Investigadores estadounidenses lograron retrasar los síntomas de la vejez en ratones al eliminar un tipo de células que dejan de dividirse con la edad y se acumulan, causando arrugas, cataratas y desgaste muscular; aunque los ratones no vivieron más, gozaron de mejor salud. Un experimento de 1960 descubrió que las células tienen un límite de divisiones antes de alcanzar un estado de no división ni muerte.