Jesús encarna la misericordia de Dios. A través de sus palabras y acciones como curar a los enfermos y alimentar a la multitud con pocos panes, Jesús muestra compasión por la gente y revela el amor misericordioso de Dios. Al ver a Jesús, se ve al Padre, porque la carne de Jesús hace visible la misericordia de Dios.