Este documento critica duramente la práctica de la vivisección, señalando que causa inmenso sufrimiento a millones de animales cada año sin aportar beneficios médicos reales. Afirma que los resultados de los experimentos con animales no son aplicables a los humanos y retrasan la investigación médica válida. Concluye que la vivisección es una práctica anticientífica e inhumana.
Este es el resumen de la lectura inicial de introducción al curso de Microbiología Médica Semestre 2013-I (UNJFSC-Lima, Perú). Tiene por título: "El Microbio"
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Quieres Saber Mas Acerca de La Vida De Luis Pasteur?
Q Lo Llevo A Interesarse Por La vacuna contra La Rabia?
La Generacion Espontanea y Algunas Bacterias
Los síntomas de esta enfermedad son dolor de cabeza, tensión en el cuello y vómitos que progresan en malestares más serios, como el coma, llegando a la muerte alrededor del quinto día.
UN MANUAL PARA PROFESIONALES Y ESTUDIANTES DE CIENCIAS DE LA SALUD, CON DATOS MUY UTILES EN DIFERENTES AREAS DE SALUD, Y PARA QUIENES DESEAN RECORDAR ALGUNOS DATOS IMPORTANTES O PARA CONSULTAR ALGUN DATO QUE SE NOS OLVIDO.
Normas y uso controlado de animales de laboratorioPatty de Alba
Este trabajo es una diapositivas sobre el tema de experimentación animal.
Mas que concentrarme en los experimentos realizados en animales en si, me enfoco en la historia de los mismos y como en el ambito científico, aunque mucha gente no este de acuerdo, son NECESARIOS e indispensables para la comunidad científica y el avance de la ciencia.
No intento convecer a las personas de que acepten esta practica,sino mas bien dar puntos de vista y expresar las razones de porque se realizan.
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ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE PRIMER GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024. Por JAVIE...JAVIER SOLIS NOYOLA
El Mtro. JAVIER SOLIS NOYOLA crea y desarrolla el “ROMPECABEZAS DE ECUACIONES DE 1ER. GRADO OLIMPIADA DE PARÍS 2024”. Esta actividad de aprendizaje propone retos de cálculo algebraico mediante ecuaciones de 1er. grado, y viso-espacialidad, lo cual dará la oportunidad de formar un rompecabezas. La intención didáctica de esta actividad de aprendizaje es, promover los pensamientos lógicos (convergente) y creativo (divergente o lateral), mediante modelos mentales de: atención, memoria, imaginación, percepción (Geométrica y conceptual), perspicacia, inferencia, viso-espacialidad. Esta actividad de aprendizaje es de enfoques lúdico y transversal, ya que integra diversas áreas del conocimiento, entre ellas: matemático, artístico, lenguaje, historia, y las neurociencias.
Presentación de la conferencia sobre la basílica de San Pedro en el Vaticano realizada en el Ateneo Cultural y Mercantil de Onda el jueves 2 de mayo de 2024.
La Unidad Eudista de Espiritualidad se complace en poner a su disposición el siguiente Triduo Eudista, que tiene como propósito ofrecer tres breves meditaciones sobre Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. En cada día encuentran una oración inicial, una meditación y una oración final.
LA PEDAGOGIA AUTOGESTONARIA EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA APRENDIZAJEjecgjv
La Pedagogía Autogestionaria es un enfoque educativo que busca transformar la educación mediante la participación directa de estudiantes, profesores y padres en la gestión de todas las esferas de la vida escolar.
LA PEDAGOGIA AUTOGESTONARIA EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA APRENDIZAJE
No a la Viviseccion
1. LEE :
Todos los días del año, a manos de individuos de bata blanca reconocidos como autoridades
médicas, o que están ansiosos por obtener tal reconocimiento, o un título, o al menos un
empleo lucrativo, millones de animales —fundamentalmente ratones, ratas, cobayas,
hamsters, perros, gatos, conejos, monos, cerdos y tortugas, pero también caballos, cabras,
aves y peces— son cegados lentamente con ácidos, son sometidos a shocks repetitivos y a
inmersiones intermitentes, son envenenados, les administran inyecciones que les causan
enfermedades mortales, son destripados, congelados y vueltos a congelar tras
ser reanimados, y se les deja morir de hambreo de sed, en muchos casos después de sufrir la
extirpación parcial o completa de varios órganos o el corte de la médula espinal.
Posteriormente, las reacciones de las víctimas son meticulosamente anotadas, excepto en los
largos fines de semana, durante los cuales los animales son abandonados sin cuidados para
que mediten sobre sus sufrimientos, que pueden durar semanas, meses o años hasta que la
muerte pone fin a sus padecimientos: la muerte es la única anestesia eficaz que las víctimas
llegan a conocer. No obstante, a menudo ni siquiera entonces los dejan en paz: son
devueltos a la vida —un milagro de la ciencia moderna— y son sometidos a una nueva serie
de torturas. Se ha observado cómo algunos perros enloquecidos por el dolor devoran
sus propias patas, cómo algunos gatos sufren convulsiones que los lanzan contra los
barrotes de sus jaulas hasta sufrir un colapso, y cómo algunos monos desgarran y
muerden sus propios cuerpos o mueren a manos de sus compañeros de jaula.
El “eufemismo” científico para referirse a la vivisección es “investigación básica” o
“investigación con modelos”, refiriéndose a los animales de experimentación con el vocablo
eufemístico “modelos”.
Aunque la mayoría de los médicos defienden la vivisección, la mayor parte de ellos no
saben lo que están defendiendo, dado que nunca han estado en un laboratorio. A la inversa,
la gran mayoría de los vivisectores nunca han pasado cinco minutos al lado de la cama de
un enfermo, porque la mayoría de ellos deciden dedicarse a los animales de laboratorio
cuando suspenden el examen médico definitivo, que es el que les permitiría practicar la
medicina. Y muchos más se dedican a la “investigación” porque no requiere ningún estudio
formal. Cualquier zopenco puede cortar en pedazos a un animal y
hacer un informe con lo que ve.
El número de animales que mueren cada año en el mundo a causa de la vivisección se
estima en 400.000 al día en el momento de redactar estas líneas, y la cifra crece un 5 por
ciento cada año. Los experimentos se llevan a cabo en miles de laboratorios clínicos,
industriales y universitarios.
El primer médico importante que afirmó que la vivisección no solamente es inhumana
y anticientífica, sino que es anticientífica porque es inhumana, fue Sir Charles Bell
(1774-1824), el médico, cirujano, anatomista y fisiólogo escocés a quien la ciencia
médica debe la “Ley de Bell” sobre los nervios motores y sensoriales.
En una época en la que la vivisección comenzaba a echar las raíces de su forma
moderna, él declaró que solamente podía ser practicada por individuos crueles de los
que no podía esperarse que pudieran acceder al conocimiento de los misterios de la
vida. Mantenía que tales individuos carecían de una inteligencia real, pues uno de los
componentes de mayor importancia de la inteligencia humana es la sensibilidad.
Puesto que los animales reaccionan de manera diferente a los humanos, todos los productos
o métodos probados en animales tienen que ser probados de nuevo con humanos mediante
2. cuidadosos ensayos clínicos, antes de poder ser considerados seguros. Esta regla no admite
excepciones. Por lo tanto, los experimentos con animales no solamente son peligrosos
porque pueden llevar a conclusiones erróneas, sino que además retrasan las investigaciones
clínicas, que son las únicas válidas.
El estramonio y el beleño son venenos para el hombre, pero alimento para los caracoles.
Las ovejas pueden tragar enormes cantidades de arsénico, el veneno favorito de los asesinos
en el pasado.
El cianuro potásico, mortal para nosotros, es inofensivo para el búho, pero una calabaza
común puede provocar un grave estado de agitación nerviosa a un caballo.
La morfina, que calma y anestesia al ser humano, causa excitación a gatos y ratones, pero
los perros pueden soportar dosis 20 veces mayores de las que aguantaría un hombre. Por
otra parte, nuestras almendras pueden matar a los zorros y a las gallinas, y el perejil es
venenoso para los loros.
La Tuberculina de Robert Koch, que en otro tiempo fue considerada una vacuna contra la
tuberculosis porque curaba la tuberculosis a los conejillos de indias, se descubrió
posteriormente que causa la tuberculosis en el hombre.
Hay ejemplos suficientes de este tipo como para llenar un libro; todos ellos demuestran que
sería difícil encontrar un método de investigación médica más absurdo y menos científico.
Además, la angustia y los sufrimientos de los animales que son privados de su hábitat
natural, y que se sienten aterrorizados por lo que ven en los laboratorios y por las
brutalidades a las que son sometidos, alteran su estabilidad mental y sus reacciones
orgánicas hasta tal punto que cual-quier resultado carece a priori de todo valor. El
animal de laboratorio es un“monstruo” creado por los experimentadores. Física y
mentalmente tiene muy poco en común con un animal normal y con el hombre.
No solamente todos los animales reaccionan de manera diferente, incluso especies parecidas
como la rata y el ratón, o como la rata blanca y la rata parda: lo cierto es que ni siquiera
dos animales de la misma especie reaccionan de forma idéntica.
Del mismo modo que no se ha encontrado solución para ningún problema mediante
la experimentación con animales, igualmente puede decirse que no es posible probar
prácticamente nada que se pretenda probar usando animales.
Científicos del Centro para la Prevención y el Tratamiento de la Arteriosclerosis de la
Facultad de Medicina de Albany, financiados con una cantidad de 641.224 dólares,
realizaron experimentos con un grupo inicial de 44 cerdos. Causaron la muerte a cada uno
de los animales mediante la provocación deproblemas de corazón originados por
arteriosclerosis. Utilizaron una forma extrema de dieta conocida por ser perjudicial para el
sistema vascular, y el proceso fue acelerado además con el empleo de rayos X, que dañan
las arterias coronarias. Siempre había personal a mano cuando uno de los animales moría;
esperaban poder precisar concretamente qué es lo que ocurre en elcorazón de un cerdo en
ese momento. Así fue publicado en esencia en el Times Union de Búfalo, Nueva York, el
24 de octubre de 1974.
3. Todo el experimento parece propio de aficionados, excepto desde el punto de
vista monetario por supuesto. No obstante, en la misma época se desarrollaron
programas similares utilizando diversos animales de experimentación en otras
12 instituciones médicas de Estados Unidos. Todos ellos demostraron ser muy
capaces de provocar una amplia gama de enfermedades a los animales, pero
fracasaron notablemente a la hora de encontrar una solución para ellas.
Durante décadas se han llevado a cabo investigaciones de ese tipo en las que
millones de animales han muerto, pero las curas siguen siendo castillos en
el aire.
La pseudociencia de nuestros días actúa de manera similar en todos los
frentes. En el transcurso de la “lucha contra la epilepsia”, los monos son
sometidos a series de descargas eléctricas que les provocan convulsiones hasta
que se vuelven locos y manifiestan síntomas que aparentemente podrían
recordar a los propios de los ataques epilépticos humanos: espuma en la boca,
movimientos convulsivos, pérdida de conciencia, y similares. Obviamente, los
ataques que sufren los monos no tienen nada que ver con los de la epilepsia
humana, porque son producidos de manera artificial, mientras que la epilepsia
se origina dentro del ser humano por motivos profundamente relacionados con
el organismo o con la psique del individuo, y no por descargas eléctricas. Y
probando en esos monos locos una variedad de “nuevos” medicamentos, que
4. siempre son los mismos con diferentes combinaciones, los viviseccionistas
nos prometen encontrar pronto “un remedio contra la epilepsia”, siempre y
cuando sigan recibiendo los fondos económicos. Tales métodos navegan con
la bandera de la ciencia, lo cual representa un insulto a la verdadera ciencia y
a la inteligencia humana. No es de extrañar que la epilepsia sea una
enfermedad en constante aumento.
Una de las últimas tretas diseñadas por la investigación médica para ganar
dinero rápido es la invención de medicamentos que prometen prevenir las
hemorragias cerebrales. ¿Cómo lo hacen? Muy fácilmente. Cualquier lector
atento puede hacerlo. Coja usted ratas, perros, conejos, monos y gatos y
provoque graves daños en sus cerebros. ¿Cómo? Nuestros “investigadores”de
laboratorio resuelven brillantemente el problema a martillazos. Bajo los
cráneos rotos, los cerebros de los animales forman coágulos de sangre, tras lo
cual se administran varios medicamentos al animal traumatizado… como si
los coágulos debidos a los golpes efectuados con un martillo fueran
equivalentes a los originados por problemas circulatorios desarrollados
gradualmente en un cerebro humano a medida que se acerca al final de su
período vital, o que sufre de esclerosis a causa de una excesiva alimentación,
por el consumo de alcohol y/o tabaco, o por falta de ejercicio, aire fresco o
actividad mental. Todo el mundo sabe lo que debe hacer para mantenerse
física y mentalmente en forma, pero es más cómodo tomar un par de píldoras
antes de cada comida copiosa y esperar que todo vaya bien. Si alguien
sugiriese que tales píldoras no tienen ninguna utilidad demostraría tener muy
poca fe. Sí son útiles: ayudan a aumentar los beneficios de la industria más
lucrativa del mundo y además arruinan el organismo, creando con ello una
necesidad de más medicamentos “milagrosos”.
La pesadilla del cáncer se ha convertido en el arma más poderosa de los
viviseccionistas.
El Dr. Howard M. Temin, un conocido científico, afirmó en una reciente
conferencia en la Universidad de Wisconsin que los científicos también están
interesados en el dinero, el poder, la publicidad y el prestigio, y que “algunos
prometen rápidas curas para enfermedades humanas, siempre y cuando se les
proporcione más poder y más dinero”.
Añadió que hay una tremenda ventaja para ellos en la afirmación de que “si se
me proporcionan 500 millones de dólares para los próximos cinco años, puedo
curar el cáncer”, señalando que si un agorero que afirma que es capaz de hacer
que llueva sitúa sus promesas en un futuro suficientemente lejano, nadie puede
demostrar que se equivoca.
5. Sin embargo, en lo que respecta al cáncer, la lluvia puede que no aparezca en
toda nuestra vida. Es obvio para cualquiera que no haya sufrido un lavado de
cerebro en las facultades médicas del hemisferio occidental que un cáncer
experimental —causado por la implantación de células cancerosas en un
animal, o por otros medios arbitrarios— es totalmente diferente de un cáncer
que se desarrolla por sí mismo y además en un ser humano.
Un cáncer espontáneo tiene una íntima relación con el organismo que lo
desarrolla, y probablemente también con la mente de ese organismo, mientras
que las células cancerosas implantadas en otro organismo no tienen
ningún tipo de relación “natural” con ese organismo, que actúa como un mero
terreno de cultivo para dichas células. No obstante, el miedo hábilmente
explotado a esta espantosa enfermedad se ha convertido en una inagotable
fuente de ingresos para los investigadores. En lo que llevamos de siglo, el
cáncer experimental se ha convertido en un filón de oro macizo sin
precedentes.
Todo comenzó en 1773 en Francia, cuando la Academia de Ciencias de Lyon
ofreció un premio para el mejor ensayo original con el título: “¿Qué es el
Cáncer?” El premio fue otorgado a Bernard Peyrilhe, quien describió el
primer cáncer experimental que inoculó en un perro con “fluido canceroso”
procedente de una paciente con cáncer de mama.
En los más de dos siglos que han pasado desde entonces, durante los cuales
miles de millones de animales de todas las especies conocidas han sido
“sacrificados” por la investigación contra el cáncer, los llamados científicos no
solamente han fracasado y han sido incapaces de hallar una solución, sino que
además han multiplicado los problemas y han visto cómo las dudas proliferan.
Los resultados representan la mayor confusión que la “ciencia” médica ha
sido capaz de crear.
Sabemos que llenar nuestros pulmones con humo, nuestros estómagos con
productos químicos, o someter nuestros tejidos a productos irritantes, puede
provocarnos cáncer. Y sabemos que los animales carnívoros tienen intestinos
cortos, diseñados para expulsar rápidamente la carne digerida, mientras que el
ser humano tiene los intestinos largos propios de los herbívoros, en los que la
carne y las grasas de origen animal quedan estancadas causando
fermentaciones tóxicas que probablemente son responsables del constante
aumento de los cánceres de colon, como queda demostrado por el brusco
crecimiento del número de tales cánceres entre las poblaciones
fundamentalmente vegetarianas que repentinamente han empezado a consumir
carne. Sabemos que una dieta exclusivamente basada en la carne es perjudicial
y a la larga mortal para el hombre, mientras que una dieta exclusivamente
vegetal no lo es, como han demostrado muchos de los medallistas olímpicos
japoneses vegetarianos.
6. De hecho, sabemos muchas cosas sobre el cáncer, como sobre otras muchas
enfermedades. Este conocimiento ha sido adquirido mediante la observación
clínica sin experimentos con animales, pero eso produce poco dinero. La
experimentación a gran escala es un prerrequisito para asegurarse la recepción
de fondos.
Hace unos años, el Instituto Sloan-Kettering decidió “resolver el problema del
cáncer de una vez por todas y para siempre”, y probó no menos de 40.000
sustancias diferentes y combinaciones de éstas en millones de animales
empleando nuevos métodos, con los resultados habituales.
A intervalos irregulares, cada uno de los países del mundo es sacudido por la
noticia de que los investigadores de la nación han encontrado una nueva
“cura” para el cáncer. Así, en septiembre de 1972, de acuerdo con un
despacho de agencia de UnitedPress, Michael Hanna, Jr., inmunólogo del
Laboratorio Nacional de Oak Ridge, Tennessee, había hallado
“definitivamente” una cura contra el cáncer. Al final los científicos
descubrieron una vez más que los seres humanos no reaccionan como los
conejillos de indias.
Nunca ha faltado dinero en la lucha contra el cáncer, pero sí han faltado
cerebros.
Un artículo de Newsweek del 26 de enero de 1976 titulado ”¿Cuáles la Causa
del Cáncer?” mencionaba lo que la revista aparentemente creía que era una
gran novedad: “El cáncer es posible que sea una enfermedad causada por el
hombre”. El artículo continuaba: “La Organización Mundial de la Salud
estima que alrededor de un 85 por ciento de todos los casos de cáncer son
resultado directo de la exposición a factores medio ambientales de uno u otro
tipo, en muchos casos auto provocados de manera fatal por hábitos como el
tabaco, la sobre alimentación, el consumo de alcohol y la exposición excesiva
a la luz solar y a los productos químicos peligrosos en las fábricas… A pesar
de todas las advertencias, la mayoría de los americanos siguen disfrutando de
los placeres potencialmente perjudiciales que su opulenta sociedad les
proporciona, y hasta el momento parece que están dispuestos a asumir los
peligros junto con los placeres. El Dr. Baltimore, ganador del Premio Nobel
de 1975 por su investigación básica sobre el cáncer, lo expresó de la siguiente
forma: „Hemos decidido que éste es el modo en el que queremos vivir y
morir‟”.
Por supuesto, la investigación básica sobre el cáncer consiste
fundamentalmente en provocar cáncer a millones de chivos expiatorios,
justificando el gasto de grandes sumas de dinero, una gran parte del cual se
destina a los placeres anteriormente mencionados. El 26 de marzo de 1976, un
7. artículo firmado por NEA-London Economist News Service y publicado en la
página de la editorial del TheGalve-stonDaily News, con el título “¿Es de
Utilidad el Coste de la Investigación contra el Cáncer?”, decía en parte lo
siguiente: “Las sumas que se están gastando (en la investigación contra el
cáncer) son enormes —unos 600 millones de dólares en el presente año
fiscal— y el miedo a contraer la enfermedad es universal.
El sistema inmunológico— con el que todos los organismos están dotados por
naturaleza, es un mecanismo que rechaza la entrada de cualquier material
externo, incluyendo órganos y tejidos. Como resultado de ello, los tejidos
trasplantados en un cuerpo procedentes de otro organismo (excepto en algunos
casos si se trata de un gemelo idéntico) son rechazados por el receptor: el
tejido injertado muere por efecto de la reacción inmunológica del cuerpo. (Los
trasplantes de córnea son una excepción; esa parte del ojo recibe un escaso
suministro de sangre, de manera que solamente pequeñas cantidades de las
complejas y desconocidas sustancias que produce el mecanismo de defensa
del cuerpo pueden alcanzarla; en consecuencia, la supervivencia de los
injertos de córnea es bastante habitual).
Se han ideado varias formas de suprimir la reacción inmunológica para
prevenir el rechazo de un órgano trasplantado: en otras palabras, para impedir
la capacidad natural del cuerpo de eliminar cualquier material extraño, que
hace que el organismo sea capaz de destruir los microbios dañinos y pueda
mantenerse sano. Cuando la reacción inmunológica se debilita las
enfermedades se manifiestan y las bacterias infecciosas pueden ganar la
partida y matar al organismo. Por lo tanto, incluso las infecciones más leves y
triviales como el herpes simple (que provoca ampollas como las causadas
habitualmente por el resfriado común) pueden resultar fatales en un paciente
en el que se haya suprimido la reacción inmunológica, ya que tal interferencia
abre las puertas a todas las enfermedades, incluido el cáncer.
Los cirujanos que practican trasplantes alardean con frecuencia de que el
trasplante ha sido un éxito, pero si muere el paciente lo atribuyen a otras
causas, como la neumonía o un fallo renal. Eso es enormemente engañoso.
Las complicaciones son una consecuencia inevitable del tratamiento inmuno
supresor diseñado para evitar el rechazo. Los experimentos que
ChristiaanBarnard realizó con perros son los responsables de esta nueva
aberración de la medicina moderna: aquellos perros, mucho más resistentes
que el hombre, hicieron que surgiera la esperanza en Barnard y en sus
desventurados pacientes, y los hechos han demostrado que era injustificada.
“El público está siendo engañado para que crea que el problema del rechazo o
bien se ha resuelto o bien se resolverá en un futuro próximo”, escribió el Dr.
Pappworth. Afirma que “se trata de una ilusión…” (página303) y añade que
8. “sin embargo ningún doctor, sin importar la experiencia que tenga, puede
poner en una balanza, para tomar una decisión, el período esperado de
supervivencia sin trasplante y el período de aparente aceptación del trasplante
antes de que sea finalmente rechazado… El público debería saber que la
cirugía de trasplante nunca cura la enfermedad original y nunca convierte al
receptor en una persona sana. Ningún órgano del cuerpo es independiente ni
está completamente aislado del resto de órganos. Por ejemplo, un paciente que
se somete a un trasplante de corazón a causa de una enfermedad coronaria es
probable que desarrolle problemas vasculares incipientes en otros órganos
como los riñones”.
El Dr. Pappworth sostiene además lo siguiente: “La realización de cualquier
trasplante es la prueba de un fracaso, de la falta de un diagnóstico temprano y
de un tratamiento adecuado. ¿No sería mejor gastar el dinero y el esfuerzo
dedicados a la investigación en el diagnóstico temprano, en la prevención y en
un mejor tratamiento de la enfermedad? ”Por supuesto, “dinero dedicado a la
investigación” significa dinero gastado fundamentalmente en la vivisección.
¿Y quién estaría dispuesto a renunciar a eso?
A pesar de una desaprobación general y bien informada, los “experimentos”
de trasplantes con animales continúan en todo el mundo, aunque no son más
que ejercicios de laboratorio en los que los profesores tratan de exhibir su
supuesta destreza quirúrgica ante sus respetuosos estudiantes. El resultado de
ello puede resumirse en la frase inmortal de un legendario cirujano alemán:
“La operación ha sido un éxito, pero el paciente ha muerto”.
Algunos bebés nacen con una abertura anormal en el intestino; se produce una
obstrucción, y a no ser que la patología sea corregida rápidamente el bebé
muere. Barnard decidió reproducir la patología en perras, con la intención de
probar la teoría ampliamente sostenida de que la abertura intestinal se debe a
una interrupción del flujo de sangre que debe recibir el segmento intestinal
afectado. Para probar esta afirmación, bloqueó quirúrgicamente el flujo de
sangre a un segmento del intestino de los perros antes de su nacimiento.
Afirma en su libro: “Tuve que operar a una perra y dejar expuesto el útero.
Después de eso, había que practicar una incisión para extraer el cachorro. A
continuación, había que abrir al cachorro para obstruir una parte delflujo de
sangre que llega al intestino, y de esta manera crear un infarto que
posteriormente desaparecería y crearía una atrofia, demostrando así que la
atresia intestinal es causada por este defecto. Después todo el proceso debía
hacerse a la inversa —suturando al cachorro y volviendo a insertarlo en el
útero para a continuación coser el útero y colocarlo de nuevo dentro de la
perra— procediendo finalmente a suturar a la propia perra. Todo ello debía
hacerse de forma que el feto no muriera ni se produjera un aborto intrauterino,
permitiendo su desarrollo natural en el vientre hasta el momento de su
nacimiento, en el mejor de los casos con un defecto intestinal”.
9. Me parece bastante obvio que si se interrumpe el flujo de sangre a cualquier
parte del feto, esa parte sufrirá un defecto en su desarrollo, pero será que yo
soy un lego en la materia, no un doctor viviseccionista.
Barnard no pudo finalizar el proceso quirúrgico con las seis primeras
perras. Al abrir el útero el fluido se vertía, el útero se contraía y el cachorro no
podía ser introducido en él porque no había espacio suficiente. En
consecuencia, Barnard ideó un hábil procedimiento para realizar la
intervención sin retirar el feto; decidió extraer el útero efectuando una larga
incisión en la madre para posibilitar una manipulación más sencilla. De este
modo, después de obstruir el flujo de sangre a una sección del pequeño
intestino del feto, el útero era suturado y devuelto al vientre de la madre.
Al cirujano no parecía importarle lo más mínimo cómo se sentía la perra al
despertar de la operación con 10 días más de embarazo todavía por transcurrir;
simplemente afirmaba: “Esperábamos ansiosos el momento del nacimiento”.
Fue enorme su sorpresa cuando la perra parió su maltratado cachorro e
inmediatamente lo devoró, antes de que Barnard pudiera hacerse con él para
abrirlo y ver si el experimento había funcionado.
“¡Imposible, los perros no son caníbales!”, exclamó Barnard, según su propio
relato, cuando su ayudante le comunicó la mala noticia.
Sin embargo, incluso los perros pueden convertirse en caníbales después de
que los experimentadores han practicado con ellos, probablemente por la
misma razón por la que las madres de los babuinos decapitan a sus crías
mientras se dirigen a sus laboratorios de GrooteSchur.
Barnard añadió una queja: “Tuvimos que enfrentarnos a la oposición de la
madre. Pude ver cómo lamía a cada cachorro de su camada, hasta que
descubrió uno que tenía puntos de sutura de color negro. Sintiendo que algo
no iba bien, la madre lo devoró antes de permitir que ingiriese leche y ésta
alcanzase el intestino obstruido, lo que finalmente habría provocado su
muerte”.
Después de 43 experimentos de este tipo, Barnard obtuvo un cachorro vivo
con un intestino desvascularizado como el de los recién nacidos que padecen
atresia intestinal. Sin embargo, no tuvo ninguna sugerencia que aportar para
evitar tales malformaciones. (Me atrevo a decir que la abstención estricta del
consumo de medicamentos desarrollados en laboratorio puede ser una medida
en la dirección correcta). Además, cuando los cirujanos han conseguido en
ocasiones eliminar la parte defectuosa y unirlas partes sanas del intestino de
un recién nacido, no lo han hecho basándose en los experimentos de Barnard
mencionados. A pesar de todo ello, al observar que por lo menos había sido
capaz de obtener un cachorro con tal patología, Barnard declaró lo siguiente
10. (página 159): “Esto es una promesa de esperanza para miles de niños que
podrán seguir viviendo”.
A pesar de su inconcebible salvajismo y de su total inutilidad, la
experimentación con animales sigue practicándose ampliamente en las
Facultades de Medicina del llamado mundo civilizado, aumentando año tras
año. ¿Cómo es posible? La principal razón es el beneficio económico. La
vivisección es un tipo de “investigación” que permite a los “científicos”
obtener grandes sumas dinero en forma de subvenciones del gobierno y de
donaciones de fuentes privadas, con la falsa suposición de que cuantos más
animales se usen en un experimento más fiables serán los resultados, una
suposición que es plausible solamente para los incompetentes.
Examinemos las consecuencias de dicha suposición con el estudio de un caso
en particular: un experimento en el que 15.000 animales son escaldados con
agua hirviendo hasta la muerte, con objeto de confirmar la ya conocida
eficacia de un extracto de hígado para las víctimas de un shock.
Se sabía con antelación que médicos en activo habían sometido a ensayos y
aprobado el extracto de hígado, pero los individuos mencionados querían
aportar en su informe la certeza de que “habían utilizado un número suficiente
de animales para obtener unos resultados con relevancia estadística”. De ese
modo, demostraron su propia ignorancia de estadística elemental.
Primero está el dinero, y luego se deben encontrar maneras de gastarlo.
Eso explica por qué algunos de los “estudios” americanos han analizado
cuestiones como las siguientes:
1.-Expresiones faciales. 2.-Temperaturas anales de los perros de trineo
canadienses. 3.-El sistema nervioso del calamar chileno. 4.-Los arcos dentales
de los aborígenes australianos. Estafando a los contribuyentes, el gobierno de
Estados Unidos destinó 100 millones de dólares en 1940 a la “investigación”
en el país y en el extranjero, 1.000 millones de dólares en 1949, 8.000
millones de dólares en 1960, 15.000 millones de dólares en 1970 y alrededor
de 25.000 millones de dólares en 1975; y las cifras siguen aumentando
cada año. A continuación pode-mos ver en qué ha sido malgastado todo ese
dinero:
30.000 dólares se gastaron para convertir a ratas en alcohólicas, con el
pretexto de curar el alcoholismo humano, aunque en el ser humano el
alcoholismo tiene profundas raíces psicológicas, mientras que las ratas son por
naturaleza criaturas abstemias mentalmente equilibradas. 1.000.000 de dólares
para estudiar el amor materno de los monos. 500.000 dólares para estudiar la
vida amorosa de la pulga. 148.000 dólares para averiguar por qué a las
gallinas les crecen las plumas. 1.000.000 de dólares para estudiar la llamada
de apareamiento del mosquito. 102.000 dólares para comparar los efectos de
11. la administración de ginebra y tequila a criaturas marinas del Atlántico.
500.000 dólares para descubrir por qué los monos aprietan sus mandíbulas
cuando están irritados.
Al margen de los fondos gubernamentales que representan un gran incentivo
para la vivisección en todos los países, también está la influencia de las
compañías farmacéuticas. El método viviseccionista les permite inundar el
mercado con sus productos —normalmente los mismos con nuevas
combinaciones y con nombres diferentes— con los que prometen repararlos
daños causados por los anteriores productos retirados del mercado por ser
inútiles o perjudiciales. Los nuevos productos serán reemplazados por
otros “nuevos” tarde o temprano (diferentes denominaciones, mismos
ingredientes), igualmente inútiles o perjudiciales, excepto para la industria
más lucrativa del mundo.
Los fondos federales que se gastan anualmente en Estados Unidos para la
investigación y el desarrollo en la industria y en la ciencia suman un total de
alrededor de 25.000 millones de dólares. Sin embargo, los ricos mendigos,
que nunca dedican ni uno de sus pensamientos a los pobres, los enfermos y los
desfavorecidos, dicen que no es suficiente. A las enormes sumas que el
gobierno de Estados Unidos y los fabricantes de medicamentos gastan en la
investigación —sumas que los contribuyentes quieran o no contribuyen a
sufragar— hay que añadir las donaciones de ciudadanos individuales, la
mayoría de los cuales no saben ni remotamente cómo se usan sus donativos.
Si el beneficio económico es el mayor incentivo de la vivisección, otro
incentivo es la ambición, que es prima de la avaricia: el deseo de obtener sin
esfuerzo ni talento una licenciatura universitaria, o una cátedra o algo
de notoriedad pseudocientífica.
Si es un error creer que todos los vivisectores son sádicos, sería un error
todavía mayor creer que el sadismo no ocupa un lugar muy importante en la
práctica de la vivisección.
Los experimentadores que aplastan las patas de los perros en la prensa de
Blalock —repitiendo un experimento que se ha llevado a cabo cientos de
miles de veces en las Facultades de Medicina norteamericanas— o que
golpean los testículos de los gatos hasta triturarlos para ver una vez más cómo
puede ello afectar a su comportamiento sexual, tal y como se hizo durante 14
años consecutivos hasta 1976 en el Museo de Historia Natural de NuevaYork,
siempre afirmarán que desean satisfacer su curiosidad “científica”. Mucha
gente diría que es una curiosidad sádica.
El sadismo existe. Los psicólogos aseguran que hay rastros del mismo en
todos nosotros. Lo vemos en el niño que arranca las alas de un insecto o
12. introduce a un gato en la lavadora. En tales ocasiones, la educación debe
intervenir. Mediante la comprensión de las consecuencias que tienen tales
actos, el niño puede ser capaz de cortar de raíz las mencionadas tendencia
sádicas. Dichos pensamientos pueden cambiarse por uno de compasión. No
obstante, cuando el sadismo se manifiesta en un adulto, tomando formas que
nos hacen estremecernos con disgusto e indignación, es una señal de
enfermedad y de un grave trastorno mental. Los psicólogos aseguran que tal
estado patológico no es tan raro como la mayoría de la gente imagina. ¿Podría
haber una ocupación más conveniente que la vivisección para un sádico?
Posibilita a una persona la satisfacción de dichas tendencias, e incluso la
obtención de cierta gloria“científica” en el proceso, o por lo menos un salario
fácil.
El principio del chivo expiatorio —la idea de deshacerse de los pecados, los
vicios, las enfermedades, las desgracias y el resto de problemas de uno mismo
transfiriendo todo ello a algún humano o a algún animal inocente—ha sido
siempre de uso muy extendido en las sociedades humanas.
El principio del chivo expiatorio ocupa un lugar fundamental en toda la
práctica viviseccionista. Aunque la elección de un chivo expiatorio se produce
mediante un proceso irracional, los vivisectores tienen motivos “racionales”
para su práctica: el beneficio económico o la satisfacción personal. Sin
embargo, el concepto del chivo expiatorio ha contribuido ciertamente a la
aceptación tácita de la práctica viviseccionista por parte de grandes segmentos
de la población.
Para obtener “confirmacióncientífica” del hecho perfectamente conocido de
que la masificación provoca nerviosismo, hostilidad y violencia, a los
experimentadores les gusta confinar a un gran número de ratas en un espacio
13. tan reducido que finalmente se atacan unas a otras y se producen la muerte en
algunos casos. Para conseguir una “prueba científica” de que el afecto y el
amor de una madre son importantes para un niño, los primates recién nacidos
son apartados de sus madres y son mantenidos durante años en un solitario
confinamiento, algunos de ellos incluso en total oscuridad, un castigo que
generalmente es considerado demasiado cruel hasta para los más duros
criminales.
A la misma categoría pertenecen los experimentos diseñados para convertir a
los animales en drogadictos. Cuando sufren calambres o convulsiones después
de una repentina privación de la droga, proceden a probar medicamentos
tranquilizantes con ellos. No obstante, y por supuesto, los investigadores
seguirán sin saber si esos medicamentos tendrán el mismo efecto en el ser
humano, o si resultarán venenosos para él, teniendo encuenta que la estricnina,
por ejemplo, es un veneno mortal para el hombre, pero no para los monos.
Aunque las estadísticas de todo el mundo han probado de manera concluyente
que fumar puede provocar cáncer de pulmón, los investigadores,
especialmente los que trabajan para las compañías tabaqueras, afirman
obstinadamente que “no hay pruebas científicas” que demuestren que fumar
provoca cáncer de pulmón, dado que todavía no ha sido posible producir
cáncer de pulmón en animales. En realidad, si los investigadores consiguieran
provocar un cáncer de pulmón a un animal mediante el consumo de tabaco,
ello solamente probaría que fumar puede provocar cáncer a esa especie en
particular, no a la especie humana. Y ya sabemos gracias a las estadísticas y a
las observaciones clínicas que fumar puede provocar cáncer de pulmón al ser
humano.
Especulando con la ignorancia y el sufrimiento de un número incontable de
personas, con su miedo al dolor y a la enfermedad, y con la colaboración de
los medios de comunicación, esta pseudociencia ha creado la ilusión de
que está dotada de unos poderes misteriosos e ilimitados de los que depende la
salvación de la humanidad, del mismo modo que los chamanes de las tribus
primitivas que prometen la lluvia. En consecuencia, la población del
hemisferio occidental se ha postrado a sus pies con servilismo y con un temor
reverencial, creyendo que es una diosa todopoderosa de belleza incomparable,
reluciente con oro y con todo tipo de adornos, y ante la cual los comunes
mortales ni siquiera pueden alzar sus ojos o serían cegados. No obstante, si se
atrevieran a hacerlo, descubrirían que la emperatriz está desnuda y es horrible.
Los cargos de los que este tratado acusa a la práctica de la vivisección en su
totalidad son los siguientes: avaricia, crueldad, ambición, incompetencia,
vanidad, insensibilidad, estupidez, sadismo y locura. Las pruebas se presentan
a continuación. No hay ninguna exageración, por la sencilla razón de que en la
cuestión de la vivisección cualquier exageración no solamente es innecesaria
14. sino que además es imposible. Sin embargo, para comprender con cuánta
gravedad peca esta “ciencia”, primero debemos ver contra quién peca.