería trabajar para ayudar a las personas, como las Hermanas del Huerto. A los diecinueve años decidió unirse a las Hermanas del Huerto porque le gustaba rezar y asistir a misa, y quería aprender más sobre Dios.