1. NO SABIA LEER
Martina era una niña que había quedado huérfana desde muy niña, al morir sus padres
en un accidente, por eso vivía con sus abuelos, quienes eran unos campesinos pobres
y ancianos.
Una vez, sin embargo, hubo una sequia de dos años consecutivos y sufrieron hambre.
Entonces, Martina, que ya era una señorita consiguiendo trabajo como empleada
domestica y con su primer sueldo quiso enviar a sus abuelos comida como Kiwicha,
Anchovetas, Azúcar y galletas de agua. No sabia la dirección de la casa de sus
abuelos.
Felizmente conoció a un chofer que era amigo de sus padres y el prometió enviarle la
encomienda a sus abuelos.
El chofer amigo llevo la carta. Entonces salió a buscar ayuda en la calle.
Y el señor, en vez de acceder a su pedido, la riñó por no saber leer siendo tan
grandota, y siguió su camino murmurado.
Después pidió ayuda a una joven pareja, pero éstos en vez de atenderla sólo se
interesaron en contratarla para su servicio, y como les dijo que ya tenía trabajo le
dieron la espalda y se fueron.
En ese momento, una niña de diez años que ayudaba a su mamá en un puesto de
venta en la vereda le dijo:–Señorita, si quiere yo se la leo.
Martina aceptó encantada, y la chica además le escribió su carta de respuesta en una
hoja que arrancó del centro de su cuaderno.
2.
–¿Por qué no se matricula en un programa de alfabetización? Hay uno en mi
colegio, cerquita de aquí.
Aprender a leer y escribir es fácil, en unos meses lo logrará y también
Sabrá sumar, restar, dividir y multiplicar.
–¡Papayita es! Si quiere, venga mañana a las seis para que mi hija le enseñe
dónde es el colegio. Y cuando guste, venga al puesto y la ayudaremos a
repasar, –agregó la mamá.
Martina se sintió impresionada por la gentileza de la niña y su mamá.
Agradecida, les compró unas galletas y se despidió hasta el día siguiente. Se
fue pensando con alegría y algo de temor, sospechando que su vida iba a
cambiar, y decidida a buscarse un trabajo mejor.