El documento presenta lecturas de la Biblia que describen el bautismo de Jesús. Isaías profetiza que Dios enviará a un siervo que promoverá la justicia sin violencia y que abrirá los ojos de los ciegos. El Evangelio de Mateo relata que Jesús pidió a Juan bautizarlo a pesar de que Juan se sentía indigno, y que luego del bautismo Jesús oyó una voz del cielo que lo declaró Hijo amado de Dios.
HOJA DOMINICAL DE CATEQUESIS. BAUTISMO DEL SEÑOR. CICLO A. DÍA 8 DE ENERO DEL 2017
1. Lectura del libro del profeta Isaías (42, 1-4. 6-7)
Esto dice el Señor: “Miren a mi siervo a quien sostengo, a mi elegido, en
quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi espíritu para que haga
brillar la justicia sobre las naciones.
No gritará, no clamará, no hará oír su voz por las calles; no romperá la caña
resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. Promoverá con firmeza
la justicia, no titubeará ni se doblegará hasta haber establecido el derecho
sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza.
Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano, te
he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para
que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la
mazmorra a los que habitan en tinieblas”.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial 28
R/. Te alabamos, Señor.
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (3, 13-17)
En aquel tiempo, Jesús llegó de Galilea al río Jordán y le
pidió a Juan que lo bautizara. Pero Juan se resistía,
diciendo:
“Yo soy quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que
yo te bautice?” Jesús le respondió: “Haz ahora lo que te
digo, porque es necesario que así cumplamos todo lo que
Dios quiere”. Entonces Juan accedió a bautizarlo.
Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron los
cielos y vio al Espíritu de Dios, que descendía sobre él en
forma de paloma y oyó una voz que decía, desde el cielo:
“Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo
mis complacencias”.
Palabra del Señor.
HOJA DOMINICAL DE CATEQUESIS
PARROQUIA DE SAN DIEGO
Avda. de San Diego, 61
28053-Madrid
Domingo Bautismo del Señor. ciclo A.
Día 8 de enero del 2017
RECURSOS PARA
En unas Navidades, una niña quiso regalar algo a su padre. Pero, como era muy
pobre, no tenía nada que regalarle. En la Nochebuena, la niña puso junto al arbolito
de Navidad, una cajita bien presentada con papel regalo diciendo: “Para mi papi”.
Cuando el papá abrió la caja vio que estaba vacía. Enfadado, creyendo que le
habían tomado el pelo, llamó a la niña y le dijo de mal humor: “esto no se hace, me
has querido engañar como si fuese el día de Inocentes”. La niña se echó a llorar. El
padre reaccionó y trató de consolarla.
La niña le dijo: “Pero, papi, si la caja está llena de besos, era lo único que tenía para
regalarte”. El pobre hombre se quedó pálido por la dulce inocencia de la hija y trató
de disimular el asunto diciendo: “Ah, es verdad, está llena de besos, ahora los veo”.
Desde entonces, el padre conservó aquella caja-regalo y cada vez que se sentía mal,
la abría y pensaba en los besos de su hija.
Hay realidades que no se ven. Pero que siguen siendo realidades. ¿A caso todos
nosotros no somos una especie de caja-regalo? Dentro llevamos algo que los ojos
no ven. Pero que es una realidad tan real como la que nuestros ojos logran ver.
Llevamos todos una “interioridad”. Nos creemos vacíos, pero, por nuestro
Bautismo, por dentro estamos llenos, no sé si de los besos de Dios, creo que sí,
porque estamos llenos de su Espíritu.
Lo que sucede es que estamos tan acostumbrados a lo material, que lo espiritual, la
gracia, el amor de Dios que nos hizo hijos suyos, casi nos pasa desapercibido. Como
que no nos enteramos de lo que acontece dentro de nosotros. Nos sentimos como
una caja de regalo vacía, pero que en realidad está llena de los besos y sueños
divinos. Besos que, con frecuencia, solo quien nos los ha regalado los puede ver.
¡Cuántos viven acomplejados por su rostro! Recuerdo la anécdota de aquella
Señorita que le decía a su Director Espiritual:
– “Padre, tengo algo que me da mucha vergüenza decirle”.
– Tranquila hija, ya nos conocemos. No tengas vergüenza.
– “Es que, Padre, me he mirado al espejo”.
– Eso no es ningún pecado, hija. Todos nos miramos al espejo.
– “Pero eso no es todo. Es que me ha visto guapa”.
– Tampoco eso es pecado, hija, es un simple error del espejo, no te habrás mirado
bien.
El espejo nos puede engañar. Y nosotros nos podemos engañar mirándonos en el
espejo que, por otra parte, es donde más nos miramos. Lo que realmente no puede
engañarnos es el espejo de nuestro corazón donde, cuando nos miramos, en vez de
nuestro rostro, contemplamos el rostro de Dios en nosotros.
2. RECURSOS PARA EL CATEQUISTA
APRENDER LA FORMULA DE LA RENOVACIÓN DE LAS
PROMESAS DEL BAUTISMO
LA PEDAGOGÍA DE DIOS.
La pedagogía de Dios en la Biblia es fuente de inspiración para la pedagogía
catequética. La salvación de la persona, que es el fin de la Revelación, se
manifiesta como fruto de una original y eficaz pedagogía de Dios. «Dios
mismo, a lo largo de la historia sagrada y principalmente en el evangelio, se
sirvió de una pedagogía que debe seguir siendo el modelo de la pedagogía de
la fe» (CT 58).
El magisterio reciente y la legislación catequética actual que de él se ha
derivado han relacionado estrechamente la catequesis, como pedagogía de la
fe, con la misma pedagogía de Dios, de la cual se habla ya en la Escritura y en
los Padres de la Iglesia, sobre todo en Ireneo y Clemente de Alejandría. Lo
expresaban diciendo que «la Biblia se refiere a nosotros», nos reconocemos
en el pueblo de Israel que esperaba a Cristo, y nos preparamos para
encontrarlo también nosotros. «La Sagrada Escritura nos presenta a Dios
como un padre misericordioso, un maestro, un sabio que toma a su cargo a la
persona individuo y comunidad en las condiciones en que se encuentra, la
libera de los vínculos del mal, la atrae hacia sí con lazos de amor, la hace
crecer progresiva y pacientemente hacia la madurez del hijo libre, fiel y
obediente a su palabra» (DGC 139).
LA PEDAGOGÍA DE DIOS EN LA BIBLIA
Consiste esencialmente en hacer caminar al hombre a través del tiempo,
entroncarlo con una historia de muerte y resurrección, creadora de realidad
espiritual de amor.
Esta historia tiene su punto culminante en Jesucristo. Abriéndose con fe
hacia el futuro previsto por la promesa, el hombre llega poco a poco a
conocer, es decir, a encontrarse con Dios. «En realidad, favorecer el
encuentro de una persona con Dios, que es tarea del catequista, significa
poner en el centro y hacer propia la relación que Dios tiene con la persona y
dejarse guiar por él» (DGC 139).
La pedagogía catequética, inspirada y modelada según la pedagogía de Dios,
consiste es
encialmente en conectar al hombre a este camino de la historia del
pueblo de Dios y, en este sentido, educarlo en el seguimiento de Jesús.